PLURALIDAD DE LAS EXISTENCIAS (Segunda parte)







PLURALIDAD DE LAS EXISTENCIAS
(Segunda parte)








El libro de los espíritus de Allan Kardec
LIBRO SEGUNDO
CAPÍTULO IV 
PLURALIDAD DE LAS EXISTENCIAS 

IV.- Transmigración progresiva 

189. ¿Goza el Espíritu de la plenitud de sus facultades desde el principio de su formación? 
- No, porque el Espíritu, igual que el hombre, tiene también su infancia. En su origen, los Espíritus sólo poseen una existencia instintiva y apenas si tienen conciencia de sí mismos y de sus actos. La inteligencia se desarrolla sólo poco a poco. 


190. ¿Cuál es el estado del alma en su primera encarnación? 
- El estado de la infancia en la vida corporal. Su inteligencia despunta apenas. El alma se ensaya para la vida. 


191. Las de nuestros salvajes(1) ¿son almas en estado de infancia? 
- Infancia relativa, pues son almas ya desarrolladas, que poseen pasiones. 

(1) Como ya señalemos en una nota anterior, el término “salvaje” no es usado en término despectivo, y basándonos en la R.A.E 4ª acepción de la vigésimo primera edición del Diccionario de la Lengua Española podemos leer: “Dícese de los pueblos que no se han incorporado al desarrollo general de la civilización y mantienen formas primitivas de vida”, y es así como se debe entender tal palabra aquí. [N. del copista.]


191 a. En consecuencia, ¿las pasiones constituyen un signo de desarrollo? 
- De desarrollo, sí; pero no de perfección. Son un indicio de actividad y de la conciencia del yo, en tanto que en el alma primitiva la inteligencia y la vida se hallan en estado de germen. 

En su conjunto, la vida del Espíritu recorre las mismas fases que observamos en la existencia corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de la infancia, para llegar, tras una sucesión de períodos, al estado de adulto, que es el de perfección, con la diferencia de que, en la vida del Espíritu, no hay declinación ni decrepitud, como en la vida corporal acontece. Difiere, además, en que su existencia, que tuvo un comienzo, no tendrá un fin; en que necesita un tiempo inmenso, desde nuestro punto de vista, para pasar de la infancia espírita a un completo desarrollo, y su progreso se cumple no en una sola esfera, sino pasando por mundos diversos. La vida del Espíritu está integrada, pues, por una serie de existencias corporales, cada una de las cuales representa para él una oportunidad de progreso, del modo que cada vida corporal se compone de una serie de días, en cada uno de los cuales adquiere el hombre un poco más de experiencia e instrucción. Pero, así como en la vida humana existen jornadas que no aportan ningún fruto, así también en la del Espíritu hay existencias corporales que no dan provecho alguno, porque no supo aprovecharlas. 


192. ¿Es posible ya, en esta vida, y por medio de una conducta perfecta, franquear todos los grados y convertirse en Espíritu puro, sin pasar por los grados intermedios? 
- No, porque lo que el hombre considera perfecto está lejos de serlo. Hay cualidades que desconoce y no puede comprender. Podrá ser tan perfecto como lo permita su naturaleza terrena, pero ello no será la absoluta perfección. Sucede lo propio con un niño: por muy precoz que sea, ha de pasar por la juventud antes de llegar a la edad madura. Así también ocurre con el enfermo, que pasa por la convalecencia antes de recobrar por entero su salud. Además, el Espíritu debe progresar en conocimientos y en moralidad. Si sólo avanzó en uno de esos sentidos, precisa que adelante en el otro para alcanzar el punto más alto de la escala. Pero, cuanto más progrese el hombre en su vida presente, menos largas y penosas resultarán para él las pruebas que sigan. 


192 a. ¿Puede el hombre asegurarse en esta vida una existencia futura menos llena de amargura? 
- Por cierto, que sí, le cabe abreviar la longitud y las dificultades del camino. Sólo el despreocupado se encuentra siempre en el mismo punto. 


193. ¿Podrá un hombre, en sus nuevas existencias, descender a un punto más bajo que aquel en que se hallaba? 
- En su posición social, sí; pero como Espíritu, no. 


