Ley Divina o Natural

 







LEY DIVINA o NATURAL












El Libro de los Espíritus de Allan Kardec
LIBRO TERCERO 
LAS LEYES MORALES 
CAPÍTULO I 
LA LEY DIVINA O NATURAL


CARACTERES DE LA LEY NATURAL 

614. ¿Qué debe entenderse por ley natural? 
“La ley natural es la ley de Dios. Es la única verdadera para la felicidad del hombre. Le indica lo que debe hacer o no hacer. El hombre sólo es desdichado porque de ella se aparta.”


615. La ley de Dios, ¿es eterna?
“Es eterna e inmutable, como el propio Dios.” (1)

 (1)  Debido a este principio: “la ley natural es la ley de Dios, eterna e inmutable como Él mismo”, ciertos teólogos católicos y protestantes acusan al Espiritismo de ser una doctrina panteísta. Lo propio hicieron con SPINOZA, para quien Dios, la sustancia única, es la misma Naturaleza, pero no en su aspecto material y sí en sus leyes. SPINOZA replicó: “Lo afirmo con Pablo, y quizá con todos los filósofos en Dios: me atrevo incluso a agregar que ese fue el pensamiento de todos los antiguos hebreos” (Carta LXXIII, explicando la proposición XV de la Ética: “Todo lo que existe, existe en Dios, y nada puede existir sin ser concebido por Dios”). Aun cuando haya profunda divergencia entre la concepción spinoziana y la espírita acerca de Dios, ambas concuerdan al negar el antropomorfismo católico y protestante, al reafirmar el principio de Pablo antes citado y al establecer una identidad de origen y naturaleza divina para todas las leyes del Universo. Por otra parte, así como SPINOZA no confundía la naturaleza material (natura naturata) con Dios, sino tan sólo la naturaleza inteligente (natura naturans), del mismo modo el Espiritismo no incurre en semejante confusión, estableciendo inclusive que las leyes de Dios son una cosa y Dios mismo es otra. Véase el Capítulo I del Libro Primero, sobre Dios. No existe posibilidad de confusión entre Espiritismo y panteísmo, salvo que se admita como panteísta la doctrina de la inmanencia de Dios, aun por la fuerza de su trascendencia. Y en tal caso, católicos y protestantes también serían panteístas. [N. de J. H. Pires. 1981]


616. ¿Ha podido Dios prescribir a los hombres, en una época, lo que les habría prohibido en otra?
“Dios no puede equivocarse. Los hombres son los que se ven obligados a cambiar sus leyes, porque ellas son imperfectas. En cambio, las leyes de Dios son perfectas. La armonía que rige el universo material y el universo moral se basa en las leyes que Dios estableció eternamente.”


617. ¿Cuáles son los objetos que abarcan las leyes divinas? ¿Conciernen a algo más que la conducta moral?
“Todas las leyes de la naturaleza son leyes divinas, puesto que Dios es el autor de todas las cosas. El científico estudia las leyes de la materia; el hombre de bien estudia las del alma, y las practica.” 


[617a] - ¿Es dado al hombre profundizar unas y otras?
“Sí, pero una sola existencia no es suficiente.”

En efecto, ¿qué son algunos años para adquirir todo lo que constituye el ser perfecto, incluso si sólo consideramos la distancia que separa al salvaje del hombre civilizado? La existencia más larga posible es insuficiente, y con mayor razón cuando es breve, como sucede en muchos casos.

Entre las leyes divinas, unas regulan el movimiento y las relaciones de la materia bruta: son las leyes físicas. Su estudio es del dominio de la ciencia.

Las otras conciernen especialmente al hombre, tanto en sí mismo como en sus relaciones con Dios y con sus semejantes. Comprenden las reglas de la vida del cuerpo al igual que las de la vida del alma: son las leyes morales.


618. Las leyes divinas, ¿son las mismas para todos los mundos?
“La razón dice que deben ser adecuadas a la naturaleza de cada mundo, y proporcionales al grado de adelanto de los seres que habitan en ellos.”



ORIGEN Y CONOCIMIENTO DE LA LEY NATURAL 

619. ¿Ha dado Dios a los hombres los medios de conocer su ley?
“Todos pueden conocerla, pero no todos la comprenden. Los que la comprenden mejor son los hombres de bien y los que tienen el propósito de buscarla. No obstante, todos la comprenderán algún día, porque es necesario que el progreso se cumpla.”

