Ambición






LA AMBICIÓN 
DESDE EL PUNTO DE VISTA MATERIAL Y ESPIRITUAL



El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define a la ambición como el deseo de obtener poder, riquezas o fama. El término procede del latín ambitĭo y puede utilizarse de manera positiva o con sentido negativo.

La ambición se considera como saludable cuando promueve la acción y el desarrollo de proyectos. La persona que es ambiciosa pretende conseguir algo que actualmente no tiene. El sujeto ambicioso, por lo tanto, desea mejorar, crecer o progresar. La ambición funciona en estos casos como un motor que invita a abandonar el conformismo y la mediocridad.

Debe existir un límite, sin embargo, para que esa ambición no se convierta en algo dañino o peligroso. Cuando el deseo es tan fuerte que la persona está dispuesta a violar las normas éticas o legales para concretarlo, la ambición se vuelve riesgosa ya que puede perjudicar a la propia persona o a terceros.

Ejemplos:
-“Siempre tuve la ambición de jugar al fútbol de manera profesional y por suerte pude cumplir mi sueño cuando fui contratado por el equipo de mi pueblo para una gira interprovincial”.
-“Llenar estadios con mi banda de rock es mi mayor ambición”.
-“Esa noche había ganado mucho dinero en la ruleta y podría haberme retirado feliz: sin embargo, la ambición pudo más y seguí apostando hasta que marché sin nada en los bolsillos”.

Suele considerarse que el estado más saludable para una persona es aquel donde la ambición actúa como disparador de acciones, pero dentro de los límites de la coherencia y el respeto.



Del “El libro de los espíritus” de Allan Kardec
333. Si un espíritu se considerase bastante feliz en una condición mediana entre los espíritus errantes, y si no ambicionase elevarse más, ¿podría prolongar indefinidamente semejante estado?
«Indefinidamente no, pues el progreso es una necesidad que tarde o temprano experimenta el espíritu. Todos deben ascender; este es su destino».


Del “El libro  de los médiums” de Allan Kardec
INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS
Mundos inferiores y mundos superiores
Al hablar sobre los mundos superiores en el Ítem 10 dice:
En esos mundos felices… Allí no hay ni amos, ni esclavos, ni privilegiados por nacimiento; la superioridad moral e inteligente es la única que establece la diferencia de condición y da la supremacía. La autoridad es siempre respetada, porque sólo se da al mérito y porque siempre se ejerce con justicia. El hombre no procura elevarse sobre el hombre, sino sobre sí mismo, perfeccionándose; y este deseo incesante no es un tormento, sino una noble ambición que le hace estudiar con ardor para llegar a igualarles.


AMOR, CARIDAD y TRABAJO 







PRINCIPIO VITAL o FLUIDO VITAL. ESPÍRITU y ALMA. VIDA y MUERTE.






PRINCIPIO VITAL o FLUIDO VITAL
ESPÍRITU y ALMA
VIDA y MUERTE




Ascensión al Empíreo (1490) de El Bosco (1450-1516)


PRINCIPIO VITAL
Seres orgánicos e inorgánicos:
Los seres orgánicos son los que tienen en sí mismos un origen de actividad íntima que les da vida. Nacen, crecen, se reproducen por sí mismos y mueren, y están provistos de órganos especiales para la realización de los diferentes actos de la vida y apropiados a las necesidades de su conservación. Comprenden los hombres, los animales y las plantas. Los seres inorgánicos son todos los que no tienen vitalidad ni movimientos propios, y son formados por sólo la agregación de materia, tales son los minerales, el agua, el aire, etcétera.

60. ¿Es una misma la fuerza que une los elementos de la materia en los cuerpos orgánicos y en los inorgánicos?
«Sí, y la ley de atracción es la misma para todos».

61, ¿Existe diferencia entre la materia de los cuerpos orgánicos y la de los inorgánicos?
«Siempre es la misma materia; pero en los cuerpos orgánicos está animalizada».

62. ¿Cuál es la causa de la animalización de la materia?
«Su unión con el principio vital».

63. ¿El principio vital reside en un agente particular o sólo es una propiedad de la materia organizada; en una palabra, es efecto o causa?
«Es lo uno y lo otro. La vida es un efecto producido por la acción de un agente sobre la materia y este agente, sin la materia no es la vida, de la misma manera que la materia no puede vivir sin aquél. Da la vida a todos los seres que lo absorben y se lo asimilan».