194. El alma de un hombre de bien ¿puede, en una nueva encarnación, animar el cuerpo de un malhechor? 
- No, puesto que no le es posible degenerar. 


194 a. El alma de un perverso ¿podría convertirse en la de un hombre de bien? 
- Sí, si se ha arrepentido, y en tal caso se trata de una recompensa. 

La marcha de los Espíritus es progresiva y jamás retrocede. Se elevan ellos de manera gradual en la jerarquía y no descienden del rango que han alcanzado. En sus diversas existencias corporales pueden descender en su condición humana, pero no como Espíritus. Así, el alma de un poderoso de la Tierra podrá más tarde animar el cuerpo del más humilde de los artesanos, y viceversa. Porque las categorías entre los humanos están, a menudo, en razón inversa de la elevación de los sentimientos morales. Herodes era rey, y Jesús, carpintero. 


195. La posibilidad de mejorar en otra existencia ¿no puede inducir a ciertas personas a perseverar en un mal camino, por pensar que podrán siempre corregirse más tarde?
- El que así piense no cree en nada y la idea de un castigo eterno ya no le hace mella, porque su razón la rechaza, y tal idea lleva a la incredulidad acerca de todo. Si sólo se hubieran empleado medios racionales para conducir a los hombres no existirían hoy tantos escépticos. Un Espíritu imperfecto podrá pensar, en su vida corporal, como tú acabas de decirlo, pero una vez desprendido de la materia reflexionará de otra manera, y pronto comprenderá que ha hecho mal sus cálculos, y es entonces que adquirirá un concepto distinto para aplicar en una nueva existencia. Así se lleva a cabo el progreso, y he aquí por qué tenéis en la Tierra unos hombres más adelantados que otros. Unos tienen ya una experiencia que otros no poseen aún, pero que adquirirán poco a poco. De ellos depende acelerar su progreso o retardarlo indefinidamente.

El hombre que se halle en mala posición deseará cambiarla lo antes posible. El que esté persuadido de que las adversidades de esta vida son la consecuencia de sus imperfecciones, tratará de asegurarse una nueva existencia menos penosa. Y este pensamiento lo apartará más de la senda del mal que la idea del fuego eterno, en el cual no cree. 


196. Puesto que no pueden los Espíritus mejorar si no es sufriendo las congojas de la existencia corpórea, ¿se deduce de ello que la vida material sería una especie de tamiz o depuratorio por el que deben pasar los Seres del Mundo Espírita para llegar a la perfección? 
- Sí, eso es precisamente. Mediante tales pruebas mejoran, evitando el mal y practicando el bien. Pero sólo después de muchas encarnaciones o depuraciones sucesivas alcanzan, en un tiempo más o menos prolongado, según hayan sido sus esfuerzos, la meta a la cual tienden. 


196 a. ¿El cuerpo es el que influye sobre el Espíritu para mejorarlo, o el Espíritu el que influye sobre el cuerpo? 
- Tu Espíritu lo es todo. Tu cuerpo constituye una vestidura que entra en putrefacción: he ahí todo… 

Hallamos una comparación material de los diversos grados de depuración del alma en el zumo de la uva. Contiene este licor denominado espíritu o alcohol, pero debilitado por una cantidad de materias extrañas que alteran su esencia. Sólo alcanza la absoluta pureza tras varias destilaciones, en cada una de las cuales se va despojando de alguna impureza. El cuerpo es el alambique en el que debe entrar para depurarse. Las materias extrañas son las que desecha el periesíritu al purificarse, conforme el Espíritu se va acercando a la perfección. 



V.- Suerte de los niños después de la muerte 

197. El Espíritu de un niño muerto a temprana edad ¿está tan adelantado como el del adulto? 
- A veces mucho más, porque puede haber vivido mucho y poseer mayor experiencia, sobre todo si ha progresado. 

197 a. Así pues, ¿puede el Espíritu de un niño estar más evolucionado que el de su padre? 
-Esto es muy frecuente. ¿No lo comprobáis vosotros mismos a menudo, en la Tierra? 


