INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS
EN EL MUNDO CORPORAL
(Primera parte)
El libro de los espíritus de Allan Kardec
CAPÍTULO IX
Penetración de los Espíritus en nuestro pensamiento
456. Los Espíritus, ¿ven todo lo que hacemos?
“Pueden verlo, pues ellos os rodean sin cesar. No obstante, cada uno ve las cosas a las que presta atención, ya que no se ocupa de las que le son indiferentes.”
457. Los Espíritus, ¿pueden conocer nuestros más secretos pensamientos?
“A menudo conocen hasta lo que querríais ocultaros a vosotros mismos. Ante ellos no podéis disimular vuestros actos ni vuestros pensamientos.”
457a. Según esto, parecería más fácil ocultarle algo a una persona viva que a esa misma persona después de su muerte.
“Sin duda, y cuando vosotros creéis estar bien ocultos, muchas veces tenéis a vuestro lado una multitud de Espíritus que os ven.”
458. ¿Qué piensan de nosotros los Espíritus que están alrededor nuestro y nos observan?
“Eso depende. Los Espíritus traviesos se ríen de las pequeñas molestias que os ocasionan y se burlan de vuestra impaciencia. Los Espíritus serios se compadecen de vosotros por vuestros defectos, y tratan de ayudaros.”
Influencia oculta de los Espíritus en nuestros pensamientos y en nuestras acciones
459. Los Espíritus, ¿influyen en nuestros pensamientos y en nuestras acciones?
“En ese aspecto su influencia es mayor de lo que creéis, pues muy a menudo son ellos quienes os dirigen.”
460. Además de nuestros propios pensamientos, ¿tenemos otros que nos son sugeridos?
“Vuestra alma es un Espíritu que piensa. No ignoráis que muchos pensamientos se os ocurren a la vez sobre un mismo asunto, y que a menudo son muy contradictorios. Pues bien, los hay siempre vuestros y nuestros. Eso os genera incertidumbre, porque tenéis en vosotros dos ideas que se combaten mutuamente.”
461. ¿De qué modo podemos distinguir nuestros propios pensamientos de aquellos que nos son sugeridos?
“Cuando se os sugiere un pensamiento, es como una voz que os habla. Vuestros propios pensamientos son, por lo general, los que se os ocurren primero. Por otra parte, esa distinción no reviste gran interés para vosotros, y con frecuencia es útil no saberlo, pues de ese modo el hombre obra con mayor libertad. Si se decide por el bien, lo hace de buen grado. En cambio, si toma el camino del mal, mayor será su responsabilidad.”
462. Los hombres inteligentes y de genio, ¿toman siempre sus ideas de sí mismos?
“A veces las ideas proceden de su propio Espíritu. Sin embargo, a menudo les son sugeridas por otros Espíritus que los juzgan capaces de comprenderlas y dignos de transmitirlas. Cuando no las encuentran en sí mismos, apelan a la inspiración. En ese caso, se trata de una evocación que hacen sin sospecharlo.”
Si fuese útil distinguir con claridad los pensamientos propios de aquellos que nos son sugeridos, Dios nos habría proporcionado los medios para hacerlo, así como nos ha dado los medios que nos permiten distinguir el día de la noche. Cuando algo se nos presenta de modo impreciso es porque debe ser así para nuestro bien.
463. A veces se dice que lo que se nos ocurre primero siempre es bueno. ¿Es esto exacto?
“Puede ser bueno o malo, conforme a la naturaleza del Espíritu encarnado. Siempre es bueno en aquel que escucha las buenas inspiraciones.”
464. ¿Cómo podemos distinguir si un pensamiento que nos ha sido sugerido procede de un Espíritu bueno o de uno malo?
“Estudiadlo. Los Espíritus buenos sólo aconsejan el bien. A vosotros os cabe distinguir.”
465. ¿Con qué objetivo los Espíritus imperfectos nos impulsan al mal?
“Para haceros sufrir como ellos sufren.”
465a. ¿Disminuye eso sus padecimientos?
“No, pero lo hacen por envidia, al ver seres más felices.”
465b¿Qué clase de padecimientos quieren que experimentemos?
