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Elementos generales del Universo








ELEMENTOS GENERALES DEL UNIVERSO











El libro de los espíritus de Allan Kardec

I.- Conocimiento del principio de las cosas

¿Es dado al hombre conocer el principio de las cosas?
- No. Dios no permite que todo sea revelado al hombre en la Tierra.


¿Penetrará algún día el hombre el misterio de las cosas que le son ocultas?
- El velo se levanta para él conforme va depurándose. Pero, para comprender ciertas cosas necesita facultades que todavía no posee.


¿No puede el hombre, mediante las investigaciones científicas, penetrar algunos de los secretos de la Naturaleza?
- La ciencia le ha sido dada para su adelante en todas las cosas, pero no puede sobrepasar los límites fijados por Dios.

Cuanto más le es permitido al hombre avanzar en la revelación de esos misterios, tanto mayor debe ser su admiración por el poder y la sabiduría del Creador. Empero, ya sea por orgullo o por debilidad, su inteligencia misma lo hace a menudo juguete de la ilusión. Acumula sistemas tras sistemas y cada día que pasa le muestra cuántos errores ha tomado por verdades y cuántas verdades rechazó por conceptuarlas errores. Son esas otras tantas decepciones para su orgullo.


Fuera de las investigaciones científicas, ¿puede el hombre recibir comunicaciones de un orden más elevado, sobre aquello que se sustrae al testimonio de sus sentidos?
- Sí, si Dios lo juzga útil revelará al hombre lo que la ciencia no puede enseñarle.

Por medio de tales comunicaciones el hombre obtiene – dentro de ciertos límites- el conocimiento de su pasado y de su destino.



II.- Espíritu y materia

La materia ¿existe desde la eternidad, como Dios, o ha sido creada por Él en determinado momento?
- Sólo Dios lo sabe. No obstante, hay una cosa que vuestra razón debe indicaros, y es que Dios, dechado de amor y caridad, no ha estado jamás inactivo. Por muy lejano que pudierais representaros el comienzo de su acción, ¿lo concebiríais un solo segundo en la ociosidad?


Por lo general, se define la materia como aquello que posee extensión, lo que puede impresionar nuestros sentidos y lo que es impenetrable. ¿Son exactas tales definiciones?
- Desde vuestro punto de vista ello es exacto, porque no habláis sino conforme a lo que conocéis. Pero la materia existe en estados que os son desconocidos. Puede ser, por ejemplo, tan etérea y sutil que no produzca ninguna impresión sobre vuestros sentidos. Sin embargo, sigue siendo materia, aunque para vosotros no lo sea. 


¿Qué definición podéis dar de la materia?
- La materia es el vínculo que encadena al espíritu. Es el instrumento que le sirve y sobre el cual, al mismo tiempo, ejerce su acción.

Desde este punto de vista se puede afirmar que la materia es el agente, el intermediario con cuyo concurso y sobre el cual obra el espíritu.


¿Qué es el espíritu?
- El principio inteligente del Universo.


¿Cuál es su naturaleza íntima?
- Con vuestro lenguaje el espíritu no resulta fácil de analizar. Para vosotros no es nada, porque el espíritu no constituye una cosa palpable. Mas para nosotros es algo. Sabedlo bien: nada es la Nada, y la Nada no existe.


Espíritu ¿es sinónimo de inteligencia?
- La inteligencia es un atributo esencial del espíritu. Pero una y otra se confunden en un principio común, de suerte que para vosotros constituyen una misma cosa.


El espíritu ¿es independiente de la materia, o sólo constituye una propiedad de ella, así como los colores son propiedades de la luz y el sonido una propiedad del aire?
- Uno y otra son distintos. Pero se precisa la unión del espíritu con la materia para comunicar inteligencia a esta última.


Esa unión ¿es asimismo necesaria para la manifestación del espíritu? (Entendemos aquí por “espíritu” el principio de la inteligencia, prescindiendo de las individualidades designadas con
este mismo nombre).
- Es necesaria para vosotros, debido a que no estáis constituidos para percibir al espíritu sin la materia. Vuestros sentidos no han sido hechos para ello.