La justicia de las diversas encarnaciones del hombre es una consecuencia de ese principio, puesto que en cada nueva existencia su inteligencia está más desarrollada y comprende mejor lo que está bien y lo que está mal. Si todo lo relacionado con él debiera ser llevado a efecto en una sola existencia, ¿cuál sería la suerte de tantos millones de seres que mueren a diario en medio del embrutecimiento del salvajismo o en las tinieblas de la ignorancia, sin que hayan podido instruirse?


620. El alma, antes de su unión con el cuerpo, ¿comprende la ley de Dios mejor que después de su encarnación?
“La comprende según el grado de perfección al que ha llegado, y conserva el recuerdo intuitivo de ella después de su unión con el cuerpo. No obstante, los instintos malos del hombre hacen que a menudo la olvide.”


621. ¿Dónde está escrita la ley de Dios? 
“En la conciencia.” (2)

 (2) DESCARTES, en la tercera de sus Meditaciones metafísicas, declara que la idea de Dios se halla impresa en el hombre “como la marca del obrero en su obra”. Esa idea de Dios es innata en el ser humano y lo impele hacia la perfección. Aun cuando las modernas escuelas de psicología nieguen la existencia de las ideas innatas el Espiritismo la sostiene. Deriva del principio de la reencarnación, que ha sido demostrado por el Espiritismo mediante investigaciones. Por otra parte, ideas como la de Dios, la de la supervivencia y la del bien y el mal existen hoy y existirán siempre en todos los pueblos. La ley de Dios está escrita en la conciencia del hombre, como la firma del artista en su obra. [N. de J. H. Pires. 1981]


[621a] - Dado que el hombre lleva en su conciencia la ley de Dios, ¿qué necesidad había de revelársela?
“El hombre la había olvidado o ignorado. Dios quiso que le fuese recordada.”


622. ¿Ha dado Dios a determinados hombres la misión de revelar su ley?
“Sí, por cierto. En todos los tiempos hubo hombres que recibieron esa misión. Son Espíritus superiores encarnados con el objetivo de hacer adelantar a la humanidad.”


623. Los que han pretendido instruir a los hombres en la ley de Dios, ¿no se equivocaron a veces? ¿No hicieron que los hombres se extravíen a menudo con principios falsos?
“Los que no estaban inspirados por Dios, y que por ambición se atribuyeron una misión que no les correspondía, sin ninguna duda han hecho que los hombres se extravíen. No obstante, como en definitiva eran hombres de genio, incluso en medio de los errores que enseñaron suelen encontrarse grandes verdades.”


624. ¿Cuál es el carácter del auténtico profeta?
“El auténtico profeta es un hombre de bien inspirado por Dios. Se le puede reconocer en sus palabras y en sus acciones. Dios no puede servirse de los labios del mentiroso para enseñar la verdad.”


625. ¿Cuál es el ejemplo más perfecto que Dios ha ofrecido al hombre para que le sirva de guía y modelo?
“Ved a Jesús.”

Jesús es para el hombre el ejemplo de la perfección moral a la que puede aspirar la humanidad en la Tierra. Dios nos lo ofrece como el modelo más perfecto. La doctrina que Jesús enseñó es la más pura expresión de la ley de Dios, porque estaba animado del espíritu divino y es el ser más puro que ha aparecido en la Tierra. Si algunos de los que han pretendido instruir al hombre en la ley de Dios hicieron que a veces aquel se extravíe con principios falsos, ha sido porque ellos mismos se dejaron dominar por sentimientos demasiado terrenales, y porque confundieron las leyes que rigen las condiciones de la vida del alma con las que rigen la vida del cuerpo. Muchos presentaron como leyes divinas las que sólo eran leyes humanas, creadas para servir a las pasiones y dominar a los hombres.


626. Las leyes divinas o naturales, ¿sólo fueron reveladas a los hombres por Jesús? Antes de él, ¿sólo por intuición tuvieron ellos conocimiento de dichas leyes?
“¿No hemos dicho que están escritas en todas partes? Los hombres que han meditado acerca de la sabiduría pudieron, pues, comprenderlas y enseñarlas desde los siglos más remotos. Mediante sus enseñanzas, aunque incompletas, ellos prepararon el terreno para recibir la simiente. Dado que las leyes divinas se encuentran inscriptas en el libro de la naturaleza, el hombre pudo conocerlas cuando se propuso buscarlas. Por esa razón los preceptos que esas leyes consagran han sido proclamados en todos los tiempos por los hombres de bien, y también por eso encontramos sus elementos en la doctrina moral de todos los pueblos que salieron de la barbarie, aunque incompletos o alterados por la ignorancia y la superstición.”