“Los que resultan de pertenecer a un orden inferior y alejado de Dios.”
466. ¿Por qué Dios permite que algunos Espíritus nos inciten al mal?
“Los Espíritus imperfectos son los instrumentos destinados a probar la fe y la constancia de los hombres en el bien. Puesto que tú eres un Espíritu, debes progresar en la ciencia de lo infinito. Por eso pasas por las pruebas del mal para llegar al bien. Nuestra misión consiste en ponerte en el camino del bien. Cuando las malas influencias actúan sobre ti es porque tú las llamas con el deseo del mal, pues los Espíritus inferiores acuden a ayudarte en el mal cuando tienes la voluntad de cometerlo. Ellos sólo pueden ayudarte en el mal cuando tú quieres el mal. En efecto, si eres propenso al crimen, tendrás alrededor tuyo una nube de Espíritus que mantendrán en ti ese pensamiento. Sin embargo, también hay otros Espíritus que tratarán de infundirte el bien, con lo cual se restablece el equilibrio y entonces eres dueño de tus actos.”
De ese modo, Dios deja a nuestra conciencia la elección del camino que debemos seguir, así como la libertad de ceder a una u otra de las influencias opuestas que se ejercen sobre nosotros.
467. ¿Podemos liberarnos de la influencia de los Espíritus que nos incitan al mal?
“Sí, porque esos Espíritus sólo se apegan a quienes los provocan con sus deseos o los atraen con sus pensamientos.”
468. Los Espíritus cuya influencia rechazamos mediante la voluntad, ¿renuncian a sus tentativas?
“¿Qué quieres que hagan? Cuando no pueden hacer nada, se retiran. No obstante, aguardan el momento favorable como el gato que acecha al ratón.”
469. ¿De qué modo podemos neutralizar la influencia de los Espíritus malos?
“Haced el bien y poned toda vuestra confianza en Dios para lograrlo. Así rechazaréis la influencia de los Espíritus inferiores y destruiréis el imperio que ellos quieren ejercer sobre vosotros. Guardaos de escuchar las sugestiones de los Espíritus que provocan malos pensamientos, fomentan la discordia entre vosotros y excitan las pasiones malas. Desconfiad, sobre todo, de los que exaltan vuestro orgullo, porque os atacan por el lado débil. Por eso Jesús os hace decir en la oración dominical: Señor, no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal.”
470. Los Espíritus que tratan de inducirnos al mal y que de ese modo ponen a prueba nuestra firmeza en el bien, ¿han recibido la misión de hacerlo? En caso de que se trate de una misión, ¿qué responsabilidad les cabe?
“Ningún Espíritu recibe la misión de hacer el mal. Cuando lo hace, es por su propia voluntad, razón por la cual sufre las consecuencias. Dios puede permitirle que lo haga para probaros, pero no se lo ordena. Por otra parte, a vosotros os compete rechazarlo.”
471. Cuando experimentamos un sentimiento de angustia, de ansiedad indefinible o de satisfacción interior sin causa conocida, ¿depende eso únicamente de una disposición física?
“Casi siempre es un efecto de las comunicaciones que, sin saberlo, mantenéis con los Espíritus, o que habéis mantenido con ellos mientras dormíais.”
472. Los Espíritus que quieren incitarnos al mal, ¿se limitan a sacar provecho de las circunstancias en que nos encontramos, o pueden provocarlas?
“Sacan provecho de las circunstancias, pero también suelen provocarlas impulsándoos, sin que lo sepáis, hacia el objeto de vuestra codicia. Así, por ejemplo, si un hombre encuentra en su camino una suma de dinero, no creáis que fueron los Espíritus los que la dejaron en ese lugar, aunque sí pudieron transmitirle al hombre la idea de pasar por allí. En ese caso, ellos le sugieren la idea de apropiarse del dinero, mientras que otros Espíritus le sugieren que lo devuelva a su dueño. Lo mismo ocurre con el resto de las tentaciones.”
Acerca de los posesos
473. Un Espíritu, ¿puede revestirse momentáneamente con la envoltura de una persona viva, es decir, introducirse en un cuerpo animado y obrar en lugar del Espíritu que se encuentra encarnado en él?
