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La felicidad

 






LA FELICIDAD










Si hay un deseo común entre los casi ocho mil millones de personas que habitamos en el planeta Tierra es, sin duda alguna, que todos y cada uno de nosotros, sin excepción, queremos ser felices. El concepto de felicidad varía tanto como existen diferentes formas de culturas, tradiciones, filosofías, religiones y sociedades, además de la manera individual de sentirla de cada persona.

La sensación de felicidad, al pertenecer al plano emocional, se ve directamente influenciada por nuestros pensamientos, puesto que el pensamiento dirige a las emociones. Dejamos de estar felices en el momento en que empezamos a pensar en algo negativo, debido a que inmediatamente nuestra mente reacciona con preocupación, tensión, ansiedad, etc., estados todos ellos emocionales incompatibles con la felicidad. Por todo ello, si queremos acceder a un estado de felicidad relativa, debemos controlar nuestros pensamientos y con ellos poder crear el hábito de la felicidad. Cuida tus ideas, tus sentimientos, tu lenguaje y tus decisiones porque ellos te modelan día a día, de forma lenta pero profunda.

La felicidad es una garantía de longevidad. Como bien explica el Dr. Daniel G. Amen, el cerebro es el hardware del espíritu. Su funcionamiento determina lo felices que somos, cómo son nuestros sentimientos o cómo interactuamos con los demás.

La felicidad es una forma de vivir en el mundo. Consiste en aprender a ver la vida con un filtro que nos aporte sentimientos de bienestar y equilibrio. Para ello es preciso haber superado los traumas, conflictos y heridas del pasado. Una persona que vive anclada en un pasado traumático no consigue ser feliz porque la felicidad consiste en tener ilusión. La felicidad viene por tener motivos por los que levantarse cada mañana.

Nuestros pensamientos y sentimientos pueden alterar nuestro mundo interior. Tienen un impacto importante en la mente y en el organismo. Los pensamientos negativos como ira, rabia, frustración, desesperanza…, alteran el riego sanguíneo en el centro del optimismo del cerebro, la corteza prefrontal izquierda. Nuestra mente no distingue realidad de ficción. Por tanto, cualquier pensamiento que nos aturda, nos obsesione, tiene un reflejo en el cuerpo. Los estados de alerta y estrés permanentes generan la hormona del cortisol, que de forma crónica induce a cambios en el cuerpo: a nivel gastrointestinal, neurológico, alteración en la tiroides, disminución del sistema inmunológico, muerte de neuronas en el hipocampo (zona de memoria y aprendizaje), cansancio, tristeza, apatía, y un largo etc. Según la Universidad de Harvard, del 60 a 80% de las enfermedades que padecemos tiene relación directa con las emociones tóxicas.

Hoy en día sabemos cómo mejorar el equilibrio hormonal y ayudar a eliminar ese exceso de cortisol que bloquea y perjudica nuestro cuerpo. Algunas de esas claves son el ejercicio físico, practicar los pensamientos positivos y eliminar los negativos, saber manejar a las personas tóxicas del entorno (acercándonos a las personas vitamina) y practicando técnicas de meditación, mindfulness, por ejemplo.

Existe un elemento fundamental en este proceso: aprender a manejar las emociones, ya que estas son las que influyen directamente en nuestro organismo. Para ello hace falta:

1- Conocerse: focalizarnos en nuestras virtudes. Quien no se conoce, no se comprende ni acepta y por tanto no puede superarse y mejorar.

2- Evitar el exceso de autocrítica y exigencia: huir del perfeccionismo excesivo, ya que el perfeccionista es el eterno insatisfecho. Cuidado con el auto boicot, es esencial aprender a dominar la voz interior. 

3- Fijarnos metas y objetivos: sueña en grande, actúa en pequeño. No tengas miedo de dejar volar tu corazón, pero, a continuación, realiza un plan de acción y una estrategia. No te quedes únicamente en el sueño. Actúa en consecuencia. Decía Aristóteles: “No hay viento favorable para quien no sabe adónde va”. Si perdemos de vista nuestros sueños, metas, acabaremos siendo esclavos de lo inmediato. Las personas con una meta o propósito en la vida tienen menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y un menor riesgo de mortalidad.

4- Trabajar la voluntad. Esta se adquiere con aprendizaje tratando de fortalecer un sistema de control inteligente. Es la fuerza superior de la mente que nos permite alcanzar una meta, no de manera impulsiva sino cerebral.

5- Mejorar en asertividad. Es encontrar el puente intermedio entre aceptar que todo lo decidan los demás por nosotros o no ser capaz de tener un pensamiento objetivo y respetar las ideas de otros. 

6- Aprender Inteligencia emocional. Esto significa, entender y expresar mis emociones; entender y empatizar con las emociones de otros y controlar emociones, la impulsividad.

7- Educar el optimismo. Se puede. Cualquier situación puede verse en clave de problema o en clave de solución. Hay que cambiar el lenguaje y empezar a usar palabras que evoquen entusiasmo, alegría, ilusión. Desechar las palabras tóxicas que nos anulan y alteran el riego sanguíneo. El optimismo llama a la ilusión y a la pasión, y estas tienen un efecto directo sobre el cerebro y la neuro plasticidad. Se ha observado que en las personas que practican el optimismo, se produce una neurogénesis: células madre se convierten en neuronas en tres semanas y migran al hipocampo.

Como bien decía Ramón y Cajal en 1984: “El órgano del pensamiento es, dentro de ciertos límites, maleable y susceptible de ser perfeccionado mediante ejercicios mentales convenientemente dirigidos”.

«La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días».
(Benjamín Franklin (1706 – 1790) Estadista y científico estadounidense)

La felicidad está directamente relacionada con la suma de las virtudes, y no con el estado material del ambiente en que se encuentra, a mayor virtudes mayor estado de felicidad real, si bien es relativa en la Tierra.

¿Puede el hombre gozar en la Tierra de una felicidad completa? 
– No, puesto que la vida le ha sido dada como prueba o expiación. Pero depende de él dulcificar sus males y ser tan feliz cómo es posible en la Tierra.

Se concibe que el hombre será feliz en la Tierra cuando la Humanidad haya sido transformada; pero, mientras tanto, ¿puede cada uno constituirse una felicidad relativa? 
– Las más de las veces el hombre es causante de su propia desdicha. Practicando la ley de Dios, se evitan muchos males y se proporciona la mayor felicidad de que es susceptible su grosera existencia. 

El hombre que está bien compenetrado de su destino futuro no ve en la vida corporal más que una permanencia temporal. Es para él una parada momentánea en un mal hospedaje y se conforma fácilmente con algunos disgustos pasajeros de un viaje, que ha de conducirle a una posición tanto mejor cuanto mejor se haya preparado. 

Desde esta vida somos castigados por la infracción de las leyes de la existencia corporal por medio de los males, que son consecuencia de esas infracciones y de nuestros propios excesos. Si nos remontáramos gradualmente, al origen de lo que llamamos nuestras desdichas terrestres, veremos que éstas la mayor parte de las veces, son consecuencia de la primera desviación del camino recto. Por semejante desviación hemos entrado en un mal sendero y de consecuencia en consecuencia caemos en la desdicha.

La felicidad terrestre es relativa a la posición de cada uno, y lo que es suficiente para la felicidad de uno constituye la desdicha de otro. Sin embargo, ¿existe una medida común de felicidad para todos los hombres? 
– Para la vida material es la posesión de lo necesario; para la vida moral, la conciencia tranquila y la fe en el porvenir.

Lo que es superfluo para uno, ¿no resulta necesario para otro, y viceversa, conforme a la situación en que se encuentren?
“En efecto, así es conforme a vuestras ideas materiales, vuestros prejuicios, vuestra ambición y todos vuestros ridículos caprichos, por los que el porvenir habrá de juzgaros cuando comprendáis la verdad. Sin duda, el hombre que tenía cincuenta mil libras de renta y se ve reducido a diez mil, se considera muy desdichado, porque ya no podrá darse tanta importancia ni conservar lo que él llama su categoría: tener caballos, sirvientes, satisfacer sus pasiones, etc. Cree, pues, que le falta lo necesario. No obstante, ¿piensas tú, francamente, que haya que tenerle lástima, cuando alrededor suyo hay quienes se mueren de hambre y de frío y no tienen ni un refugio donde reclinar la cabeza? El sabio, para ser feliz, mira hacia abajo y nunca hacia arriba, salvo que lo haga para elevar su alma hacia lo infinito.”

Hay males que son independientes de la manera de obrar y que afectan incluso al más justo de los hombres. ¿No existe alguna manera de preservarse de ellos?
“En ese caso, si quiere progresar, el hombre debe resignarse y sufrir esos males sin quejarse. Con todo, siempre encuentra un consuelo en la conciencia, que le brinda la esperanza de un porvenir mejor, si hace lo necesario para obtenerlo.”

¿Por qué Dios favorece con los dones de la fortuna a algunos hombres que no parecen haberlos merecido?
“Se trata de un favor a los ojos de los que sólo ven el presente. No obstante, sabedlo bien, la fortuna suele ser una prueba más peligrosa que la miseria.”

Dado que el hombre suele ser el artífice de sus padecimientos materiales, ¿ocurre lo mismo con los padecimientos morales?
“Más aún, pues los padecimientos materiales son a veces independientes de la voluntad. Con todo, el orgullo herido, la ambición frustrada, la ansiedad de la avaricia, la envidia, los celos, en una palabra, todas las pasiones, son tormentos del alma.

”¡La envidia y los celos! ¡Dichosos los que no conocen esos dos gusanos devoradores! Con la envidia y los celos no hay calma ni reposo posible para quien padece ese mal. Los objetos de su codicia, de su odio, de su despecho, se yerguen ante él como fantasmas que no le dan tregua y lo persiguen incluso en sueños. El envidioso y el celoso se encuentra en un estado de fiebre continua. ¿Acaso es esa una situación deseable? ¿No comprendéis que con esas pasiones el hombre se crea suplicios voluntarios y la Tierra se convierte para él en un verdadero infierno?”

