¿Sufre el cuerpo o el alma, o ambos?






¿SUFRE EL CUERPO O EL ALMA, O AMBOS?





Después de la muerte de León Denis
La vida superior

Cuando el alma virtuosa, después de haber vencido las pasiones, abandona su cuerpo miserable, instrumento de dolor y de gloria, vuela a través de la inmensidad y va a unirse con sus hermanas del espacio. Impulsada por una fuerza irresistible, recorre regiones donde todo es armonía y esplendor. La palabra humana es demasiado pobre para expresar lo que ve en ellas. Y sobre todo, ¡qué ligereza y qué goce delicioso el de sentir que se rompe la cadena que la unía a la tierra, poder abarcar la extensión, hundirse en el vacío sin límites, elevarse al otro lado de la órbita de los mundos! Ya no existe el cuerpo achacoso, sufriente, pesado como una plancha de plomo; ya no hay que arrastrar penosamente la bola material. Libertada de sus lazos, irradia el alma y se embriaga de espacio y libertad. La fealdad terrestre, la vejez decrépita y arrugada cede el puesto a un cuerpo fluídico de formas graciosas, forma humana idealizada, que se ha hecho diáfana y brillante.


El cielo y el infierno e Allan Kardec
Espíritus sufridores

Pregunta a San Luis:
¿A qué se debe que la educación moral de los Espíritus desencarnados sea más sencilla que la de los encarnados? Las relaciones que el espiritismo establece entre los hombres y los Espíritus llevan a creer que, bajo la influencia de consejos saludables, estos últimos se corrigen con mayor rapidez que los encarnados, tal como se aprecia en la cura de las obsesiones.

Respuesta de San Luis (En la Sociedad de París):
“En virtud de su propia naturaleza, el encarnado se halla en un estado de lucha constante, debido a los elementos contrarios de que está compuesto, que deben conducirlo a su fin providencial, reaccionando el uno sobre el otro. La materia sufre con facilidad el predominio de un fluido exterior. Si el alma no reacciona con todo el poder moral de que es capaz, se deja dominar por intermedio del cuerpo y sigue el impulso de las influencias perversas que la rodean. Eso ocurre con tanta mayor facilidad cuanto que los invisibles que la oprimen atacan con preferencia los puntos más vulnerables, las tendencias hacia la pasión dominante.”


Pregunta:
¿Fue doloroso el momento en que vuestra vida se extinguió?

Respuesta:
Menos doloroso que después. Sólo sufrió el cuerpo.

Pregunta:
¿Cómo se explica que una niña de vuestra edad no haya dado un solo gemido durante esos cuatro años de sufrimiento?

Respuesta:
Porque el sufrimiento físico era dominado por una fuerza mayor, la de mi ángel de la guarda, a quien veía continuamente cerca de mí. Él sabía aliviar todos mis dolores; hacía que mi voluntad fuese más fuerte que el dolor.



El evangelio según el espiritismo de Allan Kardec
Capítulo V
La melancolía

¿Sabéis por qué una vaga tristeza se apodera a veces de vuestros corazones y os hace encontrar la vida tan amarga? Es vuestro Espíritu que aspira a la felicidad y a la libertad y que, ligado al cuerpo que le sirve de prisión, se agota en vanos esfuerzos para salir de él. No obstante, al reconocer que esos esfuerzos son inútiles, cae en el desaliento, y como el cuerpo sufre su influencia, se apoderan de vosotros la languidez, el abatimiento y una especie de apatía, que hacen que os consideréis desdichados.


Capítulo V
Pruebas voluntarias. El verdadero cilicio

Si sufrís frío y hambre para abrigar y alimentar al que tiene necesidad, y vuestro cuerpo padece por ello, hacéis un sacrificio que Dios bendice. Vosotros, los que dejáis vuestros perfumados aposentos para ir a los desvanes infectos a llevar consuelo; vosotros, los que ensuciáis vuestras delicadas manos curando llagas; vosotros, los que os priváis del sueño para velar a la cabecera de un enfermo que no es más que vuestro hermano en Dios; vosotros, en fin, los que consumís vuestra salud en la práctica de las buenas obras, ya tenéis allí vuestro cilicio, un verdadero y bendito cilicio, porque los goces del mundo no han secado vuestro corazón, ni os habéis dormido en el seno de las voluptuosidades enervantes de la fortuna, sino que os habéis convertido en los ángeles consoladores de los pobres desheredados.


