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Los tres reinos (Progresión del Principio Vital e Inteligente hasta transformarse en Espíritu)

 






LOS TRES REINOS
(Progresión del Principio Vital e Inteligente hasta transformarse en Espíritu)










El Libro de los Espíritus de Allan Kardec
CAPÍTULO XI
LOS TRES REINOS

Los minerales y las plantas

585. ¿Qué pensáis acerca de la división de la naturaleza en tres reinos, o bien en dos clases: la de los seres orgánicos y la de los seres inorgánicos? Algunos consideran que la especie humana es una cuarta clase. ¿Cuál de esas divisiones es preferible?
“Todas son buenas, ya que dependen de diferentes puntos de vista. En el aspecto material sólo hay seres orgánicos e inorgánicos. En cambio, desde el punto de vista moral existen, evidentemente, cuatro grados.”

Esos cuatro grados tienen, en efecto, caracteres precisos, aunque sus límites parezcan confundirse. La materia inerte, que constituye el reino mineral, sólo tiene en sí una fuerza mecánica. Las plantas, compuestas de materia inerte, se hallan dotadas de vitalidad. Los animales, compuestos de materia inerte y dotados de vitalidad, tienen además una especie de inteligencia instintiva, limitada, con conciencia de su existencia y de su individualidad. El hombre, que tiene cuanto hay en las plantas y en los animales, domina a las otras clases por medio de una inteligencia especial, ilimitada(1), que le da la conciencia de su porvenir, la percepción de las cosas extra materiales y el conocimiento de Dios.

(1) La inteligencia del hombre es ilimitada frente a la limitada inteligencia del animal. El texto francés dice “indefine”, lo que generalmente se traduce por “indefinida”. Pero nos parece que la traducción más clara es la que aquí se adopta. [N. de J. H. Pires.1981]


586. Las plantas, ¿tienen conciencia de su existencia?
“No, pues no piensan. Sólo tienen vida orgánica.”


587. Las plantas, ¿experimentan sensaciones? ¿Sufren cuando se las mutila?
“Las plantas reciben impresiones físicas que actúan sobre la materia, pero no tienen percepciones. Por consiguiente, no sienten dolor.”


588. La fuerza que atrae a las plantas unas hacia otras, ¿es inde- pendiente de su voluntad?
“Sí, puesto que no piensan. Se trata de una fuerza mecánica de la materia que actúa sobre la materia. Las plantas no podrían oponerse a esa fuerza.”


589. Algunas plantas, tales como la sensitiva y la dionea, por ejemplo, tienen movimientos que denotan una gran sensibilidad y, en ciertos casos, una especie de voluntad, como puede observarse en la dionea, cuyos lóbulos atrapan a la mosca que acude a posarse en ellos para succionar su zumo, y a la cual parecen tender una trampa para después matarla. Esas plantas, ¿están dotadas de la facultad de pensar? ¿Tienen voluntad? ¿Constituyen una clase intermedia entre la naturaleza vegetal y la naturaleza animal? ¿Son una transición de una a otra?
“Todo es transición en la naturaleza, por el hecho de que ninguna cosa es semejante a otra, aunque todas se relacionan. Las plantas no piensan y, por consiguiente, no tienen voluntad. La ostra que se abre, así como los zoófitos, no tienen pensamiento: sólo hay en ellos un instinto ciego natural.”

El organismo humano nos ofrece ejemplos de movimientos análogos sin la participación de la voluntad, tales como los que se observan en las funciones digestivas y circulatorias. Así, el píloro se cierra al contacto de ciertos cuerpos para impedir su paso. Lo mismo debe de suceder con la sensitiva, en la cual los movimientos no implican en modo alguno la necesidad de una percepción, y menos aún la necesidad de una voluntad.


590. ¿No hay en las plantas, tal como en los animales, un instinto de conservación que las lleva a buscar lo que les es útil y a evitar lo que podría perjudicarlas?
“Es, si se quiere, una especie de instinto. Depende de la extensión que se atribuya al sentido de esa palabra. Con todo, es un instinto puramente mecánico. Cuando en las operaciones químicas veis que dos cuerpos se unen, es porque se atraen, es decir, porque entre ellos hay afinidad. A eso no lo llamáis instinto.”


