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Intervención de los espíritus en el mundo corporal (Segunda parte)

 






INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS
EN EL MUNDO CORPORAL
(Segunda parte)






El libro de los espíritus de Allan Kardec
CAPÍTULO IX

Ángeles de la guarda. 
Espíritus protectores, familiares o simpáticos

489. ¿Hay Espíritus que se apegan a un individuo en particular, para protegerlo?
“Sí, el hermano espiritual. Es el que llamáis Espíritu bueno o genio bueno.”


490. ¿Qué se debe entender por ángel de la guarda?
“El Espíritu protector de un orden elevado.”


491. ¿Cuál es la misión del Espíritu protector?
“La de un padre para con sus hijos: conducir a su protegido por el camino del bien, ayudarlo con sus consejos, consolarlo en las aflicciones, sostener su valor en las pruebas de la vida.”


492. El Espíritu protector, ¿está apegado al individuo desde el nacimiento de este?
“Desde el nacimiento hasta la muerte, y con frecuencia lo sigue después de la muerte en la vida espírita, e incluso durante muchas existencias corporales, porque esas existencias no son más que fases muy cortas en relación con la vida del Espíritu.”


493. La misión del Espíritu protector, ¿es voluntaria u obligatoria?
“El Espíritu está obligado a velar por vosotros porque aceptó esa tarea, pero puede elegir a los seres que le son simpáticos. Para algunos es un placer. Para otros, una misión o un deber.”


493a. Al dedicarse a una sola persona, ¿renuncia el Espíritu a proteger a otros individuos?
“No, pero lo hace de una manera menos exclusiva.”


494. El Espíritu protector, ¿está fatalmente apegado al ser cuya guarda se le confió?
“Suele suceder que determinados Espíritus abandonan su posición para cumplir diversas misiones. Sin embargo, en ese caso, otros los sustituyen.”


495. El Espíritu protector, ¿abandona a veces a su protegido, cuando este se muestra rebelde a sus advertencias?
“Se aleja cuando ve en su protegido que los consejos que le da son inútiles, y que es más fuerte la voluntad de sufrir la influencia de los Espíritus inferiores. Pero nunca lo abandona por completo y siempre se hace escuchar. En ese caso es el hombre quien cierra sus oídos. El Espíritu protector vuelve tan pronto como se lo llama.

”Hay una doctrina que, por su encanto y su dulzura, debería convertir a los más incrédulos: la doctrina de los ángeles de la guarda. Pensar que siempre tenéis cerca a seres que son superiores a vosotros; que siempre están allí para aconsejaros y sosteneros, para ayudaros a escalar la escarpada montaña del bien; que son amigos más seguros y abnegados que las amistades más íntimas que alguien podría tener en esta Tierra, ¿no es esa una idea muy consoladora? Esos seres se encuentran allí por orden de Dios. Él los ha puesto cerca de vosotros y allí permanecen por amor a Él, cumpliendo a vuestro lado una bella, aunque penosa misión. En efecto, dondequiera que estéis, el ángel de la guarda estará con vosotros. Cárceles, hospitales, antros del vicio, soledad: nada os separa de ese amigo al que no podéis ver, pero cuyos más tiernos impulsos y sabios consejos siente y escucha vuestra alma.

”¡Por qué no conocéis mejor esta verdad! ¡Cuántas veces os ayudaría en los momentos de crisis! ¡Cuántas veces os salvaría de los Espíritus malos! Con todo, en el día supremo, este ángel del bien tendrá que deciros con frecuencia: ‘¿Acaso no te lo aconsejé? Pero no lo hiciste. ¿No te señalé el abismo? Pero te precipitaste en él. ¿No te hice escuchar en tu conciencia la voz de la verdad? Pero preferiste seguir los consejos de la mentira’. ¡Ah! Interrogad a vuestros ángeles de la guarda. Estableced entre ellos y vosotros esa tierna intimidad que reina entre los mejores amigos. No penséis en ocultarles nada, pues ellos tienen la vista de Dios y no podéis engañarlos. Pensad en el porvenir, tratad de avanzar en esta vida, y así vuestras pruebas serán más cortas, y vuestras existencias más dichosas. ¡Vamos, hombres, tened valor! Arrojad lejos, de una vez por todas, los prejuicios y las segundas intenciones. Emprended el nuevo camino que se abre ante vosotros. ¡Adelante, adelante! Tenéis guías: seguidlos… No os faltará la meta, pues esa meta es el propio Dios.

