LA MUJER Y EL HOMBRE ESPÍRITA
“El Libro de
los Espíritus” de Allan Kardec
SEXOS EN LOS
ESPÍRITUS
200. ¿Tienen
sexos los espíritus?
«Como lo
comprendéis vosotros, no; porque los sexos dependen del organismo. Existe entre
ellos amor y simpatía; pero fundados en la semejanza de sentimientos».
201. El espíritu
que animó el cuerpo de un hombre, ¿puede en una nueva existencia, animar el de
una mujer, y viceversa?
«Sí; unos mismos
espíritus animan a los hombres y a las mujeres».
202. Cuando
somos espíritus, ¿preferimos encarnarnos en el cuerpo de un hombre o de una
mujer?
«Poco le importa
al espíritu; porque depende de las pruebas que ha de sufrir».
Los espíritus
renacen hombres o mujeres; porque carecen de sexo. Como deben progresar en
todo, cada sexo, lo mismo que cada posición social, les ofrece pruebas y
deberes especiales y ocasión de adquirir experiencia. El que fuese siempre
hombre, no sabría más que lo que saben los hombres.
LEY
DE IGUALDAD
IGUALDAD
DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y LA MUJER
817. ¿El hombre
y la mujer son iguales ante Dios, y tienen los mismos derechos?
« ¿No ha dado
Dios a ambos la inteligencia del bien y del mal y la facultad de progresar?»
818. ¿De dónde
procede la inferioridad moral de la mujer en ciertas comarcas?
«Del imperio
injusto y cruel que el hombre se ha tomado sobre ella. Es resultado de las instituciones
sociales y del abuso de la fuerza respecto de la debilidad. Entre hombres poco avanzados
moralmente, la fuerza es el derecho».
819. ¿Con qué
objeto la mujer es más débil físicamente que el hombre?
«Para señalarle
funciones particulares. El hombre es para los trabajos rudos, como más fuerte
que es; la mujer para los trabajos ligeros, y ambos para ayudarse mutuamente a
pasar las pruebas de una vida llena de amarguras».
820. ¿La
debilidad física de la mujer no la pone naturalmente bajo la dependencia del hombre?
«Dios ha dotado
a unos de fuerza para que protejan al débil, y no para que lo esclavicen».
Dios ha
apropiado la organización de cada ser a las funciones que ha de desempeñar. Si
ha dado a la mujer menos fuerza física, la ha dotado al mismo tiempo de mayor
sensibilidad, en relación con la delicadeza de las funciones materiales, y con
la debilidad de los seres confiados a su guarda.
821. Las
funciones a que está destinada la mujer por la naturaleza, ¿tienen tanta importancia
como las reservadas al hombre?
«Sí, y aún
mayor. Ella es quien le da las primeras nociones de la vida».
822. Siendo
iguales los hombres ante la ley de Dios, ¿deben serlo así mismo ante la de los
hombres?
«Este es el
primer principio de justicia: No hagáis a los otros lo que no quisierais que se
os hiciese».
-Según esto, una
legislación, para ser perfectamente justa, ¿debe consagrar la igualdad de derechos
entre el hombre y la mujer?
«De derechos sí;
de funciones, no. Es preciso que cada uno tenga su lugar señalado, que el
hombre se ocupe de lo exterior y la mujer de lo interior, cada cual según su
aptitud. Para ser equitativa la ley humana, debe consagrar la igualdad de
derechos entre la mujer y el hombre, y todo privilegio concedido al uno o a la
otra es contrario a la justicia. La emancipación
de la mujer sigue el progreso de la civilización. Su esclavitud camina
con la barbarie. Por otra parte, los sexos no se deben más que a la
organización física. Y puesto que los espíritus pueden tomar uno u otro, no
existe diferencia entre ellos sobre este particular, y por lo tanto, deben
gozar de los mismos derechos».
Del libro: “El Consolador” por el espíritu Emmanuel de
Francisco Cándido Xavier
SOCIOLOGÍA
67.- ¿Cómo interpretar
el movimiento feminista en la actualidad de la civilización?
El hombre y la
mujer, en la institución conyugal, son como el cerebro y el corazón del organismo
doméstico.