A menudo, el hombre es desgraciado debido a la importancia que atribuye a las cosas de la Tierra. La vanidad, la ambición y la codicia frustradas son la causa de su desdicha. En cambio, si se ubica por encima del estrecho círculo de la vida material y eleva sus pensamientos hacia lo infinito, que es su destino, las vicisitudes de la humanidad le parecen entonces mezquinas y pueriles, tal como la tristeza del niño que se aflige por la pérdida de un juguete que era toda su felicidad.

El que sólo ve la felicidad en la satisfacción del orgullo y de los apetitos groseros es desdichado cuando no puede satisfacerlos, mientras que el que no aspira a nada superfluo es feliz con lo que otros consideran una calamidad.

La felicidad no se encuentra, se construye. Debemos poner todo nuestro AMOR en todas las cosas que hacemos día a día.

La ley del amor es la base de la doctrina que nos enseñó Jesús para ponernos en camino de la felicidad eterna, puesto que: "Toda la moral de Jesús se resume en la caridad y en la humildad, es decir, en las dos virtudes contrarias al egoísmo y al orgullo. En todas sus enseñanzas, manifiesta que estas virtudes son el camino de la eterna felicidad"

El camino de la felicidad está abierto para todos. Todos tienen la misma meta, y poseen las mismas condiciones para alcanzarla. La ley, grabada en las conciencias, se les enseña a todos. Dios hizo que la felicidad sea el premio al trabajo y no un favor, a fin de que cada uno tenga su mérito.

La felicidad absoluta es inherente a la perfección, es decir, a la completa purificación del Espíritu. 


Bibliografía:
José Ignacio Modamio
Marian Rojas
Rosi Meneses
El cielo y el infierno de Allan Kardec
El libro de los Espíritus de Allan Kardec


AMOR, CARIDAD y TRABAJO








Intervención de los espíritus en el mundo corporal (Tercera parte)

 



INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS
EN EL MUNDO CORPORAL
(Tercera parte)











El libro de los espíritus de Allan Kardec
CAPÍTULO IX

Presentimientos

522. El presentimiento, ¿es siempre una advertencia del Espíritu protector?
“El presentimiento es el consejo íntimo y oculto de un Espíritu que os quiere bien. No obstante, también está presente en la intuición de la elección que se ha hecho. Es la voz del instinto. Antes de encarnar, el Espíritu tiene conocimiento de las principales fases que tendrá su existencia, es decir, del género de pruebas a las que se compromete. Una vez encarnado, cuando esas pruebas poseen un carácter relevante, conserva de ellas una especie de impresión en su fuero interior. Esa impresión, que es la voz del instinto, al despertarse cuando se acerca el momento de la prueba, se convierte en presentimiento.” 


523. Los presentimientos y la voz del instinto siempre tienen cierta vaguedad. ¿Qué debemos hacer ante la incertidumbre?
“Cuando tengas dudas, invoca a tu Espíritu bueno, o ruégale a Dios, Nuestro Señor, que te envíe uno de sus mensajeros, uno de nosotros.”


524. Las advertencias de nuestros Espíritus protectores, ¿tienen como único objeto la conducta moral, o también la conducta a observar en los asuntos de la vida privada?
“Todo. Ellos tratan de haceros vivir lo mejor posible. No obstante, muchas veces cerráis los oídos a las advertencias saludables y sois desdichados por vuestra culpa.”

Los Espíritus protectores nos ayudan con sus consejos mediante la voz de la conciencia, a la que hacen hablar en nosotros. Sin embargo, como no siempre concedemos a la conciencia la importancia necesaria, los Espíritus nos dan esos consejos de modo más directo, para lo cual se sirven de las personas que nos rodean. Examine cada uno las diversas circunstancias, felices o desdichadas, de su vida, y verá que en muchas ocasiones ha recibido consejos que no siempre aprovechó, y que le habrían evitado bastantes disgustos si los hubiese escuchado.



Influencia de los Espíritus en los acontecimientos de la vida

525. Los Espíritus, ¿ejercen alguna influencia sobre los acontecimientos de la vida?
“Con toda seguridad, puesto que te aconsejan.”


525a. ¿Ejercen esa influencia de otro modo que por medio de los pensamientos que sugieren? Es decir, ¿tienen una acción directa en el cumplimiento de las cosas?
“Sí, pero nunca obran fuera de las leyes de la naturaleza.”

Nos imaginamos, sin motivo alguno, que la acción de los Espíritus sólo debe manifestarse mediante fenómenos extraordinarios. Querríamos que acudiesen en nuestra ayuda por medio de milagros, y siempre nos los representamos como provistos de una varita mágica. No es así. Por eso su intervención nos parece oculta y lo que se hace con su concurso nos resulta absolutamente natural. Así, por ejemplo, ellos provocarán la reunión de dos personas, que aparentemente se encontrarán por casualidad. Inspirarán a alguien la idea de pasar por un lugar determinado; llamarán su atención hacia ese punto, si eso les permite obtener el resultado que desean. El hombre, de ese modo, al creer que sólo sigue su propio impulso, conserva siempre su libre albedrío.


526. Dado que los Espíritus ejercen una acción sobre la materia, ¿pueden provocar determinados efectos con la finalidad de lograr que se cumpla un acontecimiento? Por ejemplo: un hombre debe morir. Se sube a una escalera, esta se rompe y el hombre muere. ¿Son los Espíritus los que han hecho que la escalera se rompa, para que se cumpla el destino de ese hombre? 
“Es verdad que los Espíritus ejercen una acción sobre la materia, pero lo hacen para dar cumplimiento a las leyes de la naturaleza, y no para derogarlas provocando en un momento dado un hecho inesperado y contrario a esas leyes. En el ejemplo que mencionas, la escalera se rompió porque estaba carcomida o no era suficientemente fuerte para soportar el peso del hombre. Si estaba en el destino de ese hombre perecer de esa manera, los Espíritus le inspiraron la idea de subirse a la escalera, que se rompió bajo su peso, de modo que su muerte se produjo por un efecto natural, sin que fuera preciso hacer un milagro para lograrlo.”


527. Tomemos otro ejemplo, en el que el estado natural de la materia no intervenga para nada: un hombre debe perecer alcanzado por un rayo. Se refugia bajo un árbol, el rayo cae y lo mata. ¿Han podido los Espíritus provocar el rayo y dirigirlo hacia él?
“Es el mismo caso que el anterior. El rayo cayó sobre ese árbol y en ese instante porque tal acontecimiento formaba parte de las leyes de la naturaleza. No cayó sobre el árbol porque el hombre se encontraba debajo, sino que se inspiró al hombre la idea de refugiarse bajo el árbol donde el rayo caería. El árbol habría sido alcanzado, aunque el hombre no hubiese estado debajo.”


528. Un hombre malintencionado arroja contra alguien un proyectil que lo roza sin lastimarlo. ¿Pudo un Espíritu benévolo haber desviado el proyectil?
“Si el individuo no debe ser lastimado, el Espíritu benévolo le inspirará la idea de hacerse a un lado, o podrá influir en el agresor para que apunte mal. El proyectil, una vez arrojado, sigue la trayectoria que debe recorrer.” 


529. ¿Qué debemos pensar acerca de las balas encantadas que son el tema de algunas leyendas, y que alcanzan fatalmente el blanco?
“Pura imaginación. El hombre admira lo maravilloso, pero no se contenta con las maravillas de la naturaleza.” 


529a. Los Espíritus que dirigen los acontecimientos de la vida, ¿pueden ser contrarrestados por Espíritus que quieran lo opuesto?
“Debe ser lo que Dios quiera. Si hay un retraso o un impedimento, es por su voluntad.”


530. Los Espíritus frívolos y burlones, ¿pueden provocar esos pequeños inconvenientes que se oponen a nuestros proyectos y nos hacen cambiar el rumbo? En una palabra, ¿son ellos los autores de lo que comúnmente se denomina las pequeñas miserias de la vida humana?
“Ellos se complacen en esas interferencias, que para vosotros son pruebas, a fin de haceros ejercitar la paciencia. Pero se cansan cuando descubren que no tienen éxito. Con todo, no sería justo ni correcto hacerlos responsables de vuestras equivocaciones, cuyos principales artífices sois vosotros mismos, a causa de vuestra precipitación. Créeme que, si se te rompe la vajilla, eso se debe más a tu descuido que a la acción de los Espíritus.”


530a. Los Espíritus que provocan interferencias, ¿obran como consecuencia de una animosidad personal, o bien agreden al primero que aparece, sin un motivo determinado y sólo por malicia?
“Ambas cosas. A veces son enemigos que habéis hecho en esta vida o en otra y que os persiguen. Otras veces no hay ningún motivo.”


531. La malevolencia de los seres que nos han hecho mal en la Tierra, ¿se extingue junto con su vida corporal?
“A menudo esos seres reconocen su injusticia y el mal que os han hecho. Aunque muchas veces también os persiguen con su animosidad, si Dios lo permite, para continuar poniéndoos a prueba.”


531a. ¿Se puede poner término a esa persecución? ¿De qué modo?
“Sí, se puede orar por ellos. Al devolverles bien por mal, terminan por comprender sus errores. Además, si sabéis poneros por encima de sus maquinaciones, dejan de perseguiros, pues descubren que con eso no ganan nada.”

La experiencia demuestra que algunos Espíritus os persiguen con su venganza de una existencia a otra, y que de ese modo el hombre expía, tarde o temprano, los errores que ha podido cometer en perjuicio de otro.


532. Los Espíritus, ¿tienen el poder de apartar los males que acosan a algunas personas, así como de atraer hacia ellas la prosperidad?
“No del todo, porque hay males que forman parte de los designios de la Providencia. No obstante, los Espíritus alivian vuestros dolores dándoos paciencia y resignación.