64. Hemos visto que el espíritu y la materia son dos elementos constitutivos del universo, ¿forma un tercero el principio vital?
«Indudablemente, es uno de los elementos necesarios a la constitución del universo, pero él a su vez tiene su origen en la materia universal modificada. Para vosotros es un elemento como el oxígeno y el hidrógeno, que no son, empero, elementos primitivos; porque todo eso deriva de un mismo principio».
-¿Parece resultar aquí que la vitalidad no tiene su principio en un agente primitivo distinto, sino en una propiedad especial de la materia universal debida a ciertas modificaciones?
«Esa es la consecuencia de lo que hemos dicho».

65. ¿Reside el principio vital en alguno de los cuerpos que conocemos?
«Tiene su origen en el fluido universal; es el que vosotros llamáis fluido magnético o fluido eléctrico, animalizado, y constituye el intermediario, el lazo entre el espíritu y la materia».

66. ¿Es uno mismo el principio vital para todos los seres orgánicos?
«Si, modificado según las especies. Es lo que les da movimiento y actividad y los distingue de la materia inerte; porque el movimiento de la materia no es la vida. La materia recibe el movimiento; pero no lo da».

67. ¿La vitalidad es un atributo permanente del agente vital, o bien sólo se desarrolla por el funcionamiento de los órganos?
«Sólo con el cuerpo se desarrolla. ¿No hemos dicho ya que ese agente sin la materia no es la vida? Es necesaria la unión de ambas cosas, para producir la vida».
-¿Puede decirse que la vitalidad se encuentra en estado latente, cuando el agente vital no está unido al cuerpo?
«Sí, así es».


El conjunto de los órganos constituye una especie de mecanismo que recibe su impulso de la actividad intima o principio vital que en ellos existe. El principio vital es la fuerza motriz de los cuerpos orgánicos. Al mismo tiempo que el agente vital da impulso a los órganos, la acción de éstos mantiene y desarrolla la actividad del agente vital, poco más o menos, lo mismo que el frote desarrolla el calor.




INTRODUCCIÓN  AL  ESTUDIO  DE  LA  DOCTRINA ESPIRITISTA
Alma:
Existe una palabra sobre la cual es importante que nos entendamos, porque es una de las llaves maestras de toda doctrina moral y porque es causa de muchas controversias por carecer de una acepción bien deslindada; tal es la palabra alma. La divergencia de opiniones acerca de la naturaleza del alma procede de la aplicación particular que de esta palabra hace cada uno. Un idioma perfecto, en el que cada idea estuviese representada por su palabra peculiar, evitaría muchas discusiones, y con un término para cada cosa, todos nos entenderíamos.


Según unos, el alma es el principio de la vida material orgánica, no tiene existencia propia y cesa cuando la vida cesa. Así piensa el materialismo puro. En este sentido, y por comparación, dicen los materialistas que no tiene alma el instrumento que, por estar rajado, no suena. En esta hipótesis, el alma es efecto y no causa.


Otros creen que el alma es el principio de la inteligencia, agente universal del que cada ser absorbe una parte. Según éstos, todo el universo no tiene más que una sola alma que distribuye partículas a los diversos seres inteligentes, durante la vida, volviendo, después a la muerte, cada partícula al origen común donde se confunde con el todo, como los arroyos y ríos vuelven al mar de donde salieron. Difiere esta opinión de la precedente en que, en la hipótesis que nos ocupa, existe en nosotros algo más que materia y algo subsiste después de la muerte; pero es casi como si nada sobreviviese; porque, desapareciendo la individualidad, no tendríamos conciencia de nosotros mismos. Siguiendo esta opinión, el alma universal sería Dios, y todo ser, parte de la Divinidad. Semejante sistema es una de las variaciones del panteísmo.


Según otros, en fin, el alma es un ser moral distinto, independiente de la materia, que conserva su individualidad después de la muerte. Esta acepción es, sin contradicción, la más general, porque, con uno u otro nombre, la idea de este ser que sobrevive al cuerpo se encuentra en estado de creencia instintiva e independiente de toda enseñanza, en todos los pueblos, cualquiera que sea su grado de civilización. Esta doctrina, según la cual el alma es causa y no efecto, es la de los espiritualistas.


Sin discutir el mérito de estas opiniones, y concretándonos únicamente a la cuestión lingüística, diremos que esas tres aplicaciones de la palabra alma constituyen tres distintas ideas, para cada una de las cuales sería necesario un término especial. La palabra que nos ocupa tiene, pues, una triple acepción, y los partidarios de los citados sistemas tienen razón en las definiciones que dan de ella, teniendo en cuenta el punto de vista en que se colocan. La culpa de la confusión es del lenguaje, que sólo tiene una palabra para tres ideas distintas. Para evitar las anfibologías (doble sentido), preciso sería emplear la palabra alma para una sola de las tres indicadas ideas, y siendo la cuestión principal la de que nos entendamos perfectamente, es indiferente la elección, dado que este es un punto convencional. Creemos que lo más lógico es tomarla en su acepción más vulgar, y por este motivo llamamos alma al ser inmaterial e individual que reside en nosotros y sobrevive al cuerpo. Aunque este ser no existiera, aunque fuese producto de la imaginación, no sería menos necesario un término que lo representara.


