Destrucción necesaria y destrucción abusiva
728. La destrucción, ¿es una ley de la naturaleza?
“Es necesario que todo se destruya para que renazca y se regenere. Porque lo que vosotros llamáis destrucción no es más que una transformación, cuyo objetivo es la renovación y el mejoramiento de los seres vivos.”
[728a] - Así pues, el instinto de destrucción, ¿habría sido dado a los seres vivos con miras providenciales?
“Las criaturas de Dios son los instrumentos de que Él se sirve para alcanzar sus fines. Para alimentarse, los seres vivos se destruyen mutuamente, y lo hacen con un doble objetivo: mantener el equilibrio en la reproducción -la cual podría volverse excesiva- y utilizar los despojos de la envoltura exterior. No obstante, lo que siempre se destruye es dicha envoltura, que sólo constituye el accesorio y no la parte esencial del ser pensante. La parte esencial es el principio inteligente, que es indestructible y que se elabora en el transcurso de las diferentes metamorfosis que experimenta.”
729. Si la destrucción es necesaria para la regeneración de los seres, ¿por qué la naturaleza les provee de medios de preservación y de conservación?
“Lo hace a fin de que la destrucción no se produzca antes del tiempo necesario. Toda destrucción anticipada obstaculiza el desarrollo del principio inteligente. Por eso Dios ha dado a cada ser la necesidad de vivir y de reproducirse.”
730. Dado que la muerte habrá de conducirnos a una vida mejor y nos liberará de los males de esta vida, razón por la cual es más de desear que de temer, ¿por qué el hombre siente por ella un horror instintivo, que hace que le tenga aprensión?
“Lo hemos dicho: el hombre debe tratar de prolongar su vida para cumplir su tarea. Por eso Dios le ha dado el instinto de conservación, y ese instinto lo sostiene en las pruebas. De lo contrario, muy a menudo se dejaría llevar por el desaliento. La voz secreta que le hace rechazar la muerte le dice que todavía puede hacer algo por su adelanto. Cuando un peligro lo amenaza, se trata de una advertencia para que aproveche el tiempo que Dios le concede. Con todo, el ingrato suele agradecer más a su estrella que a su Creador.”
731. ¿Por qué, junto a los medios de conservación, la naturaleza ha puesto al mismo tiempo los agentes destructores?
“El remedio junto a la enfermedad. Lo hemos dicho: es para mantener el equilibrio y servir de contrapeso.”
732. La necesidad de destrucción, ¿es la misma en todos los mundos?
“Es proporcional al estado más o menos material de cada mundo, y cesa con un estado físico y moral más purificado. En los mundos más adelantados que el vuestro, las condiciones de vida son completamente diferentes.”
733. La necesidad de destrucción, ¿existirá siempre entre los hombres, en la Tierra?
“La necesidad de destrucción disminuye en el hombre a medida que el Espíritu predomina sobre la materia. Por eso veis que el horror a la destrucción aumenta con el desarrollo intelectual y moral.”
734. En su estado actual, ¿puede el hombre ejercer de modo ilimitado su derecho a destruir a los animales?
“Ese derecho está regulado por la necesidad de ocuparse de su alimentación y de su seguridad. El abuso nunca fue un derecho.”
735. ¿Qué pensar de la destrucción que excede los límites de las necesidades y de la seguridad, de la caza, por ejemplo, cuando su único objetivo es el placer de destruir, sin utilidad alguna?
“Predominio de la bestialidad sobre la naturaleza espiritual. Toda destrucción que rebase los límites de la necesidad es una violación de la ley de Dios. Los animales sólo destruyen para proveer a sus necesidades. El hombre, en cambio, que posee libre albedrío, lo hace sin necesidad. Tendrá que dar cuenta del abuso de la libertad que se le ha concedido, porque en esos casos cede a los malos instintos.” (1)
(1) Según se verá, la caza
denominada “deportiva”, así como aquella otra, más funesta, que sólo persigue
fines de lucro, no se justifican en modo alguno y podrían ponerse en el mismo
nivel de barbarie que las corridas de toros y el boxeo, resabios modernos del
Circo romano. La caza deportiva hacía poco mal, antaño, porque sólo era
practicada por los considerados “grandes de la Tierra”, esto es, los reyes y
los señores feudales, y con armas tan primitivas como la ballesta. La
democratización de las sociedades humanas, por un parte, y la introducción de
la pólvora primero y de armas cada vez más eficaces después, como el fusil provisto
de mira telescópica, por la otra, han traído como consecuencia la desaparición
o el receso de especies animales enteras, que sólo la creación de parques
nacionales o reservas logró parcialmente salvar del aniquilamiento. En cuanto a
la caza comercial, a ella se deben verdaderas hecatombes en especies como los
elefantes, focas y ballenas, cuyo exterminio no ha sido otra cosa que una
sucesión de sangrientas e inútiles carnicerías, a las que en balde intentó
poner coto una legislación insuficiente y tibia. Esto ha acarreado en el
equilibrio de la Naturaleza una fractura que probablemente sea ya irreparable.
