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Retorno a la vida corporal

 






RETORNO A LA VIDA CORPORAL








El libro de los espíritus de Allan Kardec
LIBRO SEGUNDO
CAPÍTULO VII

Preludios del regreso

330. Los Espíritus, ¿conocen la época en la que habrán de reencarnar?
“La presienten, como el ciego siente el fuego al que se aproxima. Saben que deben retomar un cuerpo, tal como sabéis vosotros que habréis de morir algún día, aunque ignoren cuándo eso sucederá.”

[330a] - La reencarnación, por consiguiente, ¿es una necesidad de la vida espírita, así como la muerte es una necesidad de la vida corporal?
“Con certeza es así (1).”

(1) Hasta alcanzar la perfección.

331. ¿Se preocupan los Espíritus por su reencarnación?
“Los hay que no piensan en ella en modo alguno, e incluso no la comprenden. Eso depende del grado de adelanto de su naturaleza. Para algunos, la incertidumbre en que se encuentran respecto a su porvenir es un castigo.”

332. El Espíritu, ¿puede adelantar o retrasar el momento de su reencarnación?
“Puede adelantarlo con sus ruegos. También puede diferirlo si retrocede ante la prueba, pues entre los Espíritus también los hay cobardes e indiferentes. No obstante, no lo hace con impunidad. Sufre por ello, como el que se niega a tomar un remedio saludable que puede curarlo.”

333. Si un Espíritu se sintiera suficientemente a gusto en una situación intermedia entre los Espíritus errantes, y no tuviera la ambición de ascender, ¿podría prolongar ese estado de manera indefinida?
“No, de manera indefinida no. El adelanto es una necesidad que el Espíritu experimenta tarde o temprano. Todos deben ascender, ese es su destino.”

334. La unión del alma a un cuerpo determinado, ¿está predestinada, o la elección sólo se hace a último momento?
“El Espíritu siempre es designado con anterioridad. Cuando elige la prueba que quiere sufrir, el Espíritu pide encarnar. Ahora bien, Dios, que sabe todo y todo lo ve, supo y vio con anterioridad que esa alma se uniría a un cuerpo determinado.”

335. El Espíritu, ¿elige el cuerpo en el que habrá de entrar, o sólo el género de vida que debe servirle de prueba?
“También puede elegir el cuerpo, pues las imperfecciones de ese cuerpo son para el Espíritu pruebas que lo ayudarán a su adelanto en caso de que supere los obstáculos que en él encontrará. No obstante, si bien el Espíritu puede pedirlo, la elección del cuerpo no siempre depende de él.”

[335a] - El Espíritu, ¿podría a último momento negarse a entrar en el cuerpo que eligió?
“Si se negara, sufriría mucho más que aquel que no hubiese intentado ninguna prueba.”

336. ¿Podría suceder que un niño que va a nacer no encuentre un Espíritu que quiera encarnar en él?
“Dios proveería a ello. El niño, cuando debe nacer viable, siempre está predestinado a tener un alma. Nada ha sido creado sin un designio.”

337. La unión del Espíritu a un cuerpo determinado, ¿puede ser impuesta por Dios?
“Puede ser impuesta, así como las diferentes pruebas, sobre todo cuando el Espíritu aún no es apto para hacer una elección con conocimiento de causa. Como expiación, el Espíritu puede ser obligado a unirse al cuerpo de un niño que, por su nacimiento y la posición que ocupará en el mundo, puede llegar a ser para él un motivo de castigo.”

338. En caso de que muchos Espíritus se presenten para ocupar un mismo cuerpo que va a nacer, ¿qué es lo que decidirá entre ellos?
“Muchos pueden pedirlo, pero es Dios quien en un caso semejante juzga cuál es el más capaz para cumplir la misión a la que el niño está destinado. No obstante, como he dicho, el Espíritu es designado antes del instante en que habrá de unirse al cuerpo.”

339. El momento de la encarnación, ¿es acompañado de una turbación similar a la que se produce cuando el Espíritu sale del cuerpo?
“Mucho mayor, y sobre todo más prolongada. Con la muerte, el Espíritu sale de la esclavitud; con el nacimiento, ingresa en ella.”

340. El instante en que un Espíritu debe encarnar, ¿es para él un momento solemne? ¿Cumple ese acto como algo serio e importante para él?
“Es como un viajero que se embarca para una travesía peligrosa sin saber si habrá de encontrar la muerte en las olas que afrontará.”

El viajero que se embarca sabe a qué peligros se expone, pero ignora si habrá de naufragar. Lo mismo sucede con el Espíritu: conoce el género de pruebas a las que se somete, pero ignora si sucumbirá. Así como la muerte del cuerpo es una especie de renacimiento para el Espíritu, la reencarnación es para él una especie de muerte, o más bien de exilio y enclaustramiento. Deja el mundo de los Espíritus por el mundo corporal, así como el hombre deja el mundo corporal por el de los Espíritus. El Espíritu sabe que reencarnará, como el hombre sabe que habrá de morir. No obstante, al igual que este, sólo tiene conciencia de ello en el último momento, cuando llega la hora establecida. Entonces, en ese instante supremo, la turbación se apodera de él, como en el hombre que agoniza. Esa turbación persiste hasta que la nueva existencia esté netamente formada. La cercanía de la reencarnación constituye una especie de agonía para el Espíritu.

341. La incertidumbre en que se encuentra el Espíritu en relación con la eventualidad del éxito de las pruebas que sufrirá en la vida, ¿es para él una causa de ansiedad antes de encarnar?
“Una ansiedad muy grande, puesto que las pruebas de su existencia lo demorarán o lo harán adelantar, conforme el soporte mal o bien.”

342. En el momento de reencarnar, ¿acompañan al Espíritu otros Espíritus amigos suyos, que se acercan a presenciar su partida del mundo espírita, así como van a recibirlo cuando reingresa en él?
“Eso depende de la esfera en que el Espíritu habita. Si se encuentra en las esferas donde reina el afecto, los Espíritus que lo aman lo acompañan hasta el último momento, lo alientan e incluso suelen seguirlo en la vida.”