591. En los mundos superiores, ¿son las plantas, al igual que los demás seres, de una naturaleza más perfecta?
“Todo es más perfecto. no obstante, las plantas siempre son plantas, así como los animales siempre son animales y los hombres siempre son hombres(2).”

(2) Algunas personas consideran esta respuesta como una negación de la continuidad evolutiva de las cosas y seres. El lector debe tener en cuenta que la respuesta hace referencia a la condición imperante en los mundos superiores, donde hay plantas, animales y hombres, igual que en los inferiores, pero en un estadio más evolucionado. La palabra “siempre” (toujours), empleada en el original francés, no se utiliza en el sentido de “eternidad”, sino tan sólo para mostrar que los tres reinos existen “siempre” en todos los mundos de que se hace mención. Por lo demás, una sola frase no podrá contradecir a todo el libro. Véanse los párrafos 604, 607 y 607 a. [N. de J. H. Pires.1981]

La frase del original es: “… les plantes sont toujours des plantes…” etcétera. La hemos traducido literalmente para no omitir el término “siempre”, que motiva la nota de J. H. Pires que acabamos de transcribir. Pero, en realidad, hubiéramos preferido decir: “… las plantas siguen siendo plantas…”, etcétera, porque el toujours de los franceses no en todos los casos significa “siempre”. Véase, si no, lo que expresa una autoridad indiscutida en la materia, RAFAEL MARÍA BARALT, en su célebre Diccionario de Galicismos. Dice este autor: “[Siempre] ocasiona groseros galicismos. Verbigracia: “¿Cómo se encuentra usted? – Estoy siempre enfermo”. Cualquiera conoce la diferencia que va de esto a lo siguiente: “¿Cómo está usted? Sigo enfermo”. [N. de Alberto Giordano. 1981]



Los animales y el hombre

592. Si comparamos al hombre con los animales desde el punto de vista de la inteligencia, la línea de demarcación entre uno y otros parece difícil de trazar, porque algunos animales tienen, desde ese punto de vista, una notoria superioridad sobre determinados hombres. Esa línea de demarcación, ¿puede ser trazada de una manera precisa?
“Sobre este punto vuestros filósofos no están muy de acuerdo. Algunos pretenden que el hombre sea un animal; otros, que el animal sea un hombre. Ninguno tiene razón. El hombre es un ser aparte, que a veces se rebaja demasiado o se eleva muy alto. En lo físico, el hombre es como los animales y se encuentra menos dotado que muchos de ellos. La naturaleza ha dado a los animales todo lo que el hombre está obligado a inventar con su inteligencia para satisfacer sus necesidades, con miras a su conservación. El cuerpo del hombre se destruye como el de los animales, es cierto, pero su Espíritu tiene un destino que sólo él puede comprender, porque sólo él es completamente libre. ¡Pobres hombres, que os rebajáis al nivel de los irracionales! ¿no sabéis distinguiros de ellos? Reconoced al hombre por el pensamiento de Dios.”


593. ¿Se puede decir que los animales sólo actúan por instinto?
“Eso también es un sistema. Es verdad que el instinto predomina en la mayoría de los animales. Con todo, ¿no ves que actúan con una voluntad determinada? Eso es la inteligencia, aunque se halla limitada.”

Además del instinto, no se puede negar que algunos animales ejecutan acciones combinadas que denotan una voluntad de obrar en un sentido determinado y conforme a las circunstancias. Por consiguiente, en ellos hay una especie de inteligencia, pero cuyo ejercicio se concentra más exclusivamente en los medios de satisfacer sus necesidades físicas y de proveer a su conservación. No existe en los animales ningún tipo de creación ni de mejoramiento. Por mucho que sea el arte que admiramos en sus trabajos, lo que hacían antaño es lo mismo que hacen en la actualidad, ni mejor ni peor, según formas y proporciones constantes e invariables. Una cría, aislada de los de su especie, no por eso deja de construir su nido conforme al mismo modelo, sin haber recibido ninguna enseñanza. Si algunos animales son susceptibles de cierta educación, su desarrollo intelectual, recluido en todos los casos dentro de estrechos límites, se debe a la acción del hombre sobre una naturaleza flexible, pues no progresan por sus propios medios. No obstante, ese progreso es efímero y puramente individual, dado que el animal, una vez librado a sí mismo, no tarda en volver a actuar dentro de los límites trazados por la naturaleza.


