Magnetizadores y Médiumns Curativos o Sanadores





MAGNETIZADORES
y
MÉDIUMNS CURATIVOS o SANADORES




El fluido universal, es el elemento primitivo del cuerpo carnal y del periespíritu, pues éstos sólo son transformaciones de aquél. Por la identidad de su naturaleza, este fluido condensado en el periespíritu puede suministrar al cuerpo los principios regeneradores. El agente propulsor es el espíritu, encarnado o desencarnado, que infiltra en un cuerpo deteriorado una parte de la sustancia de su envoltura fluídica. La curación se opera por la sustitución de una molécula enferma por otra molécula sana. El poder curativo dependerá de la pureza de la sustancia inoculada y también de la energía de la voluntad, que provoca una emisión fluídica más abundante y otorga una fuerza de penetración mayor, y, finalmente, de las intenciones que animan al curador, ya sea hombre o espíritu. Los fluidos que emanan de una fuente impura son algo así como medicamentos alterados.

Los efectos de la acción fluídica sobre los enfermos son extremadamente variados, según las circunstancias. Esta acción es lenta, a veces, y requiere un tratamiento continuado; pero otras, es rápida como una corriente eléctrica. Hay personas dotadas de un poder tal, que obtienen en ciertos enfermos curaciones instantáneas con sólo imponerles las manos y aún con el solo acto de la voluntad. Entre los dos extremos de esa facultad, hay infinidad de matices. Todas las curaciones de este tipo son variedades del magnetismo y sólo difieren por el poder y la rapidez de la acción. El principio es siempre el mismo: es el fluido el que juega el papel de agente terapéutico. El efecto está subordinado a la calidad del mismo y las circunstancias.

La acción magnética puede verificarse de diferentes maneras:

1) Por el fluido del mismo magnetizador; es el llamado magnetismo humano, cuya acción está subordinada a la potencia y, sobre todo, a la calidad del fluido.

2) Por el fluido de los espíritus que actúan directamente y sin intermediario sobre un encarnado, ya sea para curar o para calmar un sufrimiento, para provocar el sueño sonambúlico espontáneo o ejercer una influencia física o moral. Se le denomina magnetismo espiritual, y su potencia depende de las cualidades del espíritu.

3) Por el fluido que los espíritus proyectan sobre el magnetizador, a quienes éste sirve de conductor. Es el llamado magnetismo mixto, semiespiritual o humano-espiritual. El fluido espiritual, combinado con el fluido humano, otorga a este último las cualidades que le faltan. El concurso de los espíritus, en circunstancias parecidas, es a veces espontáneo, pero generalmente se produce por la evocación del magnetizador.


Los médiums que obtienen indicaciones de remedios de parte de Espíritus no son lo que se llaman médiums sanadores, pues no curan por sí mismos; son simples médiums escribientes que tienen una aptitud más específica que otros para ese tipo de comunicaciones y que, por esa razón, se pueden llamar médiums recetantes, como otros son médiums poetas o dibujantes. La mediumnidad curativa se ejerce por la acción directa del médium sobre el enfermo, por medio de una especie de magnetización de hecho o de pensamiento.

Quien dice médium dice intermediario. Hay esta diferencia entre el magnetizador propiamente dicho y el médium sanador: el primero magnetiza con su fluido personal y el segundo, con el fluido de los Espíritus, al cual sirve de conductor. El magnetismo producido por el fluido de las personas es el magnetismo humano; aquel que proviene del fluido de los Espíritus es el magnetismo espiritual. 

El fluido magnético tiene, pues, dos fuentes muy distintas: los Espíritus encarnados y los Espíritus desencarnados. Esa diferencia de origen produce una diferencia muy grande en la calidad del fluido y en sus efectos. El fluido humano siempre está impregnado, en mayor o menor grado, de las impurezas físicas y morales del encarnado; el de los buenos Espíritus es necesariamente más puro y, por eso mismo, tiene propiedades más activas que producen una cura más rápida. Pero, al pasar por intermedio del encarnado, puede alterarse como un agua limpia que pasa por un recipiente impuro, como todo remedio se altera si ha pasado un tiempo en un recipiente sucio y pierde, en parte, sus propiedades benéficas. De eso se deduce que, para todo verdadero médium sanador, hay la necesidad absoluta de trabajar en su depuración, es decir, en su mejoramiento moral, según el principio general: limpiad el recipiente antes de serviros, si deseáis tener algo bueno.