343. Los Espíritus amigos que nos siguen en la vida, ¿son los que a veces vemos en sueños, que nos demuestran su afecto y se nos presentan con rasgos desconocidos?
“Muy a menudo son ellos. Acuden a visitaros, así como vosotros vais a la cárcel a ver a un preso.”


Unión del alma al cuerpo. Aborto

344. ¿En qué momento se une el alma al cuerpo?
“La unión comienza en la concepción, pero sólo se completa en el instante del nacimiento. Desde el momento de la concepción, el Espíritu designado para habitar en un cuerpo se une a él mediante un lazo fluídico, que se estrecha cada vez más hasta el instante en que el niño es dado a luz. El grito que sale entonces de sus labios anuncia que pertenece al conjunto de los vivientes y servidores de Dios.”

345. La unión del Espíritu al cuerpo, ¿es definitiva desde el momento de la concepción? Durante esa primera etapa, ¿podría el Espíritu renunciar a habitar en el cuerpo designado?
“La unión es definitiva en el sentido de que otro Espíritu no podría reemplazar al que ha sido designado para ese cuerpo. No obstante, como los lazos que lo unen al cuerpo son muy débiles, se cortan con facilidad. Eso puede suceder por voluntad del Espíritu, que retrocede ante la prueba que ha elegido. En ese caso, el niño no vive.”

346. ¿Qué le sucede al Espíritu si el cuerpo que ha elegido muere antes de nacer?
“Elige otro.”

[346a] - ¿Cuál puede ser la utilidad de esas muertes prematuras?
“Las imperfecciones de la materia son casi siempre la causa de esas muertes.”

347. ¿Qué utilidad tiene para un Espíritu el hecho de encarnar en un cuerpo que muere pocos días después de haber nacido?
“Ese ser no tiene suficientemente desarrollada la conciencia de su existencia. La importancia de la muerte es casi nula. Suele ser, como hemos dicho, una prueba para los padres.”

348. El Espíritu, ¿sabe por anticipado que el cuerpo elegido no tiene la posibilidad de vivir?
“A veces lo sabe. No obstante, si lo eligió por ese motivo, es porque retrocede ante la prueba.”

349. Cuando la encarnación de un Espíritu se malogra, sea cual fuere la causa, ¿se la suple de inmediato con otra existencia?
“No siempre de inmediato. El Espíritu necesita tiempo para elegir de nuevo, a menos que la reencarnación inmediata se deba a una determinación anterior.”

350. El Espíritu, una vez que se ha unido al cuerpo del niño, cuando ya no puede echarse atrás, ¿lamenta a veces la elección que ha hecho?
“¿Quieres decir si como hombre se queja de la vida que lleva? ¿Si quisiera que su vida fuese diferente? Sí. ¿Se lamenta de la elección que ha hecho? No, porque no sabe que fue él quien eligió esa vida. Una vez encarnado, el Espíritu no puede lamentarse de una elección de la que no tiene conciencia. No obstante, puede considerar que la carga es demasiado pesada. En ese caso, si cree que es superior a sus fuerzas, recurre al suicidio.”

351. En el intervalo que hay entre la concepción y el nacimiento, ¿goza el Espíritu de todas sus facultades?
“Eso es relativo, depende del período de la gestación, porque todavía no está encarnado, pero sí ligado. Desde el instante mismo de la concepción, la turbación comienza a apoderarse del Espíritu. Esa turbación le advierte que ha llegado el momento de iniciar una nueva existencia, y va en aumento hasta que el niño nace. En ese intervalo, su estado es aproximadamente el de un Espíritu encarnado durante el sueño del cuerpo. A medida que se acerca la hora del nacimiento, sus ideas se diluyen, al igual que el recuerdo del pasado, del cual como hombre ya no tiene conciencia una vez que ingresó a la vida. No obstante, ese recuerdo vuelve poco a poco a su memoria durante el estado de Espíritu.”

352. El Espíritu, en el momento de nacer, ¿recobra de inmediato la plenitud de sus facultades?
“No, sus facultades se desarrollan en forma gradual, junto con los órganos. Se trata para él de una nueva existencia. Es necesario que aprenda a servirse de sus instrumentos. Recobra las ideas poco a poco, como un hombre que al despertar se encuentra en una posición diferente de la que había tenido durante la vigilia.”

353. Dado que la unión del Espíritu al cuerpo sólo se lleva a cabo en forma completa y definitiva después del nacimiento, ¿se puede considerar que el feto tiene un alma?
“El Espíritu que debe animarlo existe, en cierto modo, fuera de él. Por consiguiente, para hablar con propiedad, el feto no tiene un alma, puesto que la encarnación está sólo en vías de operarse. No obstante, se encuentra ligado a la que habrá de tener.”

354. ¿Cómo se explica la vida intrauterina?
“Es la vida de la planta que vegeta. El feto vive la vida animal. El hombre posee en sí la vida animal y la vida vegetal que, cuando este nace, se completan con la vida espiritual.”

355. ¿Hay, como la ciencia lo indica, niños que desde el seno materno no son viables? ¿Con qué fin sucede eso?
“Eso sucede con frecuencia. Dios lo permite a modo de prueba, ya sea para los padres, o bien para el Espíritu designado para ocupar ese lugar.”

356. ¿Hay niños nacidos muertos que no estaban destinados a la encarnación de un Espíritu?
“Sí, los hay que nunca tuvieron un Espíritu destinado a su cuerpo. Nada debía cumplirse en relación con ellos. En tal caso, ese niño sólo vino por los padres.”

[356a] - Un ser de esa naturaleza, ¿puede llegar hasta el final de la gestación?
“Sí, a veces, pero en ese caso no vive.”

[356b] - Así pues, todo niño que sobrevive a su nacimiento, ¿tiene necesariamente un Espíritu encarnado en él?
“¿Qué sería sin un Espíritu? No sería un ser humano.”

357. ¿Cuáles son, para el Espíritu, las consecuencias del aborto?
“Una existencia nula, que tendrá que recomenzar.”

358. El aborto provocado, ¿es un crimen, sea cual fuere el período de la gestación en que se lo realice?
“Siempre se comete un crimen desde el momento en que transgredís la ley de Dios. La madre, u otra persona, siempre comete un crimen al quitarle la vida al niño antes de que nazca, porque le impide al alma afrontar las pruebas cuyo instrumento debía ser el cuerpo.”