Capítulo VI
Instrucciones de los espíritus

8. Dios consuela a los humildes y confiere fuerzas a los afligidos que las solicitan. Su poder cubre la Tierra. En todas partes, al lado de una lágrima, Él ha colocado un bálsamo de consuelo. El sacrificio y la abnegación constituyen una plegaria continua y encierran una enseñanza profunda. La sabiduría humana reside en esas dos palabras. Que todos los Espíritus que sufren puedan comprender esa verdad, en vez de clamar contra los dolores y los padecimientos morales que son vuestra herencia en este mundo. Así pues, adoptad por divisa estas dos palabras: sacrificio y abnegación, y seréis fuertes, porque ellas resumen todos los deberes que tanto la caridad como la humildad os imponen. El sentimiento del deber cumplido brindará reposo a vuestro espíritu, además de resignación. El corazón late mejor, el alma se tranquiliza y el cuerpo ya no desfallece, pues el cuerpo sufre tanto más cuanto más profundamente herido se halla el espíritu. (El Espíritu de Verdad. El Havre, 1863.)



El libro de los Espíritus de Allan Kardec
Libro segundo
Capítulo III
Separación del alma y el cuerpo

154. ¿Es dolorosa la separación del alma y el cuerpo?
“No, a menudo el cuerpo sufre más durante la vida que en el momento de la muerte. El alma no interviene en eso para nada. Los padecimientos que a veces se experimentan en el momento de la muerte son un goce para el Espíritu, que ve llegar el término de su exilio.”


Capítulo VI
Percepciones, sensaciones y padecimientos de los Espíritus

255. Cuando un Espíritu dice que sufre, ¿qué clase de padecimiento experimenta?
Angustias morales que lo atormentan más dolorosamente que los padecimientos físicos.”


Ensayo teórico acerca de la sensación en los Espíritus

257…
Cuanto más desprendido está de la influencia de la materia -dicho de otro modo, cuanto más desmaterializado se halla-, menos sensaciones penosas experimenta. Ahora bien, de él depende liberarse de dicha influencia desde esta vida. Tiene libre albedrío y, por consiguiente, la opción de hacer o dejar de hacer. Domine sus pasiones animales, no tenga odio ni envidia, celos ni orgullo, no se deje dominar por el egoísmo, purifique su alma mediante los buenos sentimientos, practique el bien, no atribuya a las cosas de este mundo más importancia de la que merecen. Entonces, incluso con su envoltura corporal, ya estará purificado, ya estará desprendido de la materia, y cuando abandone esa envoltura no sufrirá más su influencia. Los padecimientos físicos que haya experimentado no dejarán en él ningún recuerdo penoso; no le quedará al respecto ninguna impresión desagradable, porque sólo habrán afectado al cuerpo y no al Espíritu. Se sentirá feliz de haberse liberado, y la paz de su conciencia lo eximirá de todo padecimiento moral.


Libro tercero
Capítulo X
Fatalidad

859. Si la muerte no puede evitarse cuando debe ocurrir, ¿sucede lo mismo con todos los accidentes que sufrimos en el transcurso de la vida?

“Cuando se trata de cosas bastante insignificantes, nosotros podemos preveniros de ellas, y a veces hacemos que las evitéis dirigiendo vuestro pensamiento, pues no nos agrada el sufrimiento material. No obstante, eso es poco relevante para la vida que habéis elegido. La fatalidad, en verdad, sólo consiste en la hora en que debéis aparecer en la Tierra, así como en la que habréis de desaparecer de ella.”


Libro IV
Capítulo II
Penas temporales

983. El Espíritu que expía sus faltas en una nueva existencia, ¿experimenta padecimientos materiales? De no ser así, ¿es exacto decir que después de la muerte el alma sólo experimenta padecimientos morales?
“Es muy cierto que cuando el alma está reencarnada las tribulaciones de la vida son un sufrimiento para ella. No obstante, sólo el cuerpo padece materialmente…”



La Génesis de Allan Kardec
Capítulo XI
Génesis espiritual
Unión del principio espiritual con la materia

13. Por ser exclusivamente material, el cuerpo sufre las vicisitudes de la materia. Después de funcionar durante algún tiempo, se desorganiza y se descompone. El principio vital, como ya no encuentra un elemento para su actividad, se extingue y el cuerpo muere. El Espíritu, para quien el cuerpo privado de vida se torna inútil, lo abandona, como se abandona una casa en ruinas o la ropa que no sirve.


