GÉNESIS ORGÁNICA
La Génesis de Allan Kardec
Formación inicial de los seres vivos
Hubo un tiempo en que los animales no existían, de modo que estos han tenido un comienzo. Cada especie apareció a medida que el globo adquiría las condiciones necesarias para su existencia. Esto es indudable. Ahora bien, ¿cómo se formaron los primeros individuos de cada especie? Se entiende que desde que existió una primera pareja, los individuos se multiplicaron. Pero ¿de dónde salió esa primera pareja? Ese es uno de los misterios inherentes al principio de las cosas, respecto de los cuales sólo podemos enunciar hipótesis. Si la ciencia no está en condiciones aún de resolver por completo el problema, puede al menos encaminarse hacia la solución.
La primera cuestión que se presenta es esta: Cada especie animal, ¿salió de una pareja primitiva o de varias parejas creadas o, si se prefiere, que brotaron simultáneamente en diferentes lugares?
Esta última suposición es la más probable, y se puede incluso decir que surge de la observación. En efecto, en cada especie hay una infinita variedad de géneros, que se distinguen por caracteres más o menos precisos. Hacía falta necesariamente al menos un tipo por cada variedad, adecuado al medio en que esta debía vivir, puesto que cada una se reproduce de manera idéntica.
Por otro lado, la vida de un individuo, sobre todo de un individuo de una especie que hace su primera aparición, está sujeta a tantas vicisitudes, que una creación entera podría quedar comprometida sin la pluralidad de los tipos primitivos, lo cual no parece conforme a la previsión divina. Además, si un tipo pudo formarse en un lugar, no hay razón para que no haya podido formarse en muchos otros lugares, y por la misma causa.
Por último, la observación de las capas geológicas confirma la presencia, en terrenos de idéntica formación y en proporciones enormes, de las mismas especies en puntos del globo muy alejados entre sí. Esa multiplicación tan generalizada, y en cierto modo contemporánea, habría sido imposible con un único tipo primitivo.
Por consiguiente, todo concurre para probar que hubo una creación simultánea y múltiple de las primeras parejas de cada especie animal y vegetal.
En la suposición de que, por una causa cualquiera, la Tierra volviese a su estado primitivo de incandescencia, todo se descompondría; los elementos se separarían; todas las sustancias fusibles se fundirían; todas las que son volatilizables se volatilizarían. Posteriormente, un segundo enfriamiento determinaría una nueva precipitación, y de nuevo se formarían las antiguas combinaciones.
La ley que rige la formación de los minerales conduce naturalmente a la formación de los cuerpos orgánicos.
El análisis químico muestra que todas las sustancias vegetales y animales están compuestas por los mismos elementos que los cuerpos inorgánicos. De esos elementos, los que desempeñan un rol principal son el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno y el carbono.
Los demás sólo se encuentran de manera eventual. Al igual que en el reino mineral, la diferencia de proporciones en la combinación de esos elementos produce todas las variedades de sustancias orgánicas y sus diversas propiedades, tales como los músculos, los huesos, la sangre, la bilis, los nervios, la sustancia cerebral y la grasa, en los animales; la savia, la madera, las hojas, los frutos, las esencias, los aceites, las resinas, etc., en los vegetales. Así, en la formación de los animales y las plantas no interviene ningún elemento especial que no se encuentre también en el reino mineral.
Puesto que los elementos constitutivos de los seres orgánicos y de los seres inorgánicos son los mismos, y que los vemos constantemente, en determinadas circunstancias, formar piedras, plantas y frutos, podemos inferir de ahí que los cuerpos de los primeros seres vivos se formaron, como las primeras piedras, por la reunión de las moléculas elementales, en virtud de la ley de afinidad, a medida que las condiciones de viabilidad del globo fueron propicias para tal o cual especie.
El principio vital
Cuando decimos que las plantas y los animales están formados por los mismos principios que constituyen los minerales, hay que entender esto en sentido exclusivamente material, pues sólo se trata del cuerpo.
Sin referirnos al principio inteligente, que es una cuestión aparte, existe en la materia orgánica un principio especial, inaprensible, que aún no se ha podido definir: el principio vital. Ese principio, que está activo en el ser vivo, se ha extinguido en el ser muerto; pero no por eso deja de conferirle a la sustancia propiedades características que la distinguen de las sustancias inorgánicas. La química, que descompone y recompone la mayor parte de los cuerpos inorgánicos, también consiguió descomponer los cuerpos orgánicos, pero nunca llegó a reconstituir ni siquiera una hoja muerta, lo que constituye una prueba evidente de que existe en los seres orgánicos algo que no existe en los inorgánicos.