[N. del T. al cast. 1981]
736. Los pueblos que se exceden en el escrúpulo relativo a la destrucción de los animales, ¿poseen un mérito particular?
“Se exceden en un sentimiento que de por sí es loable, pero que se vuelve abusivo, y cuyo mérito es neutralizado por abusos de todo tipo. En esos pueblos hay más temor supersticioso que verdadera bondad.”
Plagas destructoras
737. ¿Con qué objetivo Dios castiga a la humanidad mediante plagas destructoras?
“Para hacer que adelante más rápido. ¿Acaso no hemos dicho que la destrucción es necesaria para la regeneración moral de los Espíritus, que adquieren en cada nueva existencia un nuevo grado de perfección? Es preciso ver el fin para evaluar los resultados. Vosotros los juzgáis sólo desde un punto de vista personal, y los llamáis plagas debido al perjuicio que os ocasionan. No obstante, esos trastornos suelen ser necesarios para hacer que llegue con mayor prontitud un orden de cosas mejor, para que llegue en pocos años lo que habría demandado muchos siglos.” (2)
(2) Esta
respuesta plantea de una manera muy clara el problema de los “saltos” en la
Naturaleza, al que nos referimos en nota anterior. El “salto cualitativo” a que
alude la dialéctica marxista, y que en opinión de algunos contradice el orden
evolutivo de la Doctrina Espírita, es la exacta expresión de ese tipo de
“trastornos” que apresuran el desarrollo. Conforme se advertirá, el Espiritismo
reconoce la existencia y la necesidad de tales “trastornos”, pero integrados
dentro del proceso general de la evolución, no admitiéndolos como una ruptura
de dicho proceso. [N. de J. H. Pires. 1981]
738. ¿No podía Dios emplear, para el mejoramiento de la humanidad, otros medios que no fuesen las plagas destructoras?
“Sí, y los emplea a diario, puesto que ha dado a cada uno los medios de progresar mediante el conocimiento del bien y del mal. El hombre es quien no los aprovecha. Es preciso, pues, castigarlo en su orgullo y hacerle sentir su debilidad.”
[738a] - Pero en medio de esas plagas el hombre de bien y el perverso sucumben por igual. ¿Es eso justo?
“Durante la vida, el hombre lo refiere todo a su cuerpo, pero después de la muerte piensa de otra manera. Como hemos dicho, la vida del cuerpo es insignificante. Un siglo de vuestro mundo es un relámpago en la eternidad. Por consiguiente, los padecimientos que se prolongan durante lo que vosotros denomináis algunos meses o algunos días, no son nada. Se trata de una enseñanza que os será de provecho en el porvenir. Los Espíritus son el mundo real, que preexiste y sobrevive a todo. Ellos son los hijos de Dios y el objeto de toda su solicitud. Los cuerpos no son más que disfraces con los cuales ellos se presentan en el mundo. En las grandes calamidades que diezman a los hombres ocurre lo que en un ejército cuyos soldados, durante la guerra, ven sus uniformes gastados, rotos o perdidos. El general se preocupa más por sus soldados que por la vestimenta de estos.”
[738b] - Con todo, las víctimas de esas plagas, ¿dejan por eso de ser víctimas?
“Si se considerara la vida tal como es, y cuán insignificante es en relación con lo infinito, no se le daría tanta importancia. Esas víctimas hallarán en otra existencia una amplia compensación por sus padecimientos, si saben soportarlos sin quejarse.”
