El poder de la irradiación
En el proceso de la irradiación transmitimos a los demás por el mecanismo de la fuerza mental, la carga de fuerza vital que disponemos para donar. La irradiación se hace a distancia, proyectando nuestro pensamiento y sentimientos en favor de alguien, moviendo fuerzas psíquicas a través de la voluntad.
La persona que irradia debe cultivar buenos sentimientos, buenos pensamientos y buenos actos. Esto le irá formando una "atmósfera espiritual" positiva, creando una tonalidad vibratoria y una cantidad de fluidos agradables y saludables que podrán ser dirigidos a través de la voluntad para otras personas.
La persona que irradia debe focalizar mentalmente al paciente a quien se hace la irradiación y transmitirle a través del sentimiento, aquello que desea: paz, confort, coraje, salud, equilibrio, paciencia, etc.
Irradiación es la proyección del pensamiento y del sentimiento, que son energías que conseguimos exteriorizar de nosotros mismos. Cada cerebro puede emitir vibraciones de alta o de baja frecuencia, de acuerdo con los pensamientos constantes.
Irradiamos todos nosotros a través de nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y actos.
Esa energía que emitimos continuamente, forma nuestro hálito mental y se propaga a nuestro alrededor.
Esas energías tienen reflejo sobre nosotros mismos y sobre las personas que conviven con nosotros, los que están distanciados y todos los suyos del ambiente en que vivimos.
En los procesos de irradiación, el sanador, por acción de su voluntad dirigida, transmite a los otros sus energías vitales, que son inmediatamente repuestas por la absorción y metabolización automática de las energías del ambiente por los centros de fuerza (chacras).
En la irradiación, la persona, aplicando pensamiento y voluntad, acelera esta absorción - metabolización de energías vitales y espirituales, dirigiéndolas a quien las recibirá.
Los fluidos o energía, se someten a la ley de las proporciones, esto es, cada uno pone en movimiento una cierta cantidad relativa de esas fuerzas, que pueden ser juntadas con las de los espíritus, proporcionalmente, siendo entonces encaminadas a su objetivo. Debemos focalizar nuestro pensamiento, restringiéndolo a una cierta área, persona, o grupo de personas, para que sea el sostén de esa misma fuerza. Esto quiere decir que nuestra irradiación debe ser focalizada a alguien o a alguna situación determinada, clientes de los pedidos hechos genéricamente en favor de los necesitados que no alcanzan objetivamente sus fines. Apenas valen por la intención. El potencial en movimiento es aplicado de acuerdo con el mérito de cada uno. Esto es, no por el hecho de pedir excesivamente en favor de alguien, o de una situación determinada, conscientes de que los pedidos hechos genéricamente en favor de todos los necesitados, no alcanzan objetivamente sus fines. Solo valen por la intención. El potencial movido es aplicado de acuerdo con el mérito de cada uno. Esto es, no por el hecho de que alguien pida excesivamente en favor de alguien, conseguirá su fin.
La persona que irradia debe inicialmente centrarse, orar enseguida, y después, por la voluntad, focalizar el objeto de su irradiación y transmitir aquello que desea.
La persona que irradia debe inicialmente centrarse, orar enseguida, y después, por la voluntad, focalizar el objeto de su irradiación y transmitir aquello que desea.
Direccionando la vibración
Todas nuestras acciones y actitudes reflejan nuestras disposiciones mentales y emocionales. Cuando escribimos o dictamos para que sea escrito, no solo dejamos en el papel nuestras ideas, sino que son grabadas también nuestras disposiciones íntimas. Eso significa que podemos escribir con la luz de los sentimientos nobles o con las tintas oscuras del negativismo. En el momento que añadimos el nombre de alguien para la irradiación, ese nombre estará impregnado de la energía de quien solicitó la irradiación, pues, ciertamente, quien desea ayudar estará con el pensamiento en quien él quiere ayudar en el momento de inscribir su nombre. Esto creará la dirección vibratoria.
Todas nuestras acciones y actitudes reflejan nuestras disposiciones mentales y emocionales. Cuando escribimos o dictamos para que sea escrito, no solo dejamos en el papel nuestras ideas, sino que son grabadas también nuestras disposiciones íntimas. Eso significa que podemos escribir con la luz de los sentimientos nobles o con las tintas oscuras del negativismo. En el momento que añadimos el nombre de alguien para la irradiación, ese nombre estará impregnado de la energía de quien solicitó la irradiación, pues, ciertamente, quien desea ayudar estará con el pensamiento en quien él quiere ayudar en el momento de inscribir su nombre. Esto creará la dirección vibratoria.
