CREACIÓN
El Libro de los espíritus de Allan Kardec
CAPÍTULO III
CREACIÓN
I.- Formación de los mundos
El Universo comprende la infinidad de los mundos que vemos y los que no vemos, todos los seres animados e inanimados, la totalidad de los astros que en el espacio se desplazan y los fluidos que llenan este último.
37. El Universo ¿ha sido creado o existe de toda eternidad, como Dios?
- Indudablemente, no ha podido hacerse solo, y si existiese de toda eternidad, igual que Dios, no podría ser obra de Dios.
La razón nos dice que el
Universo no ha podido auto crearse, y puesto que no puede ser obra del azar,
debe serlo de Dios.
38. ¿Cómo creó Dios el Universo?
- Para valerme de una expresión corriente: por su voluntad. Nada expresa mejor esa todopoderosa voluntad como las bellas palabras del Génesis: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”.1
1 Génesis, cap. 1:3.
En esta, como en las siguientes citas bíblicas que se hacen en el texto, a
efectos de impedir retraducciones nos serviremos de la edición de la Biblia en
castellano, en la antigua versión de Casiodoro de Reina (1569), revisada por
Cipriano de Valera (1602), etcétera, publicada en 1960 por las Sociedades
Bíblicas en América Latina. [N. del T. al cast.]
39. ¿Podemos conocer cómo se realizó la formación de los mundos?
- Todo lo que es posible decir, y que podáis vosotros comprender, es que los mundos se forman por la condensación de la materia diseminada en el espacio.
40.Los cometas ¿serían –como hoy se piensa- un principio de condensación de la materia y mundos en vías de formación?
- Esto es exacto, pero lo absurdo consiste en creer en su influencia. Quiero decir, ese influjo que vulgarmente se les atribuye, dado que todos los cuerpos planetarios tienen su parte de influencia en ciertos fenómenos físicos.
41. Un mundo completamente formado ¿puede desaparecer, y la materia que lo integra dispersarse de nuevo en el espacio?
- Sí: Dios renueva los mundos, así como renueva los seres vivientes2.
2 Esta afirmación de los
Espíritus está de acuerdo con ciertas hipótesis modernas sustentadas por los
astrónomos. Por ejemplo, en aquella parte del cielo, entre Marte y Júpiter,
donde KÉPLER, BODE y TITIUS calcularon matemáticamente que debía existir otro
cuerpo planetario, se encontró, en efecto, una considerable acumulación de
asteroides de las más variadas formas y tamaños, que se supone eran los restos
de un quinto planeta, conocido asimismo como Planeta 28 o Faetón. [N. del T.
al cast.] Dicha teoría es hoy descartada, y se le considera más bien un
protoplaneta que debido al campo gravitatorio que ejerce Júpiter no llegó a
formarse. [N. del copista.]
42. ¿Podemos saber cuánto dura la formación de los mundos, por ejemplo, de la Tierra?
- Yo no puedo decírtelo, porque sólo el Creador lo sabe, y sería un demente quien pretendiera saberlo, o conocer el número de siglos que esa formación demandó.
II.- Formación de los seres vivientes
43. ¿Cuándo comenzó la Tierra a poblarse?
- En el principio todo era el caos. Los elementos se hallaban confundidos. Poco a poco cada cosa fue tomando su lugar: entonces aparecieron seres vivientes adaptados al estado en que se encontraba el globo.
44. ¿De dónde vinieron los seres vivientes a la Tierra?
- La Tierra contenía los gérmenes que esperaban el momento propicio para desarrollarse. Los principios orgánicos se reunieron tan pronto como cesó la fuerza que los mantenía apartados, y formaron los gérmenes de todos los seres vivos. Estos gérmenes permanecieron en estado latente e inerte, del modo que lo hacen las crisálidas y las semillas de las plantas, hasta el instante favorable para la eclosión de cada especie. Entonces, los seres de cada especie se reunieron, multiplicándose.
45. Antes de la formación de la Tierra ¿dónde estaban los elementos orgánicos?
- Se hallaban, si así vale decirlo, en el espacio y en estado fluídico, en medio de los Espíritus, o en otros planetas, aguardando la nuevo también.