Ya sea que la muerte sobrevenga como consecuencia de una plaga o por una causa ordinaria, habrá que morir necesariamente cuando llegue la hora de la partida. La única diferencia consiste en que en el primer caso se marcha un gran número de personas a la vez. Si pudiéramos elevarnos con el pensamiento, de modo que con una visión de conjunto abarcásemos a la humanidad entera, esas plagas tan terribles no nos parecerían más que tormentas pasajeras en el destino del mundo.
739. Las plagas destructoras, ¿tienen alguna utilidad desde el punto de vista físico, a pesar de los males que ocasionan?
“Sí, algunas veces modifican el estado de una región. No obstante, el bien que de ellas resulta sólo suele ser apreciado por las generaciones futuras.”
740. Las plagas, ¿no serían también para el hombre pruebas morales que lo enfrentan con las más duras necesidades?
“Las plagas son pruebas que proporcionan al hombre la ocasión de ejercer su inteligencia y de demostrar su paciencia y su resignación a la voluntad de Dios. Asimismo, lo ponen en condiciones de manifestar sus sentimientos de abnegación, desinterés y amor al prójimo, en caso de que no esté dominado por el egoísmo.”
741. ¿Es dado al hombre conjurar las plagas que lo afligen?
“Sí, en parte. Aunque no como generalmente se entiende. Muchas plagas son la consecuencia de la imprevisión del hombre. A medida que este adquiere conocimientos y experiencia puede conjurarlas, es decir, prevenirlas, si sabe investigar sus causas. Con todo, entre los males que afligen a la humanidad los hay de un carácter general, que forman parte de los designios de la Providencia, y cuyas consecuencias afectan a cada individuo en mayor o menor medida. El hombre sólo puede oponerle su resignación a la voluntad de Dios. Incluso, esos males suelen agravarse por su indolencia.”
Entre las plagas destructoras, naturales e independientes del hombre, es preciso incluir en primer término la peste, el hambre, las inundaciones, las inclemencias del tiempo que destruyen el producto de la tierra. Pero ¿no ha encontrado el hombre en la ciencia, en el trabajo del suelo, en el perfeccionamiento de la agricultura, en la rotación de cultivos y en las obras de riego, así como en el estudio de las condiciones higiénicas, los medios de neutralizar, o por lo menos atenuar, muchos desastres? Algunas regiones que otrora fueron asoladas por terribles plagas, ¿no se preservan hoy? Por consiguiente, ¿qué no hará el hombre a favor de su bienestar material cuando sepa sacar provecho de todos los recursos de su inteligencia, y cuando al cuidado de su conservación personal sepa unir el sentimiento de una verdadera caridad para con sus semejantes?
Guerras
742. ¿Cuál es la causa que lleva al hombre a la guerra?
“Predominio de la naturaleza animal sobre la naturaleza espiritual, y satisfacción de las pasiones. En el estado de barbarie los pueblos sólo conocen el derecho del más fuerte. Por esa razón, la guerra es para ellos un estado normal. En cambio, a medida que el hombre progresa, la guerra se vuelve menos frecuente, porque él evita las causas que la provocan, y en caso de que la guerra sea necesaria, sabe humanizarla.”
743. La guerra, ¿desaparecerá algún día de la Tierra?
“Sí, cuando los hombres comprendan la justicia y practiquen la ley de Dios. Entonces, todos los pueblos serán hermanos.”
744. ¿Cuál ha sido el objetivo de la Providencia al hacer que la guerra sea necesaria?
“La libertad y el progreso.”
[744a] - Si la finalidad de la guerra es alcanzar la libertad, ¿cómo se explica que a menudo tenga por objetivo y por resultado la esclavitud?
“Esclavitud momentánea para cansar(3) a los pueblos, a fin de que lleguen más rápido a la libertad.”
(3) [El término original (tanto
en esta edición como en la de 1857) es lasser, que significa cansar,
agotar; y en sentido figurado, desanimar, fastidiar, hartar. Al
escribirla con letra cursiva, los Espíritus aluden, probablemente, a este
último sentido. Así, la locución de guerre lasse alude al renunciamiento
que es producto del cansancio (físico o moral) que resulta de una larga lucha.