359. En los casos en que la vida de la madre corre peligro si el niño nace, ¿es un crimen sacrificar al niño para salvar a la madre?
“Es preferible sacrificar al ser que no existe, antes que al que existe.”

360. ¿Es racional dispensarle al feto la misma consideración que al cuerpo de un niño que ha vivido?
“Ved en todo esto la voluntad de Dios y su obra. Así pues, no tratéis con ligereza las cosas que debéis respetar. ¿Por qué no habría que respetar las obras de la creación que a veces quedan incompletas por voluntad del Creador? Eso forma parte de sus designios, que nadie ha sido llamado a juzgar.”


Facultades morales e intelectuales del hombre

361. ¿Cuál es el origen de las cualidades morales del hombre, sean buenas o malas?
“Son las del Espíritu que está encarnado en él. Cuanto más puro es el Espíritu, más propenso al bien es el hombre.”

[361a] - De ahí parece resultar que el hombre de bien es la encarnación de un Espíritu bueno, y el hombre vicioso la de un Espíritu malo. 
“Sí, pero di mejor que es un Espíritu imperfecto, de otro modo se podría creer en Espíritus siempre malos, a los que llamáis demonios.”

362. ¿Cuál es el carácter de los individuos en quienes encarnan los Espíritus burlones y frívolos?
“Son individuos atolondrados, traviesos, y a veces malignos.”

363. Los Espíritus, ¿tienen pasiones ajenas a las pasiones de la humanidad?
“No. De lo contrario, os las habrían transferido.”

364. ¿Es un mismo Espíritu el que otorga al hombre las cualidades morales y las de la inteligencia?
“Por cierto, es el mismo, y eso en virtud del grado al que ha llegado. El hombre no tiene en sí dos Espíritus.”

365. ¿A qué se debe que hombres muy inteligentes, lo que denota en ellos un Espíritu superior, a veces sean también profundamente viciosos?
“Sucede que el Espíritu encarnado no es suficientemente puro. El hombre cede a la influencia de otros Espíritus más imperfectos. El Espíritu progresa mediante una marcha ascendente imperceptible, pero el progreso no se lleva a cabo de manera simultánea en todos los aspectos. En un período puede avanzar en ciencia; en otro, en moralidad.”

366. ¿Qué pensar de la opinión según la cual las diferentes facultades intelectuales y morales del hombre serían el producto de otros tantos Espíritus encarnados en él, cada uno de los cuales tendría una aptitud especial?
“Al reflexionar, se llega a la conclusión de que esa opinión es absurda. El Espíritu debe tener todas las aptitudes. Para progresar necesita una voluntad única. Si el hombre fuera una amalgama de Espíritus, esa voluntad no existiría y en él no habría individualidad, puesto que, una vez muerto, todos esos Espíritus serían como una bandada de pájaros que se escapan de una jaula. El hombre suele quejarse de que no comprende ciertas cosas, pero es curioso ver cómo multiplica las dificultades pese a que tiene a mano una explicación absolutamente simple y natural. Una vez más se toma el efecto por la causa. Se concibe al hombre del mismo modo que los paganos concebían a Dios. Los paganos creían en tantos dioses como fenómenos hay en el universo. No obstante, entre ellos mismos, las personas sensatas sólo veían en esos fenómenos efectos cuya causa era un Dios único.”

El mundo físico y el mundo moral nos ofrecen al respecto numerosos puntos de comparación. Mientras la observación estuvo limitada a la apariencia de los fenómenos, se creyó en la existencia múltiple de la materia. Hoy en día, se comprende que esos fenómenos tan variados pueden muy bien ser modificaciones de una materia elemental única. Las diversas facultades son manifestaciones de una misma causa, que es el alma o Espíritu encarnado, y no de muchas almas, así como los diferentes sonidos del órgano son el producto de una misma especie de aire, y no de tantas clases de aire como sonidos existen. De este sistema resultaría que cuando un hombre adquiere o pierde ciertas aptitudes o inclinaciones, eso se debe a que otros tantos Espíritus llegan a él o de él se retiran, lo cual lo convertiría en un ser múltiple, sin individualidad y, por consiguiente, sin responsabilidad. Además, esto es desmentido por los numerosos ejemplos de manifestaciones mediante las cuales los Espíritus dan prueba de su personalidad e identidad.


Influencia del organismo

367. Cuando se une al cuerpo, ¿se identifica el Espíritu con la materia?
“La materia es tan sólo la envoltura del Espíritu, así como la ropa es la envoltura del cuerpo. Cuando se une al cuerpo, el Espíritu conserva los atributos de su naturaleza espiritual.”

368. El Espíritu, después de unirse al cuerpo, ¿ejerce sus facultades con plena libertad?
“El ejercicio de sus facultades depende de los órganos que le sirven de instrumentos. Dichas facultades se debilitan a causa de la densidad de la materia.”

[368a] - Según esto, la envoltura material, ¿sería un obstáculo para la libre manifestación de las facultades del Espíritu, así como un vidrio opaco impide la propagación de la luz?
“Sí, y muy opaco.”

La acción de la materia densa del cuerpo sobre el Espíritu se puede comparar también con la del agua cenagosa que limita la libertad de movimientos del cuerpo sumergido en ella.

369. El libre ejercicio de las facultades del alma, ¿se encuentra subordinado al desarrollo de los órganos?
“Los órganos son los instrumentos para la manifestación de las facultades del alma. Esa manifestación se encuentra subordinada al desarrollo y al grado de perfección de dichos órganos, así como la calidad de un trabajo depende de las herramientas con que se lleva a cabo.”

370. ¿Se puede inferir, a partir de la influencia de los órganos, una relación entre el desarrollo de los órganos cerebrales y el de las facultades morales e intelectuales?
“No confundáis el efecto con la causa. El Espíritu siempre posee las facultades que le son propias. Ahora bien, no son los órganos los que otorgan las facultades, sino las facultades las que estimulan el desarrollo de los órganos.”