En defecto de esta palabra especial para cada una de las otras dos acepciones, llamamos:


Principio vital, al principio de la vida material y orgánica, cualquiera que sea su origen; principio común a todos los seres vivientes, desde las plantas hasta el hombre. El principio vital es distinto e independiente porque puede existir la vida, aun haciendo abstracción de la facultad de pensar. La palabra vitalidad no respondería a la misma idea. Para unos, el principio vital es una propiedad de la materia, un efecto que se produce desde que la materia se encuentra en ciertas circunstancias determinadas; para otros, y esta es la idea más vulgar, reside en un fluido especial, universalmente esparcido y del cual absorbe y se asimila cada ser una parte, durante la vida, como, según vemos, absorben la luz los cuerpos inertes. Sería este el fluido vital que, admitiendo ciertas opiniones, es el mismo fluido eléctrico animalizado, designado también con los nombres de fluido magnético, fluido nervioso, etcétera.


Como quiera que sea, existe un hecho indiscutible, porque resulta de la observación, que los seres orgánicos tienen en sí mismos una fuerza íntima que produce el fenómeno de la vida, mientras existe aquélla; que la vida material es común a todos los seres orgánicos, y que es independiente de la inteligencia y del pensamiento; que éste y aquélla son facultades propias de ciertas especies orgánicas, y, en fin, que entre las especies orgánicas dotadas de inteligencia y pensamiento, existe una que lo está de un sentimiento moral especial que le da una superioridad incuestionable sobre las otras. Esta es la especie humana.


Concíbase que con una acepción múltiple, el alma no excluya al materialismo, ni al panteísmo. El mismo espiritualista puede perfectamente aceptar el alma en una u otra de las dos primeras acepciones, sin perjuicio del ser inmaterial, al que dará entonces otro nombre cualquiera. Así, pues, la palabra que nos viene ocupando no es representativa de una opinión determinada: es un Proteo (Hombre que cambia frecuentemente de opiniones y afectos) que cada cual transforma a su antojo, y de aquí el origen de tantas interminables cuestiones.


Se evitaría igualmente la confusión empleando la palabra alma en aquellos tres casos, pero añadiéndole un calificativo que especificase el aspecto en que se la toma, o la acepción que quiere dársele. Sería entonces un vocablo genérico, que representaría simultáneamente el principio de la vida material, el de la inteligencia y el del sentido moral, y que se distinguiría por medio de un atributo, como distinguimos los gases, añadiendo a la palabra gas los calificativos hidrógeno, oxígeno o ázoe. Pudiera, pues, decirse, y esto sería lo más acertado, el alma vital por el principio de la vida material, el alma intelectual por el principio inteligente y el alma espiritista por el principio de nuestra individualidad después de la muerte. Según se ve, todo esto se reduce a una cuestión de suma importancia para entendernos. Conformándonos con aquella clasificación, el alma vital seria común a todos los seres orgánicos: las plantas, los animales y los hombres; el alma intelectual propia de los animales y de los hombres, perteneciendo el alma espiritista al hombre únicamente.


Hemos creído deber nuestro insistir tanto más en estas explicaciones, por cuanto la doctrina espiritista está naturalmente basada en la existencia en nosotros mismos de un ser independiente de la materia que sobrevive al cuerpo.


»El alma es un espíritu encarnado, cuyo cuerpo no es más que la envoltura.


»Tres cosas existen en el hombre: 1ª el cuerpo o ser material análogo a los animales, y animado por el mismo principio vital; 2ª el alma o ser inmaterial, espíritu encarnado en el cuerpo, y 3ª el lazo o periespíritu que une el alma al cuerpo, principio intermedio entre la materia y el espíritu.


»Así, pues, el hombre tiene dos naturalezas: por el cuerpo, participa de la naturaleza de los animales, cuyos instintos tienen, y por el alma, participa de la naturaleza de los espíritus.


»El lazo o periespíritu que une el cuerpo y el espíritu es una especie de envoltura semimaterial. La muerte es la destrucción de la envoltura más grosera; pero el espíritu conserva la segunda, que le constituye un cuerpo etéreo, invisible para nosotros en estado normal y que puede hacer visible accidentalmente, y hasta tangible como sucede en el fenómeno de las apariciones.