La química nos muestra a las moléculas de los cuerpos inorgánicos uniéndose para formar cristales de una regularidad constante, según cada especie, tan pronto como alcanzan las condiciones requeridas. La menor perturbación que se opere en tales condiciones basta para impedir la reunión de los elementos o, cuando menos, su disposición regular, que constituye el cristal. ¿Por qué no ocurriría lo propio con los elementos orgánicos? A menudo conservamos durante años simientes de plantas y gérmenes de animales que sólo se desarrollan a determinada temperatura y en un medio propicio. Se ha visto a granos de trigo germinar pasados varios siglos. Hay, pues, en esas semillas un principio latente de vitalidad, que no espera sino una circunstancia favorable para desarrollarse. Lo que sucede a diario a nuestra mirada ¿no puede haber existido desde el origen del planeta? Esa formación de los seres vivientes que surgen del caos por la fuerza misma de la Naturaleza ¿resta algo a la grandeza de Dios? Lejos de esto, responde mejor a la idea que nos formamos de su poder ejerciéndose sobre infinidad de mundos por medio de leyes eternas. Cierto es que esta teoría no resuelve la cuestión del origen de los elementos vitales, pero Dios tiene sus misterios y ha puesto fronteras a nuestras investigaciones.
46. ¿Hay todavía seres que nacen por generación espontánea?
- Sí, pero el germen primitivo existía ya en estado latente. Todos los días sois testigos de este fenómeno. ¿Acaso los tejidos del hombre y de los animales no contienen gérmenes de una muchedumbre de gusanos que aguardan, para hacer eclosión, la fermentación pútrida necesaria a su existencia? Es ese minúsculo mundo que dormita y despierta3.
3 Es necesario aclarar que
no se hace referencia aquí a la obsoleta teoría de la abiogénesis, refutada
primero por FRANCESCO REDI en 1668, dándole su golpe de gracia LOUIS PASTEUR en
1864. Sino a un principio netamente espírita ampliado en la obra “La Génesis”
también de Allan Kardec. El sentido del texto vendría a ser que la vida surge a
consecuencia de la transformación de la materia orgánica, las moléculas del
ser humano o de los animales, sirven para que otros seres vivos se desarrollen.
“Todo cambia nada permanece, todo se transforma, todo tiene un sentido en la
evolución”. [N. del copista]
47.Entre los elementos orgánicos contenidos en el globo terrestre ¿se encontraba la especie humana?
- Sí, y a su tiempo fue creada. Es lo que hizo decir que el hombre ha sido formado del lodo de la tierra.
48. ¿Podemos conocer la época de la aparición del hombre y demás seres vivos en la Tierra?
- No. Y todos vuestros cálculos son quiméricos4.
4 En
la actualidad la antigüedad de Ardi es
de 4,4 millones de años, sobrenombre
dado al esqueleto de una hembra perteneciente a la especie Ardipithecus
ramidus, probablemente un hominino (primate bípedo), está considerado el más
primitivo hominino y que vivió durante el Plioceno. Los restos fueron hallados
en el valle del río Awash, en el desierto de Afar (Etiopía).
La
auténtica raíz de nuestra especie, el Homo
sapiens más antiguo, data de hace unos 315.000 años y
corresponde a los restos fósiles de tres adultos jóvenes hallados en el
yacimiento de Jebel Irhoud, a unos 100 kilómetros de Marrakech en el oeste de Marruecos (2017).
(https://es.wikipedia.org/wiki/Homo_sapiens)
(https://es.wikipedia.org/wiki/Homo_sapiens)
49. Si el germen de la especie humana se hallaba entre los elementos orgánicos del globo, ¿por qué no se forman hombres por generación espontánea, como en su origen?
- El principio de las cosas permanece entre los secretos de Dios. Mas, sin embargo, se puede afirmar que los hombres, una vez dispersados por el mundo, han absorbido en sí los elementos requeridos para su formación, a fin de transmitirlos según las leyes de la reproducción. Lo propio acontece con las diversas especies de seres vivientes.
III.- Población de la Tierra. – Adán
50. La especie humana ¿comenzó por un solo hombre?
- No. El que habéis llamado Adán, no fue el primero ni el único que pobló la Tierra.
51. ¿Podemos saber en qué época vivió Adán?
- Más o menos en aquella que le asignáis: alrededor de 4000 años antes de Cristo.
El hombre al que la tradición he perpetuado con el nombre de Adán fue uno de los que sobrevivieron, en una región, después de algunos de los grandes cataclismos que en diversas épocas han trastornado la superficie del globo, y pasó a ser la cepa de una de las razas que en la hora actual lo pueblan. Las Leyes de la Naturaleza contradicen la creencia de que los progresos de la humanidad, comprobados mucho tiempo antes de Cristo, hayan podido realizarse en unos pocos siglos, lo que sucedería, si el hombre sólo hubiera estado sobre la Tierra desde la época que se asigna a la existencia de Adán. Hay quienes consideran –y con mayor razón- que Adán ha sido un mito o una alegoría que personifica a las primeras edades del mundo.