”Sabed, además, que con frecuencia depende de vosotros el apartar esos males, o al menos atenuarlos. Dios os ha dado la inteligencia para que os sirváis de ella, y principalmente por esa vía los Espíritus acuden en vuestro auxilio, pues os sugieren pensamientos propicios. Con todo, sólo ayudan a los que saben ayudarse a sí mismos. Tal es el sentido de estas palabras: Buscad y encontraréis. Llamad y se os abrirá. 

”Sabed más aún: lo que os parece un mal, no siempre lo es. Muchas veces de ese mal habrá de resultar un bien mayor. Esto es algo que vosotros no comprendéis, porque sólo pensáis en el momento presente o en vuestra propia persona.”


533. Los Espíritus, ¿pueden hacer que obtengamos los dones de la fortuna, si se los pedimos?
“A veces, como prueba. Aunque casi siempre se niegan, así como se le niega a un niño un pedido imprudente.”


533a. Los que conceden ese tipo de favores, ¿son los Espíritus buenos o los malos?
“Ambos. Depende de la intención. No obstante, con más frecuencia son los Espíritus que quieren arrastraros al mal, pues para lograrlo encuentran un medio fácil en los goces que proporciona la fortuna.”


534. Cuando parece que los obstáculos se oponen fatalmente a nuestros proyectos, ¿se debe a la influencia de algún Espíritu?
“A veces se debe a los Espíritus. Pero con mucha mayor frecuencia es porque vosotros mismos os equivocáis. La posición y el carácter influyen mucho. Si os obstináis en seguir un camino que no es el vuestro, los Espíritus no intervienen allí para nada. Vosotros sois vuestros propios genios malos.”


535. Cuando nos sucede algo dichoso, ¿debemos dar gracias a nuestro Espíritu protector?
“Agradeced sobre todo a Dios, sin cuyo permiso nada sucede. A continuación, dad gracias a los Espíritus buenos que han sido sus agentes.”


535a. ¿Qué nos sucedería si nos olvidáramos de agradecer?
“Lo que sucede a los ingratos.”


535b. No obstante, hay personas que no oran ni agradecen, pero todo les sale bien.
“Sí, pero hay que ver el final. Pagarán muy cara esa dicha pasajera que no se merecen, pues cuanto más hayan recibido, tanto más tendrán que devolver.”



Acción de los Espíritus en los fenómenos de la naturaleza

536. Los grandes fenómenos de la naturaleza, aquellos que se consideran una perturbación de los elementos, ¿se deben a causas fortuitas o tienen un objetivo providencial?
“Todo tiene su razón de ser. Nada ocurre sin el permiso de Dios.”


536a. Esos fenómenos, ¿siempre tienen al hombre por objeto?
“A veces tienen una razón de ser directa para el hombre, pero su único objeto también suele ser el restablecimiento del equilibrio y de la armonía de las fuerzas físicas de la naturaleza.”


536b. Comprendemos plenamente que la voluntad de Dios sea la causa primera, en esta como en todas las cosas. Sin embargo, como sabemos que los Espíritus ejercen una acción sobre la materia y son los agentes de la voluntad de Dios, preguntamos si algunos de ellos no ejercerán una influencia sobre los elementos para agitarlos, calmarlos o dirigirlos.
“Es evidente; no puede ser de otro modo. Dios no se entrega a una acción directa sobre la materia. Sus agentes se dedican a eso, en todos los grados de la escala de los mundos.”


537. La mitología de los antiguos se basa por completo en las ideas espíritas, con la diferencia de que ellos consideraban a los Espíritus como divinidades. Ahora bien, representaban a esos dioses o Espíritus con atribuciones especiales. Así, algunos estaban encargados de los vientos, otros del rayo, otros de presidir la vegetación, etc. Esa creencia, ¿se halla desprovista de fundamento?
“Se halla tan desprovista de fundamento como lejos aún de la verdad.”


537a. Por esa misma razón, pues, ¿podría haber Espíritus que habiten en el interior de la Tierra y presidan los fenómenos geológicos?
“Esos Espíritus no habitan precisamente en la Tierra, pero presiden y dirigen los fenómenos, conforme a sus atribuciones. Algún día tendréis la explicación de todos esos fenómenos y los comprenderéis mejor.”


538. Los Espíritus que presiden los fenómenos de la naturaleza, ¿constituyen una categoría especial dentro del mundo espírita? ¿Son seres aparte, o Espíritus que han estado encarnados, como nosotros?
“Que lo estarán o lo han estado.”


538a. Esos Espíritus, ¿pertenecen a los órdenes superiores o inferiores de la jerarquía espírita?
“Depende del papel más o menos material o inteligente que desempeñen. Algunos dan órdenes, otros las ejecutan. Los que llevan a cabo las cosas materiales son siempre de un orden inferior, ya sea entre los Espíritus como entre los hombres.”


539. En la producción de determinados fenómenos –las tempestades, por ejemplo-, ¿actúa un solo Espíritu, o ellos se reúnen en masa?
“En masas innumerables.”


540. Los Espíritus que ejercen una acción sobre los fenómenos de la naturaleza, ¿obran con conocimiento de causa, en virtud de su libre albedrío, o por un impulso instintivo e irreflexivo?
“Algunos sí, otros no. Haré una comparación: figúrate esas miríadas de animales que poco a poco hacen salir del mar islas y archipiélagos(1). ¿Crees que no hay en eso un objetivo providencial, y que esa transformación de la superficie del globo no es necesaria para la armonía general? Con todo, no son más que animales del último grado los que llevan a cabo esas cosas, mientras proveen a sus necesidades, y sin sospechar que son instrumentos de Dios. Pues bien, del mismo modo, los Espíritus más atrasados son útiles al conjunto. Mientras se ejercitan para la vida, antes de tener plena conciencia de sus actos y de su libre albedrío, obran sobre determinados fenómenos, cuyos agentes son sin saberlo. Primero, ejecutan. Más tarde, cuando su inteligencia se encuentre más desarrollada, darán órdenes y dirigirán las cosas del mundo material. Más tarde aún, podrán dirigir las cosas del mundo moral. Así, todo sirve, todo se eslabona en la naturaleza, desde el átomo primitivo hasta el arcángel, pues él mismo comenzó en un átomo. Admirable ley de armonía cuyo conjunto no puede apreciar vuestro espíritu limitado.

(1)  Se hace referencia aquí a los zoófitos (animales con aspecto de plasma), productores de secreciones calizas de forma arborescente que les sirve de habitáculo, como, por ejemplo, las formaciones coralíferas. [N. de Alberto Giordano 1981.]



Los Espíritus durante los combates

541. En una batalla, ¿hay Espíritus que asisten y sostienen a cada bando?
“Sí, y estimulan su valor.”

Así, en otros tiempos, los antiguos representaban a sus dioses a favor de tal o cual pueblo. Esos dioses no eran otra cosa que Espíritus representados mediante figuras alegóricas.


542. En una guerra, la justicia siempre está de un solo lado. ¿Cómo puede ser que haya Espíritus a favor del bando que no tiene razón?
“Sabéis que hay Espíritus que sólo buscan la discordia y la destrucción. Para ellos, la guerra es la guerra. La justicia de la causa les afecta poco.”


543. Algunos Espíritus, ¿pueden influir en un general cuando éste concibe los planes de campaña?
“Sin ninguna duda. Los Espíritus pueden influir en esa concepción, así como en cualquier otra.”


544. Los Espíritus malos, ¿podrían sugerirle planes equivocados para que sea derrotado?
“Sí; pero ¿acaso el general no tiene libre albedrío? Si su juicio no le permite distinguir una idea acertada de otra falsa, sufrirá las consecuencias de ello. En vez de dar órdenes, sería mejor que obedeciera.”


545. El general, ¿puede ser guiado a veces por una especie de doble vista, una vista intuitiva que le muestre por anticipado el resultado de sus planes?
“Eso ocurre con frecuencia en el hombre de genio. Es lo que él llama inspiración, y hace que obre con una especie de certeza. Esa inspiración le llega de los Espíritus que lo dirigen y que aprovechan las facultades de que está dotado.”


546. En el tumulto del combate, ¿qué sucede con los Espíritus de los que sucumben? ¿Siguen interesados en la batalla, aun después de la muerte?
“Algunos se interesan, otros se alejan.”

En los combates ocurre lo mismo que en todos los casos de muerte violenta. En el primer momento, el Espíritu está sorprendido y como aturdido; no cree haber muerto. Le parece que todavía participa en la acción. Sólo poco a poco se le presenta la realidad.


547. Los Espíritus que combatían unos contra otros cuando estaban vivos, una vez muertos, ¿se reconocen como enemigos y continúan batiéndose con furor?
“El Espíritu, en esos momentos, nunca se mantiene sereno. Al principio sigue resentido, e incluso puede querer perseguir a su enemigo. No obstante, cuando sus ideas se aclaran comprende que su animosidad ya no tiene objeto, aunque todavía podrá conservar vestigios de ella, cuya intensidad dependerá de su carácter.”


547a. ¿Percibe aún el fragor de las armas?
“Sí, perfectamente.


548. El Espíritu que asiste con serenidad a un combate, como espectador, ¿es testigo de la separación del alma y el cuerpo? ¿Cómo se le presenta ese fenómeno?
“Hay pocas muertes completamente instantáneas. La mayoría de las veces, el Espíritu, cuyo cuerpo acaba de ser herido mortalmente, no tiene al principio conciencia de lo que le sucedió. Sólo cuando el Espíritu comienza a reconocerse podemos distinguir que se mueve junto al cadáver. Eso parece tan natural, que la vista del cuerpo muerto no produce ningún efecto desagradable. Dado que toda la vida se traslada hacia el Espíritu, sólo él llama la atención. Con él conversamos o a él le damos órdenes.”