594. Los animales, ¿tienen lenguaje?
“Si os referís a un lenguaje formado por palabras y sílabas, no. Si os referís a un medio de comunicarse entre ellos, sí. Se dicen muchas más cosas de las que creéis. no obstante, su lenguaje se halla limitado a sus necesidades, al igual que lo están sus ideas.”


[594a] – Hay animales que no tienen voz, razón por la cual parece que no tienen lenguaje.
“Se comprenden por otros medios. ¿Acaso vosotros, los hombres, sólo tenéis la palabra para comunicaros? ¿Qué dices de los mudos? Dado que los animales están dotados de una vida de relación, tienen medios para llamarse la atención y expresar las sensaciones que experimentan. ¿Crees que los peces no se entienden? El hombre, pues, no tiene el privilegio exclusivo del lenguaje. Con todo, el de los anima- les es instintivo y se halla circunscripto a sus necesidades e ideas, mientras que el del hombre es perfectible y se presta para expresar todas las concepciones de su inteligencia.”

En efecto, los peces –que emigran en masa–, así como las golondrinas –que obedecen al guía que las conduce–, deben de tener medios para llamarse la atención, entenderse y ponerse de acuerdo. Tal vez sea una vista más penetrante lo que les permite distinguir las señales que se hacen. Tal vez el agua sea el vehículo que les transmite determinadas vibraciones. Sea lo que fuere, es incontestable que poseen un medio para entenderse, así como todos los animales desprovistos de voz y que realizan trabajos en común. Según esto, ¿debemos asombrarnos de que los Espíritus puedan comunicarse mutuamente sin contar con el auxilio de la palabra articulada? 


595. Los animales, ¿tienen el libre albedrío de sus actos?
“No son simples máquinas, como vosotros creéis(3). No obstante, su libertad de acción se halla limitada a sus necesidades, y no se la puede comparar con la del hombre. Dado que los animales son muy inferiores al hombre, no tienen los mismos deberes que este. Su libertad se halla restringida a los actos de la vida material.”

(3)  Enseñaba DESCARTES que los animales son máquinas y que, por no tener Espíritu, obran según las leyes de la materia. Esa concepción, que en tiempos de Kardex estaba aún bastante difundida, prevalece incluso en la hora actual entre la mayoría de los hombres. Los Espíritus la han refutado, conforme se observará, y su opinión es refrendada por las ciencias. [N. de J. H. Pires. 1981]



596. ¿A qué se debe la aptitud de algunos animales para imitar el lenguaje del hombre? ¿Por qué esa aptitud se encuentra más bien en las aves que en el mono, por ejemplo, cuya conformación tiene más analogía con la del hombre?
“Conformación particular de los órganos de la voz, secundada por el instinto de imitación. El mono imita los gestos; algunas aves imitan la voz.”


597. Dado que los animales tienen una inteligencia que les confiere cierta libertad de acción, ¿hay en ellos un principio independiente de la materia?
“Sí, y que sobrevive al cuerpo.”


[597a] – Ese principio, ¿es un alma semejante a la del hombre?
“Es también un alma, si así lo queréis. Eso depende del sentido que se le atribuya a esa palabra. no obstante, es inferior a la del hombre. Entre el alma de los animales y la del hombre hay tanta distancia como la que existe entre el alma del hombre y Dios.”


598. El alma de los animales, ¿conserva después de la muerte su individualidad y la conciencia de sí?
“Su individualidad, sí; pero no la conciencia de su yo. La vida inteligente permanece en estado latente.”


599. El alma de los animales, ¿puede elegir encarnar en un animal antes que en otro?
“No, no tiene libre albedrío.”


600. Dado que el alma del animal sobrevive a su cuerpo, ¿se halla después de la muerte en un estado errante, como la del hombre?
“Es una especie de erraticidad, puesto que no se encuentra unida a un cuerpo, pero no es un Espíritu errante. El Espíritu errante es un ser que piensa y obra por su libre voluntad; el de los animales no tiene la misma facultad. La conciencia de sí mismo es el atributo principal del Espíritu. El Espíritu del animal es clasificado, después de su muerte, por los Espíritus a quienes les corresponde esa tarea, y se lo utiliza casi de inmediato. no tiene oportunidad de ponerse en contacto con otras criaturas.”