El fluido espiritual es más depurado y benéfico tanto en cuanto que el Espíritu que lo suministra es, él mismo, más puro y más liberado de la materia. Se concibe que el fluido espiritual de los Espíritus inferiores debe parecerse al de las personas y puede tener propiedades maléficas, si el Espíritu es impuro y animado de malas intenciones. Por la misma razón, las cualidades del fluido humano presentan matices infinitos según las cualidades físicas y morales del individuo; es evidente que el fluido rezumado de un cuerpo malsano puede inocular principios mórbidos en el magnetizado. Las cualidades morales del magnetizador, es decir, la pureza de intención y de sentimiento, el deseo ardiente y desinteresado de aliviar a su semejante, unidos a la salud del cuerpo, dan al fluido un poder reparador que, en ciertos individuos, puede acercarse a las cualidades del fluido espiritual. Por lo tanto, sería un error considerar al magnetizador como una simple máquina de transmisión fluídica. En eso como en todas las cosas, el producto va conforme al instrumento y al agente productor. Por esos motivos, habría imprudencia en someterse a la acción magnética del primer desconocido; aparte de los conocimientos prácticos indispensables, el fluido del magnetizador es como la leche de una nodriza: saludable o insalubre. 

Al ser el fluido humano menos activo, exige una magnetización constante y un verdadero tratamiento, a veces muy largo; el magnetizador, debido a que consume su propio fluido, se agota y se fatiga, pues es de su propio elemento vital que él da; es por eso que debe, de tiempo en tiempo, recuperar sus fuerzas. El fluido espiritual, más potente a causa de su pureza, produce efectos más rápidos y frecuentemente casi instantáneos. Al no ser ese fluido el del magnetizador, resulta que la fatiga es casi nula. 

El Espíritu puede actuar directamente, sin intermediario, sobre un individuo, así como se lo puede constatar en muchas ocasiones, ya sea para aliviarlo, curarlo si eso se puede, o para producir el sueño sonambúlico. Cuando actúa por un intermediario, es el caso de la mediumnidad curativa.

El médium sanador recibe el influjo fluídico de los Espíritus, mientras que el magnetizador extrae todo de sí mismo. Pero los médiums sanadores, en la estricta acepción de la palabra, es decir, aquellos cuya personalidad se borra completamente ante la acción espiritual, son extremadamente raros, porque esa facultad, elevada al más alto grado, requiere de un conjunto de cualidades morales que rara vez se encuentran en la Tierra; éstos pueden obtener, únicamente por la imposición de manos, esas curas instantáneas que nos parecen prodigiosas; muy pocas personas pueden aspirar a esa gracia. Al ser el orgullo y el egoísmo las principales fuentes de imperfecciones humanas, resulta que aquellos que se vanaglorian de poseer ese don, que, a todos los lugares, van a preconizar las curas maravillosas que han hecho, o que dicen haber hecho, que buscan la gloria, la reputación o el provecho, están en las peores condiciones para obtener ese don, pues esa facultad es el privilegio exclusivo de la modestia, de la humildad, de la abnegación y del desinterés. Jesús decía a aquellos a quienes había curado: «Id a dar gracias a Dios y no lo digáis a nadie».

Por lo tanto, al ser la mediumnidad curativa pura una excepción en la Tierra, resulta que hay casi siempre una acción simultánea del fluido espiritual y del fluido humano; es decir, que los médiums sanadores son todos magnetizadores, en mayor o menor grado, es por eso que actúan según los procedimientos magnéticos; la diferencia está en la predominancia de uno o de otro fluido y en la mayor o menor rapidez de la cura. Todo magnetizador puede volverse médium sanador si sabe hacerse asistir por buenos Espíritus; en ese caso, los Espíritus vienen en su ayuda vertiendo sobre él el propio fluido de ellos, que puede decuplicar o centuplicar la acción del fluido puramente humano. 

Los Espíritus vienen hacia quienes quieren; ninguna voluntad puede obligarles; ceden a la oración si es fervorosa, sincera, pero jamás a la conminación. Resulta que la voluntad no puede producir la mediumnidad curativa y que nadie puede ser médium sanador con designio premeditado. Se reconoce al médium sanador por los resultados que obtiene y no por su pretensión de serlo.

Pero si la voluntad es ineficaz en cuanto al concurso de los Espíritus, es todopoderosa para imprimir al fluido, espiritual o humano, una buena dirección y una energía más grande.

En la persona apática y distraída, la corriente es apática; la emisión, débil; el fluido espiritual se detiene en esa persona, pero sin provecho para ella; en la persona de una voluntad enérgica, la corriente produce el efecto de una ducha. No se debe confundir la voluntad enérgica con la testarudez, pues la testarudez es siempre una consecuencia del orgullo o del egoísmo, mientras que el más humilde puede tener la voluntad de la abnegación. 