Acerca de los pactos

549. ¿Hay algo de cierto en los pactos con los Espíritus malos?
“No, esos pactos no existen, sino una naturaleza maligna que simpatiza con Espíritus malos. Por ejemplo: tú quieres atormentar a tu vecino y no sabes cómo hacerlo. Entonces llamas a Espíritus inferiores que, al igual que tú, sólo quieren el mal. De ese modo, para ayudarte, ellos pretenden que tú les sirvas en sus malos propósitos. Sin embargo, no se sigue de ahí que tu vecino no pueda desembarazarse de esos Espíritus mediante una conjuración contraria y por medio de su voluntad. Cuando alguien quiere cometer una mala acción, por el solo hecho de desearla llama a los Espíritus malos para que lo ayuden. De ese modo, queda obligado a servirlos, tal como ellos lo hacen con él, porque ellos también lo necesitan para el mal que quieren hacer. El pacto sólo consiste en eso.”

La dependencia en que a veces se encuentra el hombre en relación con los Espíritus inferiores proviene de su confianza en los pensamientos malos que ellos le sugieren, y no de alguna estipulación entre ellos y él. El pacto, en el sentido vulgar que se atribuye a esa palabra, constituye una alegoría que describe a una naturaleza maligna que simpatiza con Espíritus malos.


550. ¿Qué sentido tienen las leyendas fantásticas según las cuales determinados individuos habrían vendido su alma a Satán, para obtener de él ciertos favores?
“Todas las fábulas contienen una enseñanza y un sentido moral. Vuestro error consiste en tomarlas al pie de la letra. La que nos ocupa es una alegoría que puede explicarse así: quien llama en su ayuda a los Espíritus para obtener de ellos los dones de la fortuna o cualquier otro favor, manifiesta sus quejas a la Providencia y renuncia a la misión que ha recibido y a las pruebas que debe sufrir en la Tierra. Además, padecerá las consecuencias de ello en la vida futura. Esto no quiere decir que su alma quede para siempre condenada a la desdicha, pero dado que en lugar de desprenderse de la materia se hunde en ella cada vez más, las alegrías de que haya gozado en la Tierra no habrá de tenerlas en el mundo de los Espíritus. Así será hasta que se haya redimido mediante nuevas pruebas, tal vez mayores y aún más penosas. A través de su apego a los goces materiales el hombre se pone bajo la dependencia de los Espíritus impuros. Se trata de un pacto tácito entre ellos y él, que lo conduce a la perdición, aunque siempre le resulta fácil de romper con la asistencia de los Espíritus buenos, si tiene la firme voluntad de hacerlo.”



Poder oculto. Talismanes. Hechiceros

551. Un hombre malvado, con la ayuda de un Espíritu malo que lo sirva, ¿puede hacer mal a su prójimo?
“No. Dios no lo permitiría.”


552. ¿Qué pensar de la creencia en el poder que tendrían algunas personas para hechizar?
“Algunas personas tienen un poder magnético muy grande, del que pueden hacer mal uso si su propio Espíritu es malo. En ese caso, otros Espíritus malos pueden secundarlas. Sin embargo, no creáis en ese supuesto poder mágico, que sólo se encuentra en la imaginación de los supersticiosos, los cuales ignoran las verdaderas leyes de la naturaleza. Los hechos que se citan son hechos naturales mal observados y, principalmente, mal comprendidos.”


553. ¿Cuál puede ser el efecto de las fórmulas y prácticas con cuya ayuda algunas personas pretenden disponer de la voluntad de los Espíritus?
“El efecto consiste en hacer el ridículo, si obran de buena fe. En caso contrario, se trata de bribones que merecen un castigo. Todas las fórmulas son un engaño. No existe ninguna palabra sacramental, ningún signo cabalístico o talismán que ejerza algún tipo de acción sobre los Espíritus, pues estos sólo son atraídos por el pensamiento y no por las cosas materiales.”


553a. Algunos Espíritus, ¿no han dictado a veces fórmulas cabalísticas?
“Sí, tenéis Espíritus que os indican signos o palabras extravagantes, o que os prescriben determinados actos con cuya ayuda hacéis lo que llamáis conjuros. Con todo, no os quepa la menor duda de que son Espíritus que se burlan de vosotros y abusan de vuestra credulidad.”


554. Aquel que, con razón o sin ella, tiene confianza en lo que denomina la virtud de un talismán, ¿puede, mediante esa misma confianza, atraer a un Espíritu? Porque en ese caso es el pensamiento el que obra, y el talismán no es más que un signo que ayuda a dirigir el pensamiento.
“Es cierto. Pero la naturaleza del Espíritu atraído depende de la pureza de la intención y de la elevación de los sentimientos. Ahora bien, es raro que, quien sea tan simple para creer en la virtud de un talismán, no tenga un objetivo más material que moral. En todos los casos, esa creencia pone de manifiesto una mezquindad y una estrechez de ideas que dan pie a los Espíritus imperfectos y burlones.”


555. ¿Qué sentido debemos atribuir a la calificación de hechicero?
“Los que vosotros llamáis hechiceros son personas que, cuando obran de buena fe, están dotadas de ciertas facultades, como el poder magnético o la doble vista. En ese caso, como hacen cosas que no comprendéis, las creéis dotadas de un poder sobrenatural. ¿Acaso vuestros científicos no han pasado con frecuencia por hechiceros ante los ignorantes?”

El espiritismo y el magnetismo nos dan la clave de una multitud de fenómenos acerca de los cuales la ignorancia ha tejido una infinidad de fábulas, en las que la imaginación exagera los hechos. El conocimiento pleno de ambas ciencias -que son sólo una, por decirlo así-, al mostrar la realidad de las cosas y su verdadera causa, es la mejor prevención contra las ideas supersticiosas, porque revela lo que es posible y lo imposible, lo que se halla conforme a las leyes de la naturaleza y lo que sólo es una creencia ridícula.


556. Algunas personas, ¿poseen realmente el don de curar mediante el simple toque?
“El poder magnético puede llegar a eso cuando es secundado por la pureza de sentimientos y un ardiente deseo de hacer el bien, pues en ese caso los Espíritus buenos acuden para ayudar. No obstante, hay que desconfiar del modo como cuentan las cosas algunas personas demasiado crédulas o entusiastas, siempre dispuestas a ver lo maravilloso en las cosas más simples y naturales. También hay que desconfiar de los relatos interesados de quienes explotan la credulidad en beneficio propio.”



Bendición y maldición

557. La bendición y la maldición, ¿pueden atraer el bien y el mal hacia aquellos a quienes van dirigidas?
“Dios no escucha una maldición injusta, y quien la echa comete una falta ante Él. Como tenemos las dos tendencias opuestas -el bien y el mal-, la maldición puede ejercer una influencia momentánea, incluso sobre la materia. Pero esa influencia siempre se ejerce mediante la voluntad de Dios, y como una prueba adicional para el que la sufre. Además, por lo general se maldice a los malos y se bendice a los buenos. La bendición y la maldición nunca apartan a la Providencia del camino de la justicia, que sólo hiere a aquel a quien se echa la maldición cuando es malo, y su protección sólo cubre al que se la merece.(2) ”

(2) Este problema de la bendición y la maldición, así como el de lo maravilloso, que consta en los Ítems 528 y 529, ejemplifica de manera positiva la naturaleza racional del Espiritismo, generalmente acusado de supersticioso por los que ignoran la Doctrina. Pero uno de los puntos más importantes de este capítulo es el que se refiere al instinto, en el Ítem 522. Vemos allí que el concepto espírita de instinto se refiere al recuerdo inconsciente de las pruebas que hemos escogido antes de encarnar. Así pues, la voz del instinto es el presentimiento de los sucesos destacados de la actual existencia. El Espíritu encarnado recibe el aviso interior, mas puede atenderlo o no, según su libre arbitrio. Pero no se confunda este concepto espírita de instinto con el concepto psico-biológico de instinto como necesidad orgánica. [N. de J. H. Pires 1981.]


AMOR, CARIDAD y TRABAJO








Intervención de los espíritus en el mundo corporal (Segunda parte)

 






INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS
EN EL MUNDO CORPORAL
(Segunda parte)






El libro de los espíritus de Allan Kardec
CAPÍTULO IX

Ángeles de la guarda. 
Espíritus protectores, familiares o simpáticos

489. ¿Hay Espíritus que se apegan a un individuo en particular, para protegerlo?
“Sí, el hermano espiritual. Es el que llamáis Espíritu bueno o genio bueno.”


490. ¿Qué se debe entender por ángel de la guarda?
“El Espíritu protector de un orden elevado.”


491. ¿Cuál es la misión del Espíritu protector?
“La de un padre para con sus hijos: conducir a su protegido por el camino del bien, ayudarlo con sus consejos, consolarlo en las aflicciones, sostener su valor en las pruebas de la vida.”


492. El Espíritu protector, ¿está apegado al individuo desde el nacimiento de este?
“Desde el nacimiento hasta la muerte, y con frecuencia lo sigue después de la muerte en la vida espírita, e incluso durante muchas existencias corporales, porque esas existencias no son más que fases muy cortas en relación con la vida del Espíritu.”


493. La misión del Espíritu protector, ¿es voluntaria u obligatoria?
“El Espíritu está obligado a velar por vosotros porque aceptó esa tarea, pero puede elegir a los seres que le son simpáticos. Para algunos es un placer. Para otros, una misión o un deber.”


493a. Al dedicarse a una sola persona, ¿renuncia el Espíritu a proteger a otros individuos?
“No, pero lo hace de una manera menos exclusiva.”


494. El Espíritu protector, ¿está fatalmente apegado al ser cuya guarda se le confió?
“Suele suceder que determinados Espíritus abandonan su posición para cumplir diversas misiones. Sin embargo, en ese caso, otros los sustituyen.”


495. El Espíritu protector, ¿abandona a veces a su protegido, cuando este se muestra rebelde a sus advertencias?
“Se aleja cuando ve en su protegido que los consejos que le da son inútiles, y que es más fuerte la voluntad de sufrir la influencia de los Espíritus inferiores. Pero nunca lo abandona por completo y siempre se hace escuchar. En ese caso es el hombre quien cierra sus oídos. El Espíritu protector vuelve tan pronto como se lo llama.