”A los que crean que es imposible para Espíritus realmente elevados entregarse a una tarea tan laboriosa e incesante, les diremos que nosotros influimos en vuestras almas aunque nos encontremos a muchos millones de leguas de vosotros. Para nosotros el espacio no es nada; y aunque vivamos en otro mundo, nuestros Espíritus mantienen su relación con el vuestro. Gozamos de cualidades que vosotros no podéis comprender. No obstante, tened la certeza de que Dios no nos ha impuesto una tarea que exceda nuestras fuerzas, y que no os ha dejado solos en la Tierra sin amigos ni sostén. Cada ángel de la guarda tiene su protegido por el cual vela, como un padre vela por su hijo. Se alegra cuando lo ve en el camino del bien. En cambio, se lamenta cuando desprecia sus consejos.

”No temáis cansarnos con vuestras preguntas. Por el contrario, permaneced siempre en relación con nosotros. De ese modo seréis más fuertes y dichosos. Son esas comunicaciones de cada hombre con su Espíritu familiar las que convierten en médiums a todos los hombres, médiums ignorados en la actualidad, pero que se manifestarán más tarde y se derramarán como un océano sin límites, para rechazar la incredulidad y la ignorancia. Hombres instruidos: instruid. Hombres talentosos: educad a vuestros hermanos. No os imagináis la obra que realizáis de ese modo: la obra de Cristo, la que Dios os impone. ¿Para qué Dios os ha concedido la inteligencia y la ciencia, si no es para que hagáis partícipes de ellas a vuestros hermanos, a fin de hacerlos avanzar en la senda de la felicidad y de la dicha eterna?”

SAN LUIS. SAN AGUSTÍN


La doctrina de los ángeles de la guarda, que velan por sus protegidos a pesar de la distancia que separa los mundos, no tiene nada que deba sorprender. Por el contrario, es grande y sublime. ¿Acaso no vemos en la Tierra a un padre que vela por su hijo y, aunque esté lejos de él, lo ayuda con sus consejos por correspondencia? Así pues, ¿qué habría de asombroso en el hecho de que los Espíritus pudieran guiar a aquellos a quienes toman bajo su protección, de un mundo a otro, puesto que para ellos la distancia que separa los mundos es menor que la que, en la Tierra, separa los continentes? ¿No disponen ellos, además, del fluido universal que entrelaza todos los mundos y los vuelve solidarios, vehículo inmenso de la transmisión de los pensamientos, así como el aire es para nosotros el vehículo de la transmisión del sonido?


496. Dado que el Espíritu que abandona a su protegido ya no le hace bien, ¿puede hacerle mal?
“Los Espíritus buenos nunca hacen mal. Dejan que lo hagan los que toman su lugar. En ese caso, vosotros acusáis a la suerte por las desgracias que os agobian, cuando en realidad la falta es vuestra.”


497. El Espíritu protector, ¿puede dejar a su protegido a merced de un Espíritu que quiera hacerle mal?
“Los Espíritus malos se unen para neutralizar la acción de los buenos. No obstante, si el protegido lo quiere, contará con toda la fuerza de su Espíritu bueno. Tal vez el Espíritu bueno encuentre a alguien de buena voluntad en otra parte, de modo que aprovechará esa oportunidad para ayudarlo, mientras aguarda el momento de regresar junto a su protegido.”


498. Cuando el Espíritu protector permite que su protegido se extravíe en la vida, ¿sucede eso porque es impotente para luchar contra Espíritus malévolos?
“No es porque no puede, sino porque no quiere. De ese modo, su protegido sale de las pruebas más perfecto he instruido. Lo asiste con sus consejos mediante los pensamientos buenos que le sugiere, pero que lamentablemente no siempre son escuchados. La debilidad, la indiferencia o el orgullo del hombre son los que dan fortaleza a los Espíritus malos. Su poder sobre vosotros procede tan sólo del hecho de que no les oponéis resistencia.”


499. El Espíritu protector, ¿está constantemente con su protegido? ¿No hay alguna circunstancia en que, sin abandonarlo, lo pierda de vista?
“Hay circunstancias en que la presencia del Espíritu protector junto a su protegido no es necesaria.”


500. ¿Llega un momento en que el Espíritu ya no tiene necesidad del ángel de la guarda?
“Sí, cuando ha alcanzado el grado en que puede guiarse a sí mismo, así como llega un momento en que el escolar ya no tiene necesidad del maestro. Con todo, eso no ocurre en vuestra Tierra.”