La voluntad, además, es todopoderosa para dar a los fluidos las cualidades específicas apropiadas a la naturaleza de la enfermedad. Ese punto, que es capital, está relacionado con un principio todavía poco conocido, pero que está en estudio: el de las creaciones fluídicas y de las modificaciones que el pensamiento puede hacer sufrir a la materia. El pensamiento, que provoca una emisión fluídica, puede operar ciertas transformaciones moleculares y atómicas, como se ve producir bajo la influencia de la electricidad, de la luz o del calor. 

La oración, que es un pensamiento, cuando es fervorosa, ardiente, hecha con fe, produce el efecto de una magnetización, no solamente porque llama el concurso de los buenos Espíritus, sino también porque dirige sobre el enfermo una corriente fluídica saludable. Llamamos vuestra atención respecto a este asunto sobre las oraciones contenidas en El Evangelio según el Espiritismo para los enfermos o los obsesos.

Si la mediumnidad curativa pura es el privilegio de las almas de élite, la posibilidad de dulcificar ciertos sufrimientos, incluso de curar, aunque de una manera no instantánea, ciertas enfermedades, está dada a todo el mundo, sin que haya necesidad de ser magnetizador. El conocimiento de los procedimientos magnéticos(1) es útil en los casos complicados, pero no es indispensable. Como está dado a todo el mundo hacer un llamado a los buenos Espíritus, orar y querer el bien, frecuentemente basta imponer las manos sobre un dolor para calmarlo; es lo que puede hacer todo individuo, si emplea en eso la fe, el fervor, la voluntad y la confianza en Dios. Se puede observar que la mayoría de los médiums sanadores inconscientes, aquellos que no se dan ninguna cuenta de su facultad y que se encuentran a veces en las condiciones más humildes y entre personas privadas de toda instrucción, recomiendan la oración y se ayudan a sí mismos al orar. Únicamente, la ignorancia de ellos les hace creer en la influencia de esta o de aquella fórmula; algunas veces, incluso, mezclan en eso prácticas evidentemente supersticiosas, que deben ser consideradas tal como merecen. 

Pero del hecho de que se habrá obtenido una vez, o incluso varias veces, resultados satisfactorios, sería temerario hacerse pasar por médium sanador y concluir que se puede vencer toda especie de mal. La experiencia prueba que, en la acepción estricta de la palabra, entre los mejores dotados, no hay médiums sanadores universales. Éste habrá devuelto la salud a un enfermo y no producirá nada en otro; aquél habrá curado un mal en un individuo y no curará el mismo mal otra vez, en la misma persona o en otra; otro, en fin, tendrá la facultad hoy, ya no la tendrá mañana y podrá recuperarla más tarde, según las afinidades o las condiciones fluídicas en las cuales se encuentre.

La mediumnidad curativa es una aptitud, como todos los tipos de mediumnidad, inherente al individuo, pero el resultado efectivo de esa aptitud es independiente de su voluntad. Indudablemente, se desarrolla por el ejercicio y, sobre todo, por la práctica del bien y de la caridad; pero como no podría tener la fijeza, ni la puntualidad de un talento adquirido por el estudio y del cual se es siempre poseedor, no podría volverse una profesión. Por lo tanto, sería algo engañoso que una persona se ostentara ante el público como médium sanador. 

La mediumnidad curativa razonada está íntimamente asociada con el Espiritismo, ya que se basa esencialmente en el concurso de los Espíritus; ahora bien, aquellos que no creen en los Espíritus, ni en su propia alma, y mucho menos en la eficacia de la oración, no podrían ponerse en las condiciones deseadas, pues no es algo que se pueda experimentar maquinalmente. Entre aquellos que creen en el alma y en su inmortalidad, ¿cuántos todavía hoy en día retrocederían de pavor ante un llamado a los buenos Espíritus, con el temor de atraer al demonio, y que creen todavía, de buena fe, que todas esas curas son obra del diablo? El fanatismo es ciego; no razona. No será siempre así, sin duda, pero pasará todavía tiempo antes de que la luz penetre en ciertos cerebros. Entretanto, hagamos el mayor bien posible con la ayuda del Espiritismo; hagamos el bien incluso a nuestros enemigos, aunque seamos pagados con ingratitud. Es el mejor medio de vencer ciertas resistencias y de probar que el Espiritismo no es oscuro, como algunos lo afirman.

