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ESPÍRITUS PROTECTORES







ESPÍRITU PROTECTOR, ÁNGEL GUARDIÁN o GENIO BUENO.
ESPÍRITUS FAMILIARES.
ESPÍRITUS SIMPÁTICOS.
ESPÍRITU IMPERFECTO o PERVERSO.




A continuación transcribo las preguntas y respuestas de "El Libro de los Espíritus" de Allan Kardec sobre este tema:

489. ¿Hay espíritus que se unen particularmente a un individuo para protegerle?
«Sí; el hermano espiritual, al que vosotros llamáis el espíritu bueno, o el buen genio».


490. ¿Qué debe entenderse por ángel guardián?
«El espíritu protector de un orden elevado».


491. ¿Cuál es la misión del espíritu protector?
«La de un padre respecto a sus hijos; llevar a su protegido al buen camino, ayudarle con sus consejos, consolarle en sus aflicciones y sostenerle en las pruebas de la vida».


492. ¿El espíritu protector está unido al individuo desde el nacimiento de éste?
«Desde el nacimiento hasta la muerte, y a menudo aun después de ésta, le sigue en la vida espiritista y hasta en muchas existencias corporales; porque éstas no son más que fases muy breves, comparadas con la vida del espíritu».


493. ¿Es voluntaria u obligatoria la misión del espíritu protector?
«El espíritu está obligado a cuidar de vosotros; porque ha aceptado esta tarea; pero elige los seres que le son simpáticos. Para unos es un placer, para otros una misión o un deber».

493a. Uniéndose a una persona, ¿el espíritu renuncia a proteger a otros individuos?
«No; pero lo hace menos exclusivamente».


494. ¿El espíritu protector está fatalmente unido al ser a quien guarda?
«Sucede a menudo que ciertos espíritus abandonan su posición para cumplir diversas misiones; pero entonces se verifica un cambio».


495. ¿El espíritu protector abandona a veces a su protegido cuando se muestra rebelde a sus avisos?
«Se aleja cuando ve que son inútiles sus consejos, y que es más imperante el deseo de sufrir la influencia de los espíritus inferiores; pero jamás le abandona del todo y siempre le deja oír su voz. El hombre es quien entonces cierra el oído; pero el espíritu protector vuelve apenas se le llama.

»Hay una doctrina que por su encanto y su dulzura, debiera convertir hasta a los más incrédulos. Esta doctrina es la de los ángeles guardianes. ¿No es acaso una idea muy consoladora la de pensar que siempre tenéis a vuestro lado seres que os son superiores, que allí están siempre para aconsejaros, fortaleceros y ayudaros a gravitar la áspera montaña del bien, seres que son amigos más firmes que los más íntimos que podéis tener en la tierra? Allí están por orden de Dios que los ha puesto a vuestro lado, y lo están por amor suyo, cumpliendo respecto de vosotros una bella, pero penosa misión. Sí dondequiera que estéis está vuestro ángel guardián: las cárceles, los hospitales, los lugares de depravación, la soledad, nada os separa de ese amigo a quien no podéis ver, pero cuyos más dulces impulsos siente vuestra alma y cuyos sabios consejos oye.

»¡Lástima que no conozcáis mejor esta verdad! Cuántas veces os ayudaría en vuestros momentos de crisis y cuántas os libraría de los espíritus malos. Pero en el día supremo este ángel de bien os habrá de decir con frecuencia: "¿No te dije tal cosa, y no la hiciste? ¿No te enseñé el abismo y te hundiste en él? ¿No dejé oír en tu conciencia la voz de la verdad, y tú seguiste los consejos de la mentira?" ¡Ah!, interrogad a vuestros ángeles guardianes y estableced entre ellos y vosotros la tierna intimidad que entre los mejores amigos existe. No intentéis ocultarles nada; porque tienen la mirada de Dios, y no podéis engañarlos. Pensad en el porvenir; procurad adelantar en esta vida y vuestras pruebas serán más cortas y más felices vuestras existencias. Adelante, ¡oh!, hombres; desechad de una vez para siempre preocupaciones y segundas intenciones; penetrad en el nuevo camino que se os abre.

¡Adelante! ¡Adelante! Tenéis guías, seguidlos; el objeto final no se os escapará, porque ese objeto es el mismo Dios.

»A los que creen que es imposible que espíritus verdaderamente elevados se entreguen a tan laboriosa y tan incesante tarea, les diremos que influimos en vuestras almas, a pesar de que nos separen de vosotros millones de leguas; nada es para nosotros el espacio, y aunque vivan en otros mundos, nuestros espíritus mantienen sus relaciones con los vuestros.