“El Espíritu no entra en un cuerpo como lo haces tú en una casa. Se asimila con un Espíritu encarnado(1) que tiene los mismos defectos y las mismas cualidades que él, para obrar conjuntamente. No obstante, siempre es el Espíritu encarnado el que obra como quiere sobre la materia de que está revestido. Un Espíritu no puede sustituir a otro que se encuentra encarnado, porque el Espíritu y el cuerpo están unidos hasta la hora señalada para el término de la existencia material.”
(1) [“s’assimile avec
un Esprit incarné”: el verbo assimiler, en su primera acepción, al igual
que su equivalente en español, significa asemejar, hacer parecido o
semejante. En relación con este tema, en otras ocasiones se utiliza el
término “identificar” (identifier). Véase “El Libro de los Médiums”, de
Allan Kardec (§§ 227, 237, 254, etc.).]
474. Si no hay posesión propiamente dicha, es decir, cohabitación de dos Espíritus en un mismo cuerpo, ¿puede el alma encontrarse bajo la dependencia de otro Espíritu, de manera que sea subyugada u obsesionada por él, a tal punto que su voluntad se vea en cierto modo paralizada?
“Sí, y esos son los verdaderos posesos. No obstante, debes saber que esa dominación nunca se ejerce sin la participación del que la sufre, ya sea por su debilidad, o bien por su deseo. Con frecuencia se ha tomado por posesos a epilépticos o a locos que tenían más necesidad de un médico que de un exorcismo.”
La palabra poseso, en su acepción común, supone la existencia de demonios, es decir, de una categoría de seres de naturaleza maligna, así como la cohabitación de uno de esos seres con el alma de un individuo, en el cuerpo de este. Puesto que los demonios no existen en ese sentido, y que dos Espíritus no pueden habitar simultáneamente en el mismo cuerpo, se sigue de ahí que tampoco existen los posesos conforme a la idea que se vincula con dicho término. La palabra poseso sólo debe entenderse en el sentido de la dependencia absoluta en que puede encontrarse el alma en relación con Espíritus imperfectos que la subyugan.
475. ¿Puede uno, por sí mismo, alejar a los Espíritus malos y liberarse de su dominación?
“Siempre se puede sacudir un yugo cuando se tiene la firme voluntad de hacerlo.”
476. ¿Puede suceder que la fascinación ejercida por el Espíritu malo sea tal que la persona subyugada no se percate de ello? En ese caso, ¿puede una tercera persona poner término a la sujeción? ¿Qué requisitos debe cumplir para lograrlo?
“Si es un hombre de bien, su voluntad puede ayudar recurriendo a la asistencia de los Espíritus buenos, pues cuanto más hombre de bien se es, tanto más poder se tiene sobre los Espíritus imperfectos para alejarlos, y sobre los buenos para atraerlos. Con todo, ese hombre sería impotente si el subyugado no colabora. Hay personas que se complacen en una dependencia que halaga sus gustos y deseos. En todos los casos, aquel cuyo corazón no es puro no puede ejercer ninguna influencia. Los Espíritus buenos lo ignoran y los malos no le temen.”
477. Las fórmulas de exorcismo, ¿tienen alguna eficacia contra los Espíritus malos?
“No. Cuando esos Espíritus ven que alguien toma esas fórmulas en serio, se ríen de él y se obstinan.”
478. Algunas personas se hallan animadas por buenas intenciones, y no por eso dejan de estar obsesas. ¿Cuál es el mejor medio de liberarse de los Espíritus obsesores(2)?
“Agotar su paciencia, no tener en cuenta para nada sus sugestiones, mostrarles que pierden el tiempo. En ese caso, cuando ven que no tienen nada que hacer, se van.”
(2) [Esprits
obsesseurs. El término francés obsesseur (con el que se nombra al
sujeto que obsesiona o causa obsesión) siempre ha sido traducido al español
como obsesor, pese a que esta palabra no ha sido incluida en el
“Diccionario de la Lengua Española”, que sólo registra el adjetivo obsesionante.
