Personalmente y de una forma sintetizada es como una reunión sincera con un buen Padre y/o con unos buenos Amigos, a la que hay que tratar de ir con el corazón desprovisto de todo resentimiento hacia cualquiera de nuestros hermanos, sean encarnados o desencarnados. Para esto hemos de hacer previamente un análisis del día y desde el corazón pedir perdón sinceramente por las posibles faltas de amor hacia nuestros hermanos. A continuación exponer nuestro agradecimiento y súplicas. Todo ello a fin de tratar de avanzar en nuestra reforma interior y por consiguiente en nuestro progreso espiritual.
A continuación transcribo lo que nos dicen nuestros hermanos de la espiritualidad al respecto en el libro titulado "El Evangelio según el Espiritismo" de Allan Kardec, capítulo XXII titulado "Pedid y se os dará":
CUALIDADES DE LA ORACIÓN:
Las cualidades de la
oración están claramente definidas por Jesús; cuando oremos dice Él, no nos
pongamos en evidencia; oremos en secreto y no nos enfaticemos rogando mucho,
porque no será por la multitud de palabras que seremos escuchados, sino por nuestra
sinceridad.
Antes de orar, si tenemos alguna cosa contra alguien, perdonémosla, porque la oración no podría ser agradable a Dios si no sale de un corazón purificado de todo sentimiento contrario a la caridad; en fin, oremos con humildad.
Examinemos nuestros defectos y no nuestras cualidades, y si nos comparamos con otros, busquemos lo que hay de malo en nosotros.
EFICACIA DE LA ORACIÓN:
Antes de orar, si tenemos alguna cosa contra alguien, perdonémosla, porque la oración no podría ser agradable a Dios si no sale de un corazón purificado de todo sentimiento contrario a la caridad; en fin, oremos con humildad.
Examinemos nuestros defectos y no nuestras cualidades, y si nos comparamos con otros, busquemos lo que hay de malo en nosotros.
EFICACIA DE LA ORACIÓN:
Hay leyes naturales
e inmutables que Dios no puede derogar a capricho de cada uno; pero de esto a
creer que todas las circunstancias de la vida están sometidas a la fatalidad,
es grande la distancia. Si fuese así, el hombre sólo sería un instrumento
pasivo, sin libre albedrío y sin iniciativa.
Dios puede acceder a ciertas súplicas sin derogar la inmutabilidad de las leyes que rigen el conjunto, quedando siempre su acción subordinada a su voluntad.
Sería ilógico deducir de esta máxima: “Todas las cosas que pidiereis orando, creed que las recibiréis”, que basta pedir para obtener y sería injusto acusar a la Providencia porque no concede todo pedido que le es hecho, pues ella sabe, mejor que nosotros, lo que es para nuestro bien. Hace lo mismo que un padre prudente que rehúsa a su hijo las cosas contrarias al interés de éste. Generalmente el hombre sólo ve el presente; más si el sufrimiento es útil para su futura felicidad, Dios le dejará que sufra, como el cirujano deja sufrir al enfermo en la operación que debe conducirle a la curación.
Lo que Dios le concederá, si se dirige a Él con confianza, es valor, paciencia y resignación. También le concederá los medios para que él mismo salga del conflicto, con ayuda de las ideas que le sugiere por medio de los buenos Espíritus, dejándoles de este modo todo el mérito; Dios asiste a los que se ayudan a sí mismos, según esta máxima: “Ayúdate y el cielo te ayudará”, y no a aquellos que todo esperan de un socorro extraño, sin hacer uso de sus propias facultades.
ACCIÓN DE LA ORACIÓN.
Dios puede acceder a ciertas súplicas sin derogar la inmutabilidad de las leyes que rigen el conjunto, quedando siempre su acción subordinada a su voluntad.
Sería ilógico deducir de esta máxima: “Todas las cosas que pidiereis orando, creed que las recibiréis”, que basta pedir para obtener y sería injusto acusar a la Providencia porque no concede todo pedido que le es hecho, pues ella sabe, mejor que nosotros, lo que es para nuestro bien. Hace lo mismo que un padre prudente que rehúsa a su hijo las cosas contrarias al interés de éste. Generalmente el hombre sólo ve el presente; más si el sufrimiento es útil para su futura felicidad, Dios le dejará que sufra, como el cirujano deja sufrir al enfermo en la operación que debe conducirle a la curación.
Lo que Dios le concederá, si se dirige a Él con confianza, es valor, paciencia y resignación. También le concederá los medios para que él mismo salga del conflicto, con ayuda de las ideas que le sugiere por medio de los buenos Espíritus, dejándoles de este modo todo el mérito; Dios asiste a los que se ayudan a sí mismos, según esta máxima: “Ayúdate y el cielo te ayudará”, y no a aquellos que todo esperan de un socorro extraño, sin hacer uso de sus propias facultades.
ACCIÓN DE LA ORACIÓN.
TRANSMISIÓN DEL
PENSAMIENTO:
La oración es una
invocación. Puede tener por objeto hacer un pedido, dar gracias o glorificar.
Se puede orar para sí mismo, para otro, para los encarnados y para los desencarnados. Las oraciones dirigidas a Dios son oídas por los espíritus encargados de la ejecución de su voluntad, y las que se dirigen a los buenos espíritus son transmitidas a Dios.