¿Puede concebirse al espíritu sin la materia, y ésta sin aquél?
- Se puede, a no dudarlo, mediante el pensamiento.


De esta manera, ¿habría, pues, dos elementos generales del Universo: materia y espíritu?
- Sí, y por encima de todo ello está Dios, el Creador y Padre de todo. Esas tres cosas constituyen el principio de cuanto existe, la trinidad universal. Pero al elemento material hay que añadir el fluido universal, que desempeña un rol de intermediario entre el espíritu y la materia propiamente dicha, demasiado grosera para que pueda el espíritu ejercer una acción sobre ella. Aun cuando, desde cierto punto de vista, se puede clasificarlo como elemento material, el fluido universal se distingue por poseer propiedades especiales. Si fuera positivamente materia, no existiría razón para que el espíritu no lo fuese también. El fluido universal está colocado entre el espíritu y la materia. Es fluido, así como la materia es materia, y susceptible, mediante sus innumerables combinaciones con esta última y bajo la acción del espíritu, de producir la infinita variedad de las cosas, de las cuales sólo conocéis una ínfima parte. Puesto que dicho fluido universal, o primitivo o elemental, es el agente que el espíritu utiliza, constituye el principio sin el cual la materia se hallaría en perpetuo estado de dispersión y no adquiriría jamás las propiedades que la fuerza de gravedad otorga.


Este fluido ¿será el que distinguimos con el nombre de electricidad?
- Ya hemos dicho que es susceptible de un sinnúmero de combinaciones. Lo que llamáis fluido eléctrico y fluido magnético son modificaciones del fluido universal, el cual sólo es, para hablar con propiedad, una materia más perfecta y sutil, que se puede considerar independiente.


Puesto que el espíritu es, de por sí, algo, ¿no sería más exacto y no estaría menos sujeto a confusión si se designara a esos dos elementos generales con las palabras materia inerte y materia inteligente?
- Las palabras nos importan poco. Cabe a vosotros organizar vuestro idioma de modo que os entendáis. Vuestras discusiones provienen casi siempre de que no os entendéis acerca de los vocablos, debido a que vuestra lengua es incompleta en lo tocante a las cosas que no impresionan vuestros sentidos.

Un hecho evidente predomina en todas las hipótesis: por una parte, vemos materia que no es inteligente. Por la otra, vemos un principio inteligente, independiente de la materia. El origen y la conexión de ambos nos son desconocidos. Tengan o no una fuente común y puntos de contacto necesarios; posea la inteligencia su existencia propia, o constituya una propiedad, un efecto; sea ella –conforme la opinión de algunos- una emanación de la Divinidad, he ahí lo que ignoramos. Ambos se nos aparecen distintos, por eso los admitimos como integrando dos principios constitutivos del Universo. Y por encima de todo ello vemos a una Inteligencia que domina a todas las demás, gobernándolas, y que se distingue de ellas por atributos esenciales: a esa Suprema Inteligencia se le llama Dios.



III.- Propiedades de la materia

La ponderabilidad ¿es un atributo esencial de la materia?
- De la materia tal y como vosotros la entendéis, sí. Pero no de la materia considerada como fluido universal. La materia etérea y sutil que forma ese fluido es imponderable para vosotros y constituye, sin embargo, el principio de la materia que conocéis.

La pesadez o gravedad es una propiedad relativa. Fuera de las órbitas de atracción de los mundos no existe el peso, de la misma manera que tampoco hay “arriba” ni “abajo”.


La materia ¿está integrada por un solo elemento o por muchos?
- Un solo elemento primitivo. Los cuerpos que conceptuáis simples no son verdaderos elementos, sino transformaciones de la materia primitiva.


¿De dónde provienen las diferentes propiedades de la materia?
- Son modificaciones que experimentan las moléculas elementales al unirse en determinadas circunstancias.


Según esto, los sabores, olores y colores, así como el sonido y las cualidades ponzoñosas o salutíferas de los cuerpos ¿sólo serían modificaciones de una única y misma sustancia primitiva?
- No cabe duda de que sí, y sólo existen por la disposición de los órganos destinados a percibirlos.