[370a] - Según esto, la diversidad de aptitudes en el hombre, ¿depende únicamente del estado del Espíritu?
“Únicamente no es un término del todo exacto. El principio de esa diversidad de aptitudes reside en las cualidades del Espíritu, que puede estar más o menos adelantado. No obstante, hay que tener en cuenta la influencia de la materia, que obstaculiza en mayor o menor medida el ejercicio de sus facultades.”

Al encarnar, el Espíritu es portador de ciertas predisposiciones. Si se admite que a cada una de ellas le corresponde un órgano en el cerebro(2), el desarrollo de esos órganos será un efecto, no una causa. En cambio, si las facultades tuvieran su principio en los órganos, el hombre sería una máquina desprovista de libre albedrío y de la responsabilidad de sus actos. Habría que admitir que los más grandes genios, los sabios, los poetas y artistas, lo son apenas porque el acaso les ha otorgado órganos especiales, razón por la cual sin dichos órganos no serían genios. El último imbécil habría sido un Newton, un Virgilio o un Rafael, si hubiese estado provisto de determinados órganos. Esta suposición resulta aún más absurda cuando se la aplica a las cualidades morales. Así, según este sistema, san Vicente de Paul, dotado por la naturaleza de tal o cual órgano, habría sido un criminal, y al mayor de los criminales sólo le habría hecho falta un órgano para ser un san Vicente de Paul. Por el contrario, si admitís que los órganos especiales, si es que existen, son la consecuencia de las facultades y se desarrollan mediante el ejercicio de estas -así como los músculos lo hacen por medio del movimiento-, nada os resultará irracional. Hagamos una comparación trivial, a fuerza de ser cierta. Por determinados rasgos fisonómicos podéis reconocer al hombre entregado a la bebida. Ahora bien, ¿son esos rasgos los que hacen de él un ebrio, o es la embriaguez la que los produce? Se puede decir, pues, que los órganos reciben la impresión de las facultades.

(2) Esta anotación de Kardec, es de radiante actualidad. Si bien a mediados del s. XIX las ideas anatómicas del funcionamiento del cerebro todavía eran precarias, ya se intuía el papel fisiológico de ciertos órganos, que hoy llamaríamos neuronas, y cuyos “espíritus animales” según Descartes, serían los actuales neurotransmisores. Pero más allá de esta terminología, la idea central, es que además de la herencia, a través de los genes, a la cual los biologicistas quieren propugnar como causa de nuestra conducta, el Espiritismo introduce una nueva variante en el conflicto entre la herencia y el medio: el Espíritu. Verdadero moldeador del cuerpo físico y que predispone a los genes en el momento de la gestación mediante el modelo organizacional biológico o periespíritu. A su vez el Espíritu encarnado, recibirá durante su crecimiento la influencia del medio, mediante la cual irá puliendo sus aptitudes y cualidades, en su progresiva e infinita evolución. No siendo las aptitudes intelectivas, ni las cualidades morales, factores del azar, sino de la evolución progresiva del principio inteligente del Universo, esto es: el Espíritu. Cuando la ciencia tenga en cuenta la hipótesis espírita, se habrá dado un paso muy importante en el que es hoy por hoy, una de las mayores disquisiciones en lo referente a las causas divergentes del comportamiento humano. [N de Alberto Giordano -1981]


Idiotismo, locura

371. ¿Tiene fundamento la opinión según la cual los cretinos e idiotas(3) tendrían un alma de naturaleza inferior?
“No. Tienen un alma humana, con frecuencia más inteligente de lo que creéis, que sufre por la insuficiencia de los medios de que dispone para comunicarse, así como el mudo sufre por no poder hablar.”

(3) Al lector actual chocarán términos tales como imbécil, cretino o idiota, términos empleados no hasta hace mucho, para designar los diferentes grados de discapacidad mental. Los cuales no son sino el fruto de las sensibilidades propias de cada época, de ahí que veamos una continua mutación hacia términos más suaves y eufemísticos. El Espiritismo, aporta la idea innovadora de que siendo el Espíritu el principio de la inteligencia, éste no puede manifestarse en su totalidad debido a la precariedad de su instrumento físico. [N de Alberto Giordano -1981] 

372. ¿Con qué fin la Providencia crea seres desdichados, como los cretinos e idiotas?
“Son Espíritus que habitan en cuerpos de idiotas como castigo. Padecen por el constreñimiento que experimentan y por la imposibilidad de manifestarse a través de órganos no desarrollados o defectuosos.”

[372a] - Entonces, ¿es incorrecto decir que los órganos no influyen en las facultades?
“Nunca dijimos que los órganos no influyen. Ejercen una influencia muy importante sobre la manifestación de las facultades, pero no las otorgan. Ahí radica la diferencia. Un buen músico no podrá tocar correctamente un instrumento defectuoso, pero eso no significa que dejará de ser un buen músico.”

Es necesario distinguir el estado normal del patológico. En el estado normal, lo moral supera el obstáculo que la materia le opone. No obstante, hay casos en que la materia ofrece una resistencia tal, que las manifestaciones son impedidas o desnaturalizadas, como en la idiotez y la locura. Esos son casos patológicos, y como en dicho estado el alma no goza de plena libertad, la propia ley humana la exime de la responsabilidad de sus actos.

373. ¿Cuál es el mérito de la existencia de seres que, como los idiotas y los cretinos, al no poder hacer el bien ni el mal, no pueden progresar?
“Se trata de una expiación impuesta al abuso que han podido hacer de ciertas facultades. Es un intervalo.”

[373a] - El cuerpo de un idiota, ¿puede entonces albergar a un Espíritu que haya animado a un hombre de genio en una existencia precedente?
“Sí. La genialidad a veces se convierte en una calamidad cuando se abusa de ella.”

La superioridad moral no siempre se corresponde con la superioridad intelectual. Los más grandes genios tal vez tengan mucho que expiar. De ahí que a menudo deban sobrellevar una existencia inferior a la que ya vivieron, y una causa de padecimientos. Los obstáculos que impiden al Espíritu manifestarse son como las cadenas que limitan los movimientos de un hombre vigoroso. Se puede decir que los cretinos e idiotas son lisiados por el cerebro, así como el cojo lo es por las piernas y el ciego por los ojos.