601. Los animales, ¿siguen una ley progresiva, como los hombres?
“Sí. Por eso en los mundos superiores, donde los hombres están más adelantados, los animales lo están también y disponen de medios de comunicación más desarrollados. No obstante, siempre son inferiores al hombre y se hallan subordinados a él. Son sus servidores inteligentes.”

En esto no hay nada de extraordinario. Supongamos que nuestros animales más inteligentes –el perro, el elefante, el caballo– poseyeran una conformación adecuada para los trabajos manuales: ¿qué no podrían hacer bajo la dirección del hombre? (4)

(4)  Modernamente, con la aplicación de tests a los animales se ha adelantado mucho en este terreno. Por ejemplo, las hormigas son muy hábiles para resolver la prueba del laberinto, y las abejas demuestran poseer una noción extraordinaria acerca del transcurso del tiempo. Algunos loros y cuervos aprendieron a contar hasta siete, y los peces diferencian un óvalo de un círculo. Los experimentos han demostrado, en cambio, que el perro no posee el grado de inteligencia que se le acreditaba hasta hace poco, aunque sí es tenaz y tiene muy buena voluntad en aprender. El caballo parece también disfrutar de fama inmerecida pues, según las últimas experiencias realizadas, su capacidad mental es muy inferior a la del asno, y menor incluso que la del cerdo. En términos generales, se verifica que las especies que el hombre ha domesticado son menos inteligentes que aquellas otras que se encuentran en estado de libertad y que denominamos silvestres o salvajes. [N. de Alberto Giordano. 1981]

 

602. Los animales, ¿progresan del mismo modo que el hombre, es decir, por medio de su voluntad, o lo hacen por la fuerza de las circunstancias?
“Por la fuerza de las circunstancias. Por ese motivo no hay expiación para ellos.”


603. En los mundos superiores, ¿conocen los animales a Dios?
“No. El hombre es un dios para ellos, así como antaño los Espíritus eran dioses para los hombres.”


604. Dado que los animales –incluso los más perfeccionados, que se encuentran en los mundos superiores– siempre son inferiores al hombre, resulta de ahí que Dios ha creado seres intelectuales perpetuamente destinados a la inferioridad, lo cual parece estar en desacuerdo con la unidad de miras y de progreso que se observa en todas sus obras.
“Todo se eslabona en la naturaleza por medio de lazos que aún no podéis captar. Las cosas que en apariencia son más disparatadas tienen puntos de contacto que el hombre, en su estado actual, nunca llegará a comprender. Puede entreverlos mediante un esfuerzo de su inteligencia, pero sólo cuando esa inteligencia se haya desarrollado por completo y se encuentre libre de los prejuicios del orgullo y de la ignorancia podrá ver con claridad la obra de Dios. Mientras tanto, sus limitadas ideas hacen que vea las cosas desde un punto de vista mezquino y estrecho. Sabed bien que Dios no puede contradecirse, y que todo en la naturaleza se armoniza por medio de leyes generales que nunca se apartan de la sublime sabiduría del Creador.”


[604a] – La inteligencia, por consiguiente, ¿es una propiedad común, un punto de contacto entre el alma de los animales y la del hombre?
“Sí, pero los animales sólo tienen la inteligencia de la vida material. En el hombre, la inteligencia da lugar a la vida moral.”


605. Si se consideran todos los puntos de contacto que existen entre el hombre y los animales, ¿no se podría pensar que el hombre posee dos almas, el alma animal y el alma espírita, y que si no tuviera esta última podría vivir, pero como los irracionales? Dicho de otro modo, ¿no se podría pensar que el animal es un ser semejante al hombre, pero sin el alma espírita? De ahí resultaría que los instintos buenos y malos del hombre serían el efecto del predominio de una u otra de esas dos almas.
“No, el hombre no tiene dos almas. Con todo, el cuerpo posee sus instintos, que son el resultado de la sensación de los órganos. Sólo hay en él una doble naturaleza: la naturaleza animal y la naturaleza espiritual. Por su cuerpo, participa de la naturaleza de los animales y de los instintos que les son propios. Por su alma, participa de la naturaleza de los Espíritus.”