198. Puesto que el niño muerto a tierna edad no ha podido hacer el mal, ¿pertenece su Espíritu a los grados superiores? 
- Si no ha hecho el mal, tampoco hizo el bien, y Dios no lo exime de las pruebas que ha de padecer. Si es puro no será porque era niño, sino porque se hallaba más adelantado. 


199. a. ¿Por qué muchas veces se ve interrumpida la vida en la niñez?
- La duración de la vida del niño puede ser, para el Espíritu en él encarnado, el complemento de una existencia interrumpida antes del término debido, y su muerte es a menudo una prueba o una expiación para los padres. 


199 a. ¿En qué se transforma el Espíritu de un niño muerto a edad temprana? 
- Recomienza una nueva existencia. 

Si el hombre tuviera una sola vida, y si después de ella su suerte futura estuviese fijada para la eternidad, ¿cuál sería el mérito de la mitad de la especie humana que muere a tierna edad, para disfrutar sin esfuerzos de la dicha eterna, y con qué derecho sería liberada de las condiciones con frecuencia tan duras impuestas a la otra mitad? Semejante orden de cosas no podría estar de acuerdo con la justicia de Dios. Por medio de la reencarnación se establece la igualdad para todos. El porvenir pertenece a todos sin excepción y no hay favor para nadie. Los que llegan últimos sólo pueden atribuirlo a sí mismos. El hombre debe tener el mérito de sus acciones, así como le cabe la responsabilidad de ellas. 

Por otra parte, no es racional considerar a la infancia como un estado normal de inocencia. ¿No vemos niños dotados de los peores instintos en una edad en que la educación no ha podido todavía ejercer su influjo? ¿No conocemos otros que parecieran haber traído de nacimiento la astucia y la falsedad, la perfidia y el instinto mismo del robo y el crimen, no obstante, los buenos ejemplos de que están rodeados? La ley civil les absuelve de sus delitos porque alega que han obrado sin discernimiento. Y tiene razón, pues en efecto actúan más por instinto que en forma deliberada. Pero ¿de dónde pueden proceder esos instintos tan diversos en niños de una misma edad, educados en idénticas condiciones y sometidos a iguales influencias? ¿De dónde proviene esa precoz perversidad, si no es de la inferioridad del Espíritu, puesto que la educación no ha intervenido para nada en ello? Los que son viciosos, lo son porque sus Espíritus han progresado menos y sufren entonces las consecuencias de esto, no por sus acciones de niño, sino por las de sus anteriores existencias, y de esta manera la ley es la misma para todos y la justicia de Dios a todos alcanza. 



VI.- Sexos en los Espíritus 

200. ¿Tienen sexo los Espíritus? 
- No, en el sentido en que vosotros lo entendéis, por cuanto los sexos dependen del organismo. Hay entre ellos amor y simpatía, pero basados en la afinidad de sentimientos. 


201. El Espíritu que ha animado el cuerpo de un hombre ¿puede en una nueva existencia animar el de una mujer, y viceversa? 
- Sí, son los mismos Espíritus los que animan a hombres y mujeres. 


202. Cuando se es Espíritu ¿se prefiere encarnar en el cuerpo de un hombre o en el de una mujer? 
- Esto importa poco al Espíritu. Depende de las pruebas por las que tenga que pasar. 

Los Espíritus encarnan en hombres o mujeres, pues no poseen sexo. Como deben progresar en todos sentidos, cada sexo, así como cada posición social, les ofrece pruebas y deberes particulares y la ocasión de cosechar experiencias. El que hubiera sido siempre hombre sólo sabría lo que saben los hombres. 



VII.- Parentesco, filiación 

203. ¿Transmiten los padres a sus hijos una porción de su alma, o sólo se limitan a darles la vida animal, a la cual, otra alma, brinda la vida moral? 
- Sólo la vida animal, puesto que el alma es indivisible. Un padre torpe puede tener hijos talentosos, y a la inversa. 


204. Ya que hemos tenido muchas existencias ¿se remonta el parentesco más allá de nuestra vida actual? 
- No podría ser de otra manera. La sucesión de existencias corpóreas establece entre los Espíritus vínculos que se remontan a vuestras vidas anteriores. A menudo nace de ahí la simpatía entre vosotros, y también el que algunos Espíritus os parezcan extraños. 