627. Puesto que Jesús enseñó las verdaderas leyes de Dios, ¿cuál es la utilidad de la enseñanza impartida por los Espíritus? ¿Tienen estos que enseñarnos algo más?
“La palabra de Jesús solía ser alegórica y en forma de parábolas, porque hablaba conforme a los tiempos y lugares. Ahora es necesario que la verdad sea inteligible para todos. Hace falta explicar y desarrollar esas leyes, puesto que hay muy pocas personas que las comprenden, y menos aún que las practican. Nuestra misión consiste en impresionar los ojos y los oídos, para confundir a los orgullosos y desenmascarar a los hipócritas, que presentan las apariencias de la virtud y de la religión para encubrir sus bajezas. La enseñanza de los Espíritus debe ser clara e inequívoca, a fin de que nadie pueda alegar ignorancia y que cada uno la juzgue y la aprecie con su propia razón. Estamos encargados de preparar el reino del bien que Jesús anunció. Por eso es necesario que nadie pueda interpretar la ley de Dios con arreglo a sus pasiones, ni falsear el sentido de una ley que es por completo de amor y caridad.” (3)

 (3) Compárese esta respuesta con el mensaje del Espíritu de Verdad que incluyó Kardec como prefacio de El Evangelio según el Espiritismo. Según se verá, desde los primeros momentos anunciaron los Espíritus que la finalidad de la Doctrina era el restablecimiento del cristianismo. [N. de J. H. Pires. 1981]


628. ¿Por qué la verdad no siempre ha sido puesta al alcance de todos?
“Es preciso que cada cosa llegue a su tiempo. La verdad es como la luz: hay que habituarse a ella poco a poco, de lo contrario deslumbra. Nunca sucedió que Dios permitiera al hombre recibir comunicaciones tan completas e instructivas como las que le es dado recibir en la actualidad. Había en la antigüedad, como sabéis, algunos individuos que se encontraban en posesión de lo que ellos consideraban una ciencia sagrada, a la que convertían en un misterio para quienes, a su entender, eran profanos. Debéis comprender, con lo que conocéis acerca de las leyes que rigen esos fenómenos, que dichos individuos sólo recibían algunas verdades dispersas en medio de un conjunto de ideas equívocas y casi siempre emblemáticas. Con todo, para el hombre estudioso no hay ningún sistema filosófico antiguo, tradición o religión que pueda despreciarse, pues todos ellos contienen gérmenes de grandes verdades que -aunque parezcan contradecirse unas con otras, dispersas como se hallan en medio de accesorios sin fundamento- resulta muy fácil coordinar, gracias a que el espiritismo os ofrece la clave de una infinidad de cosas que, hasta ahora, han podido pareceros irracionales y cuya realidad hoy se os demuestra de una manera irrecusable. Por consiguiente, no dejéis de buscar en esos materiales temas de estudio: los hay muy valiosos y que pueden contribuir sobremanera a vuestra instrucción.” (4) 

(4) Los textos sagrados de las grandes religiones, como la Biblia y los Veda, los sistemas de filósofos antiguos, las doctrinas de viejas órdenes ocultas o esotéricas, todos ellos encierran grandes verdades en medio de sus contradicciones aparentes. Los espíritas no deben retroceder ante tales sistemas o reparar tan sólo en sus contradicciones, cuando poseen la clave del Espiritismo, la cual los hace aptos para descifrar los enigmas de aquéllos, descubriendo poderosos motivos de esclarecimiento. También en los modernos sistemas filosóficos o científicos, por muy contrarios que parezcan ser a los principios espíritas, un análisis verdaderamente espírita podrá revelar la existencia de grandes verdades. (Compárese con la Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a Timoteo, Cap. 3:16 y 17.) [N. de J. H. Pires. 1981]



EL BIEN Y EL MAL

629. ¿Qué definición se puede dar de la moral?
“La moral es la regla para conducirse bien, es decir, para distinguir el bien del mal. Se basa en la observancia de la ley de Dios. El hombre se comporta bien cuando hace todo con miras al bien y para el bien de todos, porque en ese caso observa la ley de Dios.”


630. ¿Cómo se puede distinguir el bien del mal?
“El bien es todo aquello que está de acuerdo con la ley de Dios; y el mal, todo lo que de ella se aparta. Así, hacer el bien es conformarse a la ley de Dios; hacer el mal es infringir dicha ley.”


631. El hombre, ¿tiene, de por sí, los medios para distinguir lo que está bien de lo que está mal?
“Sí, cuando cree en Dios y quiere saberlo. Dios le ha dado la inteligencia para discernir lo uno de lo otro.”