Gozamos de cualidades que no podéis comprender; pero sabed que Dios no os ha abandonado solos en la tierra sin amigos y sostén. Cada ángel guardián tiene su protegido a quién vigila como un padre a su hijo. Es feliz, cuando le ve seguir el buen camino, y gime cuando ve despreciados sus consejos.

»No temáis cansarnos con preguntas, sino que debéis estar, por el contrario, en continua relación con nosotros y así seréis más fuertes y felices. Estas comunicaciones del hombre con su espíritu familiar son las que hacen a todos los hombres médiums, médiums desconocidos hoy; pero que manifestándose más tarde, se extenderán como el océano sin límites para anonadar la incredulidad y la ignorancia. Instruid, hombres instruidos; educad a vuestros hermanos, hombres de talento. No sabéis la obra que realizáis haciéndolo; realizáis la obra de Cristo, la que Dios os impone. ¿Para qué os dio la inteligencia y la ciencia, sino para que hagáis participes de ella a vuestros hermanos, a fin de que progresen en el camino de la dicha y de la felicidad eterna? 
SAN LUIS, SAN AGUSTÍN».

La doctrina de los ángeles guardianes que vigilan a sus protegidos, a pesar de la distancia que separa los mundos, nada tiene que deba sorprendernos y es, por el contrario, grande y sublime. ¿Acaso no vemos en la tierra a un padre vigilar a su hijo, aunque esté de él alejado, y ayudarle con sus consejos por medio de la correspondencia? ¿Qué habría, pues, de admirable en que los espíritus pudiesen guiar a los que toman bajo su protección desde uno a otro mundo, dado que la distancia que separa a los mundos es menor para ellos que la que separa a los continentes de la Tierra? ¿Y no tienen además el fluido universal que enlaza a todos los mundos y los hace solidarios; inmenso vehículo de la transmisión del pensamiento, como, lo es para nosotros el, aire de la transmisión del sonido?


496. El espíritu que abandona a su protegido, ya que no le hace bien, ¿puede hacerle mal?
«Los espíritus buenos nunca hacen mal, dejan que lo hagan los que ocupan su puesto, y entonces acusáis de vuestras desgracias a la suerte, siendo así que vosotros tenéis la culpa».


497. ¿El espíritu protector puede dejar a su protegido a merced de un espíritu que podría tenerle mala voluntad?
«Los espíritus malos se unen para neutralizar la acción de los buenos; pero si el protegido lo quiere, devolverá toda su fuerza a su espíritu bueno. El espíritu bueno quizá ve en otra parte una buena voluntad a quien ayudar, y aprovecha la ocasión esperando el momento de regresar al lado de su protegido».


498. Cuando el espíritu protector deja que su protegido se extravíe en la vida, ¿es por impotencia para luchar con los espíritus malévolos?
«No es porque no puede, sino porque no quiere; su protegido sale entonces de las pruebas más perfecto e instruido, y el espíritu protector le asiste con sus consejos y con los buenos pensamientos que le sugiere, los cuales por desgracia no siempre son oídos. Sólo la debilidad, la incuria o el orgullo del hombre dan fuerza a los espíritus malos, y sólo procede su poder sobre vosotros de que no les oponéis resistencia».


499. ¿El espíritu protector está constantemente con su protegido? ¿No hay circunstancias en que, sin abandonarle, le pierde de vista?
«Las hay en que la presencia del espíritu protector no es necesaria a su protegido».


500. ¿Llega un momento en que el espíritu no ha menester de ángel guardián?
«Si; cuando llega al grado de poder conducirse por sí mismo, cuando llega un momento en que el discípulo no ha menester de maestro; pero no acontece esto en vuestro planeta».


501. ¿Por qué la acción de los espíritus en nuestra existencia es oculta, y por qué cuando nos protegen, no lo hacen de un modo ostensible?
«Si contaseis con su apoyo, no obraríais por vosotros mismos y vuestro espíritu no progresaría. Para que pueda adelantar necesita experiencia, y preciso es que a menudo la adquiera a su costa. Es necesario que ejercite sus fuerzas, sin lo cual vendría a ser como el niño a quien no se deja andar solo. La acción de los espíritus que os quieren bien, está dispuesta de modo que deje siempre a salvo vuestro libre albedrío; porque, si no fueseis responsables, no adelantaríais en el camino que ha de conduciros a Dios. No viendo el hombre a su sostenedor, se entrega a sus propias fuerzas; pero su guía le vigila empero, y de vez en cuando le avisa que desconfíe del peligro».