205. A los ojos de ciertas personas la doctrina de la reencarnación parece destruir los lazos de familia al hacerlos remontarse más allá de su actual existencia. 
- Los amplía, no los destruye. Fundándose el parentesco en afectos anteriores, los vínculos que unen a los miembros de una misma familia son menos precarios. La doctrina de la reencarnación aumenta los deberes de la fraternidad, ya que en vuestro vecino o servidor puede encontrarse un Espíritu que ha estado unido a vosotros por los lazos de la sangre.


205 a. Sin embargo, disminuye la importancia que algunos atribuyen a la filiación, puesto que se puede haber tenido por padre a un Espíritu que haya pertenecido a otra raza, o que viviera en una situación completamente distinta. 
- Es cierto, pero esa importancia se basa en el orgullo. Lo que la mayoría honra en sus antepasados son los títulos, el rango, la fortuna. Uno que se ruborizaría por haber tenido como abuelo a un honrado zapatero, se jactaría en cambio si descendiera de un gentilhombre libertino. Pero, por más que digan o hagan, no impedirán que las cosas sean como son, porque Dios no ha fundamentado sobre la vanidad de ellos las leyes de la Naturaleza.


206. Del hecho de que no haya filiación entre los Espíritus de los descendientes de una misma familia, ¿se podrá inferir que el culto de los antepasados sea una cosa ridícula? 
- Con seguridad que no, porque se debe ser dichoso de pertenecer a una familia en la cual hayan encarnado Espíritus elevados. Aun cuando los Espíritus no proceden los unos de los otros, no por eso dejan de profesar afecto a los que están ligados a ellos por los lazos familiares, porque esos Espíritus a menudo han sido atraídos a tal o cual familia por simpatía o por vínculos anteriores. Pero creed que los Espíritus de vuestros antecesores no se sienten honrados en modo alguno por el culto que les profesáis sobre la base del orgullo. Su mérito no se transmitirá a vosotros sino en la medida en que os esforcéis por seguir los buenos ejemplos que os han dejado, y únicamente entonces vuestro recuerdo podrá no sólo resultarles agradable, sino también serles útil. 



VIII.- Semejanzas físicas y morales 

207. Los progenitores suelen transmitir con frecuencia a sus hijos una semejanza física. ¿Les transmiten también un parecido moral? 
- No, puesto que se trata de almas o Espíritus diferentes. El cuerpo procede del cuerpo, pero el Espíritu no procede del Espíritu. Entre los descendientes de las razas sólo existe consanguinidad. 


207 a. ¿A qué se deben las semejanzas morales que existen a veces entre padres e hijos? 
- Son Espíritus que simpatizan, atraídos por la similitud de inclinaciones. 


208. Los Espíritus de los progenitores ¿no ejercen influencia sobre el del niño después del nacimiento de éste? 
- Tienen una influencia muy grande. Como ya dijimos, los Espíritus deben coadyuvar a su mutuo progreso. Pues bien, los de los padres tienen por misión desarrollar el de sus hijos mediante la educación. Para el Espíritu del padre es esta una tarea: si falla, será culpable. 


209. ¿Por qué padres buenos y virtuosos engendran niños de naturaleza perversa? Dicho de otro modo: ¿por qué las buenas cualidades de los progenitores no atraen siempre, por simpatía, a un Espíritu bueno para animar a su hijo?
- Un Espíritu malo puede solicitar padres buenos, con la esperanza de que sus consejos lo encaminarán por una senda mejor, y a menudo Dios se los concede. 


210. ¿Pueden los padres, mediante sus pensamientos y plegarias, atraer hacia el cuerpo de su hijo a un Espíritu bueno más que a uno inferior? 
- No, pero podrán mejorar al Espíritu del hijo que han engendrado y que les es confiado. Tal es su deber. Malos hijos constituyen una prueba para sus progenitores. 