633. La regla del bien y del mal, que podríamos llamar de reciprocidad o de solidaridad, no se puede aplicar a la conducta personal del hombre para consigo mismo. ¿Encuentra él, en la ley natural, la regla de esta conducta y un guía seguro?
“Si coméis demasiado, eso os hace mal. En efecto, Dios os da la medida de lo que os hace falta. Si la rebasáis, sois castigados. Lo mismo ocurre con todo. La ley natural traza al hombre el límite de sus necesidades. Si lo rebasa, es castigado mediante el sufrimiento. Si el hombre escuchara en todas las cosas esa voz que le dice basta, se evitaría la mayor parte de los males de que acusa a la naturaleza.”


634. ¿Por qué el mal está en la naturaleza de las cosas? Me refiero al mal moral. ¿No podía Dios crear a la humanidad en mejores condiciones?
“Ya te lo hemos dicho: los Espíritus han sido creados simples e ignorantes. Dios deja que el hombre elija el camino. Tanto peor para él si toma el del mal, pues su peregrinaje será más largo. Si no hubiera montañas, el hombre no comprendería que se puede ascender y descender; si no hubiese rocas, no comprendería que existen cuerpos duros. Es preciso que el Espíritu adquiera experiencia, y para eso necesita conocer el bien y el mal. Por esa razón existe la unión del Espíritu con el cuerpo.”


635. Las diferentes posiciones sociales crean necesidades nuevas, que no son las mismas para todos los hombres. La ley natural parecería, pues, no ser una regla uniforme.
“Esas diferentes posiciones existen en la naturaleza, de acuerdo con la ley del progreso. Eso no impide la unidad de la ley natural, que se aplica a todo.”

Las condiciones de existencia del hombre cambian según los tiempos y lugares, de lo cual resultan para él necesidades diferentes y posiciones sociales apropiadas a esas necesidades. Puesto que esa diversidad se encuentra en el orden de las cosas, se halla conforme a la ley de Dios, y dicha ley no por eso deja de ser una en su principio. Cabe a la razón distinguir las necesidades reales de las que son artificiales o convencionales.


636. El bien y el mal, ¿son absolutos para todos los hombres?
“La ley de Dios es la misma para todos. No obstante, el mal depende principalmente de la voluntad que se tenga de hacerlo. El bien es siempre bien y el mal es siempre mal, sea cual fuere la posición en que el hombre se encuentre. La diferencia está en el grado de responsabilidad.” (5)

(5) Las investigaciones sociológicas han motivado, en nuestro tiempo, una revaluación del concepto tradicional de la moral. Se ha comprendido que la moral es variable, por cuanto el bien en un pueblo puede ser el mal en otro, y viceversa. No obstante, RENOUVIER, en su Science de la morale, compara la moral con la matemática: es una ciencia que debe basarse en conceptos puros. Los sociólogos han confundido moral con costumbres, pero últimamente distinguieron ya, en la confusión de las costumbres, una regla general, que es la común aspiración al bien. BERGSON, en Leux sources de la morale et la religion, establece dos tipos de moral: la cerrada, que deriva de la coacción, y la abierta, que es individual y no se sujeta a las convenciones. La moral relativa es la convencional, en tanto la moral absoluta es aquella dictada por la universal aspiración al bien, por la ley de Dios grabada en las conciencias. [N. de J. H. Pires. 1981]


637. El salvaje que cede a su instinto al nutrirse de carne humana, ¿es culpable?
“He dicho que el mal depende de la voluntad. De modo que el hombre es más culpable a medida que sabe mejor lo que hace.”

Las circunstancias dan al bien y al mal una gravedad relativa. El hombre suele cometer faltas que son el resultado de la posición en que lo colocó la sociedad, aunque no por eso son menos reprensibles. No obstante, su responsabilidad se corresponde con los medios que posee de comprender el bien y el mal. Por consiguiente, el hombre instruido que comete una simple injusticia es más culpable ante Dios que el salvaje ignorante que se entrega a sus instintos.


638. El mal parece ser, a veces, una consecuencia de la fuerza de las circunstancias. Tal es, por ejemplo, en algunos casos, la necesidad de destrucción, incluso de un semejante. En ese caso, ¿se puede decir que hay un incumplimiento de la ley de Dios?
“No deja de ser el mal, aunque sea necesario. Con todo, esa necesidad desaparece a medida que el alma se purifica al pasar de una existencia a otra. Entonces, el hombre es más culpable cuando comete el mal, porque lo comprende mejor.”