[605a] – Así, el hombre, además de luchar contra sus propias imperfecciones, de las que el Espíritu debe despojarse, ¿tiene que luchar también contra la influencia de la materia?
“Así es. Cuanto más inferior es el hombre, más estrechos son los lazos entre el Espíritu y la materia. ¿Acaso no lo veis? No, el hombre no tiene dos almas. El alma siempre es única en cada ser. El alma del animal y la del hombre son distintas una de otra, de modo que el alma de uno no puede animar el cuerpo creado para la otra. No obstante, si bien el hombre no tiene un alma animal que lo coloque, por sus pasiones, al nivel de los animales, tiene su cuerpo, que suele rebajarlo hasta ellos, pues su cuerpo es un ser dotado de vitalidad que tiene instintos, pero instintos no inteligentes y limitados al cuidado que requiere su conservación(5).” 

(5) Los Espíritus plantean aquí un problema filosófico, el del “ser del cuerpo”, que el desarrollo de la filosofía espírita tiende a esclarecer. Hay obras especializadas sobre el tema en la Colección Filosófica Edicel, Editora Cultural Espírita, Ltda. Sao Paulo, Brasil. [N. de J. H. Pires. 1981]


Al encarnar en el cuerpo del hombre, el Espíritu le aporta el principio intelectual y moral que lo hace superior a los animales. Las dos naturalezas que hay en el hombre dan a sus pasiones dos orígenes diferentes: unas proceden de los instintos de la naturaleza animal; otras, de las impurezas del Espíritu encarnado en él, el cual simpatiza en mayor o menor medida con los groseros apetitos animales. El Espíritu, al purificarse, se libera poco a poco de la influencia de la materia. Bajo esa influencia, se acerca a los irracionales. Desprendido de ella, se eleva a su verdadero destino.


606. Los animales, ¿de dónde sacan el principio inteligente que constituye la especie particular de alma de que están dotados?
“Del elemento inteligente universal.”


[606a] – La inteligencia del hombre y la de los animales, ¿emanan, pues, de un principio único?
“Sin ninguna duda, pero en el hombre ha recibido una elaboración que la eleva por encima de la que anima a los irracionales.”


607. Se ha dicho que el alma del hombre, en su origen, equivale al estado de infancia en la vida corporal, que su inteligencia apenas se manifiesta y que se ejercita para la vida.  ¿Dónde cumple el Espíritu esa primera fase?
“En una serie de existencias que preceden al período que vosotros llamáis humanidad.”


[607a] – De ese modo, el alma parece haber sido el principio inteligente de los seres inferiores de la creación.
“¿Acaso no hemos dicho que en la naturaleza todo se eslabona y tiende a la unidad? En esos seres, a los que estáis lejos de conocer por completo, el principio inteligente se elabora, se individualiza poco a poco y se ejercita para la vida, como ya hemos dicho. En cierto modo, se trata de un trabajo preparatorio, como el de la germinación, a consecuencia del cual el principio inteligente sufre una transformación y se convierte en Espíritu. Entonces comienza para él el período de humanidad, y con este la conciencia de su porvenir, la distinción entre el bien y el mal, así como la responsabilidad de sus actos, del mismo modo que después del período infantil viene la adolescencia, luego la juventud y, por último, la edad madura. Por otra parte, en este origen no hay motivo alguno para que el hombre se sienta humillado. ¿Acaso los grandes genios se sienten humillados por haber sido embriones informes en el seno materno? Si hay algo que debe humillar al hombre, es su inferioridad ante Dios y su impotencia para sondear la profundidad de sus designios y la sabiduría de las leyes que rigen la armonía del universo. Reconoced la grandeza de Dios en esa admirable armonía que hace que en la naturaleza todo sea solidario. Creer que Dios haya podido hacer algo sin un objetivo, así como crear seres inteligentes sin porvenir, sería blasfemar de su bondad, que se extiende sobre todas sus criaturas(6).”

(6) Acerca de la evolución anímica y espiritual de los animales, ALLAN KARDEC expuso lo siguiente: “Este sistema, basado en la gran ley de unidad que preside a la Creación, es preciso convenir que está conforme con la bondad y la justicia del Creador; así da una salida, un objetivo y un destino a los animales: éstos dejan de ser criaturas desheredadas, encontrando en el porvenir que les está reservado una compensación a sus sufrimientos”. (Ver El Génesis, cap. XI, ítem 23).