211. ¿A qué se debe la semejanza de carácter que existe a menudo entre dos hermanos, sobre todo en el caso de gemelos? 
- Espíritus simpáticos, que se acercan por la afinidad de sus sentimientos y que se sienten dichosos de estar juntos. 


212. En los hermanos siameses, cuyos cuerpos están unido el uno al otro y que poseen ciertos órganos en común, ¿hay dos Espíritus, o sea dos almas? 
- Sí, pero la semejanza entre ambos hace muchas veces que parezcan sólo uno a vuestros ojos. 


213. Puesto que los Espíritus encarnan en los hermanos gemelos por simpatía, ¿cuál es la causa de la aversión que en ciertos casos se advierte entre éstos? 
- No, es regla que los gemelos sean Espíritus que simpatizan. Ciertos Espíritus malos pueden haber querido luchar juntos en el teatro de la vida. 


214. ¿Qué pensar de las historias según las cuales algunos niños luchan en el mismo seno materno? 
- Es una imagen. Para expresar que su odio era antiguo, se le ha hecho remontar hasta antes de su nacimiento. Por lo general, no tomáis suficientemente en cuenta las figuras poéticas. 


215. ¿A qué se debe el carácter distintivo que se observa en cada pueblo? 
- Los Espíritus tienen también familias, formadas por la afinidad de sus inclinaciones, más o menos depuradas, según sea su grado de elevación. Y bien, un pueblo es una gran familia en la que se reúnen Espíritus que simpatizan. La tendencia a unirse que tienen los miembros de esas familias da origen al parecido existente, que determina el carácter distintivo de los individuos de cada pueblo. ¿Crees por ventura que Espíritus buenos y humanitarios buscarán, para encarnar, un pueblo duro y grosero? No, los Espíritus simpatizan con las masas, así como con los individuos: mas siempre procurando su medio. 


216. ¿Conserva el hombre, en sus nuevas existencias, huellas del carácter moral de sus vidas anteriores? 
- Sí, puede suceder. Pero al mejorar, cambia. Su posición social podrá también no ser ya la misma. Si de amo como era se convierte en esclavo, sus inclinaciones serán completamente distintas y con trabajo le reconoceríais. Siendo el Espíritu el mismo en las diversas encarnaciones, sus manifestaciones pueden presentar ciertas analogías de una a otra, pero modificadas por los hábitos que su nueva posición le inculca, hasta que un perfeccionamiento notable haya mudado por entero su carácter, porque de orgulloso y ruin, que era antes, puede volverse humilde y humanitario, si se ha arrepentido. 


217. ¿Conserva el hombre, en sus distintas encarnaciones, rasgos físicos del carácter de sus vidas precedentes? 
- El cuerpo anterior es destruido y el nuevo no tiene ninguna relación con aquél. Sin embargo, el Espíritu se refleja en el cuerpo. Por cierto, que el cuerpo sólo constituye materia, pero pese a ello es modelado de acuerdo con las cualidades del Espíritu, quien le imprime cierto carácter, en modo especial en el semblante, y con razón se ha dicho que los ojos son el espejo del alma. Esto es, que el rostro refleja con más particularidad al alma. Porque una persona excesivamente fea puede tener, sin embargo, algo que agrade cuando su cuerpo es la envoltura de un Espíritu bondadoso, sabio y humanitario, mientras que hay rostros muy bellos que no te hacen sentir nada y por los cuales incluso experimentas repulsión. Podrías creer que sólo los cuerpos bien constituidos son la envoltura de los Espíritus más perfectos, mientras que estás encontrando todos los días a hombres de bien bajo una apariencia exterior deforme. Sin tener un parecido pronunciado, la semejanza de gustos y tendencias puede, pues, dar lo que se llama “aire de familia” a algunos individuos.