501. ¿Por qué la acción de los Espíritu sobre nuestra existencia es oculta? Además, cuando nos protegen, ¿por qué no lo hacen de una manera ostensible?
“Si contaseis con su apoyo, no obraríais por vosotros mismos y vuestro Espíritu no progresaría. Para que pueda adelantar, el Espíritu necesita experiencia, y a menudo es preciso que la adquiera a expensas de sí mismo. Tiene que ejercitar sus fuerzas, sin lo cual sería como un niño al que no le permiten que camine solo. La acción de los Espíritus que os quieren bien siempre está regulada de modo tal que no afecte a vuestro libre albedrío, pues si no tuvierais responsabilidad no avanzaríais en el camino que debe conduciros a Dios. El hombre, dado que no ve su sostén, se entrega a sus propias fuerzas. Sin embargo, su guía vela por él y de vez en cuando le advierte que desconfíe del peligro.”


502. El Espíritu protector que consigue llevar a su protegido por el camino del bien, ¿experimenta por eso algún bien para sí mismo?
“Es un mérito que se le toma en cuenta, ya sea para su propio adelanto o para su felicidad. Es dichoso cuando ve que el éxito corona sus cuidados. Triunfa tal como un preceptor lo hace con el éxito de su discípulo.”


502a. Si no consigue un buen resultado, ¿es responsable de ello?
“No, puesto que hizo lo que dependía de él.”


503. El Espíritu protector que ve a su protegido en el camino del mal a pesar de sus advertencias, ¿siente pena por eso? ¿No le resulta ese hecho un motivo de perturbación para su felicidad?
“Sufre por esos errores, y los lamenta. No obstante, esa aflicción no tiene las angustias de la paternidad terrestre, porque él sabe que el mal tiene remedio y que lo que no se hace hoy se hará mañana.”


504. ¿Podemos saber siempre el nombre de nuestro Espíritu protector o ángel de la guarda?
“¿Cómo queréis saber nombres que no existen para vosotros? ¿Acaso creéis que sólo existen los Espíritus que vosotros conocéis?”


504a. ¿Cómo habremos de invocarlo, entonces, si no lo conocemos?
“Dadle el nombre que queráis. Puede ser el de un Espíritu superior, al que profeséis simpatía o veneración. Vuestro Espíritu protector acudirá a ese llamado, porque todos los Espíritus buenos son hermanos y se asisten mutuamente.”


505. Los Espíritus protectores que adoptan nombres conocidos, ¿son siempre realmente los de las personas que llevaban esos nombres?
“No, sino Espíritus que les son simpáticos y que suelen venir por orden suya. Os hacen falta nombres, de modo que ellos toman uno que os inspire confianza. Vosotros, cuando no podéis cumplir una misión en persona, enviáis a otro que actúe en vuestro nombre.”


506. Cuando estemos en la vida espírita, ¿reconoceremos a nuestro Espíritu protector?
“Sí, porque con frecuencia ya lo conocíais antes de encarnar.”


507. Los Espíritus protectores, ¿pertenecen en su totalidad a la clase de los Espíritus superiores? ¿Puede haber entre ellos algunos que pertenezcan a grados intermedios? Un padre, por ejemplo, ¿puede llegar a ser el Espíritu protector de su hijo?
“Es posible, pero la protección supone cierto grado de elevación, y un poder o una virtud suplementarios otorgados por Dios. El padre que protege a su hijo puede ser asistido a su vez por un Espíritu más elevado.”


508. Los Espíritus que han dejado la Tierra en buenas condiciones, ¿pueden siempre proteger a aquellos a quienes aman y que les sobreviven?
“Su poder está restringido en mayor o menor medida. La posición en que se encuentran no siempre los deja en completa libertad de acción.”


509. Los hombres que se hallan en estado salvaje o de inferioridad moral, ¿poseen también sus Espíritus protectores? En ese caso, ¿son esos Espíritus de un orden tan elevado como el de los que protegen a los hombres muy adelantados?
“Cada hombre tiene un Espíritu que vela por él, pero las misiones son conformes a su objeto. Así, para que un niño aprenda a leer, vosotros no le asignáis un profesor de filosofía. El progreso del Espíritu familiar precede al del Espíritu protegido. Aunque tengáis un Espíritu superior que vele por vosotros, podéis por vuestra parte llegar a ser el protector de un Espíritu inferior a vosotros, y los progresos que le ayudéis a lograr contribuirán a vuestro propio adelanto. Dios no le pide al Espíritu más de lo que le permite su naturaleza y el grado de progreso al que ha llegado.”