502. El espíritu protector que consigue llevar a su protegido al buen camino, ¿experimenta algún bien para sí mismo?
«Es un mérito que se le tiene en cuenta, ya para su propio adelanto, ya para su felicidad. Es feliz cuando el éxito corona sus esfuerzos, y triunfa como un profesor con los progresos de su discípulo».

502a. ¿Es responsable si no triunfa?
«No; porque ha hecho todo lo que de él dependía».


503. El espíritu protector que ve que su protegido sigue un mal camino a pesar de sus avisos, ¿experimenta sufrimiento y encuentra en ello una causa de turbación en su felicidad?
«Deplora sus errores y le compadece; pero semejante aflicción no tiene las angustias de la paternidad terrestre, porque sabe que el mal tiene remedio y que lo que no hace hoy lo hará mañana».


504. ¿Podemos saber siempre el nombre de nuestro espíritu protector o ángel guardián?
« ¿Cómo queréis saber nombres que no existen para vosotros? ¿Creéis que no existen entre los espíritus más que los que vosotros conocéis?»

504a. ¿Cómo, pues, lo invocaremos, si no lo conocemos?
«Dadle el nombre que queráis, el de un espíritu superior a quien tengáis simpatía y veneración. El espíritu protector acudirá al llamamiento; porque todos los espíritus buenos son hermanos y se auxilian».


505. Los espíritus protectores que toman nombres conocidos, ¿son siempre realmente los de las personas que tenían aquellos nombres?
«No; pero espíritus que les son simpáticos y que vienen a menudo por orden suya. Necesitáis nombres, y entonces toman uno que os inspire confianza. Cuando vosotros no podéis cumplir personalmente una misión, enviáis un comisionado que haga vuestras veces».


506. Cuando estemos en la vida espiritista, ¿reconoceremos a nuestro espíritu protector?
«Sí; porque a menudo le conocíais antes de encarnaros».


507. ¿Todos los espíritus protectores pertenecen a la clase de espíritus superiores? ¿Pueden ser de los grados intermedios? Un padre, por ejemplo, ¿puede llegar a ser el espíritu protector de su hijo?
«Puede serlo; pero la protección supone cierto grado de elevación y además un poder y una virtud concedida por Dios. Un padre que protege a su hijo puede a su vez estar asistido por un espíritu más elevado».


508. Los espíritus que han abandonado en buenas condiciones la tierra, ¿pueden siempre proteger a los que aman y les sobreviven?
«Su poder es más o menos restringido, y la posición en que se encuentran no siempre los deja en completa libertad de obrar».


509. Los hombres en estado salvaje o de inferioridad moral, ¿tienen igualmente sus espíritus protectores, y en este caso son de orden tan elevado como los de los hombres muy adelantados?
«Todo hombre tiene un espíritu que vela por él; pero las misiones son relativas a su objeto. Vosotros no confiáis un niño que aprende a leer a un profesor de filosofía. El progreso del espíritu familiar corresponde al del espíritu protegido. Teniendo un espíritu protector que os vigila, podéis a vuestra vez llegar a ser el protector de un espíritu que os es inferior, y los progresos que le ayudéis a realizar contribuirán a vuestro adelanto. Dios no pide al espíritu más de lo que le permiten sus fuerzas y el grado a que ha llegado».


510. Cuando el padre que vela por su hijo se reencarna, ¿continúa velando por él?
«Es más difícil; pero suplica, en un momento de emancipación, a un espíritu simpático que le asista en semejante misión. Por otra parte, los espíritus no admiten más misiones que las que pueden cumplir hasta el fin.

»El espíritu encarnado, sobre todo en los mundos en que es material la existencia, está demasiado ligado a su cuerpo para poderse consagrar del todo, es decir, asistirle personalmente. Por esto los que no son bastante elevados están asistidos a su vez por espíritus que les son superiores, de modo, que si uno falta por una causa cualquiera, es suplido por otro».


511. Además del espíritu protector, ¿está unido un espíritu malo a cada individuo para impelerle al mal y proporcionarle ocasión de luchar entre el bien y el mal?
«Unido no es la palabra. Es cierto que los espíritus malos procuran separar del buen camino, cuando se les presenta ocasión, pero cuando uno de ellos se aficiona a un individuo, lo hace por sí mismo; porque espera que se le escuchará. Entonces se traba lucha entre el bueno y el malo, y vence aquél a quien e1 hombre deja que le domine».