»Así, pues, el espíritu no es un ser abstracto e indefinido, que sólo puede concebir el pensamiento, sino un ser real y circunscrito que es apreciable en ciertos casos, por los sentidos de la vista, del oído y del tacto.




136. ¿El espíritu es independiente del principio vital?
«Incesantemente lo repetimos, el cuerpo no es más que la envoltura».
-¿Puede existir el cuerpo sin el espíritu ?
«Sí, y sin embargo, desde que cesa de vivir el cuerpo, el espíritu lo abandona. Antes del nacimiento, no existe unión definitiva entre el espíritu y el cuerpo, al paso que, después de establecida la unión, la muerte del cuerpo rompe los lazos que lo unen al espíritu , y ésta lo abandona. La vida orgánica puede animar un cuerpo sin espíritu ; pero ésta no puede habitar en un cuerpo privado de vida orgánica».
-Qué sería de nuestro cuerpo si careciese de espíritu ?
«Un montón de carne sin inteligencia, todo lo que queráis, menos un hombre».


146. ¿El espíritu tiene en el cuerpo un lugar determinado y circunscrito?
«No; pero reside particularmente en la cabeza, en los grandes genios, en todos aquellos que piensan mucho, y en el corazón, en los que sienten mucho y cuyas acciones todas se relacionan con la humanidad».
-¿Qué debe pensarse de la opinión de los que colocan el espíritu en un centro vital?
«Es lo mismo que decir que el espíritu habita con preferencia en esta parte de vuestra organización; porque a ella van a parar todas las sensaciones. Los que la sitúan en lo que consideran como centro de la vitalidad, la confunden con el principio o fluido vital. Como quiera que sea, puede decirse que el espíritu reside más particularmente en los órganos de las manifestaciones intelectuales y morales».




LA VIDA Y LA MUERTE
La vida y la muerte desde el punto de vista material:
Desde el punto de vista clínico, la muerte es la interrupción de las funciones orgánicas de cualquier ser vivo, la cual está precedida la mayoría de las veces por una etapa agónica, en donde se encuentran una serie de manifestaciones clínicas que la presagian. La agonía puede ser corta o puede durar normalmente hasta un mes antes de la muerte. En algunos casos especiales, la etapa de la agonía dura años y de pronto ocurre una mejoría inexplicable.


En el caso de muerte clínica, desaparecen todas las señales externas de vida, como la conciencia, el pulso y la respiración. En estos casos sobreviene la muerte biológica si no se toman medidas para revertir la situación. La muerte biológica, en cambio, no se puede cambiar con ningún tipo de atención o cuidados, ya que es físicamente irreversible.


La muerte clínica (o muerte aparente) consiste en la detención del latido cardiaco y de la respiración sin que se produzcan lesiones en las células cerebrales.


Cuando las lesiones se producen de un modo irreversible en el cerebro, se habla de muerte biológica (o muerte real). La muerte biológica viene determinada por la producción de lesiones cerebrales irreversibles, que hacen imposible la recuperación de la respiración y el pulso. La muerte biológica se produce a partir de los 4 a 15 minutos de la muerte clínica (una vez que se ha producido la parada cardiaca). Según esto la muerte clínica o muerte aparente es susceptible de ser recuperable si se hace llegar al cerebro sangre oxigenada suficiente para que dicho órgano no se lesione.


En resumen, la muerte clínica se produce cuando los signos vitales cesan su actividad, es decir, deja de latir el corazón y desaparece la respiración. Pero aún siguen vivas las células cerebrales que se encargan de controlar esto, por lo que es posible la resucitación. Cuando esas células mueren se produce la muerte biológica.


La muerte clínica no es una entidad médica categórica, sino un estatus no definido. Si el paciente hizo el paro cardiaco, recibió reanimación pero esta no dio resultado, se declara la muerte. Si después de la reanimación el corazón del paciente responde con latidos propios pero el cerebro muestra signos de paro neurológico, se considera que el paciente ha muerto.




La vida y la muerte desde el punto de vista espiritual:
68. ¿Cuál es la causa de la muerte de los seres orgánicos?
«La extenuación de los órganos».


69. ¿Por qué una lesión del corazón con preferencia a la de otros órganos, produce la muerte?
«El corazón es una máquina de vida; pero no sólo la lesión del corazón es la que produce la muerte, pues aquél no es más que una de las ruedas esenciales».


70. ¿Qué hacen la materia y el principio vital de los seres orgánicos que mueren?
«La materia inerte se descompone y forma otros nuevos cuerpos orgánicos; el principio vital vuelve a la masa».