Al combinarse sin el principio vital, el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno y el carbono sólo habrían formado un mineral o cuerpo inorgánico. Sin embargo, puesto que el principio vital modifica la constitución molecular de ese cuerpo, le confiere propiedades especiales y, en lugar de una molécula mineral, se obtiene una molécula de materia orgánica.
La actividad del principio vital es mantenida durante la vida mediante la acción del funcionamiento de los órganos, del mismo modo que el calor por el movimiento de rotación de una rueda. Al cesar esa acción con motivo de la muerte, el principio vital se extingue, al igual que el calor cuando la rueda deja de girar. No obstante, el efecto producido sobre el estado molecular del cuerpo por el principio vital subsiste hasta después de la extinción de ese principio, como la carbonización de la madera persiste después de que se ha extinguido el calor y la cesación del movimiento de la rueda. En el análisis de los cuerpos orgánicos, la química encuentra los elementos que los constituyen: oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y carbono, pero no puede reconstituir aquellos cuerpos; dado que ya no existe la causa, le es imposible reproducir el efecto, mientras que sí puede reconstituir una piedra.
El hombre
Desde el punto de vista corporal y puramente anatómico, el hombre pertenece a la clase de los mamíferos, de los cuales difiere únicamente por algunos matices en la forma exterior. En cuanto a lo demás, posee la misma composición química de los animales, los mismos órganos, las mismas funciones y los mismos modos de nutrición, de respiración, de secreción y de reproducción. El hombre nace, vive y muere en las mismas condiciones y, cuando muere, su cuerpo se descompone como el de todo ser viviente. No hay en su sangre, ni en su carne, ni en sus huesos, un átomo de más ni de menos que en el cuerpo de los animales. Como estos, al morir devuelve a la tierra el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno y el carbono que se habían combinado para formarlo, de modo que esos elementos, mediante nuevas combinaciones, van a formar nuevos cuerpos minerales, vegetales y animales. La analogía es tan grande que, cuando las experiencias no pueden hacerse en el propio hombre, sus funciones orgánicas se estudian en ciertos animales.
Por poco que se observe la escala de los seres vivos, desde el punto de vista del organismo, se reconoce que, desde el liquen hasta el árbol, y desde el zoófito hasta el hombre, existe una cadena que se eleva gradualmente sin solución de continuidad(1), y cuyos eslabones tienen, sin excepción, un punto de contacto con el eslabón precedente. Si se acompaña paso a paso la serie de los seres, podría decirse que cada especie es un perfeccionamiento, una transformación de la especie inmediatamente inferior. Dado que las condiciones del cuerpo del hombre son idénticas a las de los otros cuerpos, química y constitucionalmente, y dado que nace, vive y muere de la misma manera, también él debe de haberse formado en las mismas condiciones que los demás.
(1) Según la R.A.E. de la lengua “Sin solución de continuidad” significa “Sin interrupción”.
Aunque eso pueda costarle mucho a su orgullo, el hombre debe resignarse a no ver en su cuerpo material más que el último eslabón de la animalidad en la Tierra. Ese es el inexorable argumento de los hechos, contra el cual sería inútil protestar.
No obstante, cuanto más disminuye para él el valor del cuerpo, tanto más crece en importancia el principio espiritual. Si el primero lo nivela con los irracionales, el segundo lo eleva a una altura inconmensurable. Vemos el límite extremo del animal, pero no vemos el límite al que puede llegar el Espíritu del hombre.
En eso el materialismo puede ver que el espiritismo, lejos de temer a los descubrimientos de la ciencia y su positivismo, va al encuentro de ellos y los provoca, porque tiene la certeza de que el principio espiritual, que tiene existencia propia, en nada será perjudicado.
El Libro de los Espíritus de Allan kardec
Formación de los seres vivos
¿Cuándo comenzó a poblarse la Tierra?
“Al principio todo era caos; los elementos estaban mezclados. Poco a poco cada cosa tomó su lugar. Entonces aparecieron los seres vivos adecuados al estado del globo.”
¿De dónde vinieron los seres vivos a la Tierra?
“La Tierra contenía los gérmenes que aguardaban el momento favorable para desarrollarse. Los principios orgánicos se congregaron tan pronto como cesó la fuerza que los mantenía separados, y formaron los gérmenes de todos los seres vivos. Esos gérmenes permanecieron en estado latente e inerte, como la crisálida y las semillas de las plantas, hasta el momento propicio para la eclosión de cada especie. Entonces los seres de cada especie se congregaron y se multiplicaron.”
¿Dónde estaban los elementos orgánicos antes de la formación de la Tierra?
“Se encontraban, por decirlo así, en estado de fluido en el espacio, en medio de los Espíritus, o en otros planetas, en espera de la creación de la Tierra para comenzar una nueva existencia en un nuevo mundo.”