Con todo, el término obsesión -al igual que su familia de palabras- aún
no cuenta en la mayoría de los diccionarios con una acepción espírita precisa.]
479. La oración, ¿es un medio eficaz para curar la obsesión?
“La oración es un auxilio poderoso en todo. No obstante, debéis saber que no basta con murmurar algunas palabras para obtener lo que se desea. Dios asiste a los que actúan, y no a los que se limitan a pedir. Es preciso, pues, que el obseso haga por su parte lo necesario para destruir en sí mismo la causa que atrae a los Espíritus malos.”
(Véase El Libro de los Médiums, Cap. “Acerca de la obsesión”.)
480. ¿Qué hay que pensar de la expulsión de los demonios de que se habla en el Evangelio?
“Depende de la interpretación. Si llamáis demonio a un Espíritu malo que subyuga a un individuo, cuando su influencia sea destruida habrá sido expulsado realmente. Si atribuís una enfermedad al demonio, cuando os hayáis curado de la enfermedad diréis también que habéis expulsado al demonio. Una misma cosa puede ser verdadera o falsa, conforme al sentido que se atribuya a las palabras. Las verdades más grandes pueden parecer absurdas cuando sólo se mira la forma y se toma la alegoría por la realidad. Comprended bien esto y retenedlo, pues es de aplicación general.”
Convulsionarios(3)
(3) Este apartado hace
referencia al estado en que algunos sujetos entraban, al someterlos al trance
magnético o hipnótico. [N. de Alberto Giordano 1981.]
481. Los Espíritus, ¿desempeñan un papel en los fenómenos que se producen en los individuos a quienes se designa con el nombre de convulsionarios?
“Sí, un papel muy importante, así como el magnetismo, que es su causa principal. Sin embargo, el charlatanismo con frecuencia ha explotado y exagerado esos efectos, lo que ha hecho que queden en ridículo.”
481a. ¿De qué naturaleza son, por lo general, los Espíritus que participan en ese tipo de fenómenos?
“Poco elevados. ¿Creéis que los Espíritus superiores se divierten con semejantes cosas?”
482. ¿De qué modo el estado anormal de los convulsionarios y los crisíacos(4) puede desarrollarse de súbito en toda una población?
“Efecto simpático. Las disposiciones morales se comunican con mucha facilidad en determinados casos. No desconocéis tanto los efectos magnéticos como para no comprender esto, así como la parte que en dichos efectos deben tomar algunos Espíritus, por simpatía hacia quienes los provocan.(5)”
(4) [Crisiaques:
el término es aplicado a las personas que se encuentran en estado de crisis
magnética.]
(5) Esta respuesta de
los Espíritus recuerda a Kardec los estudios sobre el magnetismo animal a que
se dedicó largamente antes del Espiritismo, y que le sirvieron, conforme se ve,
de preparación para el desempeño de su misión como investigador y codificador.
[N. de J. H. Pires 1981.]
Entre las facultades extrañas que se observan en los convulsionarios se reconocen fácilmente aquellas acerca de las cuales el sonambulismo y el magnetismo ofrecen numerosos ejemplos. Tales son, entre otras, la insensibilidad física, la lectura del pensamiento, la transmisión simpática de los dolores, etc. No se puede dudar, pues, de que esos crisíacos se encuentran en una especie de estado de sonambulismo despierto, provocado por la influencia recíproca que ejercen entre ellos. Aunque no se den cuenta, son a la vez magnetizadores y magnetizados.
483. ¿Cuál es la causa de la insensibilidad física que se observa en algunos convulsionarios, así como en otros individuos sometidos a las más atroces torturas?
“En algunos es un efecto exclusivamente magnético, que actúa sobre el sistema nervioso de la misma manera que determinadas sustancias. En otros, la exaltación del pensamiento embota la sensibilidad, porque la vida parece haberse retirado del cuerpo para concentrarse en el Espíritu. ¿No sabéis que cuando el Espíritu está sumamente preocupado por algo, el cuerpo no siente, no ve ni escucha nada?”