Muerto el ser orgánico, los elementos que lo forman entran en nuevas combinaciones que constituyen nuevos seres. Éstos toman del origen universal el principio de la vida y de la actividad, lo absorben y se lo asimilan para devolverlo a aquel origen, cuando cesen de existir.


Los órganos están impregnados, por decirlo así, del fluido vital, que da a todas las partes del organismo una actividad que, en ciertas lesiones, opera la adhesión de aquéllas, y restablece funciones suspendidas momentáneamente. Pero cuando son destruidos los elementos esenciales al funcionamiento de los órganos, o están alterados profundamente, el fluido vital es impotente para la transmisión del movimiento de la vida, y el ser muere.


Los órganos reaccionan más o menos necesariamente los unos sobre los otros, y de la armonía de su conjunto resulta su acción recíproca. Cuando una causa cualquiera destruye la armonía, se detienen sus funciones como el movimiento de un mecanismo, cuyas ruedas esenciales están descompuestas. Tal sucede a un reloj que se gasta con el tiempo o se descompone por accidente, viniendo la fuerza motriz a ser Impotente para ponerlo en movimiento.


La cantidad de fluido vital no es absoluta en todos los seres orgánicos; varía según las especies, y no es constante en el mismo individuo, ni en los individuos de la misma especie. Los hay que están saturados de él, por decirlo así, al paso que otros apenas tienen una cantidad suficiente, y de aquí que la vida sea en algunos más activa, más tenaz y en cierto modo superabundante.


La cantidad de fluido vital se agota, y puede llegar a ser insuficiente para el mantenimiento de la vida, si no se renueva por la absorción y asimilación de las substancias que lo contienen.


El fluido vital se transmite de un individuo a otro, y el que tiene más puede dar al que tiene menos y en ciertos casos restituir la vida que está próxima a concluir.


424. Por medio de cuidados prestados a tiempo, ¿se pueden reanudar los lazos que están a punto de romperse, y volver la vida a un ser que moriría definitivamente por falta de auxilios?
«Sin duda que sí, y cada día tenéis la prueba de ello. Con frecuencia el magnetismo es en este caso un poderoso medio; porque restituye al cuerpo el fluido vital que le falta, y que no era bastante a mantener el juego de los órganos».

El letargo y la catalepsia tienen el mismo principio, que es la pérdida momentánea de la sensibilidad y del movimiento por una causa fisiológica inexplicada aún. Se diferencian en que en el letargo la suspensión de las fuerzas vitales es general y da al cuerpo todas las apariencias de la muerte. En la catalepsia está localizada y puede afectar una parte más o menos extensa del cuerpo, de modo que deje a la inteligencia en libertad de manifestarse, lo que impide que se la confunda con la muerte. El letargo siempre es natural; la catalepsia a veces es espontánea, pero puede ser provocada y destruida artificialmente por la acción magnética.


Bibliografía:
"El libro de los espíritus" de Allan Kardec
Wikipedia


AMOR, CARIDAD y TRABAJO

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Miedos









MIEDOS:




Miedo:

Según la Real Academia Española:
-Perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o mal que realmente amenaza o imaginario.
-Recelo o aprensión que uno tiene de que le suceda una cosa contraria a lo que deseaba.


Según el Espiritismo:
-Enemigo mórbido que debe ser enfrentado con naturalidad a través del ejercicio de la razón y de la lógica.
-Ignorancia a lo desconocido.


El miedo es un sentimiento de inquietud, turbación y desasosiego, provocado por la percepción de un peligro, una amenaza que puede ser real o ficticia, contra uno mismo o contra alguien querido. La persona afectada por el miedo se siente muy insegura de sí misma, indefensa, y duda de cada decisión importante que toma porque espera una consecuencia negativa de ella, algún daño emocional o físico. Además ocurre que el miedo alimenta al miedo. Quiere esto decir, que el miedo híper-excita la mente para que, a partir de situaciones reales, cree situaciones imaginarias en las que aparezca una amenaza que sólo existe en la imaginación, pero que la persona acaba creyendo que es real, incrementándose así su temor, ya no sólo por amenazas reales, sino también por amenazas imaginarias. El miedo también genera preocupación, porque uno intenta anticiparse mentalmente a todas las situaciones amenazantes, buscando la manera de salir indemne en cada una de ellas. El terror y el pánico son percepciones de miedo intenso y agudo, altamente traumatizante.

El miedo es uno de los sentimientos más perniciosos para el avance del espíritu, porque impide que se manifieste tal y conforme es. Incluso tratándose de un espíritu bienintencionado y con voluntad de avanzar, si no supera los miedos puede quedarse estancado en su evolución durante bastante tiempo.


MIEDO A LA MUERTE
941. El miedo a la muerte es para muchas personas causa de perplejidad, ¿de dónde procede ese miedo, puesto que ante sí tienen el porvenir?