”Hay una doctrina que, por su encanto y su dulzura, debería convertir a los más incrédulos: la doctrina de los ángeles de la guarda. Pensar que siempre tenéis cerca a seres que son superiores a vosotros; que siempre están allí para aconsejaros y sosteneros, para ayudaros a escalar la escarpada montaña del bien; que son amigos más seguros y abnegados que las amistades más íntimas que alguien podría tener en esta Tierra, ¿no es esa una idea muy consoladora? Esos seres se encuentran allí por orden de Dios. Él los ha puesto cerca de vosotros y allí permanecen por amor a Él, cumpliendo a vuestro lado una bella, aunque penosa misión. En efecto, dondequiera que estéis, el ángel de la guarda estará con vosotros. Cárceles, hospitales, antros del vicio, soledad: nada os separa de ese amigo al que no podéis ver, pero cuyos más tiernos impulsos y sabios consejos siente y escucha vuestra alma.

”¡Por qué no conocéis mejor esta verdad! ¡Cuántas veces os ayudaría en los momentos de crisis! ¡Cuántas veces os salvaría de los Espíritus malos! Con todo, en el día supremo, este ángel del bien tendrá que deciros con frecuencia: ‘¿Acaso no te lo aconsejé? Pero no lo hiciste. ¿No te señalé el abismo? Pero te precipitaste en él. ¿No te hice escuchar en tu conciencia la voz de la verdad? Pero preferiste seguir los consejos de la mentira’. ¡Ah! Interrogad a vuestros ángeles de la guarda. Estableced entre ellos y vosotros esa tierna intimidad que reina entre los mejores amigos. No penséis en ocultarles nada, pues ellos tienen la vista de Dios y no podéis engañarlos. Pensad en el porvenir, tratad de avanzar en esta vida, y así vuestras pruebas serán más cortas, y vuestras existencias más dichosas. ¡Vamos, hombres, tened valor! Arrojad lejos, de una vez por todas, los prejuicios y las segundas intenciones. Emprended el nuevo camino que se abre ante vosotros. ¡Adelante, adelante! Tenéis guías: seguidlos… No os faltará la meta, pues esa meta es el propio Dios.

”A los que crean que es imposible para Espíritus realmente elevados entregarse a una tarea tan laboriosa e incesante, les diremos que nosotros influimos en vuestras almas aunque nos encontremos a muchos millones de leguas de vosotros. Para nosotros el espacio no es nada; y aunque vivamos en otro mundo, nuestros Espíritus mantienen su relación con el vuestro. Gozamos de cualidades que vosotros no podéis comprender. No obstante, tened la certeza de que Dios no nos ha impuesto una tarea que exceda nuestras fuerzas, y que no os ha dejado solos en la Tierra sin amigos ni sostén. Cada ángel de la guarda tiene su protegido por el cual vela, como un padre vela por su hijo. Se alegra cuando lo ve en el camino del bien. En cambio, se lamenta cuando desprecia sus consejos.

”No temáis cansarnos con vuestras preguntas. Por el contrario, permaneced siempre en relación con nosotros. De ese modo seréis más fuertes y dichosos. Son esas comunicaciones de cada hombre con su Espíritu familiar las que convierten en médiums a todos los hombres, médiums ignorados en la actualidad, pero que se manifestarán más tarde y se derramarán como un océano sin límites, para rechazar la incredulidad y la ignorancia. Hombres instruidos: instruid. Hombres talentosos: educad a vuestros hermanos. No os imagináis la obra que realizáis de ese modo: la obra de Cristo, la que Dios os impone. ¿Para qué Dios os ha concedido la inteligencia y la ciencia, si no es para que hagáis partícipes de ellas a vuestros hermanos, a fin de hacerlos avanzar en la senda de la felicidad y de la dicha eterna?”

SAN LUIS. SAN AGUSTÍN


La doctrina de los ángeles de la guarda, que velan por sus protegidos a pesar de la distancia que separa los mundos, no tiene nada que deba sorprender. Por el contrario, es grande y sublime. ¿Acaso no vemos en la Tierra a un padre que vela por su hijo y, aunque esté lejos de él, lo ayuda con sus consejos por correspondencia? Así pues, ¿qué habría de asombroso en el hecho de que los Espíritus pudieran guiar a aquellos a quienes toman bajo su protección, de un mundo a otro, puesto que para ellos la distancia que separa los mundos es menor que la que, en la Tierra, separa los continentes? ¿No disponen ellos, además, del fluido universal que entrelaza todos los mundos y los vuelve solidarios, vehículo inmenso de la transmisión de los pensamientos, así como el aire es para nosotros el vehículo de la transmisión del sonido?


496. Dado que el Espíritu que abandona a su protegido ya no le hace bien, ¿puede hacerle mal?
“Los Espíritus buenos nunca hacen mal. Dejan que lo hagan los que toman su lugar. En ese caso, vosotros acusáis a la suerte por las desgracias que os agobian, cuando en realidad la falta es vuestra.”


497. El Espíritu protector, ¿puede dejar a su protegido a merced de un Espíritu que quiera hacerle mal?
“Los Espíritus malos se unen para neutralizar la acción de los buenos. No obstante, si el protegido lo quiere, contará con toda la fuerza de su Espíritu bueno. Tal vez el Espíritu bueno encuentre a alguien de buena voluntad en otra parte, de modo que aprovechará esa oportunidad para ayudarlo, mientras aguarda el momento de regresar junto a su protegido.”


498. Cuando el Espíritu protector permite que su protegido se extravíe en la vida, ¿sucede eso porque es impotente para luchar contra Espíritus malévolos?
“No es porque no puede, sino porque no quiere. De ese modo, su protegido sale de las pruebas más perfecto he instruido. Lo asiste con sus consejos mediante los pensamientos buenos que le sugiere, pero que lamentablemente no siempre son escuchados. La debilidad, la indiferencia o el orgullo del hombre son los que dan fortaleza a los Espíritus malos. Su poder sobre vosotros procede tan sólo del hecho de que no les oponéis resistencia.”


499. El Espíritu protector, ¿está constantemente con su protegido? ¿No hay alguna circunstancia en que, sin abandonarlo, lo pierda de vista?
“Hay circunstancias en que la presencia del Espíritu protector junto a su protegido no es necesaria.”


500. ¿Llega un momento en que el Espíritu ya no tiene necesidad del ángel de la guarda?
“Sí, cuando ha alcanzado el grado en que puede guiarse a sí mismo, así como llega un momento en que el escolar ya no tiene necesidad del maestro. Con todo, eso no ocurre en vuestra Tierra.”


501. ¿Por qué la acción de los Espíritu sobre nuestra existencia es oculta? Además, cuando nos protegen, ¿por qué no lo hacen de una manera ostensible?
“Si contaseis con su apoyo, no obraríais por vosotros mismos y vuestro Espíritu no progresaría. Para que pueda adelantar, el Espíritu necesita experiencia, y a menudo es preciso que la adquiera a expensas de sí mismo. Tiene que ejercitar sus fuerzas, sin lo cual sería como un niño al que no le permiten que camine solo. La acción de los Espíritus que os quieren bien siempre está regulada de modo tal que no afecte a vuestro libre albedrío, pues si no tuvierais responsabilidad no avanzaríais en el camino que debe conduciros a Dios. El hombre, dado que no ve su sostén, se entrega a sus propias fuerzas. Sin embargo, su guía vela por él y de vez en cuando le advierte que desconfíe del peligro.”


502. El Espíritu protector que consigue llevar a su protegido por el camino del bien, ¿experimenta por eso algún bien para sí mismo?
“Es un mérito que se le toma en cuenta, ya sea para su propio adelanto o para su felicidad. Es dichoso cuando ve que el éxito corona sus cuidados. Triunfa tal como un preceptor lo hace con el éxito de su discípulo.”


502a. Si no consigue un buen resultado, ¿es responsable de ello?
“No, puesto que hizo lo que dependía de él.”


503. El Espíritu protector que ve a su protegido en el camino del mal a pesar de sus advertencias, ¿siente pena por eso? ¿No le resulta ese hecho un motivo de perturbación para su felicidad?
“Sufre por esos errores, y los lamenta. No obstante, esa aflicción no tiene las angustias de la paternidad terrestre, porque él sabe que el mal tiene remedio y que lo que no se hace hoy se hará mañana.”


504. ¿Podemos saber siempre el nombre de nuestro Espíritu protector o ángel de la guarda?
“¿Cómo queréis saber nombres que no existen para vosotros? ¿Acaso creéis que sólo existen los Espíritus que vosotros conocéis?”


504a. ¿Cómo habremos de invocarlo, entonces, si no lo conocemos?
“Dadle el nombre que queráis. Puede ser el de un Espíritu superior, al que profeséis simpatía o veneración. Vuestro Espíritu protector acudirá a ese llamado, porque todos los Espíritus buenos son hermanos y se asisten mutuamente.”


505. Los Espíritus protectores que adoptan nombres conocidos, ¿son siempre realmente los de las personas que llevaban esos nombres?
“No, sino Espíritus que les son simpáticos y que suelen venir por orden suya. Os hacen falta nombres, de modo que ellos toman uno que os inspire confianza. Vosotros, cuando no podéis cumplir una misión en persona, enviáis a otro que actúe en vuestro nombre.”


506. Cuando estemos en la vida espírita, ¿reconoceremos a nuestro Espíritu protector?
“Sí, porque con frecuencia ya lo conocíais antes de encarnar.”


507. Los Espíritus protectores, ¿pertenecen en su totalidad a la clase de los Espíritus superiores? ¿Puede haber entre ellos algunos que pertenezcan a grados intermedios? Un padre, por ejemplo, ¿puede llegar a ser el Espíritu protector de su hijo?
“Es posible, pero la protección supone cierto grado de elevación, y un poder o una virtud suplementarios otorgados por Dios. El padre que protege a su hijo puede ser asistido a su vez por un Espíritu más elevado.”