En la edición francesa de 1922 (Véase la nota nº 26 de la Introducción),
el verbo lasser fue reemplazado por tasser (apilar, amontonar,
apisonar, aplastar), lo cual forzó interpretaciones erróneas en algunas
traducciones. Por su parte, correctamente, Fernández Colavida (1863) escribe
“cansar”; y Anna Blackwell (1875), “to weary”. 1981]
745. ¿Qué pensar del que provoca la guerra en su propio beneficio?
“Ese es el verdadero culpable. Necesitará muchas existencias para expiar todos los asesinatos que causó, porque responderá por cada hombre cuya muerte haya causado para satisfacer su ambición.”
Asesinato
746. El asesinato, ¿es un crimen ante Dios?
“Sí, un gran crimen. Porque el que le quita la vida a su semejante trunca una vida de expiación o de misión, y en eso reside el mal.”
747. En el asesinato, ¿siempre existe el mismo grado de culpabilidad?
“Ya lo hemos dicho: Dios es justo. Juzga la intención más que el hecho.”
748. ¿Disculpa Dios por el asesinato cometido en legítima defensa?
“Sólo la necesidad puede disculparlo. No obstante, si se puede preservar la propia vida sin atentar contra la del agresor, se debe hacer.”
749. El hombre, ¿es culpable de los asesinatos que comete durante la guerra?
“No, cuando está obligado a ello por la fuerza; pero eso no quita que sea culpable de las crueldades que comete. En cambio, su compasión le será tomada en cuenta.”
750. Ante Dios, ¿quién es más culpable: el parricida o el infanticida?
“Ambos lo son por igual, pues todo crimen es un crimen.”
751. ¿A qué se debe que, en determinados pueblos, ya adelantados desde el punto de vista intelectual, el infanticidio forme parte de las costumbres y esté consagrado por la legislación?
“El desarrollo intelectual no implica la necesidad del bien. Un Espíritu superior en inteligencia puede ser malvado. Es el caso del que ha vivido mucho sin mejorar: solamente sabe.” (4)
(4) [En el original: il sait
(él sabe). Los traductores han interpretado esta afirmación en dos sentidos
distintos.Por nuestra parte, coincidimos con la resolución adoptada por Guillon
Ribeiro (O Livro dos Espíritos, Río de Janeiro: FEB, 1944). Si nos
guiamos por el contexto, inferimos que lo que se ha querido decir es: sólo
tiene conocimiento. Así, Anna Blackwell, en su versión inglesa (1875),
introduce esta perífrasis: “… ha vivido mucho tiempo sin mejorar moralmente, y
ganó conocimiento sin adquirir purificación moral”. 1981]
Crueldad
752. ¿Se puede relacionar el sentimiento de crueldad con el instinto de destrucción?
“Es el instinto de destrucción en su peor momento, porque si la destrucción es a veces una necesidad, la crueldad nunca lo es. Siempre resulta de una naturaleza mala.”
753. ¿A qué se debe que la crueldad sea el carácter dominante de los pueblos primitivos?
“En los pueblos primitivos, cómo tú los llamas, la materia prevalece sobre el Espíritu. Esos pueblos se entregan a los instintos de los irracionales, y como no tienen otras necesidades más que las de la vida del cuerpo, sólo piensan en su conservación personal. Es eso lo que generalmente los torna crueles. Además, los pueblos cuyo desarrollo es imperfecto se encuentran bajo el dominio de Espíritus igualmente imperfectos, con los que simpatizan, hasta que otros pueblos más adelantados vienen a destruir o debilitar esa influencia.”
754. La crueldad, ¿no deriva de la ausencia de sentido moral?
“Di que el sentido moral no está desarrollado, pero no digas que está ausente, pues existe en principio en todos los hombres. Ese sentido moral es el que más tarde hace de ellos seres buenos y humanitarios. Existe, pues, en el salvaje, pero como el principio del perfume, que está en el germen de la flor antes de que esta se abra.”
Todas las facultades existen en el hombre en estado rudimentario o latente. Se desarrollan según las circunstancias les resulten más o menos favorables. El desarrollo excesivo de algunas detiene o neutraliza el de otras. La sobreexcitación de los instintos materiales sofoca -por decirlo así- el sentido moral, así como el desarrollo del sentido moral debilita poco a poco las facultades puramente animales.
755. ¿Cómo se explica que en el seno de la civilización más adelantada a veces se encuentren seres tan crueles como los salvajes?