IV.- Diversidad de las razas humanas
52. ¿De qué provienen las diferencias físicas y morales que distinguen a las distintas razas de hombres existentes en la Tierra?
- Del clima, la vida y los hábitos. Lo mismo sucede con dos hijos de una misma madre que, educados lejos uno del otro y en forma diferente, no se asemejarán en nada, en lo que respecta a lo moral.
53. El hombre ¿apareció en varios puntos del globo?
- Sí, y en diversas épocas. Es esta una de las causas de la variedad de las razas. Después los hombres, al dispersarse y establecerse en diferentes climas, mezclándose con otras razas, han formado tipos nuevos.
53 a. Esas diferencias ¿constituyen especies distintas?
- Por cierto, que no: todos son de una misma familia. Las diversas variedades de un mismo fruto ¿le impiden acaso pertenecerá una misma especie?
54.Si la especie humana no procede de un solo individuo, ¿deben los hombres dejar de considerarse hermanos?
- Todos los hombres son hermanos en Dios, por cuanto se hallan animados por el Espíritu y marchan hacia un mismo objetivo. Vosotros queréis siempre interpretar las palabras literalmente.
V.- Pluralidad de los mundos
55. ¿Todos los globos que giran en el espacio están habitados?
- Sí, y el hombre de la Tierra se halla lejos de ser –como cree- el primero en inteligencia, bondad y perfección. Sin embargo, hay seres humanos que se consideran muy grandes e imaginan que este pequeño globo es el único que posee el privilegio de tener seres racionales. ¡Orgullo y vanidad! Piensan que Dios creó el Universo para ellos solos…
Dios ha poblado los mundos con seres vivientes, todos los cuales concurren al objetivo final de la Providencia. Creer que los seres vivos se hallan confinados al único punto que habitamos nosotros en el Universo equivale a poner en duda la sabiduría de Dios, que nada inútil hizo. Él debió asignar a esos mundos una finalidad más importante que la de recrear nuestra vista. Por otra parte, nada, ni en la posición, ni en el volumen, ni en la constitución física de la Tierra, puede razonablemente llevar a suponer que sólo ella posea el privilegio de estar habitada, con exclusión de tantos millares de mundos similares.
56. Los diversos cuerpos celestes ¿poseen una misma constitución física?
- No. No se asemejan en modo alguno.
57. Visto que la constitución física de esos mundos no es igual en todos, ¿se deduce de ello que los seres que los habitan tengan una organización diferente?
- Sin lugar a dudas, así como, entre vosotros, los peces se hallan constituidos para vivir en el agua, y los pájaros en el aire.
58. Los mundos que se encuentran más distantes del Sol ¿están privados de luz y calor, ya que el Sol se muestra a ellos sólo con la apariencia de una estrella?
- ¿Creéis, entonces, que no existan otras fuentes de luz y calor que el Sol? ¿Olvidáis por completo la electricidad, que en algunos mundos desempeña un rol que desconocéis, harto más importante que en la Tierra? Por lo demás, no se ha dicho que todos los seres sean iguales a vosotros y con órganos conformados similarmente a los vuestros.
Las condiciones de existencia de los seres que habitan los diferentes mundos deben ser adecuadas al medio en que son llamados a vivir. Si nunca hubiéramos visto peces no comprenderíamos que ciertos seres pudieran vivir en el agua. Lo mismo ocurre en los otros cuerpos celestes, que poseen sin duda elementos que nos son desconocidos. ¿Acaso no vemos en la Tierra las prolongadas noches polares, que son iluminadas por la electricidad de las auroras boreales? ¿Es por ventura imposible que en ciertos globos la electricidad abunde más que en la Tierra y represente en ellos un papel general cuyos efectos no podemos comprender? Así pues, tales mundos pueden contener en sí mismos las fuentes de calor y de luz necesarias a sus habitantes.
VI.- Consideraciones y concordancias bíblicas relativas a la Creación
59.Los pueblos se han formado ideas muy divergentes acerca de la Creación, según el grado de sus conocimientos. La razón, apoyada en la ciencia, ha reconocido la inverosimilitud de ciertas teorías. La que ofrecen los Espíritus confirma la opinión admitida de mucho tiempo atrás por los hombres más esclarecidos.