La exaltación fanática y el entusiasmo suelen ofrecer, en los suplicios, el ejemplo de una calma y una sangre fría que no podrían sobreponerse a un dolor agudo, si no se admitiera que la sensibilidad se encuentra neutralizada por una especie de efecto anestésico. Se sabe que en el ardor del combate con frecuencia no se advierte que se ha sufrido una herida grave, mientras que en las circunstancias ordinarias un rasguño nos hace estremecer.
Dado que esos fenómenos dependen de una causa física y de la acción de determinados Espíritus, cabe preguntarnos cómo ha podido depender de la autoridad el hacerlos cesar en ciertos casos(6). La razón es simple: en tales casos la acción de los Espíritus sólo es secundaria, y ellos no hacen más que aprovechar una disposición natural. La autoridad no suprimió esa disposición, sino la causa que la mantenía y la exaltaba. De activa que era, la convirtió en latente, y tenía razón de obrar así, porque de ahí resultaban abusos y escándalos. Se sabe, por lo demás, que esa intervención resulta impotente cuando la acción de los Espíritus es directa y espontánea.
(6) [Allan Kardec se refiere a la autoridad
pública. Véase el artículo “Los Convulsionarios de Saint-Médard”, en Revue
Spirite, Año II, Nº 11, noviembre de 1859.]
Afecto de los Espíritus hacia determinadas personas
484. Los Espíritus, ¿profesan un afecto preferencial hacia determinadas personas?
“Los Espíritus buenos simpatizan con los hombres de bien o con los que son susceptibles de mejorar. Los Espíritus inferiores, con los hombres viciosos o con los que pueden llegar a serlo. De ahí su apego, efecto de la semejanza de las sensaciones.”
485. El afecto de los Espíritus hacia determinadas personas, ¿es exclusivamente moral?
“El afecto verdadero no tiene nada de carnal. Sin embargo, cuando un Espíritu se apega a una persona, no siempre lo hace por afecto, pues en eso puede mezclarse un recuerdo de las pasiones humanas.”
486. Los Espíritus, ¿se interesan por nuestras desdichas y por nuestra prosperidad? Los que nos quieren bien, ¿se afligen por los males que experimentamos en la vida?
“Los Espíritus buenos hacen todo el bien que les es posible y se sienten felices por vuestras alegrías. Se afligen por vuestros males cuando no los soportáis con resignación, porque en tal caso esos males no os reportan ningún beneficio, ya que procedéis como el enfermo que rechaza el brebaje amargo que habrá de curarlo.”
487. ¿Cuál de nuestros males aflige más a los Espíritus: el mal físico o el moral?
“Vuestro egoísmo y vuestra dureza de corazón. De ahí deriva todo. Ellos se ríen, en cambio, de esos males imaginarios que nacen del orgullo y de la ambición, así como se regocijan por aquellos males cuyo efecto es abreviar vuestro período de prueba.”
Como los Espíritus saben que la vida corporal es transitoria y que las tribulaciones que la acompañan son medios para llegar a un estado mejor, se afligen más por las causas morales que nos alejan de ese estado que por los males físicos, que sólo son pasajeros.
Los Espíritus se preocupan poco por las desdichas que afectan solamente a nuestras ideas mundanas, así como nosotros lo hacemos por las pueriles congojas de los niños.
El Espíritu que ve en las aflicciones de la vida un medio para nuestro adelanto, considera tales aflicciones como la crisis momentánea que habrá de salvar al enfermo. Se compadece de nuestros padecimientos, de la misma manera que nosotros nos compadecemos de los de un amigo. No obstante, como ve las cosas desde un punto de vista más justo, los considera de otro modo que nosotros. Mientras que los Espíritus buenos fortalecen nuestro ánimo en favor de nuestro porvenir, los otros, para comprometerlo, nos incitan a la desesperación.
488. Los parientes y amigos que nos precedieron en el regreso a la otra vida, ¿tienen por nosotros más simpatía que los Espíritus que nos son extraños?
“Sin duda, y a menudo os protegen como Espíritus, según su poder.”
488a. ¿Son ellos sensibles al afecto que les profesamos?
“Muy sensibles. Con todo, se olvidan de quienes se olvidaron de ellos.”
AMOR, CARIDAD y TRABAJO
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