Notables pensadores espíritas han profundizado sobre este aspecto del pensamiento espiritista, tales como el ingeniero GABRIEL DELANNE en su libro La Evolución anímica, el doctor GUSTAVO GELEY en su obra Del Inconsciente al Consciente, el filósofo español MANUEL GONZÁLEZ SORIANO en su tratado El Espiritismo es la Filosofía, etcétera. [N. de la Editora Argentina. 1981]



[607b] – Ese período de humanidad, ¿comienza en la Tierra?
“La Tierra no es el punto de partida de la primera encarnación humana. El período de humanidad comienza, por lo general, en mundos aún más inferiores que este. Con todo, eso no constituye una regla absoluta, y podría suceder que un Espíritu, desde el comienzo de su período humano, fuese apto para vivir en la Tierra. Un caso así no es frecuente; sería más bien una excepción.”


608. Después de la muerte, ¿tiene el Espíritu del hombre conciencia de las existencias propias que precedieron a las de su período de humanidad?
“No, porque sólo a partir de ese período comienza su vida como Espíritu. Incluso, apenas se acuerda de sus primeras existencias como hombre, del mismo modo que una persona adulta ya no se acuerda de los primeros tiempos de su infancia, y menos aún del tiempo que pasó dentro del seno materno. Por eso los Espíritus os dicen que no saben cómo comenzaron.” 


609. El Espíritu, una vez que ha entrado en el período de humanidad, ¿conserva vestigios de lo que era antes, es decir, del estado en que se encontraba durante el período que podríamos llamar prehumano?
“Depende de la distancia que separa los dos períodos y del progreso realizado. Durante algunas generaciones el Espíritu puede conservar un reflejo más o menos pronunciado del estado primitivo, porque en la naturaleza nada se hace por transición brusca(7). Siempre hay eslabones que conectan los extremos de la cadena de los seres y de los acontecimientos. No obstante, esos vestigios se borran con el desarrollo del libre albedrío. Los progresos iniciales se realizan con lentitud, pues todavía no son secundados por la voluntad, y siguen una progresión más rápida a medida que el Espíritu adquiere una más perfecta conciencia de sí mismo.”

(7) La dialéctica marxista contraría, aparentemente, este principio con su afirmación de que la Naturaleza “da saltos”. En realidad, tales saltos son cualitativos y derivan de la acumulación de pequeñas modificaciones cuantitativas, o sea, de una cadena de acciones y reacciones. ENGELS manifestó: “Aun con toda su gradación, la transición de una forma de movimiento a otra se presenta siempre como un salto, que se resuelve en revolución”. Esta teoría justifica la revolución social. Pero esa misma revolución, según el marxismo, sólo puede darse en condiciones especiales, preparadas por una larga serie de acontecimientos. De modo, pues, que incluso ante la concepción materialista revolucionaria sigue siendo válido en su esencia el principio espírita: “… nada en la Naturaleza se hace por transición brusca”. Todo “salto” es el final de una cadena de acciones y reacciones. [N. de J. H. Pires. 1981]



610. Por consiguiente, los Espíritus que han dicho que el hombre es un ser aparte en el orden de la creación, ¿se han equivocado?
“No, pero la cuestión no había sido desarrollada. Además, hay cosas que sólo pueden venir a su tiempo. El hombre es, en efecto, un ser aparte, pues tiene facultades que lo distinguen de los demás seres y tiene otro destino. La especie humana es la que Dios ha escogido para la encarnación de los seres que pueden conocerlo.”



Metempsicosis(8)

(8) Transmigración del alma de un cuerpo al otro. «El dogma de la metempsicosis es de origen hindú. Esta creencia pasó de la India a Egipto, de donde más tarde Pitágoras la importó a Grecia.  Los discípulos de este filósofo enseñan que el Espíritu, cuando se ha liberado de los lazos del cuerpo, va al imperio de los muertos a esperar, en un estado intermediario de duración más o menos prolongada, el momento oportuno para animar otros cuerpos de hombres o de animales, hasta que se cumpla el tiempo de su purificación y de su regreso a la fuente de la vida».