La objeción que es posible hacer a esta teoría consiste en el hecho de que ella está en contradicción con los textos de los libros sagrados. Pero un examen serio permite comprobar que dicha contradicción es más aparente que real, y que resulta de la interpretación que se da a textos que a menudo tienen un sentido alegórico.
La cuestión del primer hombre personificado por Adán como tronco único de la humanidad no es la única sobre la cual hayan debido modificarse las creencias religiosas. El movimiento de la Tierra pareció en cierta época tan opuesto a los textos sagrados que no hubo ningún tipo de persecuciones que esta teoría no haya sufrido. Y, sin embargo, la Tierra gira a despecho de los anatemas, y en la hora actual nadie podría rebatirlo sin agraviar su propia razón.
La Biblia afirma, asimismo, que el mundo fue hecho en seis días y fija la época de su creación más o menos 4000 años antes de la Era Cristiana5. Con anterioridad a ese tiempo la Tierra no existía. El texto es formal en cuanto a que fue sacada de la nada. Y he aquí que la ciencia positiva, la inexorable ciencia viene a probar ahora lo contrario. La formación del globo ha quedado escrita con caracteres imprescriptibles en el mundo fósil y está probado que los seis días de la Creación son otros tantos períodos, cada uno de los cuales duró quizá varios centenares de miles de años. Esto no representa en modo alguno un sistema, doctrina o dictamen aislado, sino que es un hecho tan constante como el del movimiento de la Tierra, y que la teología no puede rehusarse a admitir: prueba evidente del error en que podemos incurrir si tomamos al pie de la letra las expresiones de un lenguaje que con frecuencia es figurado6. Ahora bien, ¿hay que concluir de ello que la Biblia esté equivocada? No, sino que los hombres se han engañado al interpretarla7.
5 Los geólogos y
geofísicos modernos consideran que la edad de la Tierra es de unos 4.543
millones de años. (https://es.wikipedia.org/wiki/Edad_de_la_Tierra)
6 Las recientes declaraciones del Papa Pío XII, que admite los cálculos de la
ciencia en lo que respecta a la formación de la Tierra, confirma el acierto de
Kardec en este pasaje. [N. de J. H. Pires.]
7 Advertencia a quienes
condenan la Biblia sin tomar en cuenta los factores históricos y el lenguaje
figurado de su texto. [N. de J. H. Pires.]
Al examinar los archivos de la Tierra la ciencia ha verificado el orden en que los diversos seres vivientes aparecieron en su superficie, y ese orden está de acuerdo con el señalado en el Génesis, salvo la diferencia de que la población del globo, en vez de haber surgido milagrosamente de manos de Dios en unas pocas horas se operó –siempre por su voluntad, pero según la ley que rige las fuerzas de la Naturaleza- en algunos millones de años. ¿Es Dios por esto menos grande y poderoso? ¿Acaso su obra es menos sublime por no poseer el prestigio de la instantaneidad? Salta a la vista que no. Habría que tener una idea muy mezquina de la Divinidad para no reconocer su omnipotencia en las leyes eternas que ha establecido para regir los mundos. Lejos de empequeñecer la obra divina, la ciencia nos la muestra bajo un aspecto más grandioso y más acorde con las nociones que tenemos acerca del poder y la majestad de Dios, incluso por las circunstancias de que dicha obra se realizó sin derogar las leyes de la Naturaleza.
La ciencia –de acuerdo con esto con Moisés- sitúa al hombre en último término en el orden de la creación de los seres vivientes. Pero Moisés establece que el Diluvio Universal aconteció en el año 1654 de la creación del mundo, al paso que la geología afirma que ese gran cataclismo fue anterior a la aparición del hombre, visto el hecho de que hasta la fecha no se ha encontrado en las capas primitivas ninguna huella de su presencia, ni de la de los animales de igual clase desde el punto de vista físico. Mas nada prueba que ello sea imposible. Muchos descubrimientos han planteado dudas a este respecto. Es posible, en consecuencia, que de un momento a otro se adquiera la certidumbre material de tal anterioridad de la raza humana, y entonces se reconocerá que acerca de este punto –como sobre otros- el texto bíblico tiene un carácter figurado. La cuestión reside en saber si el cataclismo geológico es el mismo que el de Noé. Ahora bien, el tiempo necesario a la formación de las capas fósiles no permite confundirlas, y tan pronto como se hayan encontrado vestigios de la existencia del hombre antes de la gran catástrofe quedará probado, o que Adán no ha sido el primer ser humano, o que su creación se pierde en la noche de los tiempos. Contra la evidencia no existen razonamientos valederos y habrá que aceptar este hecho, así como se han admitido el del movimiento de la Tierra y el de los seis períodos de la Creación.