La mediumnidad curativa consiste principalmente en el don que poseen ciertas personas de curar con un simple toque, con la mirada e incluso con un gesto, sin el auxilio de ninguna medicación. Se dirá, sin duda, que esto no es más que magnetismo. Es evidente que en este fenómeno el fluido magnético desempeña un papel importante. Pero cuando se lo analiza con cuidado, fácilmente se reconoce que en él hay algo más. La magnetización ordinaria es un verdadero tratamiento, continuado, regular y metódico. En cambio, en la mediumnidad curativa las cosas ocurren de un modo diferente por completo. Todos los magnetizadores son más o menos aptos para curar, siempre que sepan conducirse convenientemente, mientras que en los médiums curativos la facultad es espontánea, e incluso algunos la poseen sin jamás haber oído hablar del magnetismo. La intervención de un poder oculto, que caracteriza a la mediumnidad, se torna evidente en determinadas circunstancias, sobre todo si consideramos que la mayoría de las personas que con razón pueden ser calificadas de médiums curativos recurren a la plegaria, que es una verdadera evocación. 

Veamos las respuestas que nos dieron los Espíritus a las preguntas que les hicimos acerca de este asunto:

¿Podemos considerar que las personas dotadas de poder magnético forman una variedad de médiums?
No cabe duda.

Sin embargo, el médium es un intermediario entre los Espíritus y el hombre. Ahora bien, el magnetizador, dado que toma de sí mismo la fuerza que utiliza, no parece servir de intermediario a ningún poder extraño.
Es un error. El poder magnético reside, sin duda, en el hombre, pero es aumentado por la acción de los Espíritus a los que llama en su ayuda. Si magnetizas con el propósito de curar, por ejemplo, y evocas a un Espíritu bueno que se interesa por ti y por tu enfermo, ese Espíritu aumenta tu fuerza y tu voluntad, dirige tu fluido y le confiere las cualidades necesarias.

De todos modos, hay muy buenos magnetizadores que no creen en los Espíritus.
¿Supones entonces que los Espíritus sólo ejercen su acción sobre los que creen en ellos? Los que magnetizan para el bien son auxiliados por Espíritus buenos. Todo hombre que alimenta el deseo del bien los llama sin proponérselo, del mismo modo que, mediante el deseo del mal y las malas intenciones, llama a los malos.

El magnetizador que creyera en la intervención de los Espíritus, ¿se desempeñaría con mayor eficacia? 
Haría cosas que consideraríais milagros.

Algunas personas, ¿tienen realmente el don de curar con el simple toque, sin el empleo de los pases magnéticos?
Sin duda. ¿Acaso no tenéis al respecto numerosos ejemplos?

En ese caso, ¿existe una acción magnética, o sólo la influencia de los Espíritus?
Ambas cosas. Esas personas son verdaderos médiums, pues actúan bajo la influencia de los Espíritus, lo que no quiere decir que lo hagan a la manera de los médiums escribientes, según vosotros lo entendéis.

Ese poder, ¿puede ser transmitido?
El poder, no; pero sí el conocimiento de lo necesario para ejercerlo en caso de que se lo posea. Hay personas que dudarían de que tienen ese poder, si no fuera porque creen que les ha sido transmitido.

¿Pueden obtenerse curas por medio de la plegaria solamente?
Sí, algunas veces, si Dios lo permite. Puede suceder, sin embargo, que para el enfermo sea bueno seguir sufriendo, en cuyo caso suponéis que vuestra plegaria no fue escuchada.

¿Hay para eso fórmulas de plegarias más eficaces que otras?
Sólo la superstición puede atribuir virtudes a ciertas palabras, y sólo los Espíritus ignorantes o mentirosos pueden alimentar semejantes ideas mediante la prescripción de fórmulas. Con todo, si se trata de personas poco ilustradas e incapaces de comprender las cosas puramente espirituales, puede suceder que el empleo de una determinada fórmula contribuya a infundirles confianza. En ese caso, la eficacia no reside en la fórmula, sino en la fe, que aumenta gracias a la idea asociada al uso de la fórmula.


El magnetismo al igual que la mediumnidad curativa es una facultad o don que podemos tener, pero en grados muy diferentes, por lo que ambas facultades no deberían ser explotadas económicamente, como ocurre con la medicina por ser una ciencia, máxime la mediumnidad curativa por estar supeditada al concurso del plano espiritual.

Según la Doctrina Espírita, en los encarnados en los que la facultad de la mediumnidad está manifiesta ostensiblemente, normalmente es una prueba por la que tienen que pasar, y si la explotan o hacen mal uso de ella, tendrán que dar cuenta en el plano espiritual.