510. Cuando el padre que vela por su hijo reencarna, ¿sigue haciéndolo en ese nuevo estado?
“Es más difícil. Con todo, en un instante de desprendimiento, ruega a un Espíritu simpático que lo asista en esa misión. Por otra parte, los Espíritus sólo aceptan misiones que puedan cumplir hasta el final.

”El Espíritu encarnado, sobre todo en los mundos en que la existencia es material, se halla demasiado sujeto a su cuerpo como para dedicarse por completo a otro, es decir, para asistirlo personalmente. Por eso, los que no son tan elevados reciben la asistencia de Espíritus superiores a ellos, de manera que, si uno falta por cualquier causa, es sustituido por otro.”


511. Además del Espíritu protector, ¿hay un Espíritu malo apegado a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle oportunidad de luchar entre el bien y el mal?
“Apegado no es la palabra. Es verdad que los Espíritus malos intentan desviar al hombre del camino del bien cuando se les presenta la oportunidad. No obstante, cuando uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por iniciativa propia, porque espera ser escuchado. En ese caso, se traba una lucha entre el bueno y el malo, que habrá de ganar aquel a cuyo dominio el hombre se entregue.”


512. ¿Podemos tener muchos Espíritus protectores?
“Cada hombre tiene siempre Espíritus simpáticos más o menos elevados que lo aprecian y se interesan por él, así como también hay otros que lo asisten en el mal.”


513. Los Espíritus simpáticos, ¿obran en virtud de una misión?
“A veces pueden cumplir una misión temporaria, pero la mayoría de las veces son incitados tan sólo por la similitud de pensamientos y de sentimientos, ya sea en el bien o en mal.”


513a. De ahí parece resultar que los Espíritus simpáticos pueden ser buenos o malos.
“En efecto, el hombre siempre encuentra Espíritus que simpatizan con él, sea cual fuere su carácter.”


514. Los Espíritus familiares, ¿son los mismos que los Espíritus simpáticos o protectores?
“Hay muchos matices en la protección y en la simpatía. Dadles los nombres que queráis. El Espíritu familiar es más bien el amigo de la casa.”

De estas explicaciones y de las observaciones realizadas en torno a la naturaleza de los Espíritus que se apegan al hombre, podemos deducir lo que sigue: El Espíritu protector, ángel de la guarda o genio bueno, es aquel cuya misión consiste en seguir al hombre en la vida y ayudarlo a progresar. Su naturaleza siempre es superior comparada con la de su protegido.

Los Espíritus familiares se apegan a algunas personas mediante vínculos más o menos duraderos, con miras a serles útiles en la medida de sus posibilidades, a menudo bastante limitadas. Son buenos, aunque a veces poco adelantados e incluso un tanto frívolos. Se ocupan de buen grado de los detalles de la vida íntima y sólo obran por orden o con permiso de los Espíritus protectores.

Los Espíritus simpáticos son aquellos que se sienten atraídos por nosotros con motivo de afectos particulares y de cierta semejanza de gustos y sentimientos, ya sea en el bien o en el mal. La duración de sus relaciones casi siempre se encuentra subordinada a las circunstancias. El genio malo es un Espíritu imperfecto o perverso, que se apega al hombre con miras a desviarlo del bien. Sin embargo, obra por iniciativa propia y no en virtud de una misión. Su tenacidad depende de la mayor o menor facilidad de acceso que encuentre. El hombre siempre es libre de escuchar su voz o de rechazarla.

515. ¿Qué debemos pensar de esas personas que parecen apegarse a ciertos individuos para llevarlos fatalmente a la perdición, o bien para guiarlos por el camino del bien?
“De hecho, algunas personas ejercen sobre otras una especie de fascinación que parece irresistible. Cuando eso sucede para el mal, se trata de Espíritus malos que se sirven de otros Espíritus malos para subyugar mejor. Dios puede permitirlo para probaros.”


516. Nuestro genio bueno y nuestro genio malo, ¿podrían encarnar para acompañarnos en la vida de una manera más directa?
“Eso sucede a veces. Pero a menudo también encargan esa misión a otros Espíritus encarnados que les son simpáticos.”


517. ¿Hay Espíritus que se apegan a una familia entera para protegerla?
“Algunos Espíritus se apegan a los miembros de una misma familia que viven juntos y se hallan unidos por el afecto. Con todo, no creáis en la existencia de Espíritus protectores del orgullo de las razas.”