«Sin razón tienen ese miedo; pero qué quieres, se procura persuadirles durante la juventud, de que hay un infierno y un paraíso, pero que es más seguro que irán al infierno; porque se les dice que aquello que es natural, es un pecado mortal para el alma. Cuando llegan a grandes, si tienen algún raciocinio, no pueden admitir eso, y se hacen ateos o materialistas, y así es como se les induce a creer que, fuera de la vida presente, nada existe. En cuanto a los que han persistido en sus creencias de la infancia, temen ese fuego eterno que ha de quemarlos sin destruirlos.

»La muerte no inspira al justo miedo alguno; porque con la fe tiene la certeza del porvenir; la esperanza le hace esperar mejor vida, y la caridad, cuya ley ha practicado, le da seguridad de que en el mundo en que va a entrar no encontrará ningún ser, cuya presencia haya de temer».


En la Galia su doctrina en tiempos de los Druidas se apoyaba en un dios único, la inmortalidad del alma y la recompensa o el castigo en la otra vida, afirmando la existencia progresiva del alma a través de los mundos. Esta doctrina viril inspiraba a los galos un valor indomable, una intrepidez tal en los combates, que marchaban hacia la muerte como a una fiesta. Cuando los romanos se cubrían de bronce y de hierro, ellos se despojaban de sus vestidos y combatían con el pecho desnudo sin miedo.



CONCLUSIONES:
¿Cómo superar el miedo?
Con conciencia y valentía. Primero hay que tomar conciencia de que se tiene miedo y a qué se tiene miedo. Si los analizamos en profundidad, encontraremos que una parte de estos miedos son infundados y no se corresponden con ninguna amenaza real o, al menos, la amenaza no es tan fuerte como nosotros creemos. Los miedos que están fundados en alguna amenaza real se superan enfrentándose con valor a las situaciones y circunstancias que nos activan ese miedo, intentado no dejarse llevar por él a la hora de tomar decisiones. Preguntémonos “¿qué decisión tomaría si no tuviera miedo, si fuera totalmente libre para decidir respecto a lo que siento?” Pues esa es la decisión acertada y la que hay que tomar. Vale la pena intentarlo. Es una lucha continua. A medida que uno se enfrente al miedo y tome decisiones valientes, irá experimentando el progreso interior en sí mismo, y el miedo cederá, dejando paso a la seguridad y la claridad. Hasta el punto de que un día mirará atrás y dirá, “¿cómo pude tener miedo a esto? ¡Que claro lo veo ahora!”.


Cuando nada más notemos flaquear nuestras fuerzas tanto físicas como psíquicas, acudamos a nuestro Maestro Jesús, como lo hicieron los Apóstoles en el siguiente relato titulado:

Jesús calma la tormenta
Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido. Los discípulos fueron a despertarlo.

— ¡Señor —gritaron—, sálvanos, que nos vamos a ahogar!

 —Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tienen tanto miedo?

Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo.

Los discípulos no salían de su asombro, y decían: « ¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y las olas le obedecen?»


Si crees en Dios
Por el espíritu Emmanuel
Si crees en Dios, por más que te amenacen los anuncios del pesimismo, con relación a probables calamidades futuras, conservarás el corazón tranquilo, en la convicción de que la Sabiduría Divina sustenta y sustentará el equilibrio de la vida, por encima de toda perturbación.

Si crees en Dios, en ningún lugar experimentarás soledad o tristeza, porque te verás en ligación constante con todo el Universo, reconociendo que lazos de amor y de esperanza te identifican con todas las criaturas.

Si crees en Dios, nunca te perderás en el laberinto de la rebeldía o de la desesperación, ante los golpes e injurias que se te proyecten en el camino, por cuanto interpretarás a ofensores y delincuentes, en la condición de infelices, mucho más necesitados de bondad y protección que de hiel y censura.

Si crees en Dios, vivirás en la Tierra sin adversarios, a la vez que, por más que se multipliquen en la senda aquéllos que te agredan o menosprecien, aceptarás a enemigos y opositores, a cuenta de hermanos nuestros, situados en diferentes puntos de vista.

Si crees en Dios, jamás te faltarán confianza y trabajo, porque te levantarás, cada día, en la certeza de que dispones de oportunidades benditas de comunicación con los demás, disfrutando el privilegio incesante de auxiliar y bendecir, entender y servir.

Si crees en Dios, caminarás sin aflicción y sin miedo, en las veredas del mundo, por grandes que sean los peligros y riesgos que te obscurezcan el camino, por cuanto, aun frente a la muerte, reconocerás que permaneces con Dios, tanto como Dios está siempre contigo, más allá de pruebas y sombras, limitaciones y cambios, en plenitud de vida eterna.