512. ¿Podemos tener muchos espíritus protectores?
«Todo hombre tiene siempre espíritus simpáticos más o menos elevados que le aprecian y se interesan por él, como también los hay que le asisten en el mal».


513. ¿Los espíritus simpáticos obran en virtud de una misión?
«A veces pueden tener una misión temporal; pero lo más frecuente es que son solicitados únicamente por la semejanza de pensamientos y de sentimientos, así en el bien como en el mal».

513a. ¿Parece resultar de esto que los espíritus simpáticos pueden ser buenos o malos?
«Sí; el hombre encuentra siempre espíritus que simpatizan con él, cualquiera que sea su carácter».


514. ¿Los espíritus familiares son los mismos que los simpáticos y protectores?
«Hay muchos matices en la protección y en la simpatía. Dadles el nombre que queráis. El espíritu familiar corresponde más bien al amigo del hogar».

De las anteriores explicaciones y de las observaciones hechas sobre la naturaleza de los espíritus que se unen al hombre, puede deducirse lo siguiente:

El espíritu protector, ángel guardián o genio bueno es el que tiene la misión de seguir al hombre durante la vida y ayudarle a progresar. Siempre es de naturaleza relativamente superior a la del protegido.

Los espíritus familiares se unen a ciertas personas por lazos más o menos duraderos con objeto de serles útiles dentro de los límites de su poder, con frecuencia bastante limitado. Son buenos; pero a veces poco adelantados y hasta un poco ligeros. Se ocupan gustosos de los pormenores de la vida íntima, y sólo obran con permiso de los espíritus protectores o por orden suya.
Los espíritus simpáticos son aquellos que nos atraen afectos particulares y cierta semejanza de gustos y sentimientos, así en el bien como en el mal. La duración de sus relaciones está siempre subordinada a las circunstancias.

El mal genio es un espíritu imperfecto o perverso que se une al hombre con la mira de alejarle del bien; pero obra por voluntad propia y no en virtud de una misión. Su tenacidad está en relación del acceso más o menos fácil que halla. El hombre es libre siempre de escuchar su voz o de rechazarla.


515. ¿Qué pensar de esas personas que parecen unirse a ciertos individuos para arrastrarlos fatalmente a su perdición, o para guiarlos por el buen camino?
«Ciertas personas ejercen, en efecto, en otras una especie de fascinación que parece irresistible. Cuando esto se verifica para el mal, es que los espíritus malos se sirven de otros malos para subyugar mejor. Dios puede permitirlo para probaros».


516. Nuestros espíritus, bueno y malo, ¿podrían encarnarse para acompañarnos durante la vida de una manera más directa?
«Así sucede a veces; pero a menudo también encargan esta misión a otros espíritus encarnados que les son simpáticos».


517. ¿Hay espíritus que se unen a toda una familia para protegerla?
«Ciertos espíritus se unen a los miembros de una misma familia que viven juntos y unidos por el afecto; pero no creáis en espíritus protectores del orgullo de razas».


518. Siendo atraídos los espíritus por sus simpatías hacia los hombres, ¿lo son igualmente hacia las reuniones de individuos por causas particulares?
«Los espíritus acuden con preferencia a donde están sus semejantes, pues allí están más a sus anchas y más seguros de ser escuchados. El hombre atrae a los espíritus en razón de sus tendencias, ya esté solo, ya forme un todo colectivo, como una sociedad, una ciudad o un pueblo. Hay, pues, sociedades, ciudades y pueblos que están asistidos por espíritus más o menos elevados, según el carácter y las pasiones que en ellos dominan. Los espíritus imperfectos se alejan de los que los rechazan y resulta que el perfeccionamiento moral de los todos colectivos, como el de los individuos, tiende a descartar a los espíritus malos y a atraer a los buenos, que excitan y mantienen el sentimiento del bien de las masas, como pueden otros atizar las malas pasiones».


519. Las aglomeraciones de individuos, como las sociedades, ciudades y naciones, ¿tienen sus espíritus protectores especiales?
«Sí; porque esas reuniones son individualidades colectivas que caminan hacia un fin común y que han menester de una dirección superior».


520. Los espíritus protectores de las masas, ¿son de naturaleza más elevada que los que se unen a los individuos?
«Todo es relativo al grado de adelanto de las masas como al de los individuos».


521. ¿Pueden ciertos individuos cooperar al progreso de las artes, protegiendo a los que las cultivan?
«Hay espíritus protectores especiales, y que asisten a los que los invocan, cuando los consideran dignos; pero, ¿qué queréis que hagan por los que se creen ser lo que no son? No hacen que los ciegos vean, ni que oigan los sordos».