“Del mismo modo que en un árbol cargado de buenos frutos encontramos algunos que se han malogrado. Esos seres son, si así lo quieres, salvajes(5) que de la civilización sólo tienen la apariencia, son lobos perdidos en medio de las ovejas. Espíritus de un orden inferior y muy atrasados pueden encarnar entre los hombres adelantados, con la esperanza de adelantar ellos mismos. No obstante, si la prueba es demasiado pesada, la naturaleza primitiva predomina.”
(5) Hacemos constancia en las
referencias que los Espíritus acotan a Kardec, con las palabras salvaje o
pueblos primitivos de la pregunta 753, como reprobando la noción que en aquel
siglo se tenía sobre los pueblos menos desarrollados; preocupándose ellos por
el fondo de la cuestión y dejándonos a nosotros, como tantas veces nos han
dicho, la capacidad de entendernos con nuestro lenguaje. [N. del copista.
1981]
756. La sociedad de los hombres de bien, ¿será algún día limpiada de seres malhechores?
“La humanidad progresa. Esos hombres dominados por el instinto del mal y que están fuera de lugar entre las personas de bien, desaparecerán poco a poco -así como el mal grano se separa del bueno cuando pasan por la criba-, pero para renacer con otra envoltura. Entonces, como tendrán más experiencia, comprenderán mejor el bien y el mal. Tienes un ejemplo de ello en las plantas y los animales que el hombre ha sabido perfeccionar, desarrollando en ellos cualidades nuevas. Pues bien, sólo después de muchas generaciones el perfeccionamiento es completo. Es la imagen de las diversas existencias del hombre.”
Duelo(6)
(6) En su
modalidad más formalizada, el duelo fue practicado desde el siglo XV hasta
comienzos del siglo XX en las sociedades occidentales. Su
ilegalización, no fue efectiva hasta las primeras décadas del siglo XX. [Wikipedia]
757. El duelo, ¿puede ser considerado un caso de legítima defensa?
“No; es un asesinato y una costumbre absurda, digna de bárbaros. Con una civilización más adelantada y moral el hombre comprenderá que el duelo es tan ridículo como los combates que antaño se consideraban juicios de Dios.”
758. El duelo, ¿puede ser considerado un asesinato por parte de aquel que, conociendo su propia debilidad, está casi seguro de sucumbir?
“Es un suicidio.”
[758a] - Y cuando las posibilidades son iguales, ¿es un asesinato o un suicidio?
“Es lo uno y lo otro.”
En todos los casos, incluso en aquel en que las posibilidades son iguales, el duelista es culpable; primero, porque atenta fríamente y con un propósito deliberado contra la vida de su semejante; segundo, porque expone su propia vida inútilmente y sin provecho para nadie.
759. ¿Cuál es el valor de lo que se denomina pundonor en materia de duelo?
“El orgullo y la vanidad: dos llagas de la humanidad.”
[759a] - Sin embargo, ¿no hay casos en los que el honor se encuentra realmente comprometido, de modo que rehusar el duelo sería una cobardía?
“Eso depende de los usos y las costumbres. Cada país y cada siglo tienen al respecto una manera de ver distinta. Cuando los hombres sean mejores y estén más adelantados en lo moral, comprenderán que el verdadero pundonor está por encima de las pasiones terrenales, y que no es matando o dejándose matar como se repara un agravio.”
Hay más grandeza y verdadero honor en reconocerse culpable si se cometió un error, o en perdonar si se tiene razón; así como en despreciar en todos los casos los insultos que no pueden alcanzarnos.
Pena de muerte
760. La pena de muerte, ¿desaparecerá algún día de la legislación humana?
“Es indudable que la pena de muerte desaparecerá, y su supresión señalará un progreso en la humanidad. Cuando los hombres estén más instruidos, la pena de muerte será abolida por completo en la Tierra. Los hombres ya no tendrán necesidad de ser juzgados por los hombres. Me refiero a una época que aún está bastante lejana de vosotros.”
Sin duda, el progreso social todavía deja mucho que desear. No obstante, seríamos injustos para con la sociedad moderna si no viéramos, en los pueblos más adelantados, un progreso en las restricciones impuestas a la pena de muerte y a la naturaleza de los crímenes a que se limita su aplicación. Si consideramos las garantías que en esos mismos pueblos la justicia se esfuerza por otorgar al acusado, así como el trato humanitario que le concede -aunque se lo haya reconocido culpable-, y los comparamos con las prácticas vigentes en épocas que aún no están muy lejanas, no podemos dejar de reconocer el camino progresivo por el que marcha la humanidad.