639. El mal que cometemos, ¿no suele ser el resultado de la posición en que nos han puesto los demás hombres? En ese caso, ¿cuáles son los más culpables?
“El mal recae sobre el que lo ha causado. Así, el hombre que es conducido al mal por la posición en que sus semejantes lo han puesto, es menos culpable que estos últimos, que han sido la causa de ese mal. Cada uno será penado, no sólo por el mal que haya hecho, sino por el que haya provocado.”


640. El que no hace el mal, pero que saca provecho del mal cometido por otro, ¿tiene el mismo grado de culpa?
“Es como si él mismo lo cometiera. Sacar provecho del mal es participar de él. Tal vez haya retrocedido ante la acción, pero si al encontrarla realizada la utiliza, es porque la aprueba y porque la habría realizado él mismo si hubiese podido o si se hubiera atrevido.”


641. El deseo del mal, ¿es tan reprensible como el propio mal?
“Según. Hay virtud en resistir voluntariamente al mal cuyo deseo se experimenta, sobre todo cuando se tiene la posibilidad de satisfacer ese deseo. Si lo que falta es sólo la ocasión, se es culpable.”


642 – ¿Bastará no hacer el mal para ser agradable a Dios y asegurar su posición futura? 
“No. Es necesario hacer el bien hasta el límite de las propias fuerzas, pues cada uno responderá de todo el mal que haya resultado a causa del bien que no realizó.”


643 – ¿Habrá personas que, por su posición, no tengan posibilidades de hacer el bien? 
– No hay nadie que no pueda hacer el bien. Sólo el egoísta no encuentra jamás la oportunidad. Bastará estar en relación con otros hombres para encontrar la ocasión de hacer el bien, y cada día de la vida ofrece la oportunidad a cualquiera que no esté ciego por el egoísmo, porque hacer el bien no consiste únicamente en ser caritativo, sino en ser útil en la medida en que podáis, siempre que vuestra ayuda llegue a ser necesaria. 


644. El medio en que algunos hombres se encuentran ubicados, ¿no es para ellos la causa principal de muchos vicios y crímenes?
“Sí, pero eso también es una prueba escogida por el Espíritu en el estado de libertad. Él quiso exponerse a la tentación a fin de ganarse el mérito de resistirla.”


645. Cuando el hombre está de algún modo inmerso en la atmósfera del vicio, el mal, ¿no se convierte para él en una atracción casi irresistible?
“Atracción, sí; irresistible, no. Porque en medio de esa atmósfera del vicio a veces tú encuentras grandes virtudes. Son Espíritus que tuvieron la fortaleza de resistir y que, al mismo tiempo, recibieron la misión de ejercer una influencia benéfica sobre sus semejantes.”


646. El mérito del bien que se hace, ¿está subordinado a determinadas condiciones? Dicho de otro modo, ¿hay diferentes grados en el mérito del bien?
“El mérito del bien está en la dificultad. No hay mérito si se hace el bien sin esfuerzo y cuando no cuesta nada. Dios toma más en cuenta al pobre que comparte su único pedazo de pan, que al rico que sólo da lo que le sobra. Jesús lo dijo a propósito del óbolo de la viuda.”



DIVISIÓN DE LA LEY NATURAL 

647. La ley de Dios, ¿está contenida por completo en la máxima del amor al prójimo que Jesús enseñó?
“Esa máxima contiene, sin ninguna duda, todos los deberes recíprocos de los hombres. No obstante, es necesario mostrarles su aplicación, de lo contrario la descuidarán, como lo hacen en la actualidad. Por otra parte, la ley natural comprende todas las circunstancias de la vida, y esa máxima es sólo una parte de dicha ley. Los hombres requieren reglas precisas. Los preceptos generales y demasiado vagos dejan muchas puertas abiertas a la interpretación.” 


648. ¿Qué pensáis de la división de la ley natural en diez partes, que comprenden las leyes de adoración, trabajo, reproducción, conservación, destrucción, sociedad, progreso, igualdad, libertad y, por último, la ley de justicia, amor y caridad?
“Esa división de la ley de Dios en diez partes es la de Moisés, y puede abarcar todas las circunstancias de la vida, lo que es esencial. Por consiguiente, puedes seguirla, sin que por eso tenga nada de absoluto, como tampoco lo tienen los demás sistemas de clasificación, que dependen del punto de vista desde el cual se considera una cosa. La última ley es la más importante. Por medio de ella el hombre puede adelantar más en la vida espiritual, pues las resume a todas.”


AMOR, CARIDAD y TRABAJO








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