(1) Procedimientos magnéticos:
Es un fenómeno físico por el cual los objetos ejercen fuerzas de atracción o repulsión sobre otros materiales. 
Ejemplos:
Hay algunos materiales conocidos que han presentado propiedades magnéticas detectables fácilmente como el níquel, hierro, cobalto y sus aleaciones que comúnmente se llaman imanes.
Magnetismo:
El magnetismo también tiene otras manifestaciones en física, particularmente como uno de los dos componentes de la radiación electromagnética, como, por ejemplo, la luz.
Explicación:
Todos los electrones tienden a orientarse en la misma dirección, creando una fuerza magnética grande o pequeña dependiendo del número de electrones que estén orientados.


Bibliografía:
El Génesis de Allan Kardec
Revista Espírita 1862-5 (Colección de textos de Allan Kardec)
El Libro de los Médiums de Allan Kardec

AMOR, CARIDAD y TRABAJO







3 comentarios :

  1. ¿Qué método usan para magnetizar?

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    1. Magnetismo:
      Fuerza universal.
      Propiedad del alma que se filtra por el cuerpo.
      Proceso por el cual el hombre emite los fluidos de su periespíritu, actuando sobre otros cuerpos animados e inanimados.


      Magnetista, Magnetizador:
      (C.E.I.). La primera palabra es empleada por algunas personas para designar a los adeptos del magnetismo, a los que creen en sus efectos.
      El magnetista es el teórico.
      El magnetizador es el práctico, el que aplica el magnetismo.
      Se puede ser magnetista sin ser magnetizador, pero no se puede ser magnetizador sin ser magnetista.
      Esta distinción nos parece útil y lógica.


      Tipos de magnetismo:
      La acción magnética puede verificarse de diferentes maneras:

      1) Por el fluido del mismo magnetizador; es el llamado magnetismo humano, cuya acción está subordinada a la potencia y, sobre todo, a la calidad del fluido.

      2) Por el fluido de los espíritus que actúan directamente y sin intermediario sobre un encarnado, ya sea para curar o para calmar un sufrimiento, para provocar el sueño sonambúlico espontáneo o ejercer una influencia física o moral. Se le denomina magnetismo espiritual, y su potencia depende de las cualidades del espíritu.

      3) Por el fluido que los espíritus proyectan sobre el magnetizador, a quienes éste sirve de conductor. Es el llamado magnetismo mixto, semiespiritual o humano-espiritual. El fluido espiritual, combinado con el fluido humano, otorga a este último las cualidades que le faltan. El concurso de los espíritus, en circunstancias parecidas, es a veces espontáneo, pero generalmente se produce por la evocación del magnetizador.

      Quien dice médium dice intermediario. Hay esta diferencia entre el magnetizador propiamente dicho y el médium sanador: el primero magnetiza con su fluido personal y el segundo, con el fluido de los Espíritus, al cual sirve de conductor. El magnetismo producido por el fluido de las personas es el magnetismo humano; aquel que proviene del fluido de los Espíritus es el magnetismo espiritual.

      El fluido espiritual es más depurado y benéfico tanto en cuanto que el Espíritu que lo suministra es, él mismo, más puro y más liberado de la materia. Se concibe que el fluido espiritual de los Espíritus inferiores debe parecerse al de las personas y puede tener propiedades maléficas, si el Espíritu es impuro y animado de malas intenciones. Por la misma razón, las cualidades del fluido humano presentan matices infinitos según las cualidades físicas y morales del individuo; es evidente que el fluido rezumado de un cuerpo malsano puede inocular principios mórbidos en el magnetizado. Las cualidades morales del magnetizador, es decir, la pureza de intención y de sentimiento, el deseo ardiente y desinteresado de aliviar a su semejante, unidos a la salud del cuerpo, dan al fluido un poder reparador que, en ciertos individuos, puede acercarse a las cualidades del fluido espiritual. Por lo tanto, sería un error considerar al magnetizador como una simple máquina de transmisión fluídica. En eso como en todas las cosas, el producto va conforme al instrumento y al agente productor. Por esos motivos, habría imprudencia en someterse a la acción magnética del primer desconocido; aparte de los conocimientos prácticos indispensables, el fluido del magnetizador es como la leche de una nodriza: saludable o insalubre.

      Al ser el fluido humano menos activo, exige una magnetización constante y un verdadero tratamiento, a veces muy largo; el magnetizador, debido a que consume su propio fluido, se agota y se fatiga, pues es de su propio elemento vital que él da; es por eso que debe, de tiempo en tiempo, recuperar sus fuerzas. El fluido espiritual, más potente a causa de su pureza, produce efectos más rápidos y frecuentemente casi instantáneos. Al no ser ese fluido el del magnetizador, resulta que la fatiga es casi nula.

      El médium sanador recibe el influjo fluídico de los Espíritus, mientras que el magnetizador extrae todo de sí mismo.

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