Lo importante, en el momento de escribirla, es que alguien esté mentalizando al paciente para crear la dirección vibratoria. Los espíritus que van a actuar en este proceso hacen la localización del paciente a través de la "dirección vibratoria", no siendo esencial anotar la dirección. La lectura de los nombres de necesitados y las respectivas direcciones son necesarios solamente para que los médiums creen una imagen mental.
La "dirección vibratoria" guía a los espíritus, así como los policías que entrenan al perro para seguir y encontrar al fugitivo.
Si el número de necesitados es muy grande, podemos reunirlos en grupos de diez o más y numerar esos grupos o al revés, en vez de nombres, enunciar los grupos por los respectivos números, o incluso, suprimir tales nombres, conservando solamente sobre la mesa, los correspondientes registros, conforme nos orienta Edgard Armond en el libro Pases e Irradiaciones.
Esto quiere decir que cuando escribimos o dictamos a alguien para escribir los nombres de hermanos que necesitan ayuda, lo hagamos movidos por el sincero deseo de auxiliar y socorrer, y no con el propósito de librarnos del deber de tener que orar en beneficio del semejante. Esto le va formando una "atmósfera espiritual" positiva, creando una tonalidad vibratoria y una cantidad de fluidos agradables y saludables que podrán ser dirigidos a través de la voluntad hacia otras personas.
Recogido en oración, el hombre de buena voluntad recibe los recursos del Plano Superior, proyectándolos después en dirección al enfermo ausente, cuya figura mentaliza.
Superando obstáculos
Los espíritus que trabajan en la cura enfrentan serias dificultades en el servicio de socorro a los pacientes cuyos nombres están inscritos en las listas de los centros espiritualistas. Además de las dificultades técnicas resultantes de cierto desequilibrio del ambiente donde actúan, otros impredecibles os aguardan, en virtud del estado psíquico de los propios dolientes.
Los espíritus que trabajan en la cura enfrentan serias dificultades en el servicio de socorro a los pacientes cuyos nombres están inscritos en las listas de los centros espiritualistas. Además de las dificultades técnicas resultantes de cierto desequilibrio del ambiente donde actúan, otros impredecibles os aguardan, en virtud del estado psíquico de los propios dolientes.
A veces el enfermo tiene la mente saturada de fluidos sombríos debidos a conversaciones maledicientes, de intrigas, calumnias y críticas. Otros, se encuentran en excitación nerviosa debido a una violenta discusión. Están aquellos que son presos del vicio de las drogas y del alcohol, dificultando aun más el trabajo socorrista.
Otras veces, los fluidos irradiados de sesiones espíritas, penetran en los hogares enfermos, pero encuentran el ambiente cargado de fluidos agresivos provenientes de discusiones ocurridas entre sus familiares. Es evidente que los desencarnados tienen poco éxito en su tarea abnegada de socorrer a los enfermos cuando estos vibran sentimientos de odio, venganza, lujuria o cualquier otro sentimiento negativo.
En el proceso de irradiación, se dará un flujo de energía que se dirigirá a otra persona, llegando al perispíritu de esta, que podrá absorberla o no, de acuerdo con la ley de sintonía, afinidad, merecimiento y condiciones específicas del momento.
Para que la irradiación sea eficaz, la persona que va a ser ayudada debe estar receptiva (favorable al recibimiento de la ayuda para mejor absorber el recurso espiritual). Además de eso, es fundamental estar dispuesta a mejorar espiritualmente. La ayuda de la irradiación es pasajera y tales recursos tienden a fijarse y a crecer, cuando el individuo pase a tener una vida moralmente equilibrada.
Aquellos que vayan a hacer la vibración (irradiación), deberán recogerse en oración, evitar discusiones, ambientes negativos o intoxicarse con humo, alcohol, etc.
El Evangelio en el Hogar es muy importante para ayudar a armonizar el ambiente y despertar nuestra religiosidad. Un ambiente armónico es extremadamente importante. Hogar sin armonía pasa a ser habitado por entidades inferiores, que crean desentendimientos colocando a todos hacia afuera. Uno sale de casa por eso, otro, por aquello, desmantelando así a toda la familia. Con el autoconocimiento y nuestra reforma íntima estaremos cada vez más aptos para ayudarnos y ser ayudados, incluso a través de irradiaciones energéticas.
Articulo publicado en la Revista Cristiana de Espiritismo, ed. 46.
Articulo publicado en la Revista Cristiana de Espiritismo, ed. 46.
AMOR, CARIDAD y TRABAJO