374. El idiota, en el estado de Espíritu, ¿tiene conciencia de su estado mental?
“Sí, muy a menudo. Comprende que las cadenas que impiden su vuelo son una prueba y una expiación.”

375. ¿Cuál es la situación del Espíritu en la locura?
“El Espíritu, en el estado de libertad, recibe directamente sus impresiones y ejerce directamente su acción sobre la materia. En cambio, cuando está encarnado, se encuentra en condiciones por completo diferentes y en la necesidad de hacerlo sólo con la ayuda de órganos especiales. Si una parte o el conjunto de esos órganos se altera, su acción o sus impresiones, en lo que concierne a dichos órganos, se interrumpen. Si pierde los ojos, queda ciego. Si pierde el oído, queda sordo, etcétera. Suponte ahora que el órgano que preside los efectos de la inteligencia y de la voluntad sea parcial o totalmente afectado o modificado, y fácil te resultará comprender que, dado que el Espíritu sólo tiene a su servicio órganos incompletos o desnaturalizados, de ahí debe resultar una perturbación de la que el Espíritu, por sí mismo y en su fuero interior, tiene absoluta conciencia, pero cuyo curso no es dueño de detener.”

[375a] - Entonces, ¿es siempre el cuerpo y no el Espíritu el que está desorganizado?
“Sí. Con todo, no hay que perder de vista que, así como el Espíritu actúa sobre la materia, esta reacciona sobre él en cierta medida. El Espíritu puede encontrarse momentáneamente impresionado por la alteración de los órganos a través de los cuales se manifiesta y recibe sus impresiones. Puede suceder que, a la larga, si la locura dura mucho tiempo, la repetición de las mismas acciones termine por ejercer sobre el Espíritu una influencia de la que sólo se liberará después de separarse por completo de toda impresión material.”

376. ¿A qué se debe que la locura conduzca a veces al suicidio?
“El Espíritu sufre por el constreñimiento que experimenta y por la imposibilidad de manifestarse libremente; por eso busca en la muerte un medio de cortar sus lazos.”

377. El Espíritu del alienado, ¿se ve afectado, después de la muerte, por el trastorno de sus facultades?
“Después de la muerte puede verse afectado durante algún tiempo, hasta que se halle completamente desprendido de la materia, así como el hombre que despierta siente durante algún tiempo la turbación en que el sueño lo ha sumido.”

378. ¿De qué modo la alteración del cerebro reacciona sobre el Espíritu después de la muerte?
“Se trata de un recuerdo. Un peso oprime al Espíritu, y como no ha tenido conocimiento de lo sucedido durante su locura, siempre necesita algún tiempo para ponerse al corriente. Por eso, cuanto más haya durado la locura durante la vida, más durará la molestia, el constreñimiento después de la muerte. El Espíritu desprendido del cuerpo queda afectado durante algún tiempo por la impresión de sus lazos.”


Acerca de la infancia

379. El Espíritu que anima al cuerpo de un niño, ¿está tan desarrollado como el de un adulto?
“Puede estar más desarrollado, si ha progresado lo suficiente. Sólo la imperfección de los órganos le impide manifestarse. Actúa en virtud del instrumento con cuya ayuda puede expresarse.”

380. En un niño de poca edad, el Espíritu, más allá del obstáculo que la imperfección de los órganos opone a su libre manifestación, ¿piensa como un niño o como un adulto?
“Cuando es niño, es natural que los órganos de la inteligencia, al no estar desarrollados, no puedan conferirle la intuición de un adulto. En efecto, su inteligencia se halla muy limitada, en espera de que los años hagan madurar su razón. La turbación que acompaña a la encarnación no cesa de súbito en el instante del nacimiento. Se disipa en forma gradual, a medida que se desarrollan los órganos.”

Una observación viene en apoyo de esta respuesta: los sueños del niño no tienen el mismo carácter que los del adulto. Su temática es casi siempre pueril, lo que constituye un indicio de la naturaleza de las preocupaciones del Espíritu.

381. Cuando el niño muere, ¿recobra de inmediato el Espíritu su vigor primitivo?
“Así debe ser, puesto que está liberado de su envoltura carnal. No obstante, sólo recobra su lucidez primitiva cuando la separación es completa, es decir, cuando ya no existe ningún lazo entre el cuerpo y el Espíritu.”

382. El Espíritu encarnado, ¿sufre durante la infancia el constreñimiento que la imperfección de los órganos le impone?
“No; ese estado es una necesidad. Es natural y conforme a los designios de la Providencia. Se trata de un período de reposo para el Espíritu.”

383. ¿Cuál es la utilidad, para el Espíritu, de pasar por el estado de infancia?
“Dado que el Espíritu encarna con miras a perfeccionarse, durante ese período es más permeable a las impresiones que recibe y que pueden favorecer su adelanto, al cual deben contribuir quienes están a cargo de su educación(4).”

(4) Los padres y los maestros espíritas deben meditar sobre este parágrafo y los que siguen. El Espiritismo viene a inaugurar un nuevo capítulo de la psicología infantil y de la pedagogía, mostrando la importancia de la educación del niño, no sólo con miras a la presente existencia, sino para su propia evolución espiritual. [N. de J. H. Pires -2014]

384. ¿Por qué las primeras manifestaciones del niño son los gemidos?
“Para excitar el interés de la madre y provocar los cuidados que necesita. ¿No comprendes que si sólo lanzara voces de alegría, cuando aún no sabe hablar, los demás poco se inquietarían por lo que le hace falta? Admirad en todo, pues, la sabiduría de la Providencia.”

385. ¿A qué se debe el cambio que se opera en el carácter a cierta edad, particularmente al salir de la adolescencia? ¿Es el Espíritu el que se modifica?
“Es el Espíritu que recobra su naturaleza y se muestra tal como era. 

”Vosotros no conocéis el secreto que los niños ocultan tras su inocencia. No sabéis lo que son, lo que han sido ni lo que serán. Sin embargo, los amáis; los queréis como si fueran parte de vosotros mismos, a tal punto que el amor de una madre para con sus hijos es considerado el amor más grande que un ser puede sentir por otro. ¿De dónde procede ese dulce afecto, esa tierna benevolencia que hasta los extraños experimentan ante un niño? ¿Lo sabéis? No. Os lo voy a explicar.