508. Los Espíritus que han dejado la Tierra en buenas condiciones, ¿pueden siempre proteger a aquellos a quienes aman y que les sobreviven?
“Su poder está restringido en mayor o menor medida. La posición en que se encuentran no siempre los deja en completa libertad de acción.”


509. Los hombres que se hallan en estado salvaje o de inferioridad moral, ¿poseen también sus Espíritus protectores? En ese caso, ¿son esos Espíritus de un orden tan elevado como el de los que protegen a los hombres muy adelantados?
“Cada hombre tiene un Espíritu que vela por él, pero las misiones son conformes a su objeto. Así, para que un niño aprenda a leer, vosotros no le asignáis un profesor de filosofía. El progreso del Espíritu familiar precede al del Espíritu protegido. Aunque tengáis un Espíritu superior que vele por vosotros, podéis por vuestra parte llegar a ser el protector de un Espíritu inferior a vosotros, y los progresos que le ayudéis a lograr contribuirán a vuestro propio adelanto. Dios no le pide al Espíritu más de lo que le permite su naturaleza y el grado de progreso al que ha llegado.”


510. Cuando el padre que vela por su hijo reencarna, ¿sigue haciéndolo en ese nuevo estado?
“Es más difícil. Con todo, en un instante de desprendimiento, ruega a un Espíritu simpático que lo asista en esa misión. Por otra parte, los Espíritus sólo aceptan misiones que puedan cumplir hasta el final.

”El Espíritu encarnado, sobre todo en los mundos en que la existencia es material, se halla demasiado sujeto a su cuerpo como para dedicarse por completo a otro, es decir, para asistirlo personalmente. Por eso, los que no son tan elevados reciben la asistencia de Espíritus superiores a ellos, de manera que, si uno falta por cualquier causa, es sustituido por otro.”


511. Además del Espíritu protector, ¿hay un Espíritu malo apegado a cada individuo, con miras a incitarlo al mal y darle oportunidad de luchar entre el bien y el mal?
“Apegado no es la palabra. Es verdad que los Espíritus malos intentan desviar al hombre del camino del bien cuando se les presenta la oportunidad. No obstante, cuando uno de ellos se apega a un individuo, lo hace por iniciativa propia, porque espera ser escuchado. En ese caso, se traba una lucha entre el bueno y el malo, que habrá de ganar aquel a cuyo dominio el hombre se entregue.”


512. ¿Podemos tener muchos Espíritus protectores?
“Cada hombre tiene siempre Espíritus simpáticos más o menos elevados que lo aprecian y se interesan por él, así como también hay otros que lo asisten en el mal.”


513. Los Espíritus simpáticos, ¿obran en virtud de una misión?
“A veces pueden cumplir una misión temporaria, pero la mayoría de las veces son incitados tan sólo por la similitud de pensamientos y de sentimientos, ya sea en el bien o en mal.”


513a. De ahí parece resultar que los Espíritus simpáticos pueden ser buenos o malos.
“En efecto, el hombre siempre encuentra Espíritus que simpatizan con él, sea cual fuere su carácter.”


514. Los Espíritus familiares, ¿son los mismos que los Espíritus simpáticos o protectores?
“Hay muchos matices en la protección y en la simpatía. Dadles los nombres que queráis. El Espíritu familiar es más bien el amigo de la casa.”

De estas explicaciones y de las observaciones realizadas en torno a la naturaleza de los Espíritus que se apegan al hombre, podemos deducir lo que sigue: El Espíritu protector, ángel de la guarda o genio bueno, es aquel cuya misión consiste en seguir al hombre en la vida y ayudarlo a progresar. Su naturaleza siempre es superior comparada con la de su protegido.

Los Espíritus familiares se apegan a algunas personas mediante vínculos más o menos duraderos, con miras a serles útiles en la medida de sus posibilidades, a menudo bastante limitadas. Son buenos, aunque a veces poco adelantados e incluso un tanto frívolos. Se ocupan de buen grado de los detalles de la vida íntima y sólo obran por orden o con permiso de los Espíritus protectores.

Los Espíritus simpáticos son aquellos que se sienten atraídos por nosotros con motivo de afectos particulares y de cierta semejanza de gustos y sentimientos, ya sea en el bien o en el mal. La duración de sus relaciones casi siempre se encuentra subordinada a las circunstancias. El genio malo es un Espíritu imperfecto o perverso, que se apega al hombre con miras a desviarlo del bien. Sin embargo, obra por iniciativa propia y no en virtud de una misión. Su tenacidad depende de la mayor o menor facilidad de acceso que encuentre. El hombre siempre es libre de escuchar su voz o de rechazarla.

515. ¿Qué debemos pensar de esas personas que parecen apegarse a ciertos individuos para llevarlos fatalmente a la perdición, o bien para guiarlos por el camino del bien?
“De hecho, algunas personas ejercen sobre otras una especie de fascinación que parece irresistible. Cuando eso sucede para el mal, se trata de Espíritus malos que se sirven de otros Espíritus malos para subyugar mejor. Dios puede permitirlo para probaros.”


516. Nuestro genio bueno y nuestro genio malo, ¿podrían encarnar para acompañarnos en la vida de una manera más directa?
“Eso sucede a veces. Pero a menudo también encargan esa misión a otros Espíritus encarnados que les son simpáticos.”


517. ¿Hay Espíritus que se apegan a una familia entera para protegerla?
“Algunos Espíritus se apegan a los miembros de una misma familia que viven juntos y se hallan unidos por el afecto. Con todo, no creáis en la existencia de Espíritus protectores del orgullo de las razas.”


518. Dado que los Espíritus son atraídos hacia los individuos por sus simpatías, ¿lo son también hacia las reuniones de individuos por causas particulares?
“Los Espíritus acuden de preferencia a los lugares donde están sus semejantes. Allí se sienten más cómodos y están más seguros de que se les escuchará. El hombre atrae hacia sí a los Espíritus en virtud de sus tendencias, ya sea solo o como parte de un todo colectivo: una sociedad, una ciudad o un pueblo. Por consiguiente, hay sociedades, ciudades y pueblos que son asistidos por Espíritus más o menos elevados, conforme al carácter y las pasiones que imperen allí. Los Espíritus imperfectos se alejan de aquellos que los rechazan. De ahí resulta que el perfeccionamiento moral de un todo colectivo, así como el de los individuos, tiende a alejar a los Espíritus malos y a atraer a los buenos. Estos estimulan y mantienen el sentimiento del bien en las masas, así como los otros pueden inspirar en ellas las pasiones malas.”


519. Las aglomeraciones de individuos, tales como las sociedades, las ciudades y las naciones, ¿tienen sus Espíritus protectores especiales?
“Sí, porque esas reuniones son individualidades colectivas que avanzan con un objetivo común y que tienen necesidad de una dirección superior.”


520. Los Espíritus protectores de las masas, ¿son de una naturaleza más elevada que los Espíritus que se apegan a los individuos?
“Todo es conforme al grado de adelanto, tanto de las masas como de los individuos.”


521. Algunos Espíritus, ¿pueden contribuir al progreso de las artes mediante la protección de quienes se ocupan de ellas?
“Hay Espíritus protectores especiales que asisten a quienes los invocan, cuando los juzgan dignos de recibir esa asistencia. No obstante, ¿qué queréis que hagan con los que creen ser lo que no son? No pueden hacer que los ciegos vean, ni que los sordos oigan.”

Los antiguos habían hecho de esos Espíritus divinidades especiales. Las musas no eran otras que la personificación alegórica de los Espíritus protectores de las ciencias y las artes. Del mismo modo, los antiguos designaban con los nombres de lares y penates(1) a los Espíritus protectores de la familia. Entre los modernos, las artes, las distintas industrias, las ciudades y las regiones tienen también sus patronos o protectores, que sólo son Espíritus superiores, aunque con otros nombres.

(1) Dioses domésticos a los que rendían culto los antiguos romanos [RAE].

Dado que cada hombre tiene sus Espíritus simpáticos, resulta de ahí que en todos los colectivos la generalidad de los Espíritus simpáticos está en relación con la generalidad de los individuos; que los Espíritus extraños son atraídos hacia allí por la identidad de los gustos y de los pensamientos; en una palabra, que esas reuniones –así como los individuos- se encuentran rodeadas, asistidas e influenciadas en mayor o menor medida, según la naturaleza de los pensamientos de la multitud. 

En los pueblos, las causas de atracción de los Espíritus son las costumbres, los hábitos, el carácter dominante y, sobre todo, las leyes, porque el carácter de una nación se refleja en sus leyes. Los hombres que hacen que entre ellos reine la justicia combaten la influencia de los Espíritus malos. En cualquier parte donde las leyes consagran las cosas injustas, contrarias a la humanidad, los Espíritus buenos están en minoría. De ese modo, el conjunto de los malos que afluyen hacia ese lugar someten a la nación con sus ideas y paralizan las buenas influencias, parciales, que quedan perdidas en la multitud como una espiga aislada en medio de las zarzas. Por consiguiente, al estudiar las costumbres de los pueblos, o de cualquier reunión de hombres, es fácil formarse una idea de la población oculta que se inmiscuye en sus pensamientos y en sus acciones.(2)

(2) En este comentario a las respuestas de los Espíritus nos ofrece Kardec dos indicaciones importantes: la primera de ellas se refiere a la interpretación espírita de la mitología, que modifica cuanto hasta hoy han afirmado al respecto los estudios de la cuestión puramente humanos, pues muestra que los dioses mitológicos existían en realidad, como Espíritus. La segunda es, relativa a la sociología, que a la luz del Espiritismo se reviste también de un nuevo aspecto, exigiendo el estudio de la interacción de las colectividades espirituales y humanas, para la buena comprensión de los procesos sociales. [N. de J. H. Pires 1981.]   


AMOR, CARIDAD y TRABAJO






Intervención de los espíritus en el mundo corporal (Primera parte)

 






INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS
EN EL MUNDO CORPORAL
(Primera parte)






El libro de los espíritus de Allan Kardec
CAPÍTULO IX

Penetración de los Espíritus en nuestro pensamiento

456. Los Espíritus, ¿ven todo lo que hacemos?
“Pueden verlo, pues ellos os rodean sin cesar. No obstante, cada uno ve las cosas a las que presta atención, ya que no se ocupa de las que le son indiferentes.”