El Espiritismo hace comprender la acción de la oración, explicando el modo de transmisión del pensamiento, ya sea cuando el ser a quien se ruega venga a nuestro llamamiento, o cuando nuestro pensamiento llega a él. Para formarse una idea de lo que sucede en esta circunstancia, es necesario imaginarse que todos los seres, encarnados y desencarnados, sumergidos en el fluido universal que ocupa el espacio, como aquí en este mundo lo estamos en la atmósfera. Ese fluido recibe el impulso de la voluntad; es el vehículo del pensamiento, como el aire lo es del sonido, con la diferencia de que las vibraciones del aire están circunscriptas, mientras que las del fluido universal se extienden al infinito.
Luego, cuando el pensamiento se dirige hacia un ser cualquiera que está en la Tierra o en el espacio, de encarnado a desencarnado, o de desencarnado a encarnado, se establece una corriente fluídica entre los dos, la cual trasmite el pensamiento como el aire trasmite el sonido.
La energía de la corriente está en razón del vigor del pensamiento y de la voluntad. Por eso, la oración es oída por los Espíritus, en cualquier lugar que se encuentren, como los Espíritus se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como se establecen relaciones a distancia entre los encarnados.
Por la oración, el hombre llama el concurso de los buenos Espíritus, que vienen a sostenerle en sus buenas resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos; adquiere de esta forma, la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver a entrar en el camino recto si se apartó de él, así como también puede desviar de sí los males que se atrae con sus propias faltas.
El poder de la oración está en el pensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar, ni al momento que se hace. Se puede, pues, orar en todas partes y a todas horas, estando solo o acompañado. La influencia del lugar o del tiempo está en relación de las circunstancias que pueden favorecer el recogimiento. La oración en común, tiene una acción más poderosa, cuando todos aquellos que oran se asocian de corazón a un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto, porque es como si muchos levantasen la voz junta y unísona; pero, ¡qué importaría estar reunidos en gran número, si cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal! Cien personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres, unidas en común aspiración, orarán como verdaderos hermanos en Dios y su oración tendrá más fuerza que la de los otras cien.
REFLEXIÓN:
El Espiritismo hace comprender la acción de la oración, explicando el modo de transmisión del pensamiento, ya sea cuando el ser a quien se ruega venga a nuestro llamamiento, o cuando nuestro pensamiento llega a él. Para formarse una idea de lo que sucede en esta circunstancia, es necesario imaginarse que todos los seres, encarnados y desencarnados, sumergidos en el fluido universal que ocupa el espacio, como aquí en este mundo lo estamos en la atmósfera. Ese fluido recibe el impulso de la voluntad; es el vehículo del pensamiento, como el aire lo es del sonido, con la diferencia de que las vibraciones del aire están circunscriptas, mientras que las del fluido universal se extienden al infinito.
Luego, cuando el pensamiento se dirige hacia un ser cualquiera que está en la Tierra o en el espacio, de encarnado a desencarnado, o de desencarnado a encarnado, se establece una corriente fluídica entre los dos, la cual trasmite el pensamiento como el aire trasmite el sonido.
La energía de la corriente está en razón del vigor del pensamiento y de la voluntad. Por eso, la oración es oída por los Espíritus, en cualquier lugar que se encuentren, como los Espíritus se comunican entre sí, como nos transmiten sus inspiraciones y como se establecen relaciones a distancia entre los encarnados.
Por la oración, el hombre llama el concurso de los buenos Espíritus, que vienen a sostenerle en sus buenas resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos; adquiere de esta forma, la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver a entrar en el camino recto si se apartó de él, así como también puede desviar de sí los males que se atrae con sus propias faltas.
El poder de la oración está en el pensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar, ni al momento que se hace. Se puede, pues, orar en todas partes y a todas horas, estando solo o acompañado. La influencia del lugar o del tiempo está en relación de las circunstancias que pueden favorecer el recogimiento. La oración en común, tiene una acción más poderosa, cuando todos aquellos que oran se asocian de corazón a un mismo pensamiento y tienen un mismo objeto, porque es como si muchos levantasen la voz junta y unísona; pero, ¡qué importaría estar reunidos en gran número, si cada uno obrase aisladamente y por su propia cuenta personal! Cien personas reunidas pueden orar como egoístas, mientras que dos o tres, unidas en común aspiración, orarán como verdaderos hermanos en Dios y su oración tendrá más fuerza que la de los otras cien.
REFLEXIÓN:
Supongamos un caso sencillo de orar:
Un matrimonio se dispone por la noche previa oración a practicar el Evangelio en el Hogar a través de la lectura e interpretación de "El Evangelio según el Espiritismo".
Dicho matrimonio durante la mañana ha tenido una discusión y se encuentran con sentimientos encontrados.
¿Con que sentimientos van hacer tanto la oración previa como el Evangelio en el Hogar?
¿No sería mejor antes de empezar pedirse perdón y darse un abrazo?
Y como nos dicen, antes de orar si tuviéramos algo contra algún hermano, perdonémosle desde el corazón.
AMOR, CARIDAD y TRABAJO
Como siempre de una gran ayuda tu publicación, gracias de nuevo Antonio. Un abrazo
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