”Los niños son los seres que Dios envía a nuevas existencias. Para no dar lugar a que ellos le reprochen una severidad excesiva, les concede las apariencias de la inocencia. Incluso en un niño de malas tendencias, sus faltas quedan disimuladas tras la inconciencia de sus actos. Esa inocencia no constituye una superioridad real en relación con lo que los niños eran antes, sino la imagen de lo que deberían ser. Si no lo son, únicamente sobre ellos recae la pena. 

”Pero Dios no les ha dado ese aspecto sólo por ellos sino también y sobre todo por sus padres, cuyo amor es necesario para su fragilidad. Ese amor se vería debilitado de manera notable ante la presencia de un carácter áspero y desapacible. En cambio, como los padres creen que sus hijos son buenos y tiernos, les brindan todo su afecto y los rodean de los más primorosos cuidados. No obstante, cuando los niños ya no necesitan esa protección, esa asistencia que se les ha brindado durante quince o veinte años(5), reaparece su carácter real e individual en toda su desnudez. Dicho carácter continuará siendo bueno si el niño fundamentalmente lo era, aunque en todos los casos habrá de poner en evidencia matices que la primera infancia mantuvo escondidos. 

(5) Asombrará al lector moderno este concepto, que parece considerar que la infancia se prolongue hasta la edad de veinte años, pero se ha de tomar en cuenta que hace más de un siglo, cuando este libro se escribió, el desarrollo del ser humano no se operaba con la rapidez de hoy en día, y aun en su adolescencia y juventud seguía estando el hijo subordinado a la autoridad paterna, que respetaba y acataba en mucho mayor medida que en la actualidad. [N. Alberto Giordano -1981]

”Ya veis que los caminos de Dios son siempre los mejores y que, cuando se tiene el corazón puro, la explicación se comprende con facilidad.

”En efecto, tened muy presente que el Espíritu de un niño que nace entre vosotros puede proceder de un mundo en el que ha adquirido hábitos por completo diferentes. ¿De qué modo querríais que estuviese en medio de vosotros ese nuevo ser que viene con pasiones muy distintas de las que tenéis, cuyas inclinaciones y gustos son totalmente opuestos a los vuestros? ¿Cómo querríais que él se incorporara a vuestras filas de otro modo que conforme Dios lo quiso, es decir, a través del tamiz de la infancia? En ella se confunden la totalidad de los pensamientos, los caracteres y las variedades de seres engendrados por esa infinidad de mundos en los cuales se desarrollan las criaturas. Vosotros mismos, al morir, os encontraréis en una especie de infancia, en medio de nuevos hermanos. En vuestra nueva existencia no terrenal ignoraréis los hábitos, las costumbres, las relaciones de ese mundo nuevo para vosotros. Manejaréis con dificultad una lengua que no estaréis habituados a hablar, una lengua aún más viva que vuestro actual pensamiento.

”La infancia tiene además otra utilidad. Los Espíritus sólo ingresan en la vida corporal para perfeccionarse, para mejorar. La fragilidad de los primeros años los vuelve flexibles, accesibles a los consejos de la experiencia y de quienes deben hacerlos progresar. Entonces es cuando se puede reformar su carácter y reprimir sus malas inclinaciones. Tal es el deber que Dios ha confiado a los padres, la misión sagrada por la que tendrán que responder.

”De ese modo, la infancia no solamente es útil, necesaria e indispensable, sino que además es la consecuencia natural de las leyes que Dios ha establecido y que rigen el universo.”


Simpatías y antipatías terrenales

386. Dos seres que se han conocido y amado, ¿pueden reencontrarse en otra existencia corporal y reconocerse?
“Reconocerse, no; pero sentirse atraídos mutuamente, sí. Con frecuencia, los lazos íntimos basados en un afecto sincero no tienen otra causa. Dos seres se aproximan el uno al otro por circunstancias aparentemente fortuitas, pero que son el resultado de la atracción de dos Espíritus que se buscan entre la multitud.”

[386a] - ¿No sería más agradable para ellos el reconocerse?
“No siempre. El recuerdo de las existencias pasadas tendría inconvenientes más serios de lo que creéis. Después de la muerte se reconocerán y sabrán en qué época han estado juntos.” (Véase el § 392.)

387. La simpatía, ¿tiene siempre por principio un conocimiento anterior?
“No. Dos Espíritus que se corresponden se buscan naturalmente, sin que se hayan conocido como hombres.”

388. Los reencuentros que se producen a veces entre determinadas personas, y que se atribuyen al acaso, ¿no serían el efecto de una especie de relaciones simpáticas?
“Entre los seres pensantes existen lazos que todavía no conocéis. El magnetismo es la brújula de esa ciencia que más tarde comprenderéis mejor.”

389. ¿A qué se debe la repulsión instintiva que a primera vista experimentamos hacia determinadas personas?
“Espíritus antipáticos que se distinguen y se reconocen sin hablarse.”

390. La antipatía instintiva, ¿es siempre un indicio de maldad natural?
“Dos Espíritus no son necesariamente malos por el hecho de que no simpaticen el uno con el otro. La antipatía puede nacer de una falta de semejanza en la manera de pensar. No obstante, a medida que se elevan, los matices se borran y la antipatía desaparece.”

391. La antipatía entre dos personas, ¿nace primero en aquella cuyo Espíritu es más malo, o en la otra, cuyo Espíritu es mejor?
“En ambas, pero las causas y los efectos son diferentes. Un Espíritu malo siente antipatía por cualquiera que pueda juzgarlo y desenmascararlo. Al ver a una persona por primera vez, sabe que va a ser desaprobado por ella. Su distanciamiento se transforma en odio, en envidia, y le inspira el deseo de hacer el mal. El Espíritu bueno siente repulsión hacia el malvado, porque sabe que este no lo comprenderá y que no comparten los mismos sentimientos. No obstante, con la certeza de su superioridad, no siente hacia el otro ni odio ni envidia. Se limita a evitarlo y compadecerlo.”