457. Los Espíritus, ¿pueden conocer nuestros más secretos pensamientos?
“A menudo conocen hasta lo que querríais ocultaros a vosotros mismos. Ante ellos no podéis disimular vuestros actos ni vuestros pensamientos.”


457a. Según esto, parecería más fácil ocultarle algo a una persona viva que a esa misma persona después de su muerte.
“Sin duda, y cuando vosotros creéis estar bien ocultos, muchas veces tenéis a vuestro lado una multitud de Espíritus que os ven.”


458. ¿Qué piensan de nosotros los Espíritus que están alrededor nuestro y nos observan?
“Eso depende. Los Espíritus traviesos se ríen de las pequeñas molestias que os ocasionan y se burlan de vuestra impaciencia. Los Espíritus serios se compadecen de vosotros por vuestros defectos, y tratan de ayudaros.”



Influencia oculta de los Espíritus en nuestros pensamientos y en nuestras acciones

459. Los Espíritus, ¿influyen en nuestros pensamientos y en nuestras acciones?
“En ese aspecto su influencia es mayor de lo que creéis, pues muy a menudo son ellos quienes os dirigen.”


460. Además de nuestros propios pensamientos, ¿tenemos otros que nos son sugeridos?
“Vuestra alma es un Espíritu que piensa. No ignoráis que muchos pensamientos se os ocurren a la vez sobre un mismo asunto, y que a menudo son muy contradictorios. Pues bien, los hay siempre vuestros y nuestros. Eso os genera incertidumbre, porque tenéis en vosotros dos ideas que se combaten mutuamente.”


461. ¿De qué modo podemos distinguir nuestros propios pensamientos de aquellos que nos son sugeridos?
“Cuando se os sugiere un pensamiento, es como una voz que os habla. Vuestros propios pensamientos son, por lo general, los que se os ocurren primero. Por otra parte, esa distinción no reviste gran interés para vosotros, y con frecuencia es útil no saberlo, pues de ese modo el hombre obra con mayor libertad. Si se decide por el bien, lo hace de buen grado. En cambio, si toma el camino del mal, mayor será su responsabilidad.”


462. Los hombres inteligentes y de genio, ¿toman siempre sus ideas de sí mismos?
“A veces las ideas proceden de su propio Espíritu. Sin embargo, a menudo les son sugeridas por otros Espíritus que los juzgan capaces de comprenderlas y dignos de transmitirlas. Cuando no las encuentran en sí mismos, apelan a la inspiración. En ese caso, se trata de una evocación que hacen sin sospecharlo.”

Si fuese útil distinguir con claridad los pensamientos propios de aquellos que nos son sugeridos, Dios nos habría proporcionado los medios para hacerlo, así como nos ha dado los medios que nos permiten distinguir el día de la noche. Cuando algo se nos presenta de modo impreciso es porque debe ser así para nuestro bien.


463. A veces se dice que lo que se nos ocurre primero siempre es bueno. ¿Es esto exacto?
“Puede ser bueno o malo, conforme a la naturaleza del Espíritu encarnado. Siempre es bueno en aquel que escucha las buenas inspiraciones.”


464. ¿Cómo podemos distinguir si un pensamiento que nos ha sido sugerido procede de un Espíritu bueno o de uno malo?
“Estudiadlo. Los Espíritus buenos sólo aconsejan el bien. A vosotros os cabe distinguir.”


465. ¿Con qué objetivo los Espíritus imperfectos nos impulsan al mal?
“Para haceros sufrir como ellos sufren.”


465a. ¿Disminuye eso sus padecimientos?
“No, pero lo hacen por envidia, al ver seres más felices.”


465b¿Qué clase de padecimientos quieren que experimentemos?
“Los que resultan de pertenecer a un orden inferior y alejado de Dios.”


466. ¿Por qué Dios permite que algunos Espíritus nos inciten al mal?
“Los Espíritus imperfectos son los instrumentos destinados a probar la fe y la constancia de los hombres en el bien. Puesto que tú eres un Espíritu, debes progresar en la ciencia de lo infinito. Por eso pasas por las pruebas del mal para llegar al bien. Nuestra misión consiste en ponerte en el camino del bien. Cuando las malas influencias actúan sobre ti es porque tú las llamas con el deseo del mal, pues los Espíritus inferiores acuden a ayudarte en el mal cuando tienes la voluntad de cometerlo. Ellos sólo pueden ayudarte en el mal cuando tú quieres el mal. En efecto, si eres propenso al crimen, tendrás alrededor tuyo una nube de Espíritus que mantendrán en ti ese pensamiento. Sin embargo, también hay otros Espíritus que tratarán de infundirte el bien, con lo cual se restablece el equilibrio y entonces eres dueño de tus actos.”

De ese modo, Dios deja a nuestra conciencia la elección del camino que debemos seguir, así como la libertad de ceder a una u otra de las influencias opuestas que se ejercen sobre nosotros.


467. ¿Podemos liberarnos de la influencia de los Espíritus que nos incitan al mal?
“Sí, porque esos Espíritus sólo se apegan a quienes los provocan con sus deseos o los atraen con sus pensamientos.”


468. Los Espíritus cuya influencia rechazamos mediante la voluntad, ¿renuncian a sus tentativas?
“¿Qué quieres que hagan? Cuando no pueden hacer nada, se retiran. No obstante, aguardan el momento favorable como el gato que acecha al ratón.”


469. ¿De qué modo podemos neutralizar la influencia de los Espíritus malos?
“Haced el bien y poned toda vuestra confianza en Dios para lograrlo. Así rechazaréis la influencia de los Espíritus inferiores y destruiréis el imperio que ellos quieren ejercer sobre vosotros. Guardaos de escuchar las sugestiones de los Espíritus que provocan malos pensamientos, fomentan la discordia entre vosotros y excitan las pasiones malas. Desconfiad, sobre todo, de los que exaltan vuestro orgullo, porque os atacan por el lado débil. Por eso Jesús os hace decir en la oración dominical: Señor, no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal.”


470. Los Espíritus que tratan de inducirnos al mal y que de ese modo ponen a prueba nuestra firmeza en el bien, ¿han recibido la misión de hacerlo? En caso de que se trate de una misión, ¿qué responsabilidad les cabe?
“Ningún Espíritu recibe la misión de hacer el mal. Cuando lo hace, es por su propia voluntad, razón por la cual sufre las consecuencias. Dios puede permitirle que lo haga para probaros, pero no se lo ordena. Por otra parte, a vosotros os compete rechazarlo.”


471. Cuando experimentamos un sentimiento de angustia, de ansiedad indefinible o de satisfacción interior sin causa conocida, ¿depende eso únicamente de una disposición física?
“Casi siempre es un efecto de las comunicaciones que, sin saberlo, mantenéis con los Espíritus, o que habéis mantenido con ellos mientras dormíais.”


472. Los Espíritus que quieren incitarnos al mal, ¿se limitan a sacar provecho de las circunstancias en que nos encontramos, o pueden provocarlas?
“Sacan provecho de las circunstancias, pero también suelen provocarlas impulsándoos, sin que lo sepáis, hacia el objeto de vuestra codicia. Así, por ejemplo, si un hombre encuentra en su camino una suma de dinero, no creáis que fueron los Espíritus los que la dejaron en ese lugar, aunque sí pudieron transmitirle al hombre la idea de pasar por allí. En ese caso, ellos le sugieren la idea de apropiarse del dinero, mientras que otros Espíritus le sugieren que lo devuelva a su dueño. Lo mismo ocurre con el resto de las tentaciones.”



Acerca de los posesos

473. Un Espíritu, ¿puede revestirse momentáneamente con la envoltura de una persona viva, es decir, introducirse en un cuerpo animado y obrar en lugar del Espíritu que se encuentra encarnado en él?
“El Espíritu no entra en un cuerpo como lo haces tú en una casa. Se asimila con un Espíritu encarnado(1) que tiene los mismos defectos y las mismas cualidades que él, para obrar conjuntamente. No obstante, siempre es el Espíritu encarnado el que obra como quiere sobre la materia de que está revestido. Un Espíritu no puede sustituir a otro que se encuentra encarnado, porque el Espíritu y el cuerpo están unidos hasta la hora señalada para el término de la existencia material.”

(1) [“s’assimile avec un Esprit incarné”: el verbo assimiler, en su primera acepción, al igual que su equivalente en español, significa asemejar, hacer parecido o semejante. En relación con este tema, en otras ocasiones se utiliza el término “identificar” (identifier). Véase “El Libro de los Médiums”, de Allan Kardec (§§ 227, 237, 254, etc.).]


474. Si no hay posesión propiamente dicha, es decir, cohabitación de dos Espíritus en un mismo cuerpo, ¿puede el alma encontrarse bajo la dependencia de otro Espíritu, de manera que sea subyugada u obsesionada por él, a tal punto que su voluntad se vea en cierto modo paralizada?
“Sí, y esos son los verdaderos posesos. No obstante, debes saber que esa dominación nunca se ejerce sin la participación del que la sufre, ya sea por su debilidad, o bien por su deseo. Con frecuencia se ha tomado por posesos a epilépticos o a locos que tenían más necesidad de un médico que de un exorcismo.”

La palabra poseso, en su acepción común, supone la existencia de demonios, es decir, de una categoría de seres de naturaleza maligna, así como la cohabitación de uno de esos seres con el alma de un individuo, en el cuerpo de este. Puesto que los demonios no existen en ese sentido, y que dos Espíritus no pueden habitar simultáneamente en el mismo cuerpo, se sigue de ahí que tampoco existen los posesos conforme a la idea que se vincula con dicho término. La palabra poseso sólo debe entenderse en el sentido de la dependencia absoluta en que puede encontrarse el alma en relación con Espíritus imperfectos que la subyugan.