Este principio queda demostrado por el hecho de que todas las personas no perciben de la misma manera las cualidades de los cuerpos. Una encuentra grata a su gusto una sustancia, y otra la halla desagradable. Éstos ven como de color azul lo mismo que aquéllos ven rojo, y lo que constituye un veneno para algunos es una sustancia inofensiva y salutífera para otros.


La misma materia elemental ¿es susceptible de recibir todas las modificaciones y adquirir todas las propiedades?
- Sí, y es lo que debemos entender cuando decimos que todo está en todo(1) .

(1) Este principio explica el fenómeno conocido por todos los magnetizadores y que consiste en dar por medio de la voluntad a cualquier sustancia –al agua, por ejemplo–, propiedades muy diversas: un gusto determinado, e incluso las cualidades activas de otras sustancias. Visto que sólo existe un elemento primitivo y que las propiedades de los diferentes cuerpos no son sino modificaciones de dicho elemento, resulta de ello que la más inofensiva de las sustancias tiene el mismo principio que la más venenosa. Así el agua, que está formada por una parte de oxígeno y dos de hidrógeno, se torna corrosiva si se duplica la proporción de oxígeno. Una transformación análoga puede operarse mediante la acción magnética dirigida por la voluntad del magnetólogo. [N. de A. Kardec.]


Oxígeno e hidrógeno, nitrógeno y carbono, así como todos los cuerpos que consideramos simples, sólo son modificaciones de una sustancia primitiva. En la imposibilidad en que nos hallamos, hasta el presente, de remontarnos de otro modo que no sea mediante el pensamiento hasta esa materia primera, tales cuerpos constituyen para nosotros verdaderos elementos y podemos, sin que ello sirva como precedente, conceptuarlos de tales hasta nuevas conquistas.


Esa teoría parece dar razón a la opinión de quienes no admiten en la materia sino dos propiedades esenciales: fuerza y movimiento, y que, piensan que todas las demás propiedades sólo son efectos secundarios que varían conforme a la intensidad de la fuerza y la dirección del movimiento.
- Esa opinión es correcta. Pero hay que añadir también: según la disposición de las moléculas, como se observa, por ejemplo, en un cuerpo opaco que puede tornarse transparente, y viceversa.


¿Poseen las moléculas una forma determinada?
- No cabe duda de que las moléculas tienen una forma, pero ella no es perceptible para vosotros.


Esa forma ¿es constante o variable?
- Constante en las moléculas elementales primitivas, pero variable en las secundarias, que de por sí sólo son aglomeraciones de las primeras. Porque lo que llamáis vosotros molécula está todavía lejos de ser la molécula elemental.



IV.- Espacio universal

El espacio universal ¿es infinito o limitado?
- Infinito. Si le supones límites, ¿qué habrá más allá? Bien comprendo que esto confunde tu razón, y con todo ella te está diciendo que no puede ser de otra manera. Lo propio acontece con lo infinito en todas las cosas. En vuestro pequeño ámbito no podéis comprenderlo(2) .

(2) Los cambios de personas gramaticales –ora la segunda del singular, , ora la segunda del plural, vosotros-, en el tratamiento que da el Espíritu a su o sus interlocutores, obedecen al hecho de que aquél se dirige alternativamente a uno de éstos en particular o a todos los asistentes a la reunión, e incluso a la humanidad entera. [N. de J. H. Pires.]

Si se supone un límite al espacio, por muy distante que la mente pueda concebirlo, la razón dice que allende esa frontera habrá algo más, y así sucesivamente hasta el infinito: porque ese algo, aunque fuera el vacío absoluto, seguiría siendo todavía espacio.


El vacío absoluto ¿existe en alguna parte del espacio universal?
- No, nada está vacío. Lo que a ti te parece vacío se halla ocupado por una materia que se sustrae a tus sentidos y a tus instrumentos de observación.


AMOR, CARIDAD y TRABAJO.








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