611. El origen común –en el principio inteligente– de los seres vivos, ¿no constituye la consagración de la doctrina de la metempsicosis?
“Dos cosas pueden tener un mismo origen y no parecerse en modo alguno más tarde. ¿Quién reconocería al árbol, con sus hojas, flores y frutos, en el germen informe contenido en la semilla de donde salió? Desde el momento en que el principio inteligente alcanza el grado necesario para ser Espíritu y entrar en el período de humanidad, deja de tener relación con su estado primitivo: ya no es el alma de los animales, así como el árbol ya no es la semilla. Al hombre sólo le queda del animal el cuerpo, así como las pasiones que nacen de la influencia del cuerpo y del instinto de conservación inherente a la materia. No se puede decir, pues, que determinado hombre es la encarnación del Espíritu de determinado animal. Por consiguiente, la metempsicosis, tal como se la entiende, no es correcta.”


612. El Espíritu que animó el cuerpo de un hombre, ¿podría encarnar en el de un animal?
“Eso sería retroceder, y el Espíritu no retrocede. El río no remonta su curso.” 


613. Por errónea que sea la idea vinculada a la metempsicosis, ¿no sería el resultado del sentimiento intuitivo de las diversas existencias del hombre?
“Ese sentimiento intuitivo se encuentra en dicha creencia como en muchas otras. Sin embargo, el hombre lo ha desnaturalizado, así como a la mayor parte de sus ideas intuitivas.”

La metempsicosis sería verdadera si se entendiese con esa palabra la progresión del alma de un estado inferior a uno superior; progresión en la que el alma adquiere desarrollos que transforman su naturaleza. Por el contrario, es falsa en el sentido de la transmigración directa del animal al hombre, y viceversa, pues eso implica la idea de un retroceso o de fusión. Ahora bien, como esa fusión no puede tener lugar entre los seres corporales de una y otra especie, ello indica que se encuentran en grados no asimilables y que debe ocurrir lo mismo entre los Espíritus que los animan. Si un mismo Espíritu pudiera animarlos alternativamente, se deduciría de ahí una identidad de naturaleza que se traduciría en la posibilidad de la reproducción material. La reencarnación que enseñan los Espíritus se funda, por el contrario, en la marcha ascendente de la naturaleza y en la progresión del hombre dentro de su propia especie, lo que no lo despoja en absoluto de su dignidad. Lo que sí lo rebaja es el mal uso de las facultades que Dios le ha dado para su adelanto. Sea lo que fuere, la antigüedad y universalidad de la doctrina de la metempsicosis, así como los hombres eminentes que la han profesado, prueban que el principio de la reencarnación tiene sus raíces en la naturaleza misma. Por consiguiente, estos son argumentos en su favor más bien que contrarios.

El punto de partida del Espíritu es una de esas cuestiones que se relacionan con el principio de las cosas y que forman parte del secreto de Dios. no es dado al hombre conocerlas de una manera absoluta. Al respecto, sólo puede hacer suposiciones, construir sistemas más o menos probables. Los propios Espíritus se encuentran lejos de conocerlo todo y, en cuanto a lo que no saben, ellos también pueden formarse opiniones personales de mayor o menor sensatez.

Así, por ejemplo, no todos los Espíritus piensan lo mismo acerca de las relaciones que existen entre el hombre y los animales. Según algunos, el Espíritu sólo alcanza el período humano después de haberse elaborado e individualizado en los diferentes grados de los seres inferiores de la creación. Según otros, el Espíritu del hombre habría pertenecido siempre a la raza humana, sin pasar por la serie animal. 

El primero de esos sistemas tiene la ventaja de otorgarle un objetivo al porvenir de los animales, que de ese modo formarían los primeros eslabones de la cadena de los seres pensantes. El segundo está más de acuerdo con la dignidad(9) del hombre y puede resumirse de la siguiente manera:

(9) No nos perdamos en falsos escrúpulos, con palabras como irracionales, indignidad, bestialidad, etcétera, son formas de expresarse habituales que se tenían en la época de Kardec, lo realmente serio e importante es el fondo de la cuestión, pues encierra una nueva concepción, más digna y justa en todos los sentidos, sobre la naturaleza del ser humano, así como de su “parentesco” con los animales. [N. de Alberto Giordano. 1981]