Pensamientos y sentimientos
Tened bien presente que el valor engendra fortaleza y el miedo debilidad. Esto es axiomático en psicología. Del valor, nace el éxito en la vida; del miedo, el fracaso. La persona animosa y alegre, el optimista y lleno de confianza en sí mismo, irradia energía, atrayendo hacia sí las condiciones favorables para el éxito en lo que se proponga, y una vida más feliz; mientras que, el desanimado y abatido todo le sale mal, por no hacer uso de esa energía que en uno mismo existe.


Si eres Espírita y conoces la Doctrina Espírita, ¿a qué tienes miedo?, de lo contrario y como nos dicen: Estudiad, comparad, profundizad; os lo decimos sin cesar, el conocimiento de la verdad se adquiere a este precio. FE, ESPERANZA, AMOR, CARIDAD y TRABAJO.


Bibliografía consultada:
“El libro de los Espíritus” de Allan Kardec
“Después de la muerte” de León Denis
“Temario del conocimiento espiritual I” de Sebastián de Arauco
“Coraje” de Francisco Cándido Xavier
“Nuevo Testamento” Editorial Mundo Hispano
“Las leyes espirituales” de Vicent Guillem
 “Mi diccionario lingüístico y espírita”


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La mujer y el hombre espírita








LA MUJER Y EL HOMBRE ESPÍRITA




“El Libro de los Espíritus” de Allan Kardec

SEXOS EN LOS ESPÍRITUS
200. ¿Tienen sexos los espíritus?
«Como lo comprendéis vosotros, no; porque los sexos dependen del organismo. Existe entre ellos amor y simpatía; pero fundados en la semejanza de sentimientos».


201. El espíritu que animó el cuerpo de un hombre, ¿puede en una nueva existencia, animar el de una mujer, y viceversa?
«Sí; unos mismos espíritus animan a los hombres y a las mujeres».


202. Cuando somos espíritus, ¿preferimos encarnarnos en el cuerpo de un hombre o de una mujer?
«Poco le importa al espíritu; porque depende de las pruebas que ha de sufrir».

Los espíritus renacen hombres o mujeres; porque carecen de sexo. Como deben progresar en todo, cada sexo, lo mismo que cada posición social, les ofrece pruebas y deberes especiales y ocasión de adquirir experiencia. El que fuese siempre hombre, no sabría más que lo que saben los hombres.



LEY DE IGUALDAD
IGUALDAD DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y LA MUJER
817. ¿El hombre y la mujer son iguales ante Dios, y tienen los mismos derechos?
« ¿No ha dado Dios a ambos la inteligencia del bien y del mal y la facultad de progresar?»


818. ¿De dónde procede la inferioridad moral de la mujer en ciertas comarcas?
«Del imperio injusto y cruel que el hombre se ha tomado sobre ella. Es resultado de las instituciones sociales y del abuso de la fuerza respecto de la debilidad. Entre hombres poco avanzados moralmente, la fuerza es el derecho».


819. ¿Con qué objeto la mujer es más débil físicamente que el hombre?
«Para señalarle funciones particulares. El hombre es para los trabajos rudos, como más fuerte que es; la mujer para los trabajos ligeros, y ambos para ayudarse mutuamente a pasar las pruebas de una vida llena de amarguras».


820. ¿La debilidad física de la mujer no la pone naturalmente bajo la dependencia del hombre?
«Dios ha dotado a unos de fuerza para que protejan al débil, y no para que lo esclavicen».

Dios ha apropiado la organización de cada ser a las funciones que ha de desempeñar. Si ha dado a la mujer menos fuerza física, la ha dotado al mismo tiempo de mayor sensibilidad, en relación con la delicadeza de las funciones materiales, y con la debilidad de los seres confiados a su guarda.


821. Las funciones a que está destinada la mujer por la naturaleza, ¿tienen tanta importancia como las reservadas al hombre?
«Sí, y aún mayor. Ella es quien le da las primeras nociones de la vida».


822. Siendo iguales los hombres ante la ley de Dios, ¿deben serlo así mismo ante la de los hombres?
«Este es el primer principio de justicia: No hagáis a los otros lo que no quisierais que se os hiciese».
-Según esto, una legislación, para ser perfectamente justa, ¿debe consagrar la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer?
«De derechos sí; de funciones, no. Es preciso que cada uno tenga su lugar señalado, que el hombre se ocupe de lo exterior y la mujer de lo interior, cada cual según su aptitud. Para ser equitativa la ley humana, debe consagrar la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre, y todo privilegio concedido al uno o a la otra es contrario a la justicia. La emancipación de la mujer sigue el progreso de la civilización. Su esclavitud camina con la barbarie. Por otra parte, los sexos no se deben más que a la organización física. Y puesto que los espíritus pueden tomar uno u otro, no existe diferencia entre ellos sobre este particular, y por lo tanto, deben gozar de los mismos derechos».