Ambos son
portadores de una responsabilidad igual en el sagrado colegio de la familia; y
si el alma femenina siempre presentó un coeficiente más avanzado de
espiritualidad en la vida, es que, desde el principio, el espíritu masculino
intoxicó las fuentes de su libertad, a través de todos los abusos, perjudicando
su posición moral en el transcurso de sus numerosas existencias, en múltiples existencias
seculares.
La ideología
feminista de los tiempos modernos, sin embargo, con sus diversas banderas políticas
y sociales, puede ser un veneno para la mujer descuidada de sus grandes deberes
espirituales en la faz de la Tierra. Si existe un feminismo legítimo, ese debe
ser el de la reeducación de la mujer para el hogar, nunca para una acción
contraproducente fuera de él. Es que los problemas femeninos no podrán ser
solucionados por los códigos del hombre, sino solamente a la luz generosa y
divina del Evangelio.
DEBER
189.-
¿Qué debe hacer la madre terrestre para cumplir evangélicamente sus deberes, conduciendo
a los hijos hacia el bien y hacia la verdad?
En el ambiente doméstico, el corazón maternal debe
ser el exponente divino de toda la comprensión espiritual y de todos los sacrificios
por la paz de la familia.
Dentro de esa esfera de trabajo, en la más
santificada tarea de renuncia personal, la mujer cristiana enciende la
verdadera luz para el camino de los hijos a través de la vida.
La misión materna se resume en dar siempre el amor
de dios, el Padre de Infinita Bondad, que puso en el corazón de las madres la
sagrada esencia de la vida. En las labores del mundo, existen aquellas que se
dejan llevar por el egoísmo del ambiente particular; con todo, es preciso
despertar a tiempo, a fin de no viciar la fuente de la ternura.
La madre terrestre debe comprender, antes que todo,
que sus hijos, primeramente, son hijos de Dios.
Desde la infancia debe prepararlos para el trabajo y
para la lucha que les esperan.
Desde los primeros años debe enseñar al niño a huir
del abismo de la libertad, controlando sus actitudes y ordenando sus posiciones
mentales, ya que esa es la ocasión más propicia para la edificación de las
bases de una vida.
Debe sentir a los hijos de otras madres como si
fuesen los propios, sin guardar, de modo alguno, la falsa comprensión de que
los suyos son mejores y más altamente dotados que los de otras.
Enseñará la tolerancia más pura, pero no desdeñará
la energía cuando sea necesaria en el proceso de la educación, reconocida la
heterogeneidad de las tendencias y la diversidad de los temperamentos.
Se sacrificará de todos los modos a su alcance, sin
quitar el patrón de grandeza espiritual de su tarea, por la paz de los hijos,
enseñándoles que todo dolor es respetable, que todo trabajo edificante y divino,
y que todo desperdicio es falta grave.
Les enseñará el respeto por el infortunio ajeno,
para que sean igualmente amparados en el mundo, en la hora de amargura que los
espera, común a todos los Espíritus encarnados.
En los problemas del dolor y del trabajo, de la
prueba y de la experiencia, no debe dar razón a cualquier queja de los hijos,
sin un examen meticuloso y desapasionado de las cuestiones, levantándoles los
sentimientos hacia Dios, sin permitir que se estanquen en la futilidad o en los
prejuicios morales de las situaciones transitorias del mundo.
Será ella en el hogar el buen consejo sin
parcialidad, el estímulo del trabajo y la fuente de armonía para todos.
Transmitirá a quienes la rodean los dones sublimes
de la humildad y de la perseverancia, sin ninguna preocupación por las glorias vanas
y efímeras de la vida material.
Cumpliendo ese programa
de esfuerzo evangélico, en la hipótesis de fracasar todas sus dedicaciones y
renuncias, compete a las madres incomprendidas entregar el fruto de sus labores
a Dios, prescindiendo de cualquier juzgamiento del mundo, ya que el Padre de
Misericordia sabrá apreciar sus sacrificios y bendecirá sus penas, en el
instituto sagrado de la vida familiar.
AMOR, CARIDAD y TRABAJO
AMOR, CARIDAD y TRABAJO
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