Puesto que el cuerpo que reviste al alma en una nueva encarnación no tiene ninguna relación necesaria con el que ella ha dejado, ya que puede provenir de otro origen enteramente distinto, sería absurdo pensar en una sucesión de vidas de una semejanza que sólo es fortuita. Sin embargo, las cualidades del Espíritu modifican con frecuencia a los órganos que sirven a sus manifestaciones, e imprimen al rostro, e inclusive al conjunto de los modales, un sello distintivo. Así pues, bajo la más humilde de las envolturas es posible encontrar la expresión de la grandeza y de la dignidad, al paso que bajo el hábito del gran señor se ve en ocasiones la de la bajeza e ignominia. Algunas personas surgidas de la posición más ínfima adoptan sin esfuerzo los hábitos y modales del mundo elegante. Pareciera como si volviesen a encontrar allí su elemento; mientras que otras, a despecho de su nacimiento y educación, se hallan siempre desubicadas en ese medio. ¿De qué modo explicar este hecho, si no es como un reflejo de lo que ha sido antes el Espíritu? 



IX.- Ideas innatas 

218. El Espíritu encarnado ¿conserva alguna huella de las percepciones que ha tenido y de los conocimientos que adquirió en sus vidas anteriores? 
- Le queda un vago recuerdo, que le da lo que denominamos ideas innatas. 


218 a. ¿De manera que la teoría de las ideas innatas no es una quimera? 
- No: los conocimientos adquiridos en cada existencia no se pierden. Una vez desprendido de la materia, el Espíritu siempre los recuerda. En el trascurso de la encarnación podrá en parte olvidarlos, en forma temporaria, pero la intuición que le queda de ellos coopera a su progreso. A no ser por esto debería recomenzar de continuo. En cada nueva existencia, el Espíritu toma como punto de partida el alcanzado en su vida precedente. 


218 b. Así pues, ¿ha de existir una gran conexión entre dos existencias sucesivas? 
- No siempre tan grande como podrías creerlo, por cuanto las situaciones son a menudo muy diferentes, y en el intervalo ha podido el Espíritu progresar. (Ver pregunta 216). 


219. ¿Cuál es el origen de las facultades extraordinarias de algunos individuos que, sin haber hecho estudios previos, parecen tener la intuición de ciertos conocimientos, como los idiomas, el cálculo matemático, etcétera?
- Recuerdo del pasado. Progreso anterior del alma, pero del cual el individuo mismo no tiene conciencia. ¿De dónde quieres que provengan? El cuerpo cambia, pero no el Espíritu, aunque mude de vestimenta. 


220. Al cambiar de cuerpo, ¿se puede perder ciertas facultades intelectuales, por ejemplo, dejar de aficionarse a las artes? 
- En efecto, si se ha manchado esa inteligencia o si se hizo mal uso de ella. Además, determinada facultad puede permanecer aletargada durante una existencia, porque el Espíritu quiere ejercer otra que no tiene relación con aquélla. Entonces queda en estado latente, para reaparecer más tarde. 


221. ¿A un recuerdo retrospectivo debe el hombre, aun en estado salvaje, el sentimiento instintivo de la existencia de Dios y el presentimiento de la vida futura? 
- Se trata de un recuerdo que ha conservado de lo que sabía cómo Espíritu antes de encarnar. Pero el orgullo sofoca a menudo ese sentimiento. 


221 a. ¿A ese mismo recuerdo se deben ciertas creencias relativas a la Doctrina Espírita, que en todos los pueblos encontramos? 
- Esta Doctrina es tan antigua como el mundo. De ahí que se la halle en todas partes, y esto constituye una prueba de que es verdadera. Al conservar la intuición de su estado como Espíritu, el Espíritu encarnado tiene la conciencia instintiva del Mundo Invisible, pero muchas veces ésta es falseada por los prejuicios, y la ignorancia mezcla a ella con la superstición(2). 

(2) Aluden los Espíritus a la eternidad espiritual de la Doctrina y su permanente proyección en la Tierra. Mas debemos distinguir entre sus manifestaciones falseadas, que se produjeron en el pasado, y la manifestación pura que en este libro se encuentra. Los rasgos de la Doctrina Espírita señalan el derrotero de la evolución humana en la Tierra, pero sólo con esta obra se presentó ella definida y completa. Por eso, el Espiritismo es en la Tierra una Doctrina moderna, aun cuando no sea “una invención moderna”, como lo subraya Kardec, puesto que nadie lo inventó. [N. de J. H. Pires.]


AMOR, CARIDAD y TRABAJO










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