Del libro: “El Consolador” por el espíritu Emmanuel de Francisco Cándido Xavier
SOCIOLOGÍA
67.- ¿Cómo interpretar el movimiento feminista en la actualidad de la civilización?
El hombre y la mujer, en la institución conyugal, son como el cerebro y el corazón del organismo doméstico.
Ambos son portadores de una responsabilidad igual en el sagrado colegio de la familia; y si el alma femenina siempre presentó un coeficiente más avanzado de espiritualidad en la vida, es que, desde el principio, el espíritu masculino intoxicó las fuentes de su libertad, a través de todos los abusos, perjudicando su posición moral en el transcurso de sus numerosas existencias, en múltiples existencias seculares.
La ideología feminista de los tiempos modernos, sin embargo, con sus diversas banderas políticas y sociales, puede ser un veneno para la mujer descuidada de sus grandes deberes espirituales en la faz de la Tierra. Si existe un feminismo legítimo, ese debe ser el de la reeducación de la mujer para el hogar, nunca para una acción contraproducente fuera de él. Es que los problemas femeninos no podrán ser solucionados por los códigos del hombre, sino solamente a la luz generosa y divina del Evangelio.


DEBER
189.- ¿Qué debe hacer la madre terrestre para cumplir evangélicamente sus deberes, conduciendo a los hijos hacia el bien y hacia la verdad?
En el ambiente doméstico, el corazón maternal debe ser el exponente divino de toda la comprensión espiritual y de todos los sacrificios por la paz de la familia.
Dentro de esa esfera de trabajo, en la más santificada tarea de renuncia personal, la mujer cristiana enciende la verdadera luz para el camino de los hijos a través de la vida.
La misión materna se resume en dar siempre el amor de dios, el Padre de Infinita Bondad, que puso en el corazón de las madres la sagrada esencia de la vida. En las labores del mundo, existen aquellas que se dejan llevar por el egoísmo del ambiente particular; con todo, es preciso despertar a tiempo, a fin de no viciar la fuente de la ternura.
La madre terrestre debe comprender, antes que todo, que sus hijos, primeramente, son hijos de Dios.
Desde la infancia debe prepararlos para el trabajo y para la lucha que les esperan.
Desde los primeros años debe enseñar al niño a huir del abismo de la libertad, controlando sus actitudes y ordenando sus posiciones mentales, ya que esa es la ocasión más propicia para la edificación de las bases de una vida.
Debe sentir a los hijos de otras madres como si fuesen los propios, sin guardar, de modo alguno, la falsa comprensión de que los suyos son mejores y más altamente dotados que los de otras.
Enseñará la tolerancia más pura, pero no desdeñará la energía cuando sea necesaria en el proceso de la educación, reconocida la heterogeneidad de las tendencias y la diversidad de los temperamentos.
Se sacrificará de todos los modos a su alcance, sin quitar el patrón de grandeza espiritual de su tarea, por la paz de los hijos, enseñándoles que todo dolor es respetable, que todo trabajo edificante y divino, y que todo desperdicio es falta grave.
Les enseñará el respeto por el infortunio ajeno, para que sean igualmente amparados en el mundo, en la hora de amargura que los espera, común a todos los Espíritus encarnados.
En los problemas del dolor y del trabajo, de la prueba y de la experiencia, no debe dar razón a cualquier queja de los hijos, sin un examen meticuloso y desapasionado de las cuestiones, levantándoles los sentimientos hacia Dios, sin permitir que se estanquen en la futilidad o en los prejuicios morales de las situaciones transitorias del mundo.
Será ella en el hogar el buen consejo sin parcialidad, el estímulo del trabajo y la fuente de armonía para todos.
Transmitirá a quienes la rodean los dones sublimes de la humildad y de la perseverancia, sin ninguna preocupación por las glorias vanas y efímeras de la vida material.
Cumpliendo ese programa de esfuerzo evangélico, en la hipótesis de fracasar todas sus dedicaciones y renuncias, compete a las madres incomprendidas entregar el fruto de sus labores a Dios, prescindiendo de cualquier juzgamiento del mundo, ya que el Padre de Misericordia sabrá apreciar sus sacrificios y bendecirá sus penas, en el instituto sagrado de la vida familiar.

AMOR, CARIDAD y TRABAJO