Capítulo XV
Los milagros en el evangelio
Desaparición del cuerpo de Jesús

Debido a sus propiedades materiales, el cuerpo carnal es la sede de las sensaciones y de los dolores físicos que repercuten en el centro sensitivo o Espíritu. El cuerpo no sufre, sino el Espíritu, que recibe la reacción de las lesiones o alteraciones de los tejidos orgánicos. En un cuerpo privado de Espíritu la sensación es absolutamente nula. Por la misma razón, el Espíritu, que no tiene cuerpo material, no puede experimentar los padecimientos que son el resultado de la alteración de la materia. Así pues, de ahí también debemos concluir que si Jesús sufrió materialmente, lo que nadie puede poner en duda, es porque tenía un cuerpo material de una naturaleza semejante a la del cuerpo de cualquier persona.



Después de la muerte de León Denis

La elevación de sentimientos, la pureza de la vida, los transportes hacia el bien y el ideal, las pruebas y los sufrimientos pacientemente soportados refinan cada vez más el periespíritu, lo extienden y multiplican sus vibraciones. Como una acción química, consumen las partículas groseras y sólo dejan subsistir las más sutiles, las más desleídas. Por un efecto inverso, los apetitos materiales, las pasiones bajas y vulgares reaccionan sobre el periespíritu y lo hacen más pesado, más denso y oscuro. La atracción de los globos inferiores, como la Tierra, se ejerce con fuerza sobre estos organismos, que conservan en parte las necesidades del cuerpo y no pueden satisfacerlas. Las encarnaciones de los espíritus que están dotados de tales necesidades se suceden rápidamente, hasta que el progreso, por el sufrimiento, llega a atenuar sus pasiones, a sustraerles a las influencias terrenales y darles accesos a mundos mejores.

Una correlación estrecha une los tres elementos constitutivos del ser. Cuanto más educado está el espíritu, más sutil, ligero y brillante es el periespíritu y más exento está el cuerpo de pasiones, más moderado es en sus apetitos y en sus deseos. La nobleza y la dignidad del alma resaltan en el periespíritu, al que hacen más armonioso de formas y más etéreo; sobresalen, incluso, en el cuerpo mismo; la superficie, entonces, se ilumina con el reflejo de una llama interior.



NOTAS:
Entiendo que el dolor o sufrimiento del cuerpo físico y espiritual es recíproco a través del periespíritu.

El periespíritu o cuerpo fluídico sirve de intermediario entre el espíritu y la materia, funcionando como un conjunto organizado, el espíritu quiere, el periespíritu transmite y el cuerpo físico ejecuta; y en sentido contrario, donde el cuerpo físico recibe, el periespíritu transmite y el espíritu siente.

Por ejemplo si el cuerpo sufre un dolor, el periespíritu lo transmite y el alma o espíritu lo siente o percibe.

En el espíritu hay percepción, sensación, audición, visión.

Un espíritu avaro decía que sentía una penosa sensación de frío. Mas, nuestra alma siente realmente frío, NO. Tiene conciencia de la sensación que actúa sobre el cuerpo. Kardec llegó a la conclusión de que ese espíritu no sentía frío real, sino un recuerdo de la sensación de frío que había soportado, y ese recuerdo que él considera como realidad, se torna un suplicio. Existe una diferencia entre el dolor físico y el dolor moral, no se debe confundir el efecto con la causa.

El cuerpo es el instrumento del dolor. El alma tiene la percepción del dolor; esa percepción es el efecto. El recuerdo que el alma conserva del dolor puede ser muy penoso, pero no puede tener una acción física. De hecho, ni el frío ni el calor tienen capacidad para desorganizar los tejidos del alma, que carece de la facultad de congelarse o de quemarse.

Los espíritus con el periespíritu más denso, perciben nuestros sonidos y olores. Ellos oyen el sonido de nuestra voz, pero nos comprenden solamente por la transmisión del pensamiento, sin el auxilio de la palabra.

Si el Espíritu no tuviera periespíritu sería inaccesible a toda clase de sensación dolorosa. Esto es lo que sucede con los Espíritus totalmente purificados. Sabemos que cuanto más se depuran, tanto más etérea se torna la esencia del periespíritu, de donde se llega a la conclusión de que la influencia material disminuye en la medida en que el Espíritu progresa, es decir, en la medida en que el propio periespíritu se torna menos grosero.



AMOR, CARIDAD y TRABAJO







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