La química nos muestra que las moléculas de los cuerpos inorgánicos se unen para formar cristales de una regularidad constante, según cada especie, tan pronto como se encuentran en las condiciones requeridas. La menor perturbación en esas condiciones basta para impedir la reunión de los elementos o, por lo menos, la disposición regular que constituye el cristal. ¿Por qué no habría de suceder lo mismo con los elementos orgánicos? Conservamos durante años simientes de plantas y de animales que sólo se desarrollan a una temperatura determinada y en un medio propicio. Se ha visto germinar granos de trigo después de muchos siglos. Hay, pues, en esas simientes, un principio latente de vitalidad, que sólo espera una circunstancia favorable para desarrollarse. Lo que sucede a diario ante nuestros ojos, ¿no habría podido existir desde el origen del globo? Esa formación de los seres vivos, que salen del caos por la fuerza misma de la naturaleza, ¿le resta algo a la grandeza de Dios? Lejos de eso, responde mejor a la idea que nos hacemos de su poder, el cual se ejerce en los mundos infinitos por medio de leyes eternas. Es cierto que esta teoría no resuelve la cuestión del origen de los elementos vitales. Con todo, Dios tiene sus misterios y ha puesto límites a nuestras investigaciones.
¿Hay todavía seres que nacen de modo espontáneo?
“Sí, pero el germen primitivo ya existía en estado latente. Todos los días sois testigos de ese fenómeno. ¿Acaso los tejidos del hombre y de los animales no contienen los gérmenes de una cantidad de gusanos que esperan, para nacer, la fermentación pútrida necesaria para su existencia? Es un pequeño mundo que dormita y que se crea.”
Poblamiento de la Tierra. Adán
La especie humana, ¿se encontraba entre los elementos orgánicos contenidos en el globo terrestre?
“Sí, y llegó a su tiempo. Por eso se ha dicho que el hombre se formó del lodo de la tierra.”
¿Podemos saber en qué época aparecieron el hombre y los demás seres vivos en la Tierra?
“No. Todos vuestros cálculos son quimeras.”
Si el germen de la especie humana se encontraba entre los elementos orgánicos del globo, ¿por qué no se forman hombres de modo espontáneo, como en su origen?
“El principio de las cosas forma parte de los secretos de Dios. Sin embargo, se puede decir que los hombres, una vez esparcidos en la Tierra, absorbieron en sí los elementos necesarios para su formación, a fin de transmitirlos según las leyes de la reproducción. Lo mismo ocurrió con las diferentes especies de seres vivos.”
La especie humana, ¿comenzó con un solo hombre?
“No. Aquel a quien llamáis Adán no fue el primero ni el único que pobló la Tierra.”
¿Podemos saber en qué época vivió Adán?
“Más o menos en la época que le asignáis: alrededor de 4000 años antes de Cristo.”
El hombre a quien la tradición ha conservado con el nombre de Adán fue uno de los que sobrevivieron, en una región, a algunos de los grandes cataclismos que en diversas épocas trastornaron la superficie del globo, y llegó a ser el tronco de una de las razas que hoy lo pueblan. Las leyes de la naturaleza no admiten que los progresos de la humanidad, comprobados mucho tiempo antes de Cristo, hayan podido realizarse en unos pocos siglos, como habría sucedido si el hombre sólo hubiese estado en la Tierra desde la época asignada a la existencia de Adán. Algunos consideran, con más razón, que Adán es un mito o una alegoría que personifica a las primeras edades del mundo.
Diversidad de las razas humanas
¿De dónde provienen las diferencias físicas y morales que distinguen a las diversas razas de hombres en la Tierra?
“Del clima, la vida y las costumbres. Lo mismo ocurre con dos hijos de una misma madre, quienes, educados lejos uno del otro y de modo diferente, no se parecerán en nada en el aspecto moral.”
El hombre, ¿surgió en varios puntos del globo?
“Sí, y en diversas épocas. Esa es una de las causas de la diversidad de razas. Más tarde, al dispersarse en diferentes regiones y unirse con otras razas, los hombres han formado nuevos tipos.”
Esas diferencias, ¿constituyen especies distintas?
“No, por cierto. Todas son de la misma familia. ¿Acaso las diferentes variedades de un mismo fruto impiden que este pertenezca a la misma especie?”
Si la especie humana no procede de un solo hombre, ¿deben por eso los hombres dejar de mirarse como hermanos?
“Todos los hombres son hermanos en Dios, porque están animados por el espíritu y tienden al mismo objetivo. Vosotros siempre queréis tomar las palabras al pie de la letra.”
AMOR, CARIDAD y TRABAJO
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