Es cierto que la existencia del hombre antes del diluvio geológico sigue siendo hipotética, pero ved aquí cómo lo es menos: Admitiendo que el hombre haya surgido por vez primera en la Tierra 4000 años antes de Cristo, si 1650 años más tarde la raza humana entera fue destruida con excepción de una sola familia, resulta de ello que el poblamiento de la Tierra sólo data de Noé, esto es, de 2350 años antes de nuestra era. Ahora bien, cuando los hebreos emigraron a Egipto, en el siglo décimo octavo, encontraron a ese país muy poblado y adelantado en civilización. La historia prueba que en aquella época la India y otras comarcas eran asimismo florecientes, incluso sin tomar en cuenta la cronología de ciertos pueblos, que se remonta a una época harto más remota. Hubiera sido preciso que desde el siglo vigésimo cuarto hasta el décimo octavo, vale decir, en el término de seiscientos años, no sólo la descendencia de un solo hombre hubiera podido poblar todas las inmensas comarcas entonces conocidas –suponiendo que no lo estuviesen las otras-, sino que en tan corto intervalo la especie humana haya podido levantarse de la ignorancia absoluta del primitivo estado hasta el grado más alto del desarrollo intelectual, lo que está en contradicción con todas las leyes de la antropología.
En apoyo de esta opinión acude, inclusive, la diversidad de las razas. El clima y los hábitos producen, sin lugar a dudas, modificaciones en las características físicas, pero es sabido ya hasta qué punto puede llegar la influencia de esos factores, y el examen fisiológico demuestra que hay entre ciertas razas diferencias constitucionales más profundas que las que pueda ocasionar el clima. El cruzamiento de las razas produce tipos intermedios, tendiendo a borrar los caracteres extremos, pero no crea otros caracteres, sino tan sólo variedades de ellos. Pues bien, para que se haya operado un cruzamiento de razas hacía falta que hubiera distintas razas, y ¿cómo explicar entonces la existencia de éstas si se les atribuye un tronco común y, sobre todo, tan cercano? ¿Cómo admitir que en unos pocos siglos ciertos descendientes de Noé se hayan transformado hasta el punto de producir la raza etíope, por ejemplo? Semejante metamorfosis no es más admisible que la hipótesis de un tronco común para el lobo y la oveja, el elefante y el pulgón, el pájaro y el pez. Una vez más, nada podría prevalecer contra la evidencia de los hechos. Por el contrario, todo se explica admitiendo la existencia del hombre antes de la época que comúnmente se le asigna; la diversidad de orígenes; de Adán, que vivió hace seis mil años, como habiendo poblado una región aún inhabitada; el diluvio de Noé, como una catástrofe parcial que ha sido confundida con el cataclismo geológico;31tomando en cuenta, por último, la forma alegórica peculiar del estilo oriental, la que se encuentra en los libros sagrados de todos los pueblos. De ahí que sea prudente no enrolarse con demasiada ligereza contra aquellas doctrinas que tarde o temprano pueden –como tantas otras- dar un mentís a quienes las combaten. Lejos de perder, las ideas religiosas crecen al marchar con la ciencia. Y es este el único medio para no ofrecer al escepticismo un lado vulnerable8.
8 La aceptación de la historia bíblica como el relato de un hecho real, varía entre los exégetas y las comunidades religiosas, desde aquellos que aceptan toda la historia literalmente hasta quienes la ven como una alegoría, pasando por los que piensan que puede existir alguna base histórica que diese origen al mito. Sin embargo, un diluvio universal, tal como se describe en la Biblia (Génesis), es incompatible con los conocimientos científicos, en especial con los datos geológicos y paleontológicos, una postura que incluso sostienen quienes defienden la historicidad del mito. En lo que se refiere a la universalidad aparente de estos mitos, en algunos casos con detalles casi idénticos, puede ser explicada por la difusión del mito mesopotámico, basado en una catástrofe local, y por la existencia de numerosas inundaciones en distintos lugares del mundo, cuyo recuerdo se entremezcló con las fuentes bíblicas y clásicas.
AMOR, CARIDAD y TRABAJO
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