Olvido del pasado

392. ¿Por qué el Espíritu encarnado pierde el recuerdo de su pasado?
“El hombre no puede ni debe saberlo todo. Dios, en su sabiduría, así lo quiere. A no ser por el velo que le oculta ciertas cosas, el hombre quedaría deslumbrado como aquel que pasa sin transición de la oscuridad a la luz. Mediante el olvido del pasado es más él mismo.”

393. ¿Cómo puede el hombre ser responsable de actos y rescatar faltas que no recuerda? ¿De qué modo puede aprovechar la experiencia adquirida en existencias que han caído en el olvido? Comprendemos que las tribulaciones de la vida serían una lección para él si se acordara de aquello que ha podido ocasionarlas. Sin embargo, puesto que lo ha olvidado, cada existencia es para él como si fuese la primera. Así, siempre vuelve a comenzar. ¿Cómo conciliar esto con la justicia de Dios?
“En cada nueva existencia el hombre tiene más inteligencia y puede distinguir mejor el bien del mal. ¿Cuál sería su mérito si se acordara de todo el pasado? Cuando el Espíritu retorna a su vida primitiva (la vida espírita), toda su vida pasada se despliega ante él. Ve las faltas que ha cometido y que son la causa de su sufrimiento. También ve lo que habría podido impedir que las cometiera. Comprende que la situación en que se encuentra es justa, y busca entonces una existencia con la cual reparar la que acaba de transcurrir. Busca pruebas análogas a las que pasó, o las luchas que considere adecuadas para su adelanto, y pide a los Espíritus superiores que lo ayuden a él en esa nueva tarea que emprende, pues sabe que el Espíritu que se le asignará como guía en esa nueva existencia tratará de hacerlo reparar sus faltas dándole una especie de intuición de las que cometió. Esa misma intuición es el pensamiento, el deseo criminal que a menudo surge en vosotros y al cual os resistís instintivamente, atribuyendo vuestra resistencia, la mayoría de las veces, a los principios que habéis recibido de vuestros padres, cuando en realidad es la voz de la conciencia la que os habla. Esa voz es el recuerdo del pasado, la voz que os advierte para que no volváis a caer en las faltas que habéis cometido. Si el Espíritu que ha ingresado en esa nueva existencia sufre esas pruebas con valor y resiste, se habrá elevado y ascenderá en la jerarquía de los Espíritus, cuando vuelva a estar con ellos.”

Si bien no conservamos, durante la vida corporal, un recuerdo preciso de lo que hemos sido, ni del bien o el mal que hemos hecho en nuestras existencias anteriores, conservamos en cambio la intuición de ello, y las tendencias instintivas son una reminiscencia de nuestro pasado, contra las cuales nuestra conciencia, es decir, el deseo que hemos concebido de no cometer más las mismas faltas, nos advierte para que resistamos.

394. En los mundos más adelantados que el nuestro, donde los hombres no están sujetos a nuestras necesidades físicas ni a nuestras enfermedades, ¿comprenden ellos que son más dichosos que nosotros? Por lo general, la felicidad es relativa; se la aprecia por comparación con un estado menos dichoso. Puesto que, en definitiva, algunos de esos mundos -aunque mejores que el nuestro- no se encuentran en estado de perfección, los hombres que habitan en ellos deben tener motivos de pesar propios de su categoría. Así, entre nosotros, si bien el rico no experimenta las angustias de las necesidades materiales como el pobre, no por eso deja de sufrir tribulaciones que tornan amarga su vida. Ahora bien, pregunto si, en su posición, los habitantes de esos mundos se creen tan desdichados como nosotros y se quejan de su suerte, dado que no disponen del recuerdo de una existencia inferior que les permita compararla con la actual.
“Es necesario dar a esto dos respuestas distintas. Existen mundos, entre aquellos que mencionas, cuyos habitantes tienen un recuerdo muy claro y preciso de sus existencias pasadas. Estos, como comprenderás, pueden y saben apreciar la felicidad que Dios les permite disfrutar. Pero hay otros mundos en los que sus habitantes, pese a hallarse, como has dicho, en mejores condiciones que vosotros, no por eso dejan de sufrir grandes pesares e incluso desgracias. Estos no aprecian su felicidad, por el hecho mismo de que no tienen el recuerdo de un estado aún más desdichado. No obstante, si no la aprecian como hombres, lo hacen como Espíritus.”

¿No hay algo de providencial en el olvido de esas existencias pasadas, sobre todo cuando han sido penosas? ¿No se revela en eso la sabiduría divina? En los mundos superiores, donde el recuerdo de las existencias desdichadas no es más que un mal sueño, es cuando dichas existencias afloran a la memoria. En los mundos inferiores, en cambio, ¿no se verían agravadas las desdichas actuales por el recuerdo de las que se soportaron en el pasado? De ahí concluimos, pues, que todo lo que Dios ha hecho está bien hecho. No nos compete criticar sus obras ni decir de qué modo habría tenido Él que regular el universo. 

El recuerdo de nuestras individualidades anteriores ocasionaría inconvenientes muy serios. Podría, en determinados casos, humillarnos de manera singular. En otros, exaltar nuestro orgullo y, por eso mismo, obstaculizar nuestro libre albedrío. Dios nos ha dado, para que mejoremos, exactamente lo necesario y suficiente: la voz de la conciencia y nuestras tendencias instintivas. Nos quita lo que podría perjudicarnos. Agreguemos, además, que, si tuviéramos el recuerdo de nuestras acciones personales anteriores, del mismo modo tendríamos el de las acciones de los demás, y ese conocimiento podría generar los más nefastos efectos en las relaciones sociales. Puesto que no siempre podemos vanagloriarnos de nuestro pasado, a menudo es una dicha que se haya puesto un velo sobre él. Esto concuerda perfectamente con la doctrina de los Espíritus acerca de los mundos superiores al nuestro. En esos mundos, donde sólo reina el bien, el recuerdo del pasado no tiene nada de penoso. Por esa razón, sus habitantes recuerdan su existencia precedente, así como nosotros recordamos lo que hemos hecho en la víspera. En cuanto a su permanencia en los mundos inferiores, su recuerdo -como hemos dicho- no es más que un mal sueño.