518. Dado que los Espíritus son atraídos hacia los individuos por sus simpatías, ¿lo son también hacia las reuniones de individuos por causas particulares?
“Los Espíritus acuden de preferencia a los lugares donde están sus semejantes. Allí se sienten más cómodos y están más seguros de que se les escuchará. El hombre atrae hacia sí a los Espíritus en virtud de sus tendencias, ya sea solo o como parte de un todo colectivo: una sociedad, una ciudad o un pueblo. Por consiguiente, hay sociedades, ciudades y pueblos que son asistidos por Espíritus más o menos elevados, conforme al carácter y las pasiones que imperen allí. Los Espíritus imperfectos se alejan de aquellos que los rechazan. De ahí resulta que el perfeccionamiento moral de un todo colectivo, así como el de los individuos, tiende a alejar a los Espíritus malos y a atraer a los buenos. Estos estimulan y mantienen el sentimiento del bien en las masas, así como los otros pueden inspirar en ellas las pasiones malas.”


519. Las aglomeraciones de individuos, tales como las sociedades, las ciudades y las naciones, ¿tienen sus Espíritus protectores especiales?
“Sí, porque esas reuniones son individualidades colectivas que avanzan con un objetivo común y que tienen necesidad de una dirección superior.”


520. Los Espíritus protectores de las masas, ¿son de una naturaleza más elevada que los Espíritus que se apegan a los individuos?
“Todo es conforme al grado de adelanto, tanto de las masas como de los individuos.”


521. Algunos Espíritus, ¿pueden contribuir al progreso de las artes mediante la protección de quienes se ocupan de ellas?
“Hay Espíritus protectores especiales que asisten a quienes los invocan, cuando los juzgan dignos de recibir esa asistencia. No obstante, ¿qué queréis que hagan con los que creen ser lo que no son? No pueden hacer que los ciegos vean, ni que los sordos oigan.”

Los antiguos habían hecho de esos Espíritus divinidades especiales. Las musas no eran otras que la personificación alegórica de los Espíritus protectores de las ciencias y las artes. Del mismo modo, los antiguos designaban con los nombres de lares y penates(1) a los Espíritus protectores de la familia. Entre los modernos, las artes, las distintas industrias, las ciudades y las regiones tienen también sus patronos o protectores, que sólo son Espíritus superiores, aunque con otros nombres.

(1) Dioses domésticos a los que rendían culto los antiguos romanos [RAE].

Dado que cada hombre tiene sus Espíritus simpáticos, resulta de ahí que en todos los colectivos la generalidad de los Espíritus simpáticos está en relación con la generalidad de los individuos; que los Espíritus extraños son atraídos hacia allí por la identidad de los gustos y de los pensamientos; en una palabra, que esas reuniones –así como los individuos- se encuentran rodeadas, asistidas e influenciadas en mayor o menor medida, según la naturaleza de los pensamientos de la multitud. 

En los pueblos, las causas de atracción de los Espíritus son las costumbres, los hábitos, el carácter dominante y, sobre todo, las leyes, porque el carácter de una nación se refleja en sus leyes. Los hombres que hacen que entre ellos reine la justicia combaten la influencia de los Espíritus malos. En cualquier parte donde las leyes consagran las cosas injustas, contrarias a la humanidad, los Espíritus buenos están en minoría. De ese modo, el conjunto de los malos que afluyen hacia ese lugar someten a la nación con sus ideas y paralizan las buenas influencias, parciales, que quedan perdidas en la multitud como una espiga aislada en medio de las zarzas. Por consiguiente, al estudiar las costumbres de los pueblos, o de cualquier reunión de hombres, es fácil formarse una idea de la población oculta que se inmiscuye en sus pensamientos y en sus acciones.(2)

(2) En este comentario a las respuestas de los Espíritus nos ofrece Kardec dos indicaciones importantes: la primera de ellas se refiere a la interpretación espírita de la mitología, que modifica cuanto hasta hoy han afirmado al respecto los estudios de la cuestión puramente humanos, pues muestra que los dioses mitológicos existían en realidad, como Espíritus. La segunda es, relativa a la sociología, que a la luz del Espiritismo se reviste también de un nuevo aspecto, exigiendo el estudio de la interacción de las colectividades espirituales y humanas, para la buena comprensión de los procesos sociales. [N. de J. H. Pires 1981.]   


AMOR, CARIDAD y TRABAJO






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