475. ¿Puede uno, por sí mismo, alejar a los Espíritus malos y liberarse de su dominación?
“Siempre se puede sacudir un yugo cuando se tiene la firme voluntad de hacerlo.”


476. ¿Puede suceder que la fascinación ejercida por el Espíritu malo sea tal que la persona subyugada no se percate de ello? En ese caso, ¿puede una tercera persona poner término a la sujeción? ¿Qué requisitos debe cumplir para lograrlo?
“Si es un hombre de bien, su voluntad puede ayudar recurriendo a la asistencia de los Espíritus buenos, pues cuanto más hombre de bien se es, tanto más poder se tiene sobre los Espíritus imperfectos para alejarlos, y sobre los buenos para atraerlos. Con todo, ese hombre sería impotente si el subyugado no colabora. Hay personas que se complacen en una dependencia que halaga sus gustos y deseos. En todos los casos, aquel cuyo corazón no es puro no puede ejercer ninguna influencia. Los Espíritus buenos lo ignoran y los malos no le temen.”


477. Las fórmulas de exorcismo, ¿tienen alguna eficacia contra los Espíritus malos?
“No. Cuando esos Espíritus ven que alguien toma esas fórmulas en serio, se ríen de él y se obstinan.”


478. Algunas personas se hallan animadas por buenas intenciones, y no por eso dejan de estar obsesas. ¿Cuál es el mejor medio de liberarse de los Espíritus obsesores(2)?
“Agotar su paciencia, no tener en cuenta para nada sus sugestiones, mostrarles que pierden el tiempo. En ese caso, cuando ven que no tienen nada que hacer, se van.”

(2) [Esprits obsesseurs. El término francés obsesseur (con el que se nombra al sujeto que obsesiona o causa obsesión) siempre ha sido traducido al español como obsesor, pese a que esta palabra no ha sido incluida en el “Diccionario de la Lengua Española”, que sólo registra el adjetivo obsesionante. Con todo, el término obsesión -al igual que su familia de palabras- aún no cuenta en la mayoría de los diccionarios con una acepción espírita precisa.]


479. La oración, ¿es un medio eficaz para curar la obsesión?
“La oración es un auxilio poderoso en todo. No obstante, debéis saber que no basta con murmurar algunas palabras para obtener lo que se desea. Dios asiste a los que actúan, y no a los que se limitan a pedir. Es preciso, pues, que el obseso haga por su parte lo necesario para destruir en sí mismo la causa que atrae a los Espíritus malos.”
(Véase El Libro de los Médiums, Cap. “Acerca de la obsesión”.)


480. ¿Qué hay que pensar de la expulsión de los demonios de que se habla en el Evangelio?
“Depende de la interpretación. Si llamáis demonio a un Espíritu malo que subyuga a un individuo, cuando su influencia sea destruida habrá sido expulsado realmente. Si atribuís una enfermedad al demonio, cuando os hayáis curado de la enfermedad diréis también que habéis expulsado al demonio. Una misma cosa puede ser verdadera o falsa, conforme al sentido que se atribuya a las palabras. Las verdades más grandes pueden parecer absurdas cuando sólo se mira la forma y se toma la alegoría por la realidad. Comprended bien esto y retenedlo, pues es de aplicación general.”



Convulsionarios(3)
(3) Este apartado hace referencia al estado en que algunos sujetos entraban, al someterlos al trance magnético o hipnótico. [N. de Alberto Giordano 1981.] 

481. Los Espíritus, ¿desempeñan un papel en los fenómenos que se producen en los individuos a quienes se designa con el nombre de convulsionarios?
“Sí, un papel muy importante, así como el magnetismo, que es su causa principal. Sin embargo, el charlatanismo con frecuencia ha explotado y exagerado esos efectos, lo que ha hecho que queden en ridículo.”


481a. ¿De qué naturaleza son, por lo general, los Espíritus que participan en ese tipo de fenómenos?
“Poco elevados. ¿Creéis que los Espíritus superiores se divierten con semejantes cosas?”


482. ¿De qué modo el estado anormal de los convulsionarios y los crisíacos(4) puede desarrollarse de súbito en toda una población?
“Efecto simpático. Las disposiciones morales se comunican con mucha facilidad en determinados casos. No desconocéis tanto los efectos magnéticos como para no comprender esto, así como la parte que en dichos efectos deben tomar algunos Espíritus, por simpatía hacia quienes los provocan.(5)

(4) [Crisiaques: el término es aplicado a las personas que se encuentran en estado de crisis magnética.]

(5) Esta respuesta de los Espíritus recuerda a Kardec los estudios sobre el magnetismo animal a que se dedicó largamente antes del Espiritismo, y que le sirvieron, conforme se ve, de preparación para el desempeño de su misión como investigador y codificador. [N. de J. H. Pires 1981.]

Entre las facultades extrañas que se observan en los convulsionarios se reconocen fácilmente aquellas acerca de las cuales el sonambulismo y el magnetismo ofrecen numerosos ejemplos. Tales son, entre otras, la insensibilidad física, la lectura del pensamiento, la transmisión simpática de los dolores, etc. No se puede dudar, pues, de que esos crisíacos se encuentran en una especie de estado de sonambulismo despierto, provocado por la influencia recíproca que ejercen entre ellos. Aunque no se den cuenta, son a la vez magnetizadores y magnetizados.


483. ¿Cuál es la causa de la insensibilidad física que se observa en algunos convulsionarios, así como en otros individuos sometidos a las más atroces torturas?
“En algunos es un efecto exclusivamente magnético, que actúa sobre el sistema nervioso de la misma manera que determinadas sustancias. En otros, la exaltación del pensamiento embota la sensibilidad, porque la vida parece haberse retirado del cuerpo para concentrarse en el Espíritu. ¿No sabéis que cuando el Espíritu está sumamente preocupado por algo, el cuerpo no siente, no ve ni escucha nada?”

La exaltación fanática y el entusiasmo suelen ofrecer, en los suplicios, el ejemplo de una calma y una sangre fría que no podrían sobreponerse a un dolor agudo, si no se admitiera que la sensibilidad se encuentra neutralizada por una especie de efecto anestésico. Se sabe que en el ardor del combate con frecuencia no se advierte que se ha sufrido una herida grave, mientras que en las circunstancias ordinarias un rasguño nos hace estremecer.

Dado que esos fenómenos dependen de una causa física y de la acción de determinados Espíritus, cabe preguntarnos cómo ha podido depender de la autoridad el hacerlos cesar en ciertos casos(6). La razón es simple: en tales casos la acción de los Espíritus sólo es secundaria, y ellos no hacen más que aprovechar una disposición natural. La autoridad no suprimió esa disposición, sino la causa que la mantenía y la exaltaba. De activa que era, la convirtió en latente, y tenía razón de obrar así, porque de ahí resultaban abusos y escándalos. Se sabe, por lo demás, que esa intervención resulta impotente cuando la acción de los Espíritus es directa y espontánea.

(6) [Allan Kardec se refiere a la autoridad pública. Véase el artículo “Los Convulsionarios de Saint-Médard”, en Revue Spirite, Año II, Nº 11, noviembre de 1859.]



Afecto de los Espíritus hacia determinadas personas

484. Los Espíritus, ¿profesan un afecto preferencial hacia determinadas personas?
“Los Espíritus buenos simpatizan con los hombres de bien o con los que son susceptibles de mejorar. Los Espíritus inferiores, con los hombres viciosos o con los que pueden llegar a serlo. De ahí su apego, efecto de la semejanza de las sensaciones.”


485. El afecto de los Espíritus hacia determinadas personas, ¿es exclusivamente moral?
“El afecto verdadero no tiene nada de carnal. Sin embargo, cuando un Espíritu se apega a una persona, no siempre lo hace por afecto, pues en eso puede mezclarse un recuerdo de las pasiones humanas.”


486. Los Espíritus, ¿se interesan por nuestras desdichas y por nuestra prosperidad? Los que nos quieren bien, ¿se afligen por los males que experimentamos en la vida?
“Los Espíritus buenos hacen todo el bien que les es posible y se sienten felices por vuestras alegrías. Se afligen por vuestros males cuando no los soportáis con resignación, porque en tal caso esos males no os reportan ningún beneficio, ya que procedéis como el enfermo que rechaza el brebaje amargo que habrá de curarlo.”


487. ¿Cuál de nuestros males aflige más a los Espíritus: el mal físico o el moral?
“Vuestro egoísmo y vuestra dureza de corazón. De ahí deriva todo. Ellos se ríen, en cambio, de esos males imaginarios que nacen del orgullo y de la ambición, así como se regocijan por aquellos males cuyo efecto es abreviar vuestro período de prueba.”

Como los Espíritus saben que la vida corporal es transitoria y que las tribulaciones que la acompañan son medios para llegar a un estado mejor, se afligen más por las causas morales que nos alejan de ese estado que por los males físicos, que sólo son pasajeros.

Los Espíritus se preocupan poco por las desdichas que afectan solamente a nuestras ideas mundanas, así como nosotros lo hacemos por las pueriles congojas de los niños.

El Espíritu que ve en las aflicciones de la vida un medio para nuestro adelanto, considera tales aflicciones como la crisis momentánea que habrá de salvar al enfermo. Se compadece de nuestros padecimientos, de la misma manera que nosotros nos compadecemos de los de un amigo. No obstante, como ve las cosas desde un punto de vista más justo, los considera de otro modo que nosotros. Mientras que los Espíritus buenos fortalecen nuestro ánimo en favor de nuestro porvenir, los otros, para comprometerlo, nos incitan a la desesperación.


488. Los parientes y amigos que nos precedieron en el regreso a la otra vida, ¿tienen por nosotros más simpatía que los Espíritus que nos son extraños?
“Sin duda, y a menudo os protegen como Espíritus, según su poder.”


488a. ¿Son ellos sensibles al afecto que les profesamos? 
“Muy sensibles. Con todo, se olvidan de quienes se olvidaron de ellos.”


AMOR, CARIDAD y TRABAJO