395. ¿Podemos tener algunas revelaciones acerca de nuestras existencias anteriores?
“No siempre. Sin embargo, muchos saben lo que han sido y lo que hicieron. Si se les permitiera decirlo abiertamente, harían extraordinarias revelaciones acerca de su pasado.”

396. Algunas personas creen tener un vago recuerdo de un pasado desconocido, que se les presenta como la imagen fugaz de un sueño que en vano se intenta retener. Esa idea, ¿es sólo una ilusión?
“A veces es real. Pero también suele ser una ilusión contra la cual hay que ponerse en guardia, porque puede ser el efecto de una imaginación sobreexcitada.”

397. En las existencias corporales de naturaleza más elevada que la nuestra, ¿es más preciso el recuerdo de las existencias anteriores?
“Sí. A medida que el cuerpo se torna menos material, recordamos mejor. El recuerdo del pasado es más claro en quienes habitan en los mundos de un orden superior.”

398. Puesto que las tendencias instintivas del hombre son una reminiscencia de su pasado, ¿se sigue de ahí que, mediante el estudio de esas tendencias, puede conocer las faltas que ha cometido?
“Sin duda, pero hasta cierto punto. Es preciso tener en cuenta el mejoramiento que ha podido operarse en el Espíritu y las resoluciones que ha tomado en el estado errante. La existencia actual puede ser mucho mejor que la precedente(6).”

(6) Aquellas personas que se interesan mucho por saber lo que han sido en sus vidas anteriores deben prestar atención a estos párrafos. Por el estudio de sus actuales tendencias, y no olvidando el progreso que deben de haber realizado, tendrán una idea de lo que fueron e hicieron. [N. de J. H. Pires -2014]

[398a] - ¿Podría ser peor? Es decir, ¿puede el hombre cometer en una existencia faltas que no ha cometido en la precedente?
“Eso depende de su adelanto. Si no sabe resistir a las pruebas puede ser conducido a nuevas faltas, que son la consecuencia de la posición que él ha elegido. No obstante, por lo general, esas faltas indican un estado estacionario más que uno retrógrado, porque el Espíritu puede avanzar o detenerse, pero no retrocede.”

399. Dado que las vicisitudes de la vida corporal son una expiación de las faltas del pasado y, a la vez, pruebas para el porvenir, ¿se puede deducir de la naturaleza de esas vicisitudes el género de la existencia anterior?
“Con mucha frecuencia, pues cada uno es castigado por donde pecó. No obstante, no hay que hacer de esto una regla absoluta. Las tendencias instintivas son un indicio más seguro, porque las pruebas que sufre el Espíritu guardan relación tanto con el porvenir como con el pasado.”

Cuando llega al término que la Providencia le señaló para su vida errante, el propio Espíritu elige(7) las pruebas a las que desea someterse a los efectos de apresurar su adelanto, es decir, el género de existencia que considera más adecuado para proveerle los medios necesarios para ese fin, y esas pruebas siempre guardan relación con las faltas que debe expiar. Si triunfa, se eleva. Si sucumbe, tiene que volver a empezar.

(7) [262a] - Cuando el Espíritu goza de su libre albedrío, la elección de la existencia corporal, ¿depende siempre, en forma exclusiva, de su voluntad, o bien la voluntad de Dios puede imponerle esa existencia como expiación?
“Dios sabe esperar; no apresura la expiación. Sin embargo, Él puede imponerle una existencia a un Espíritu cuando este, por su inferioridad o su mala voluntad, no es apto para comprender lo que sería más saludable para sí mismo, y cuando ve que esa existencia puede servir para que el Espíritu se purifique y progrese, al mismo tiempo que encuentra en ella una expiación.”

El Espíritu goza siempre de su libre albedrío. En virtud de esa libertad elige, en el estado de Espíritu, las pruebas de la vida corporal; y en el estado de encarnación delibera acerca de lo que hará o no, y elige entre el bien y el mal. Negarle al hombre el libre albedrío sería reducirlo a la condición de máquina.

Cuando vuelve a la vida corporal, el Espíritu pierde durante un tiempo el recuerdo de sus existencias anteriores, como si un velo se las ocultara. Con todo, a veces tiene de ellas una conciencia vaga, e incluso pueden serle reveladas en determinadas circunstancias. Pero esto último sólo sucede por voluntad de los Espíritus superiores, que lo hacen en forma espontánea, con un objetivo útil, y nunca para satisfacer una vana curiosidad.

Las existencias futuras no pueden ser reveladas en ningún caso, puesto que dependen de la manera como se cumpla la existencia presente y de la elección ulterior del Espíritu.

El olvido de las faltas cometidas no es un obstáculo para el mejoramiento del Espíritu, puesto que, si bien este no conserva de ellas un recuerdo preciso, el conocimiento que de esas faltas tenía en el estado errante, así como el deseo que ha concebido de repararlas, lo guían por intuición y le infunden la idea de resistir al mal. Esa idea es la voz de la conciencia, en la cual lo secundan los Espíritus que lo asisten, si escucha las buenas inspiraciones que ellos le sugieren.

Si bien el hombre ignora las acciones concretas que realizó en sus existencias anteriores, siempre puede saber por qué clase de faltas se ha hecho culpable y cuál era su carácter dominante. Para eso le basta con estudiarse a sí mismo. De ese modo, podrá juzgar lo que ha sido, no por lo que es, sino por sus tendencias.

Las vicisitudes de la vida corporal son, al mismo tiempo, una expiación de las faltas del pasado y pruebas para el porvenir. Nos purifican y elevan, en caso de que las suframos con resignación y sin quejarnos.

La naturaleza de las vicisitudes y pruebas que sufrimos también puede instruirnos acerca de lo que hemos sido y de lo que hicimos, así como en la Tierra juzgamos los actos de un culpable por la pena que la ley le inflige. De ese modo, el orgulloso será castigado por la humillación de una existencia en una posición subalterna; el mal rico y el avaro, por la miseria; el que ha sido cruel para con los demás, por las crueldades que habrá de sufrir; el tirano, por la esclavitud; el mal hijo, por la ingratitud de sus propios hijos; el perezoso, por un trabajo forzado, etcétera.


AMOR, CARIDAD y TRABAJO







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