Las diferentes especies de animales no proceden intelectualmente unas de otras por medio de la progresión. Así, el espíritu de la ostra no se convierte sucesivamente en  el espíritu del pez, del pájaro, del cuadrúpedo y del cuadrumano. Cada especie es un tipo absoluto, física y moralmente, cuyos individuos toman de la fuente universal la cantidad de principio inteligente que necesitan, según la perfección de sus órganos y la tarea que deben llevar a cabo en los fenómenos de la naturaleza. Una vez muertos, devuelven esa cantidad de principio inteligente a la masa. Los animales de los mundos más adelantados que el nuestro también constituyen razas distintas –apropiadas a las necesidades de esos mundos y al grado de adelanto de los hombres, de quienes son auxiliares–, pero que no proceden en modo alguno de los de la Tierra, espiritualmente hablando. No sucede lo mismo con el hombre. Desde el punto de vista físico, es evidente que el hombre integra un eslabón de la cadena de los seres vivos. En cambio, desde el punto de vista moral, entre el animal y el hombre hay solución de continuidad(10). Lo propio del hombre es el alma o Espíritu, chispa divina que le confiere el sentido moral y un alcance intelectual del que carecen los animales. El Espíritu es en el hombre el ser principal, preexistente y sobreviviente al cuerpo, y que conserva su individualidad. Ahora bien, ¿cuál es el origen del Espíritu? ¿Dónde está su punto de partida? ¿Se forma del principio inteligente individualizado? Ese es un misterio que sería inútil intentar desvelar y acerca del cual –como hemos dicho– sólo se pueden construir sistemas. Lo que es constante, lo que resulta a la vez del razonamiento y de la experiencia, es la supervivencia del Espíritu, la conservación de su individualidad después de la muerte, su facultad progresiva, su estado feliz o desdichado, proporcional a su adelanto en el camino del bien, así como todas las verdades morales que son la consecuencia de este principio. En cuanto a las relaciones misteriosas que existen entre el hombre y los animales, se trata –volvemos a decirlo– de uno de los secretos de Dios, así como lo son muchas otras cosas cuyo conocimiento actual no interesa en modo alguno para nuestro adelanto, y acerca de las cuales sería inútil insistir.(11)

(10) La expresión sin solución de continuidad significasin interrupción’, por lo que se aplica a aquello que se mantiene, continúa o permanece.

Sin embargo, en ocasiones se omite la preposición sin y se utiliza erróneamente la expresión solución de continuidad, que tiene el sentido opuesto, esto es, ‘interrupción o falta de continuidad’, como explica el diccionario académico.

(11) El libro de los Espíritus contiene en sí toda la Doctrina, pero no todos los principios del Espiritismo están en él suficientemente desarrollados. La Codificación es progresiva. Vemos el aspecto científico desarrollarse en El libro de los Médiums y en El Génesis. El aspecto religioso, en El Evangelio según el Espiritismo y El Cielo y el Infierno. Para esclarecimiento del tema del origen del hombre debe el lector consultar el Capítulo VI de El Génesis, la parte relativa a la “Creación Universal” (comunicación de Galileo recibida por Flammarion e incorporada por Kardec a la Codificación), el Capítulo X, “Génesis orgánico”, en especial los párrafos 26 y siguientes, que se refieren al “Hombre corporal”, y el Capítulo XI, “Génesis espiritual”. Asimismo, es aconsejable la lectura de La evolución anímica¸ de GABRIEL DELANNE, obra subsidiaria a la Codificación. En Después de la muerte, de LEÓN DENIS, el Capítulo XI de la Segunda Parte, titulado “La pluralidad de existencias”. Nótese incluso cómo concuerdan las enseñanzas que se acaban de leer aquí, acerca del problema de la metempsicosis, con la constante afirmación de los Espíritus en este libro, de que “todo se eslabona en la Naturaleza”. [N. de J. H. Pires. 1981]

 

REFLEXIÓN PERSONAL: 
Como dicen los Espíritus elevados en el Ítem 608, si la vida como espíritu comienza en la humanidad, pero previamente ya existíamos sin ser espíritu, no es que Dios nos cree como espíritu, si no que nos transforma en espíritu.
Por lo tanto, como Espíritu no hemos pasado ni por el reino mineral, ni vegetal ni animal, solo a partir de la humanidad.


AMOR, CARIDAD y TRABAJO








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