761. ¿La ley de conservación concede al hombre el derecho de preservar su propia vida? ¿No hace uso de ese derecho cuando elimina de la sociedad a un miembro peligroso?
“Hay otros medios de preservarse del peligro, sin matar. Por otra parte, es preciso abrir al criminal la puerta del arrepentimiento en lugar de cerrársela.”
762. Si la pena de muerte puede ser desterrada de las sociedades civilizadas, ¿no ha sido una necesidad en épocas menos adelantadas?
“Necesidad no es la palabra. El hombre cree siempre que una cosa es necesaria cuando no encuentra nada mejor. A medida que se instruye, comprende más claramente lo que es justo y lo que es injusto, y repudia los excesos que se cometían en nombre de la justicia en épocas de ignorancia.”
763. La restricción de los casos en que se aplica la pena de muerte, ¿es un indicio de progreso en la civilización?
“¿Acaso puedes dudarlo? ¿No se subleva tu Espíritu al leer el relato de las carnicerías humanas que se hacían otrora en nombre de la justicia y muchas veces en honor de la Divinidad, de las torturas que se infligían al condenado, e incluso al acusado, a fin de arrancarle mediante el exceso de padecimientos la confesión de un crimen que a menudo no había cometido? Pues bien, si hubieras vivido en aquellos tiempos habrías considerado todo eso muy natural, y quizá como juez habrías hecho otro tanto. Así, lo que parecía justo en una época se considera bárbaro en otra. Sólo las leyes divinas son eternas. Las leyes humanas cambian con el progreso, y cambiarán más aún, hasta que hayan sido puestas en armonía con las leyes divinas.” (7)
(7) Definición
perfecta de la concepción espírita de la moral. Los principios verdaderos de la
moral son de naturaleza eterna y las costumbres de los pueblos se van
modificando a lo largo de la evolución, en dirección a aquellos principios. La
sociología materialista, que se ocupa tan sólo de las costumbres, ha creado el
falso concepto de la relatividad moral, que sin embargo está ya declinando en
el pensamiento moderno. El hombre intuye cada vez más claramente las leyes
divinas de la moral, en la proporción en que progresa. Sus costumbres se van
depurando y su moral armoniza con esas leyes superiores. [N. de J. H. Pires.
1981]
764. Dijo Jesús: Quien ha matado a espada, a espada perecerá. Esas palabras, ¿no constituyen la consagración de la pena del talión? Y la muerte que se inflige al asesino, ¿no constituye la aplicación de esa pena?
“¡Cuidado! Os habéis equivocado acerca de esas palabras, así como respecto a muchas otras. La pena del talión es la justicia de Dios(8); es Él quien la aplica. Todos vosotros sufrís a cada instante esa pena, porque sois castigados por donde habéis pecado, en esta vida o en otra. Quien haya hecho sufrir a sus semejantes se encontrará en una situación en que habrá de sufrir él mismo lo que haya hecho padecer a los demás. Tal es el sentido de esas palabras de Jesús. Con todo, ¿no os ha dicho también, Perdonad a vuestros enemigos? ¿No os ha enseñado a pedir a Dios que perdone vuestras ofensas, así como vosotros habéis perdonado las de los demás, es decir, en la misma proporción en que vosotros habéis perdonado? Comprended bien esto.”
(8) Consideramos oportuno
recordar al lector neófito, que Dios no premia, prohíbe, ni castiga, etc., sino
que Él tiene sus Leyes que obran sobre nuestra conducta, y según estemos dentro
o fuera de esa Ley, tales serán las consecuencias de nuestros actos. (Véase Libro
Primero, Cap. I “Dios” de esta obra). [N. del copista. 1981]
765. ¿Qué pensar de la pena de muerte que se inflige en nombre de Dios?
“Es tomar el lugar de Dios en la aplicación de la justicia. Los que obran así demuestran cuán lejos están de comprender a Dios, y lo mucho que aún deben expiar. La pena de muerte aplicada en nombre de Dios es un crimen, y los que la infligen son tan responsables de ello como de cualquier otro asesinato.”
AMOR, CARIDAD y TRABAJO
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