Los antiguos habían hecho de los espíritus protectores divinidades especiales; las musas no eran más que la personificación alegórica de aquéllos respecto de las ciencias y de las artes, como designaban bajo el nombre de lares y penates (Dioses domésticos) a los espíritus protectores de la familia. Entre los modernos, las artes, las diferentes industrias, las ciudades y comarcas tienen también sus patronos protectores, que no son más que espíritus superiores; pero bajo otros nombres.

Teniendo cada hombre sus espíritus simpáticos, resulta que en los todos colectivos la generalidad de los espíritus simpáticos está en relación con la generalidad de los individuos; que los espíritus extraños son atraídos por la identidad de gustos y de pensamientos, en una palabra, que esas reuniones, lo mismo que los individuos, están mejor o peor rodeadas, asistidas e influidas según la naturaleza de los sentimientos de la multitud.


En los pueblos las causas de atracción de los espíritus son las costumbres, los hábitos, el carácter dominante y sobre todo las leyes; porque el carácter de la nación se refleja en sus leyes. Los hombres que hacen imperar entre ellos la justicia, combaten la influencia de los malos espíritus. Donde quiera que las leyes consagran cosas injustas, contrarias a la humanidad, están en minoría los espíritus buenos, y la masa de los malos que afluyen mantiene a las naciones en semejantes ideas, y paraliza las buenas influencias parciales que se pierden entre la multitud, como la espiga aislada entre las ortigas. Estudiando las costumbres de los pueblos o de toda reunión de hombres, es, pues, fácil formarse una idea de la población oculta que se inmiscuye en sus pensamientos y acciones.



PRESENTIMIENTOS

 522. El presentimiento, ¿es siempre una advertencia del espíritu protector?
«El presentimiento es el consejo íntimo y oculto de un espíritu que os quiere bien. Se halla también en la intuición de la elección que se ha hecho; es la voz del instinto. El espíritu antes de encarnarse, tiene conocimiento de las principales fases de su existencia, es decir, de la clase de pruebas a que se compromete. Cuando tiene un carácter predominante, el espíritu conserva una especie de impresión en su fuero interno, y esta impresión, que es la voz del instinto, acentuándose cuando se aproxima el momento, se convierte en presentimiento».


523. El presentimiento y la voz del instinto tienen siempre algo de vago, ¿qué debemos hacer en la incertidumbre?
«Cuando estés incierto, invoca a tu espíritu bueno, o suplica al Señor de todo, a Dios, que te envíe a uno de sus mensajeros, a uno de nosotros».


524. Las advertencias de nuestros espíritus protectores, ¿tienen por objeto único la dirección moral, o también la conducta que debemos observar en las cosas de la vida privada?
«Todo, pues procuran haceros vivir lo mejor posible; pero a menudo vosotros cerráis el oído a las buenas advertencias, y sois infelices por culpa vuestra».

Los espíritus protectores nos ayudan con sus consejos por medio de la voz de la conciencia, que hacen hablar dentro de nosotros; pero como no siempre le damos la necesaria importancia, nos los dan más directos, valiéndose de las personas que nos rodean. Examine cada cual las diversas circunstancias felices o desgraciadas de su vida, y verá cómo en muchas ocasiones ha recibido consejos que no siempre ha puesto en práctica y que, de haberlos escuchado, le hubieran evitado muchas desazones.


REFLEXIÓN
Teniendo en cuenta tanto el comentario de Allan Kardec tras la respuesta a la pregunta 514, como la respuesta a la pregunta 493a, deduzco que un mismo Espíritu protector hace las veces de:

-Protector principal de una persona, a fin de orientarla y conducirla siempre por el buen camino, desde el momento en que nace hasta su desencarnación física, incluso le puede seguir durante varias existencias físicas. También puede acudir temporalmente a colonias espirituales para pedir orientación, inspiración, consejos, etc., si la vida de su protegido lo requiere. Además, si tuviera que reencarnar o cumplir alguna misión, sería sustituido.

-Protector auxiliar de otras personas, al objeto de ayudarlas, por ejemplo en la mediumnidad y/o sanación, asistiendo a la preparación y desarrollo de la facultad, protegiéndole de entidades burlonas y engañosas, realizando el trabajo de intercambio mediúmnico, etc.



Bibliografía:
El Libro de los Espíritus de Allan Kardec


AMOR, CARIDAD y TRABAJO